Hola a todos,
Antes que nada os quiero decir que me encanta exhibir a mi novia, me encanta que la vean con poca ropa o sin ella, es algo que me excita muchísimo y sé que a muchos otros novios también les pasa, así que les animo a que se pongan en contacto conmigo para intercambiar opiniones y aventuras.
Mi novia tiene 24 años, mide 1″63 y pesa 55 Kgs. Es blanquita de piel y gasta una 95 de pecho. En el sexo es bastante atrevida y cada vez lo va siendo más. Empezamos haciendo unas cosas de una manera determinada y poco a poco ha ido abriendo su mente más y más con lo que me deja hacer más cosas.
Todo esto del exhibicionismo me viene de un día de playa. Estábamos mi novia y yo tonteando y acabé quitándole la parte de arriba del bikini e impedir que la volviera a coger. Ese día todo el mundo en la playa pudo ver cómo le botaban las tetas a mi novia pues venía detrás de mí corriendo y en ocasiones le ponía el bikini y alto obligándola a saltar. A ella la idea de ser observada también le gustó.
De modo que un día se nos ocurrió ir a una playa en la que no había demasiada gente, entre una playa normal y otra nudista. Era una zona por la que no pasaba mucha gente pero aún así había 4 ó 5 hombres. Ese día no sólo se atrevió a quitarse la parte de arriba sino que también se quitó la de abajo y dejó que la masturbara. La situación le pareció tremendamente excitante. Estaba boca arriba, completamente desnuda y con las piernas entreabiertas. Además, había 4 ó 5 personas que podrían estar mirándola.
Estaba excitadísima. Yo podía notarlo por sus pezones, completamente duros y porque estaba muy mojada, tanto que pude meter 4 dedos sin la mayor complicación. En muy poco tiempo todo acabó, ella se corrió y no fui el único en verlo, pues algunos de esos hombres no paraban de mirar. A mi novia la situación le pareció de lo más excitante.
A partir de este momento, se convirtió en una práctica bastante habitual y cada vez que vamos a la playa acabamos haciendo lo mismo o algo parecido. También es cierto y justo decir que es una playa semidesierta y que yo la masturbo con bastante discreción, no se trata de algo tan explícito como una película porno.
Una vez explicados los antecedentes, voy a relatar lo que pasó el otro día en la consulta del médico, algo que me excitó muchísimo, mi novia lo vio más como una simple visita al médico. Resulta que a mi novia le han salido unas pequeñas manchas en algunas partes de su cuerpo: las piernas, la tripa, el pecho, el cuello… y se preocupó un poco como es lógico.
Son unas manchas muy pequeñitas, apenas parecen simplemente un granito y su aspecto no es desagradable, es una simple mancha roja que ni siquiera le pica. Cuando acabó la consulta el doctor le dijo que se trataba de una simple urticaria, una reacción alérgica a algo que había comido.
Llegamos al centro médico a las 18.00 horas aproximadamente. Era una tarde de sábado lluviosa y muy tranquila. Presentamos la documentación necesaria en recepción, contamos lo que le pasaba a mi novia a la chica que estaba de guardia y nos dispusimos a hacer cola.
Mientras esperaba imaginé la cara del doctor cuando leyera el informe de la secretaria: "mujer de 24 años presenta rojeces en muchas partes de su cuerpo" o algo parecido. El tío lo leería y pensaría que era su tarde de suerte, hoy no sólo tendría que ver a alguna mujer octogenaria desnuda. Había una chica joven a la que podría ver desnuda e, incluso, tocar.
Al cabo de unos minutos apareció el doctor. Fue la primera vez que lo vimos. Era un hombre de unos 45 años, de estatura media, bastante gordo y con barba. Dos minutos después salió otro doctor cortado por el mismo patrón, habría dicho que eran hermanos. Ellos debían ser los doctores que estaban de guardia y uno de ellos nos atender&
iacute;a.
Me puse a hablar con mi novia y le dije que uno de esos dos tipos la vería desnuda. Ella dijo que no le importaba, que eran doctores y que estarían más que acostumbrados a ver a todo tipo de mujeres desnudas. Tenía toda la razón en lo que decía, pero yo no podía dejar de pensar que uno de esos dos tipos vería en bolas a mi novia. La espera se hizo un poco larga, algo normal tratándose de la seguridad social, pero la espera mereció la pena.
Un buen rato más tarde salió el primer doctor y llamó a mi novia. Cuando mi novia se levantó al tío le cambió la cara y notamos que le acabábamos de alegrar la tarde. Le seguimos y nos condujo a su consulta.
La consulta no era muy grande. Tenía una mesa escritorio con numerosos medicamentos y un ordenador. Había también una camilla y varios posters con diversa información sobre enfermedades. El doctor le dijo a mi novia que se sentara y le pidió que le dijera qué le pasaba. Mi novia le resumió el problema y el doctor le dijo que si podía ver algún granito. Mi novia, muy pícara ella, le enseñó sólo el del cuello. El doctor se acercó y lo examinó un momento.
Cuando acabó, se giró y anotó algo en el ordenador. Mi novia y yo nos miramos mutuamente. No obstante, enseguida se giró y le dijo que debía examinar los demás, según él porque debía saber si eran muy numerosos y si había alguno más evolucionado que los demás, no fuera que alguno se hubiera convertido en micosis. Mi novia le preguntó si tenía que verlos todos, el médico dijo que sí. Así que mi novia empezó a desnudarse. Se quitó primero los pantalones y se quedó en tanga para luego quitarse la camisa y quedarse en ropa interior.
El doctor se giró y le preguntó si tenía algún granito donde llevaba la ropa interior y ella dijo que sí, que tenía uno en su pecho izquierdo y otro pequeñito en una parte en su entrepierna. El médico la miró y le dijo que tenía que verlos todos y ella acabó quitándoselo todo y quedándose completamente desnuda ante los ojos de aquel desconocido que, aunque fuera un doctor, no dejaba de ser un hombre.
La situación era la siguiente en este momento. Mi novia tumbada en la camilla completamente desnuda mientras un tipo la examinaba muy de cerca mirando con lupa y linterna el cuerpo desnudo de mi chica. El doctor empezó por los de las piernas. Me dio la impresión que se estaba dejando lo mejor para el final.
Sin embargo, lo más sorprendente estaba aún por llegar. Después de mirar un par de granitos de las piernas y antes de empezar con el de la entrepierna y el pecho, el doctor apagó su linterna y dijo que prefería tener otra opinión. Nos dijo que iba a llamar a su compañero para que mirara él también los granitos, que nos esperáramos un momentín. El doctor salió de su consulta y nos dejó ahí dentro un par de minutos. Mi novia y yo nos miramos sorprendidos. Yo estaba encantado y ella me reconoció que un poco excitada pero a la vez también avergonzada.
Enseguida entraron ambos doctores y se dispusieran a acabar de examinar a mi novia. Primero volvieron a mirar los de las piernas, seguro que no les importaba perder un poco de tiempo con una chica de 24 años que estaba completamente desnuda. Al cabo de unos minutos de intensa exploración pasaron al postre. Ya sólo quedaba examinar el pecho, la entrepierna y el del culo. Le dijeron que se diera la vuelta y empezaron a examinar el culo.
Entre los dos iban tocando la zona inmediata del granito, lo rascaban con cuidado y acercaban la linterna y la lupa hasta el punto que llegaron a rozar con la nariz el trasero de mi chica. Así estuvieron un par de minutos.
Cuando ya se habían recreado suficiente y lo habían sobado hasta cansarse le dijeron que se diera la vuelta, que iban a mirarle el pecho. El procedimiento fue el mismo, entre ambos cogían el pecho de mi novia. Uno de ellos lo examinaba mientras el otro lo aguantaba y cuando acababa le pasaba sus cacharros para que el otro pudiera examinar mientras el otro aguantaba el pecho en una posición que les permitiera examinar más cómodamente.
Pude observar cómo se recreaban con sus pechos, cómo lo sobaron, porque no sólo se limitaron al pecho que tenía el granito, se quisieron "asegurar de que todo andaba correctamente. Pude observar tambié
;n como le alumbraban los pezones para luego examinarlos con lupa y cómo éstos se ponían en erección, bien duros para su mayor regocijo. Tocaron el pecho de mi novia cuanto quisieron y como quisieron, viendo incluso detalles que yo no había visto por no haber utilizado linterna y lupa. El examen de pecho duró una eternidad, rondando los 10 minutos.
Todo esto eran minucias en vista de lo que se avecinaba, faltaba todavía examinar el último granito. He comentado que estaba en la entrepierna, pero es que está junto al labio derecho de la vagina de mi novia. Cabría añadir en este momento que mi novia se depila casi por completo su conejito, solamente se deja un hilillo de vello por encima de la rajita, con lo cual es muy fácil ver zonas sin gran esfuerzo ni abrir o apartar nada.
Se pusieron unos guantes, por lo visto tenían intención de tocar partes muy íntimas, y se dispusieron a examinar detenidamente las partes más íntimas de mi novia, partes que normalmente sólo yo veía y tocaba e incluso lamía. Le dijeron que abriera cuanto pudiera las piernas y ambos se metieron entre ellos como pudieron pues no estaban demasiado flacos. Me fijé que sin necesidad de que ella se abriera el conejito con sus manos se podía distinguir todas sus partes, los labios superiores e inferiores, el clítoris y todo estaba completamente húmedo.
Mi novia me dijo cuando salimos, que estaba muy excitada por la situación y que era algo que no podía controlar. Los doctores se dieron cuenta de la situación lo que les animó más, si cabe, a extenderse en su minucioso examen. Mi novia empezaba a cansarse de tener las piernas abiertas porque estaba aguantando todo el peso ella, así que un doctor le dijo que se pusiera de una forma en la que estaría más cómoda.
De modo que se puso tumbada como estaba y se puso como en posición fetal pero boca arriba, las rodillas al pecho y cruzó los brazos por detrás de las rodillas y enganchó las manos. El doctor sabía perfectamente la posición en la que la estaba colocando, ahora no sólo podían ver perfectamente su conejito abierto, sino que tenían una visión perfecta de su ano. Recuerdo que pensé que habían conseguido ver en 20 minutos a mi novia en posiciones que yo tardé mucho más en conseguir.
Ellos siguieron a lo suyo, apoyaban una mano en su conejito mientras con la otra tocaban el granito, lo examinaban de muy cerca, con la luz y la lupa. También pude ver cómo, me imagino que para su mayor comodidad, cogieron con dos dedos uno de los labios y lo pusieron de modo que el granito quedaba como aguantado desde abajo, desde dentro de la vagina de mi novia. Cuando el doctor se cansó de tocar y mirar, el otro pasó a la acción.
Cogió la linterna y la lupa y empezó a examinar. Igual que hiciera su compañero, cogió un labio de mi novia y empezó a examinar el granito. Ambos doctores arrastraban arriba y abajo los dedos que tenían entre los labios del coñito de mi novia haciendo que mi novia se estremeciera alguna que otra vez. Al cabo de otro buen rato, llevábamos ahí dentro más de media hora, empezaron a hacerle preguntas a mi novia sobre lo que sentía cuando le rozaban los granitos y cuando le acariciaban alrededor del granito.
Obviamente, para ello volvieron a tocar ciertos granitos, casualmente los que se encontraban en el pecho y el conejito, para que les dijera que sentía cuando la tocaban. Primero le acariciaron el granito del pecho. Ella dijo que no sentía nada especial y luego pasaron a tocar alrededor del granito, es decir, el pezón, la aureola y el resto del pecho. Ella dijo que tampoco notaba nada raro, pero los pezones se le pusieron en punto como pocas veces antes los había visto.
También le preguntaron si creía que había perdido algo de sensibilidad en el pecho cuando le acariciaban los pezones, ella dijo que no, que le proporcionaba cierto placer. Luego hicieron lo mismo en la parte vaginal. Primero acariciando el granito y después los alrededores. Le hicieron pregunta sobre sensibilidad vaginal, si creía que los granitos afectaban a sus relaciones o si había notado algún pinchazo o algo raro. A todo contestó que no.
Luego la pusieron de pie y siguieron un rato más, esta vez centrándose en sus pechos. La verdad es que estos hombres pocas posibilidades tenían ya en la vida de disfrutar de un cuerpo joven sin pagar, con lo que tocaron cuanto quisieron. La midieron y la pesaron, midieron con la regla
algún que otro granito, midieron y pesaron los pechos, midieron la circunferencia del pezón y la aureola y le hicieron todas las pruebas que creyeron oportuno.
La verdad es que nos quedamos tranquilos porque ambos dijeron que no era preocupante y que si no tenía ningún síntoma de pérdida de sensibilidad o algo así no teníamos de qué preocuparnos. Así que mi novia se vistió y salimos de allí.
Camino a casa le dije que yo me había excitado como nunca. Ella dijo que también se había excitado pero que tenía mucha vergüenza a la vez y que fue muy extraño.
Si alguien quiere ponerse en contacto conmigo puede hacerlo en mi mail.
Autor: Exhibidor m2006mc (arroba) hotmail.com