Gay. La historia que les cuento ahora es verídica. Nada de esto me sucedió a mi, pero sí a un amigo que quiso contármela con el fin de que la escribiera y la publicara en esta página de internet. Y aunque está escrita en primera persona, para nada tiene que ver con algo que me haya sucedido a mi, aunque él y yo tenemos algunas semejanzas, como verán en el relato. El nombre ficticio que utilizaremos para referirnos a él será Omar.
Nos cuenta Omar lo siguiente:
Tuve un amigo que se llamaba Pedro. Nunca sospeché que pudiera ser gay, hasta que sucedieron varias cosas. Al principio de nuestra amistad notaba que hasta cierto punto le caía muy mal a ese chaval. En ocasiones me provocaba para pelear. Me retaba frente a los demás chicos del colegio, insinuando que era una “nenita” débil que no le podía hacer frente. Todo eso finalizó cuando le hice frente y le demostré que no le tenía miedo.
Días posteriores a ese incidente, Pedro comenzó a decirme cosas mientras caminábamos hacia el Colegio. Aunque siempre he sido delgado y no muy alto, mis genitales son bastante grandes y se marcaban a través del pantalón. Más bien mis testículos son enormes pero no mi pene. Cierto es que utilizaba jeans bastante ajustados y desde distancia se notaban mis testículos grandes marcados hacia el lado derecho de mi pantalón con todo y pene. El se fijaba mucho en que se me marcaban mis testículos y mi pene circuncidado a través del pantalón.
Siempre me acomodaba mis genitales para ese lado porque me sentía más cómodo, pero eso hacía que siempre se me marcaran. El poder ver la silueta completa de mi pene y testículos hacía que Pedro me dijera cosas como: “De seguro tú lo tienes enorme pues se te nota, se te marca mucho”. Y cosas como: “pienso que lo tienes más grande que el mío”. “Te pareces a Héctor, que los dos son los más huevones del colegio’. Eso dicen todos, chicas y chicos en el colegio. Terminó diciendo Pedro.
Héctor era otro chico, que al igual que a mi, nuestros genitales se nos marcaban y se notaban pues utilizaba también jeans ajustados. Se nos marcaba a los dos exactamente el pene, el glande y los testículos gordos.
Entonces Pedro me llevaba por todo el camino constantemente con el mismo tema. Un día me sentía súper caliente pues había pasado algún tiempo sin masturbarme. Era cerca de la una de la tarde cuando, camino al Colegio, comenzó a retarme para que le mostrara mi pene y entonces él me mostraría el suyo. Caí en la tentación y a plena luz del día, detrás de un gimnasio, me bajé el pantalón y le mostré mis genitales. Mi pene estaba erecto. El abrió los ojos lo más que pudo y tragando saliva me dice: “Diablo, tu huevo es grande. Tu pene es más pequeño que el mío pero tienes las bolas como un toro”. “Wow se ve bien tu huevo, me gustan tus bolas. Tu pene es circuncidado, y mira te voy a mostrar mi huevo”. Se bajó su pantalón y me mostró su huevo. Su pene era mucho más grande que el mío, no estaba circuncidado y sus testículos eran más pequeñitos comparado con los míos. Además su pene erecto tenía una curva muy grande hacia abajo y el mío se pone erecto hacia arriba. Le dije, ok. Nos subimos los pantalones y seguimos caminando hacia el colegio, ambos con el pene erecto y se nos notaba que estábamos empalmados. Por todo el camino me iba fastidiando. Por ejemplo cuando nos acercábamos a personas por detrás que iban también caminando hacia el colegio, me decía: Dale penétralo o penétrala pero tienes que pegarte mucho porque tu pene no le llega”. Yo me avergonzaba de que las personas escucharan semejante estupidez y le ignoraba. El chico que me acosaba y provocaba para pelear casi todos los días, acababa de demostrarme que era más gay que yo.
Una tarde sentados Héctor y yo en el patio del colegio, llegó Pedro, se sentó en medio de nosotros dos y no dejaba de mirar nuestros genitales, que como dije ya, se nos marcaban perfectamente a través de jeans. Cuando decidió marcharse, nos tocó a ambos los testículos rozándonos con sus manos y riéndose pretendía marcharse. Héctor, molesto y ofendido, lo detuvo con la intención de pegarle un golpe, pero Pedro, para defenderse, le pegó una patada en los testículos.
Héctor se cayó al suelo llorando del dolor y yo me levanté para auxiliarlo, pues Pedro pretendía seguir pegándole a Héctor que estaba indefenso en el suelo. Lo empujé y al enfrentármele me agarró con sus manos mis testículos y me las apretó tan fuerte que por el dolor que me estaba ocasionando, comencé a gritar tan fuerte que muchos estudiantes y maestros salieron al patio a ver qué sucedía. A pesar de estar rodeados de mucha gente que le pedían que me dejara, él aún continuaba apretándome los testículos y el pene. Hasta que un amigo llamado Amadeo, le pegó un puño tan fuerte que lo llevó al suelo.
Entre las personas que llegaron, estaba la novia de Héctor, amigos de él y amigos míos. Todos querían pegarle a Pedro. Los maestros intervinieron. El fue suspendido y expulsado, posteriormente, del colegio y a nosotros nos atendieron en enfermería. Era grande la pena que sentíamos Héctor y yo pues sentíamos que Pedro se había burlado de nosotros. Desde ese día nos pusieron en el colegio el sobrenombre de los “huevones sin huevos”. Insinuando que los teníamos grandes pero que por poco los perdemos en aquel incidente con Pedro.
Pasados los meses una noche Pedro llegó a un lugar donde otro amigo y yo estábamos cenando y mientras mi amigo iba al baño, él comenzó a pedirme que le dejara tocar los testículos por él. No le dejé obviamente.
Otro día en un parque de béisbol, entré al baño para hacer el número uno y él entró detrás de mi. Me pegó a la pared y mientras me agarraba mis genitales, comenzó a masturbarse. Ambos estábamos de pie. Yo le pedía que me soltara el huevo. Sentía miedo de que me fuera a apretar como lo había hecho en el colegio. No podía decirle en voz alta que me soltara porque sentía temor de que los demás chicos se dieran cuenta de lo que estaba pasando. Pero nada, por más que le insistí que me soltara, no lo hizo hasta eyacular. Esa fue la primera vez que vi a otra persona eyaculando.
En la clase de biología en el Colegio, Héctor y yo nos sentábamos en la misma mesa. Aquella profesora era muy elegante y sensual. Decíamos que era modelo de revistas pornográficas por la manera de vestir, su porte, su elegancia y maquillaje. Héctor no se daba cuenta que me gustaba cantidad y se pasaba contándome las muchas veces que se había masturbado pensando en la profesora. Mientras más cosas me contaba él, más excitado me ponía y lo deseaba, pero nunca le dije a nadie. El comenzó a tocarse su pene y yo el mío mientras mirábamos a la profesora, que dicho sea de paso, estaba mal sentada. Verle a él excitado me volvía a mi más loco. El comenzó a masturbarse en el salón, con su ropa puesta. Y yo también hice lo mismo. El pensaba que yo me estaba fijando en la profesora mientras me masturbaba, pero realmente yo me estaba fijando en él y sus genitales. Tuve la terrible y mala suerte de no poder aguantar y me corrí en plena sala de clase. Mi semen inmediatamente comenzó a atravesar el calzoncillo y el pantalón, manchando totalmente mi ropa. Cuando estaba a punto de eyacular le dije a Héctor: “me voy a venir”. El me respondió: “no relajes, no lo hagas”. Pero como les dije no pude aguantar el deseo. Claro la forma como puse mi cara le demostró a él que me estaba corriendo. Aguanté mis gemidos mientras me corría. Cuando finalicé me cubrí con un libro y marché hacia el baño. El llegó detrás de mi. Me dijo que le dejara ver si realmente me había corrido. Le mostré que mi pantalón estaba todo lleno de semen. Mi pene aún erecto estaba también lleno de semen y mis testículos. Mientras comencé a quitarme esa ropa, él se masturbó en el urinal mientras decía, porque creía que era así, que la profesora nos había sacado la leche. Sin caer en la cuenta que a mi quien me sacó la leche fue verle a él excitado. Noté, mientras se masturbaba que sus testículos eran gordos como los míos y su pene, también circuncidado era pequeño como el mío. Después de Héctor eyacular, regresó al salón de clases y me trajo la mochila donde tenía ropa de deporte para poder cambiarme de ropa. Ya estaba desnudo cuando él me trajo la ropa. No tenía otro calzoncillo para cambiarme, por lo que él quiso buscar en su mochila un calzoncillo extra que solía llevar para cambiarse después de la clase de deportes y me lo facilitó. Me sorprendió bastante porque era uno estilo tanga, hilo dental. Nunca había utilizado uno así, pero me lo coloqué. Me llamó la atención y me encantó que Héctor, al verme desnudo, dijo: “a la verdad que somos huevones tío y te queda bien el tanga”.
Cuando llegué a mi casa puse en la lavadora la ropa para que mi madre no se diera cuenta de lo que me había pasado. Lo cierto es que ese pantalón se quedó manchado siempre. Pocos días después nos encontramos en un juego de béisbol Héctor y yo y al salir de allí, pues el juego tuvo que suspenderse por mal tiempo, y nos fuimos a su casa. No había nadie en ella, solamente él y yo y comenzamos a tomar un poco de licor. Ambos, vestidos de peloteros nos pusimos un poco calientes cuando él puso una película porno para verla entre los dos. Nos fuimos a su dormitorio, nos sentamos en su cama para ver la película. Nos quitamos los tenis y seguimos vestidos de peloteros. La película la íbamos comentando. Hubo una escena donde dos chicas estaban sosteniendo sexo. El comentaba que ellas eran muy guapas para ser lesbianas. Le dije que eso era común. Y finalmente, mientras seguíamos tomando, salió una escena de dos chicos gay teniendo sexo. Todo el tiempo él había estado haciendo comentarios pero al llegar esa escena se quedó en silencio y no decía nada. Yo me quedé en silencio también porque no sabía qué decir. Aquella escena me excitaba demasiado pero tenía que disimular ante él. Hasta que él pregunta que si yo haría sexo con otro chico. No sabía que responder. Logré finalmente formular una pregunta con mucho nerviosismo, “¿ y tú lo harías?”. Me respondió que dependía. Si el chico está bueno tal vez. Entonces en ese momento sonó su móvil y era un mensaje de texto de Pedro pidiéndole perdón por el incidente en colegio. Me dice, “este tío está loco, después de tanto tiempo sigue escribiéndome el mismo mensaje”. Le pregunté que si lo iba a perdonar. Me dijo que no podía y le respondí que yo tampoco lo podía perdonar. Nos había fastidiado a los dos. Entonces me dice Héctor que sí, era verdad que Pedro nos había fastidiado a los dos. “Tú, por ayudarme, por poco pierdes tus testículos”, me dijo. Entonces le dije que lo que Pedro le había hecho también fue algo fuerte. Cuando te vi tirado en el suelo por el golpe que te pegó en las bolas y llorando, tenía que defenderte. Entonces Héctor me mira fijamente, me asusté un poco porque no sabía cuál iba a ser su reacción y me dijo, “tú eres mi único amigo” y me besó en la cara y comenzamos a besarnos los dos. Nos dejamos las camisas del uniforme de béisbol pero nos bajamos los pantalones, después los licras que llevábamos debajo y el suspensorio. Nos comenzamos a masturbar mutuamente. Ambos estábamos nerviosos. El me decía que esto no lo podíamos comentar con nadie porque nos fastidiarían. Me pidió que me virara para penetrarme. Le dije que no me atrevía a hacer eso. El me insistió y me dijo que no me preocupara. Entonces lo hice. Me quitó completamente la ropa, solo me quedé en las medias y comenzó a penetrarme. Al principio me dolía mucho pero después sentía mucho placer. Héctor me preguntaba que si me gustaba lo que me estaba haciendo y yo le decía que sí. Entonces me dijo que le penetrara a él. Lo hice y el proceso fue igual. Le dolía al comienzo pero después me decía que le gustaba mucho. Y siendo penetrado por mi me decía que no podíamos hablar de esto a nadie. Le dije que me iba a venir y él me propuso que me viniera dentro de él y después él se iba a venir dentro de mi. Acepté y comencé a venirme dentro de él. Cuando ya me habían salido los primeros “disparos” de leche dentro de Héctor, este me dice: “ay me voy a venir”. Y comenzó a venirse sobre la cama mientras yo seguía viniéndome dentro de él. Cuando los dos terminamos de venirnos le dije que si quería volver a venirse que me penetrara y se viniera dentro de mi pero me dijo que no tenía las fuerzas para hacer eso. Finalmente nos pusimos la ropa y dejamos de ver la película. Al día de hoy seguimos siendo amigos. Nunca más se repitió la situación. El sigue con su novia y somos grandes amigos. Pienso que la amistad no fue tanto por la relación sexual sino por habernos defendido mutuamente cuando Pedro nos golpeó en el Colegio. Teníamos la misma costumbre de usar jeans ajustados, leggins, con nuestros genitales absolutamente marcados. Así nos recuerdan muchos en el Colegio.
En otra ocasión un chico llamado Edwin jugando me pegó con un bate de béisbol en las bolas, no fue fuerte el golpe, porque fue jugando, pero siempre sentí un poco de dolor. Me agarré los testículos pero, aunque sentía un poco de malestar, me eché a reír por el golpe, pues sabía que su intención era más asustarme que hacerme daño. Cuento esto porque un chico que estaba en el lugar esa noche, al día siguiente me abordó para preguntarme que si me había dolido lo que Edwin me había hecho. Le dije que no, que fue una broma. Me dice entonces que si a él le hacían eso se moría porque los golpes en los testículos duelen mucho. Le dije que si que era verdad que dolía mucho. Entonces el chico comenzó a preguntar otras cosas con otras intenciones. Por ejemplo me dijo que a Edwin se le había hecho fácil pegarme porque como se me marcaban los testículos pues él pudo apuntar certeramente con el bate con que me pegó. E inmediatamente me pregunta que si yo utilizaba siempre los jeans así de ajustados porque se veía que en el área de mis genitales, ya los jeans estaban más desgastados. Y era verdad, como siempre me acomodo los genitales para ese lado, por el uso continuo de todos mis jeans, se iban desgastando y cambiando un poco de color en esa área, por el roce de los testículos y el pene con la tela, igual en el área de las rodillas y sobre los muslos. Eso sucede con los jeans por el roce del cuerpo con la tela.
Mientras me decía eso, me miré hacia el área de mis genitales para comprobar lo que me decía, pues no me había dado cuenta del desgaste de los jeans en esa área. Eso a él le gustó y me dice: “tú tienes el huevo grande tío”. Entonces me puse malcriado y hasta vulgar y le pregunté: “¿te gustan mis huevos?” El se avergonzó y me dijo: “no, no es eso”. Me sentí muy mal y traté de arreglar la situación diciéndole que era bromeando la pregunta que le había formulado. Me dice: “ok, ok”. Entonces noté que tenía el pene erecto. Y se lo dije. El lo negó pero le dije que se le notaba. Que no tenía que sentir pena, porque se veía lindo empalmado. El me miró sonriendo y me dijo que si lo estaba diciendo de verdad o solo estaba molestándole. Le dije que lo decía de verdad. El se agarró el pene y me dice: “wow eso me excita un montón”. Le dije que era la verdad que se veía muy lindo empalmado. El comenzó a respirar entre cortado, como si resoirara con dificultad pero era realmente que estaba eyaculando. Me miró a los ojos y puso en su rostro un gesto propio de cuando un chico está eyaculando. Le pregunté: “¿que te sucede?” Y me respondió: “es que me voy a venir”. Y así fue. Se tuvo que sentar en el suelo mientras completaba su eyaculación. Cuando finalizó le pregunté que si sentía bien y me dijo que sí pero que sentía pena de haber hecho eso delante de mi. Le dije: “pero si tú no te masturbaste y te viniste así de rápido”. El me dijo que siempre se venía muy rápido. Después se incorporó y como estaba cerca de su casa fue a cambiarse de ropa. Regresó como a los veinte minutos y me invitó ir a la playa el domingo siguiente. Y así lo hicimos. Cuando llegamos a la playa me sorprendió que me había llevado un bañador estilo bikini como el que utilizaría él en la playa. No tuve problemas, me lo puse y cuando salí del baño de la playa hacia el coche para guardar mi ropa y él me vio en bikini me dice: “wow tú te ves súper bien en bikini, tu huevo es grande”. Y le respondí que él también se veía lindo.
Pasamos un día de playa espectacular. Nos fuimos de regreso a la casa en bikini, en el coche y me pidió que le dejara hacerme sexo oral. Se estacionó en un lugar apartado y me bajé un poco el bikini y comenzó a masturbarme con su boca. Me pidió que me bajara completamente el bikini para chuparme los testículos. Cuando me hizo eso le dije que me iba a hacer eyacular porque nunca me lo habían hecho y me gustaba demasiado la sensación que sentía. Me dijo que no importaba que me viniera. Sigue entonces chupándome los testículos y cuando le dije que me iba a venir, el comenzó a venirse, aún con su bikini puesto, sin masturbarse y yo me vine en su cara. Le pedí que me mostrara su pene, que se bajara el bikini. Todo estaba lleno del semen suyo. Comencé a masturbarle utilizando su propio semen como lubricante hasta que volvió a eyacular nuevamente y rápido. Este chico tenía un pene largo, circuncidado y unos testículos grandes. Lo disfrutamos un montón y después les contaré lo que sucedía todos los días en el colegio.