Mi amigo y yo la disfrutamos en la fiesta
Lo que les cuento a continuación sucedió cuando estaba estudiando el bachillerato en el instituto Alonso Sánchez de Huelva, en mi clase, Sara, Eduardo y yo siempre estábamos juntos, habíamos encajado muy bien entre nosotros, y siempre pasábamos el rato de los descansos juntos en el instituto, e incluso a veces salíamos de marcha. Sara es una saludable y alta chica, portadora de un hermoso culo y un lindo par de tetas, era deseada por muchos chicos, más que por su belleza, por el morbo que daba su cara con el labio superior en semi parálisis, es por esto que a cualquier hombre le gustaría poseerla. Aunque éramos amigos, muchas veces Eduardo y yo habíamos hablado de lo que sería poder tener una orgía con ella, e incluso a veces y medio en cachondeo se lo fuimos comentando, pero ella siempre nos decía que estábamos locos. Decidimos que tendríamos que buscar la forma de conseguir nuestro objetivo, así que cierto día, mi amigo nos invitó a su cumpleaños, iba a ser una fiesta nocturna en su casa, pues se quedaba sola, había invitado a casi toda nuestra clase y algunas personas más del instituto. Esa noche, Sara salió con una minifalda que le llegaba a tapar apenas donde su culo empezaba, y una blusa semi transparente blanca, con un escote que solo con agacharse dejaba ver algo sus hermosos pechos. Llegamos los dos a la fiesta, ya había mucha gente, al entrar ella fue el centro de todas las miradas, enseguida nos acercamos a saludar a nuestro amigo y nos pusimos a tomar unos tragos mientras también hablábamos con gente de la fiesta. Después de un rato de charla y unas cuantas copas, nos pusimos a bailar, Sara en el centro, la cual era el punto de encuentro de muchas miradas.
Continuó la noche y la fiesta llegó a su final, y cuando el último grupo de personas se marchó, nos sentamos los tres a tomar la última botella de champán. Sara se sentó en mis piernas, mientras charlábamos empecé a acariciarle sus piernas disimuladamente, acercándome cada vez mas a su entrepierna. De repente, Eduardo se levantó, y fue al baño, yo aproveché, y empecé a susurrarle al oído a Sara que si le gustaría hacer un trío, ella con una sonrisa provocada por las copas dijo que no, y continuó riéndose, aunque con las copas de más que tenía, y las caricias que por aquel entonces le daba ya por debajo de la minifalda, ella se empezó a excitar, si es que antes ya no lo estaba, yo empecé a acariciarle su rajita por encima del tanga, ella no se quejaba.
Estando en esas, llegó Eduardo nuevamente, al darse cuenta de la situación me miró como buscando una señal de aprobación, yo le hice un leve gesto con la cabeza para que se acercara, y él lo hizo sin dudar, y empezó a darle masajes en la espalda, por lo que ella se relajó, quedándose sentada en mis rodillas y apoyada sobre Eduardo que estaba detrás de ella. Él empezó a bajar sus manos hacia sus pechos, y al principio Sara se sobresaltó, pero entre mis caricias en su coñito, y que Eduardo le acariciaba suavemente sus pechos, poco a poco se fue relajando, y comenzó a disfrutar de esa situación.
Tras unos minutos igual, nuestra excitación era descomunal, y la acostamos en el sofá, le fuimos quitando lentamente su ropa hasta llegar a dejarla en tanga, entonces Eduardo empezó a besarle los pechos, estaba disfrutando mamando esos ricos senos, y yo terminé de desnudarla y le quité su tanga, entonces comencé a besarle su rajita, hasta llegar a su clítoris, el cual lamí para paladearlo adecuadamente, tras esto alcanzó un grado de excitación enorme.
Decidí no esperar más, y la penetré, ella dio un gemido de placer, y empecé a bombearla, en un principio suavemente, para posteriormente ir aumentando la fuerza y la velocidad. A todo esto, Eduardo le enterró la verga en la boca, y ella empezó a chuparla desesperadamente, yo le levanté las piernas y se las coloqué sobre mis hombros, y seguidamente empecé a darle bien duro, ella sentía cada penetración fuertemente, y las disfrutaba, mientras yo hacia esto, Eduardo la tomó de los pelos para que no soltase su polla, y se corrió en su boca, Sara se tragó toda su leche sin dejar caer una gota, y yo viendo esta imagen de mi amiga, tan excitada, y en plan puta, me la saqué, y me corrí sobre su
barriga, empapándola de mi semen.
Sara quería más, y nos juntó, y se arrodilló delante de nosotros, y empezó a chupárnosla, y en pocos minutos ya estábamos los dos con la verga bien dura, entonces Eduardo se acostó en el sillón, y Sara se subió encima, y empezó a cabalgar como una desaforada encima de él, al rato de estar así, me miró, y me preguntó que si yo no hacia nada, yo le conteste que sí, y ella me replicó que su culito estaba libre, yo me quedé sorprendido, pero una calentura me entró de repente tal que inmediatamente me acerqué a ella, y le empecé a meter los dedos en su culo que se fue dilatando poco a poco, hasta que empezó a pedirme ella por favor que la penetrara, y yo obediente, la empujé hacia el pecho de Eduardo, quedando perfectamente visible su culito, y progresivamente se la enterré, ella dio un gemido y empezó a tener un orgasmo tras otro, la agarré de los pelos mientras la penetrábamos los dos, ella no paraba de sollozar y de decir que le encantaba sentirse una perra en celo, que éramos dos grandes amigos, enseguida nos corrimos todos a la vez, y llenamos sus agujeritos de leche, la cual salía a borbotones tras descabalgarla, Sara quedó sobre Eduardo exhausta, yo detrás, observando perfectamente nuestro logro, tenía sus dos agujeros dilatados, se observaba perfectamente nuestro trabajo.
Al día siguiente, cuando nos despertamos, nuestras miradas eran cómplices, sabedoras de lo que habíamos realizado, y Sara y yo nos fuimos a nuestras respectivas casas.
Autor: Fary
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