Me llamo Yushiro y quiero contaros cómo fue mi primera relación gay.
Soy bailarín de ballet desde que era un niño. En la academia había otro chico, también de descendencia japonesa cuyo nombre era parecido al mío, es decir, Yasuhiro y el mío, como os dije es Yushiro. Esto traía alguna confusión con los demás estudiantes y profesores a la hora de pronunciar nuestro nombre y al escribirlo, por lo que los demás compañeros comenzaron a apodarme “Miura”. Después os contaré de dónde salió ese apodo, pues ni yo mismo sabía el significado. Una tarde estábamos ensayando una obra de baile en la academia, obviamente en ropa de ballet. Tenía puesto unas mallas blancas, ajustadas como es lo normal. Llegó un chico a la sala y preguntó por Yasuhiro o Yushiro. El único Yushiro que había en ese momento era yo porque el otro chico se había ausentado.
Sin pensar que podía estar preguntando por el otro, le respondí que yo era Yushiro y me indicó que había un familiar mío en la sala de espera y quería verme. Confiado en que iba a encontrar allí a ese familiar, que de seguro sería mi madre, salí rápido, sin cambiarme la ropa y cuando llegué a la sala de espera, había un chico que no conocía por lo que me dispuse a regresar a la sala de baile. Entonces el chico me dijo malhumorado: “con que tú eres el japonés”. Le respondí afirmativamente, sin percatarme que podía estar buscando al otro chico que estaba ausente.
Él se me queda mirando de arriba abajo y me pregunta que si siempre utilizo esas mallas de gay ajustadas en la que se me notan “las bolas”. Esa fue la palabra que utilizó refiriéndose a mis testículos. La realidad es que mis testículos son muy gordos (exageradamente grandes). Por eso me apodan “miura” que es una raza de toros, en clara alusión al tamaño de mis testículos.
Aquella manera de dirigirse a mí no me gustó, sentí mucha pena y coraje con sus palabras, mi rostro estaba por explotar de rojo e intenté irme de la sala pues no quería problemas. Sabía que él sí deseaba pelear conmigo. Y aunque yo era mucho más alto, él era muchísimo más fuerte y musculoso. En cierta manera me sentía intimidado. Cuando estoy a punto de marcharme, él me bloquea la salida e inmediatamente me pegó con todas sus fuerzas una patada en mis testículos. El tío estaba utilizando de ese tipo de botas que traen la punta de acero para proteger el pie. Nunca había recibido un golpe en mis genitales y menos de esa magnitud. Fue un golpetazo sumamente solido. Pensé que me había explotado los testículos. Caí al suelo agarrándome mis genitales. Me retorcía del dolor por todo el suelo y comencé a llorar. No entendía por qué me había hecho aquello. Intentaba ponerme de pie para defenderme pero no podía por el dolor intenso que sentía además que mis mallas me hacían resbalar en el suelo haciéndome imposible poder incorporarme. Además no podía quitar mis manos de los testículos para apoyarme y levantarme porque el dolor era terrible. Por mucho que lo intentaba, mis piernas me resbalaban en el suelo. Como mucho logré varias veces arrodillarme pero en posición fetal y volvía a perder el balance y caía nuevamente al suelo, retorciéndome con aquel dolor espantoso y sin poder dejar de llorar. Recuerdo que me miré mis manos con las que me sostenía los testículos pensando que iban a estar llenas de sangre. Sé que me arrastré por todo el suelo. Sentía que me iba a desmayar. Apenas podía respirar y traté de gritar para pedir ayuda pero la voz no me salía. Solamente lloraba y me retorcía por el suelo desesperadamente. Comencé a vomitar. Él continuaba pegándome patadas, con sus botas, en mis piernas, mis glúteos, la espalda. Se fue al suelo sobre mi y con su fuerza logró quitar mis manos de mis genitales y me pegó con sus rodilla nuevamente en mis testículos. Sé que me decía que dejara en paz a su novia o me iba a ir peor la próxima vez. Recuerdo que logré decirle: “por favor no me pegues más. No sé quién es tu novia. Yo no le he hecho nada, por favor no me pegues más”. El me soltó los brazos y se incorporó, yo, aún tirado en el suelo, volví a poner mis manos en mis testículos. Lo último que recuerdo es que una vez de pie, agarró una de mis piernas y volvió a patearme con sus botas entre mis testículos y mi ano. Ya el dolor era tan fuerte que perdí el conocimiento pues quedé mareado.
Cuando logré despertar, ya estaban mi profesora y mis amistades de baile ayudándome y esperando la ambulancia para llevarme al hospital. Yo seguía mareado en el suelo, con un dolor terrible en los genitales, mi ano, las piernas y en el cuello. Intentaba ponerme de pie pero no podía. Todo mi cuerpo estaba temblando. Sentía escalofríos. Mi camisa de baile estaba rota, pues tal parece que me arrastró por el suelo después de estar inconsciente. Mis mallas, que eran blancas, estaban totalmente sucias por todo lo que me retorcí en el suelo. Yo seguía llorando, sentía mis testículos hinchados y me dicen mis amigos que decía muchas incoherencias. Pensé en un momento que iba a perder mis testículos por el golpe o los golpes, pues como quedé inconsciente no sabía todo lo que me hizo después de la inconciencia. Llegó la ambulancia finalmente y fui llevado al hospital. Y aquí es donde comienza lo que realmente quería contarles.
Pasé dos días hospitalizado mientras me hacían estudios de todo hasta que me dieron de alta. Durante esos dos días conocí a un chico enfermero que trabaja en el hospital. Fue muy amable conmigo. Se interesó mucho por mi salud. Le invité a mi casa donde vivo con mi madre. Me visitó con su novia para ver cómo seguía. Y así comenzamos a compartir la familia de él con la mía.
Varias semanas después me invitó a una fiesta en la casa de su novia. Mi madre me dejó asistir y me permitió que me quedara en la casa de él todo ese fin de semana, pues ella (mi madre) iba a estar fuera del país durante esos días. En la fiesta tomamos algo de alcohol. Nos fuimos a la casa de él a dormir. Para quitarme un poco el mareo ocasionado por la ingesta de alcohol, me sugirió que me bañara con agua caliente y tomara café. Lo hice y se me pasó un poco el mareo. Ya tarde en la noche nos fuimos a la cama y comenzamos a hablar. En la conversación salió el tema de cómo nos habíamos conocido la noche que llegué al hospital. De cómo era al otro chico que buscaban y no a mi. Ese Yasuhiro había embarazado a la chica de mi agresor. Mi amigo comenzó a burlarse diciendo que tal vez yo también estaba saliendo con la chica del que me pegó. Le dije que no. Que nunca había estado con una chica. Me dice que él sí había estado con chicas.
Entonces me comenzó a contar que la noche cuando llegué al hospital sintió mucha tristeza por mi al verme con tanto dolor y llorando. Las mallas que eran blancas estaban muy sucias por lo mucho que me arrastré por el suelo por el dolor. Me estaba quejando, continúo diciéndome, del dolor en los genitales, en mis glúteos y en el cuello. Eso hizo que los médicos me inmovilizaran para prevenir algún daño en la columna vertebrar. Y me contó que para revisarme el área genital, él tuvo que cortar con unas tijeras mis mallas. A renglón seguido me dice que le sorprendieron lo gordo de mis testículos. Que nunca había visto a nadie con unas “bolas” tan grandes. Le dije que estaba exagerando. Me dice que no. Me aseguró que eran las más grandes que había visto. Sé que son grandes pero tanto como “las más grandes”, pues no sé. Mido seis pies de alto y él cinco pies con siete pulgas y veinticinco años de edad.
Me dice: “claro, con lo alto que eres tienes los testículos enormes”. Lo cierto es que fuimos entrando en confianza y peleando un poco con el sueño. El me dijo: “bueno que descanses” y me dio un beso en la mejilla. Yo me quedé sorprendido y le dije que gracias por ser así conmigo. Entonces le di un beso en su mejilla. El me acarició la cara y yo coloqué mi mano sobre su pecho y sin pensarlo comenzamos a besarnos.
Se sentía rico y hermoso lo que me estaba sucediendo. Nunca me había besado con nadie. El comenzó a besar mi cuello, las orejas. Me introducía la lengua en mis orejas y eso me excitaba demasiado. No sabia que eso pudiese producir tanto placer. Nos quitamos la poca ropa que teníamos para dormir y ahí vi su enorme pene de nueve pulgadas y muy ancho. No estaba circuncidado. Sus testículos eran muy pequeños pero su pene enorme. Contrario a mi que mi pene es pequeño y circuncidado. Totalmente erecto me mide cuatro pulgadas. Yo le agarré el pene y comencé a acariciárselo. El seguía besando mi cuerpo, el pecho, mis tetillas y siguió bajando con su lengua tibia por mi obligo hasta llegar a mi pene. Lo besaba. Yo sentí pena porque no tenía el pene como él y se lo dije que mi pene era demasiado pequeño. Me dijo que no fuera tonto, que era lindo mi pene y mis gordos testículos. Me gusta de tu pene no solo el tamaño y que está circuncidado sino que además no se marcan esas venas exageradas que tienen otros chicos en el pene. Y comenzó a chuparme el huevo. Nunca había sentido algo igual. Intentó meter en su boca mis dos testículos pero no podía por el tamaño de los mismos. Siempre había sentido complejos por el tamaño de mis testículos y el de mi pene. Y ahora, que estaba teniendo mi primera relación sexual en la que otro chico me estaba viendo completamente desnudo y excitado, me sentía súper feliz por las palabras que me estaba diciendo. Le gustaba el tamaño de mi “huevo” y me decía que aquella noche en el hospital lo volví loco cuando vio mis “bolas” tan grandes y gordas y ver que todo mi cuerpo estaba depilado y bien formado. Eso me hizo sentir bien. Aunque no niego que me sentía un poco acomplejado por el tamaño enorme se su pene comparado con el mío. Además que como él era más bajo de estatura que yo, pues pensaba que debería tener su pene normal, quizás más grande que el mío pero no tanto como realmente era. Después de chuparme el pene y las bolas siguió por mis piernas y llegó hasta los pies y me chupó cada dedo de los pies. Se sentía rico. Yo le pedí que me dejara hacerle lo mismo a él. Y así comencé por su cuello, sus orejas, su pecho, tetillas, ombligo, pene y ahí me quedé mucho rato. Se sentía bien chupárselo. No podía meterme todo su pene en mi boca como él se metía todo el mío en la suya. Eso me hacía sentir un placer enorme. Sabía que no tenía la habilidad de él pues era mi primera relación, pero traté de hacerlo lo mejor que pude. Seguí chupando sus piernas, sus pies y sus dedos.
Me preguntó que si quería sentir algo aún más fuerte y le dije que dependía de a qué se refería. Me dijo que me volteara boca abajo y pensé que me iba a penetrar. Pero no. Comenzó a pasar su lengua por mi espalda hasta llegar a mi culito. Nunca había sentido tanto placer. Era algo que no podía resistir, no podía aguantar. Comencé a gemir como nunca lo había hecho. Era un placer tan enorme que comencé a morder la almohada porque me salían gritos de placer. Me revolcaba por toda la cama. No podía ni hablar solo gemir. Deseaba que continuara y al mismo tiempo que se detuviera porque iba a eyacular, pero no me salían las palabras. El notó que estaba a punto de venirme y dejó de chuparme el culito. Me sentía súper excitado, respiraba con todas las fuerzas y seguía gimiendo de placer aunque no estaba ya chupándome el ano. Esperó un rato y se puso lubricante en su mano y comenzó a acariciar mi culito con un dedo, intentando introducirlo. Yo tenía mucho miedo, estaba ansioso y sin querer me puse muy rígido y no podía introducir su dedo en mi ano. Me dolía cada vez que lo intentaba. Me fue hablando, diciéndome que me relajara mientras acariciaba mi culito poco a poco. Me lo besaba, me pasaba su lengua tibia y el dedito hasta que dilató lo suficiente como para introducirlo. Una vez con su dedo dentro de mi no lo movió porque volví a ponerme rígido y me dolía. Le pedía que lo sacara pero al intentar sacarlo me dolía más. Me decía tienes que calmarte. Te duele pero es porque estás rígido. Verás que se te va a pasar el dolor. Poco a poco fue retirando su dedo de mi ano. Le dije que sentía demasiado placer. Que lo intentara nuevamente.
Esta segunda ocasión fue más fácil. Aunque me dolía me relajé para que él pudiera introducir su dedo. Me dijo que me iba a tocar en una parte y que esto provocaría mi eyaculación. Con su dedo me tocó en un punto internamente, después entendí que era en la próstata, y sentí un placer enorme. Era la sensación de ardor y placer al mismo tiempo. Alcancé la erección a un nivel que si me tocaba el pene comenzaba a eyacular. Por eso no me lo toqué. Comenzó a intentar meterme un segundo dedo. Se lubricó bien los mismos y aunque con dolor introdujo dos dedos. No movía su mano hasta que mi ano se acostumbró al tamaño de sus dos dedos. Empezó a mover sus dedos en forma circular hasta que finalmente mi ano dilató mucho. El me decía: “si vieras que dilatado está, se ve lindo tu culito, voy a penetrarte ahora con tres dedos. Se lubricó bien y me colocó los tres dedos en mi ano. Sentía un placer terrible, demasiado fuerte. Como yo estaba de espaldas no me di cuenta que había lubricado su pene. Me preguntó que si podía penetrarme ahora con su pene y le dije que sí pero que yo estaba a punto de venirme (eyacular). Quitó sus tres dedos y me fue introduciendo su pene poco a poco. A pesar de estar dilatado mi ano, al penetrarme con su pene sentí un dolor terrible, pienso que por lo ancho de su pene. Sentía que me estaba partiendo por dentro. Me salió un grito fuerte, le pedí que lo sacara que no aguantaba el dolor en mi culito. Fue demasiado fuerte el dolor. Comencé a sangrar un poco, perdí la erección. El también perdió su erección pues nos asustamos. Me limpió el área. Me colocó un supositorio en mi ano y me quedé boca abajo. Dejamos todo por unas horas. Nos dormimos. Yo boca abajo y el acostado de lado acariciando mis nalgas y mi espalda. Varias horas después despertamos por la claridad del sol. Nos bañamos juntos. Tuve una erección mientras nos bañábamos que no se me bajaba. El hizo la observación de que ahora veía claramente cómo mi pene erecto era derecho y hacia arriba totalmente pegado a mi cuerpo, a la pared del vientre y mis enormes bolas. Tu “guevo” me gusta demasiado, me decía. Le dije que gracias. Realmente nunca me había fijado en la posición de mi pene erecto. Pensaba que todos lo teníamos más o menos igual. Me pidió que le ayudara a afeitarse o rasurarse todo el cuerpo como el mío. Le ayudé. Cuando finalmente le quité sus vellos del cuerpo me decía que se sentía raro pero que le gustaba. Ahí fue que me percaté de lo enorme de su pene y lo ancho. Tenía una erección a reventar. La posición de su pene erecto era un poco hacia arriba y hacia la derecha. Tenía una curvatura grande hacia la derecha. Pienso que por el peso de su pene, por lo gordo y grande, no se le podía quedar completamente hacia arriba. Para mi era súper sexy su pene. Y ahí noté también que sus testículos era pequeñitos, pero lindos y redonditos. Cuando nos secamos el perdió su erección pero yo no. Su pene totalmente flácido era mucho más grande que el mío erecto para que tengan una idea de cómo era su verga. Nos fuimos a preparar el desayuno. Desayunando perdí la erección. Después de reposar nos fuimos a la piscina de su casa. No había llevado bañador pues no sabía que tenía piscina su casa. El me prestó un tanga (g-string) color rojo. Pero apenas cubría parte de mis genitales. Se me salían los testículos por los lados. Entonces buscó otro estilo de traje de baño. Un bikini o slip de una marca conocida de natación, pero igual me apretaba mucho los genitales. Aunque soy talla “small”, en ese tipo de bañador debo utilizarlo “médium” para que no me apriete y pueda acomodar los testículos. Me consiguió entonces un licra de los que se usan para correr o para el gym. Ya con ese me sentía cómodo pues me cubría bien y no me apretaba. Era color negro. El se puso un tanga azul que le cubría perfectamente sus testículos y el pene flácido. Nos metimos al agua y comenzaron las caricias.
Él tuvo erección y ya su tanga no le servía de nada porque no le cubría el pene. Se quitó el tanga, me quitó mi bañador y comenzamos a tener sexo dentro del agua. Le dije que intentáramos de nuevo la penetración dentro del agua. Así lo hicimos y aunque sentí dolor al principio, logró penetrarme. Creo que el agua, tibia por los rayos del sol, me ayudó mucho en la penetración. Que rico se sentía. Todo su pene dentro de mi. Sus movimientos rápidos y fuertes me pusieron a gritar. Me sentía hasta mal de gritar tanto. Había visto una película donde penetraban a un chico japonés y gritaba mucho. Yo pensaba que era un exagerado. Pero no, la realidad es que aunque quería evitarlo también a mi me salían gemidos y gritos. Aunque no me considero afeminado, pienso que mis gemidos son bastante femeninos pero no lo podía evitar pues así me salen. Nos salimos caminando por las escaleras que eran parte de la misma piscina sin dejar de penetrarme. Cuando llegamos al mismo nivel del suelo, al lado de la piscina, casi se pierde la penetración pues él era de menor estatura que yo y estábamos de pie. Nos fuimos para la habitación. Pero en el pasillo hacia el cuarto me puso en posición de perrito y él se quedó de pie logrando la penetración completa de su pene. Yo sentía cuando entraba todo y lo movía dentro de mi. Era un placer enorme. Mientras me penetraba me agarraba por los testículos como queriéndomelos arrancar. Pero no lo hacía fuerte. No me dolía. Al contrario me sentía que estaba atrapado por él, que no podía escaparme porque me tenía los testículos agarrados. Y eso me hizo sentir más placer. Pensar que pudiera llegar alguien y vernos en esa situación me daba más excitación. En ningún momento me masturbé o toqué mi pene. Sin embargo, tenía una erección como nunca. Me di cuenta que me salía un líquido gelatinoso, aguado y pegajoso que llegaba desde mi pene hasta el suelo. Después supe que era el líquido prostático que los hombres expulsamos y que lubrica el pene para poder penetrar, entre otras cosas. Creo que es por eso. No sé. El asunto es que nunca me toqué el pene. De momento sentía que iba a eyacular y le dije que creía que me iba a venir (eyacular). El me dijo que imposible porque yo no me estaba masturbando. Le dije no sé, no importa pero creo que me voy a venir. Le dije que parara porque ya no aguantaba más el placer. Pero él ya no podía parar porque estaba muy excitado. Le grité dos veces me voy a venir, me voy a venir, se me va a salir la leche. Y efectivamente comencé a eyacular pero como nunca. Jamás había expulsado tanto semen, con tanta fuerza, con tanto placer. Realmente gemía como nunca pues era el placer físico más grande que había sentido en mi vida y sin tocar mi pene para nada. El continuó la penetración hasta que finalmente lo saco de mi culito y comenzó a venirse sobre mi espalda, en mi culito y mucho de su semen cayó en mi cabeza en mi cabello. El me “dañó” el cabello y yo le “dañé” el suelo y la pared con nuestros respectivos semen. El se vino mucho más, aunque como dije, yo nunca había expulsado tanto semen. No sé cómo teniendo él los testículos mucho más pequeños que los míos, logró venirse en mayor cantidad. Después de ver la cantidad de su semen me doy cuenta que a pesar de mis testículos grandes y gordos, a la hora de eyacular cuando me masturbo, es realmente poco el semen que expulso. Nos quedamos tirados en el suelo. Muy cansados ambos. Después de estar largo rato en el suelo en lo que recobrábamos las fuerzas, buscamos papel sanitario y limpiamos toda el área donde había caído nuestro semen. Y nos metimos a bañar nuevamente y después a la piscina totalmente desnudos. Esa fue mi primera relación sexual. Fui pasivo y sentí el placer enorme de ser penetrado y de provocar mi eyaculación sin tan siquiera tocar mi pene.
2 Comentarios
Dejar un comentario