Bien, querido amigo colega, te relato, con la mayor cantidad de detalles posibles las dos hermosas noches que he pasado con Erika y nuestros amigos.
En principio me sorprendió un poco que Miguel y mi esposa propusieran encontrarnos nosotros con todos ellos, o sea él, su esposa Mari y el hijo de ambos Marcos, un joven apuesto de 19 años. Yo ni imaginaba como terminaría la reunión y no me había hecho muchas ilusiones, más que la presencia del hijo hubiera perturbado seriamente cualquier intento de pasar a vías explícitas. Por mi no hubiera habido problema alguno, ya que estaba dispuesto a sentir como Erika se entregaba a los dos ya que los trataba a ambos delante mío con todo desparpajo sin escatimar juegos con las manos. Con Mari no tenía conocimiento que fuera otra cosa que un ama de casa diligente, alegre y confianzuda, pero hasta ahí y nada más.. Presumía que habría problemas al momento de que los dos amantes quisieran intimar. Sabía que entre ellos no había prácticamente relaciones de pareja puesto que muchas veces llamó a casa para hablar con Miguel, lo que suponía que venía regularmente a visitarnos, mas bien a visitar a mi esposa. En tren de amistad y con ánimo de pasar una hermosa velada decidimos ir a Pinamar, en la costa atlántica, donde tenemos un chalet para las vacaciones. Previamente, como fue de rigor acompañé a Erika al centro para comprar los regalos que deseaba hacer a nuestros amigos. Los chicos permanecieron en casa de la mamá de ella, de modo que estábamos prácticamente libres y eufóricos. Fuimos a una tienda de ropa elegante y compró dos hermosos conjuntos sport para Miguel, y yo le compré una musculosa y un slip para Marcos, porque el muchacho comenzaba a hacerme sentir generoso con él. A las 6 de la tarde del sábado estábamos en casa preparando los bolsos, y llamó Miguel para decirnos que efectivamente, como había concertado con Erika vendrían Mari y Marcos también a Pinamar. Bueno, pensé yo, no pasará nada, pero al menos pasaremos fin de año bien acompañados. A la media hora llegaron a casa cuando estábamos subiendo los petates al auto. Bajaron de un taxi, distendidos, y me sorprendió gratamente Mari pues vino vestida con un conjunto sport muy juvenil (para sus 43 años), muy elegante e inusualmente provocativa, pues nunca le conocía mas que vestidos correctos, pulcros, sin audacia desmedida. Llevaba el pelo medianamente corto, y su carita denotaba picardía, con sus ojitos chispeantes y la boquita a punto de reírse.
Subió Erika adelante conmigo, y ellos tres atrás. Tras comentarios livianos acerca del tránsito y de la tranquilidad que hallaríamos lejos de Buenos Aires noté que Erika se había dormido. Miré por el espejito a Miguel y alcé los ojos como inquiriendo que podría pasar. Me hizo un gesto como diciéndome: tranquilo, que todo va a estar o.k. Luego el ronroneo del motor lo hizo dormir también a él y al muchacho. Mari estaba sentada justo detrás mío y de pronto siento su aliento cerca de mi y una caricia suave en mi nuca. Me susurra: estos se han dormido, jejeje, que ocasión Alberto para nosotros no?. No supe que decir. Y ella me tranquilizó: es broma, Alber. No me hubiera disgustado que no lo fuera pero mi idea no era convertirme en swinger. De todos modos la calidez de su voz denotaba cierta agitación que luego comprendí. Le dije: despacio Mari que el chico oye. Naaa… respondió, está dormido. Lo estaba o se hacía, tal vez esto último.
Llegamos una hora antes de la medianoche y Miguel, con su autoridad que siempre me seducía me ordenó, ve a comprar bebidas y buena comida, Alber. Bajaron las cosas y Erika los acompañó a sus respectivas habitaciones mientras yo cumplía diligentemente las ordenes del amante de mi mujer. Llegué con los bolsos cargados de exquisiteces y botellas de Champán, lo que provocó en Mari un alegre batir de palmas y en Erika una mirada de reojo como diciendo: hoy nos vamos a embriagar. Erika llevaba un jean muy apretado con sandalias transparentes y un top anudado bajo los senos, el pelo castaño suelto, sin maquillaje. Su andar provocaba no solo a Miguel sino a Marcos que no le quitaba los ojos de encima a mi esposa. Las miradas de ambos se encontraron varias veces pero el muchacho la retiraba enseg
uida pues no quería que el padre lo notara. Mari estaba seria y me hacía señas imperceptibles que los mirara. Entonces me di cuenta que Mari estaba al tanto de las relaciones de su marido con mi mujer y del deseo de Marcos por ésta. Me extrañó que cambiara la expresión de su rostro cuando veía a Marcos sonreírle mi mujer, pero lo atribuí a que quería mantenerse y mantenerlo discreto y dejando a los amantes sin obstáculos.
Ay, exclamó en un momento Erika, falta poco para la medianoche, me iré a cambiar. Yo también, dijo Mari, y subieron a los dormitorios. Miguel me hizo preparar la mesa e hizo que le sirviera un wiski con hielo (El chalet está siempre en condiciones de ser habitado, gracias al personal de servicio que ocupa un ala del mismo).
El viaje y las palabras de Mari, junto con las miradas audaces de Marcos me pusieron un poco en ascuas. El muchacho quiso ir al toilette y como no sabía donde estaba lo acompañé.
Ni bien entró se quitó la camisa y dejó al descubierto un torso musculoso levemente velludo, con pelo que se unía en una línea oscura perdiéndose dentro del jean, que ya tenía un botón desprendido. No quise irme. Los ojos de él estaban ardientes. Se peinó frente al espejo del toilette y de pronto se dio vuelta y quedó muy cerca de mi. Le puse una mano en el pecho y sentí la sedosidad del vello. El me quiso apartar. Me dijo: te das cuenta que mi viejo se está cogiendo a tu mujer?… Si, lo se,… Y no vas a hacer nada?. Porque? Le respondí, me gusta, y a ellos también. Sos puto? Me preguntó tras un leve silencio. Nooo. Entonces como te puede gustar si no sos puto?. Soy cornudo complaciente, le dije. Te gustaría que me coja a tu mujer? Me preguntó con voz algo ronca. Siiiiii, claro, si ella quiere, a vos te gusta mi mujer?. Me tiene loco, me dice., pero mi viejo me mata si me tiro. Yo te voy a ayudar entonces, le dije. Si, porque esa hembra me tiene loco. MMMMMMm, le dije, estás muy caliente con ella?. Si, no te das cuenta?. Baje la vista a su bragueta. Se notaba el bulto. El también bajó la vista y me dijo despacito: La querés?. Me mordí los labios. Me ordenó súbitamente, desabróchame. Lo hice con dedos nerviosos. Sácala del slip. Saltó como un resorte, enorme, jugosa, palpitante. Chupámela, me ordenó en forma perentoria., apoyándose en el lavabo con las piernas semi abiertas. Me arrodillé para hacerlo con comodidad. Tomé la tranca que estaba totalmente erecta y lamí el agujerito del glande, del que salían unas gotitas. Dale, chupala, puto. Están esperando, le dije pero no quité la boca de la pija. Dale que acabo enseguida, estoy muy caliente. Comencé una mamada dulce, suave, apretando la cabeza del pene con mis labios. Más adentro, me ordenó, dale, puto.
La metí lo más que pude, hasta la garganta. Asiiiiiiiiiii, asiiiiiiiiiiiii, repetía el muchacho.
Me sacó un poco la cabeza y tomó el pene con su mano como pajeandose. Yo reemplacé su mano con las mias y comencé un movimiento combinado entre manos y boca. Como noté que comenzaba a suspirar, lo masaje intensamente y la apreté el glande chupandolo simultáneamente. El muchacho se arqueó…..Alcanzó a decir: ahí va…. se mordió los labios, y se distendió. El placer que experimentaba era indescriptible. Y luego vino el alivio, un enorme chorro me llenó la boca, y lo tragué sin pestañear. Luego otros cinco o seis chorros menores que bebí golosamente, saboreando el sabor agridulce de un semen joven fresco. El muchacho se agarró del lavabo mientras yo absorbía las últimas gotas. Luego le abotoné la bragueta y bajó seguido por mi. Mari estaba en la cocina. Alberto, me dijo, te estaba esperando, van a ser las doce. Efectivamente, faltaba un minuto. Descorché dos botellas de champagne, las serví y con las 12 campanadas brindamos por un año nuevo feliz. Las dos mujeres estaban vestidas de gala. Erika con un vestido cortito de chiflón fucsia, tan cortito que dejaba a la vista las empuñaduras de las medias sujetas por el liguero. Por arriba dos bretelitos que ayudaban a hacer que el vestido apretara sus senos dejando una hendidura tentadora.. Mari con un vestido negro muy transparente, largo, con sandalias negras de alta plataforma. Muy elegantes y sencillas, nada de maquillaje (no hubo tiempo), la piel húmeda, los ojos brillantes.. A ambos lados de Erika nos sentamos Marcos y yo, y enfrente Miguel y Mari. Bebimos mas que c
omimos y las risas prontamente llenaron el ambiente..
Por cortesía los hombres alababan la elegancia de las mujeres y Marcos miraba a su madre que le devolvía la mirada como diciendo: te gusto? Miguel no solo miraba a mi esposa, sino que con las rodillas se decían muchas cosas. Erika me dijo al oído: me está tocando mucho, no se pero creo que me va a querer llevar a la cama enseguida. Marcos apoyó un momento su mano en el antebrazo de Erika pero una mirada de su madre hizo que lo quitara. Erika se divertía con los chistes que ambos hombres decían, todos subidos de tono, por supuesto.. Afuera estallaban petardos y fuegos artificiales que con el transcurrir de los minutos fueron menguando. Luego seguimos con los postres, cerezas flameadas, regadas con coñac que encendí y que como una hoguera preludiaba la que iba a estallar luego. Erika tomaba las cerezas con los dedos y las ponía en los labios de Miguel mirándolo arrobadoramente. Al rato ya habíamos terminado dos botellas de Chandón, y uno de los breteles de Erika cayò del hombro. Ver a mi mujer con medio pecho desnudo frente a los hombres me hizo latir el corazón, no por la visión de su hermoso seno sino porque lo ofrecía impúdicamente . Si hubiera estado solo su amante lo hubiera entendido y hubiera hecho algún comentario, pero estaba el muchacho que se puso rojo, y no precisamente por pudor. A pesar de que no hacía calor esa noche, noté que Erika tenía la cara encendida. Mari se levantó y le dijo algo al oido. Entonces mi esposa se levantó y fueron juntas arriba. Tardaron un buen rato en bajar. Miguel miró algo por televisión y Marcos pretextando sueño se fue a su dormitorio. La pregunté a Miguel si sabía porque se habían ido nuestras mujeres y me respondió que para que pasemos mejor la noche. Me dije para mi, seguro se va a acostar con su mujer y yo con Erika, y me dejan con las ganas. No te apures, se habrán ido a cambiar. Dime, me preguntó, estás ansioso por ver lo que haré con tu mujer?. No tanto, le dije, no se como va a reaccionar la tuya. Estalló en una carcajada. Pero que cornudo divino sos!, me dijo. La querés coger?. No, sabes que quiero cogerme a Erika después que te eches un polvo. Entonces no te ocupes de ella, prepará café como el otro día y después que subimos te venis al rato.
Erika bajó ondulante por la escalera de madera, con un ruido de tacones seductor. Un corsé negro de encaje que le levantaba los senos dejando sus pezones descubiertos, porta ligas y medias negras, sin tanga. Una verdadera belleza, labios rojos, pelo recogido, dos pendientes de perlas hasta los hombros haciendo juego con el collar de perlas auténticas que yo le había regalado el otro año cuando estuvimos en El Cairo.
Se sentó en el diván al lado de Miguel, se acercó y le diò un beso apasionado. Le tomó la mano e hizo que la siguiera subiendo la escalera. Al pasar al lado mio me sacó la lengua y me dijo: te gusta? Si mi amor, le contesté, disfrutalo. Primero pasaré por el toilete y quiero hablar antes contigo. Me gustó porque eso quería decir que volvía a ser cómplice de ella en sus uniones sexuales. Miguel puso lo suyo ordenándome: lava todo y guarda las cosas, y luego tráenos café y algo fuerte. Y cuando te llame vienes al toilet y me lavas bien que estoy medio transpirado.
Me fuí como atolondrado a mi dormitorio , y enseguida me llamó Miguel. Acudí presuroso y se estaba quitando la ropa. Ayúdame con el jean, me dijo y cuando me arrodillé para quitárselo de los pies su verga azotó mi cara. Ah, querido, me iba a comer otra más. De inmediato me la puse en la boca y la di una mamada. Me dijo: cornudo putito, me acostumbraste a que te largue leche antes de cogerme a tu mujer. Porque te gusta? Le pregunté. Porque así duro más y ella disfruta una buena media hora de cogida. Le pregunté tímido: goza mucho? Cuantas veces?. No menos de 4 veces y además me pone frenético porque se mueve como una espástica y lanza unos grititos, y sus orgasmos son larguísimos. Yo acabo y ella todavía está como un minuto más sacudiéndose. Mientras me contaba eso, su poronga se ponía más y más hinchada y a los dos o tres minutos de mamársela se echó un rico polvo en mi boca, no tan abundante como el de su hijo. Su pìja tampoco es tan larga aunque gruesa si lo es, y puedo metérmela toda en la boca. Cuando terminó y la lamí bien para quitarle todo el esperma, sal
ió desnudo por el corredor y se metió sin más en el dormitorio donde estaba Erika..Cuando pasé frente al de ellos sentí ya los suspiros precopulativos, gemidos y chasquidos de besos, que Erika sabe dar tan bien.
Bueno, pensé, espero como antes de ayer que me llamen, y que Mari no se entere..
Me acosté y me quedé expectante esperando el llamado que tanto deseaba. La puerta estaba abierta y podía así oir mejor los rumores del amor que se prodigaban. El tun.tun de la cama contra no se que era rítmico y bien notorio. Pensé en Mari que parece que nada le importaba, y en Marcos que lo oiría y le haría subir la fiebre pero no como a mi sino por celos.
Mi dormitorio estaba a oscuras, y el pasillo se iluminaba solo con la luz de la calle que entraba por un tragaluz. Una silueta se marcó en la entrada del dormitorio: un cuerpo excitante y un perfume inundó el dormitorio. Era Mari que se había puesto un camisoncito de seda estampado como piel de leopardo. Debajo tenía algo que apenas se marcaba, una tanga de la misma seda. No llevaba sostén. Apenas si adivinaba sus tetas, que vi claramente cuando se sentó en mi cama, a mi lado, una de sus piernas bajo su cola. Con un codo apoyado en la almohada, me acarició la cara y la frente. Sus ojos brillaban, aunque en la oscuridad no podía saber si eran de deseo o de compasión. Pobre Albertito, me dijo, su mujercita le pone los cuernos, y a él le gusta!. Porque pobre,? Le pregunté, yo disfruto esto.
Lo único que no me permiten verlos en la cama juntos. De veras quieres ver? Me dijo. Te agrada ver como coge Miguel a tu mujer?. Miguel o el que sea, le contesté., se que tu hijo también se la daría. Noooo, me dijo, no digas eso porque no lo voy a dejar. Y a vos que te importa? Le respondí. Me puso los dedos en mi boca y me sonrió…. Y solo viendo a tu mujer te calentás?. Creo que si, le dije. De veras, con ninguna otra?. Imaginaba lo que me diría: y si me vieras a mi no te gustaría?. Pero Miguel se monta a mi mujer y contigo me dijo que no pasa nada. Sonrió… quien habla de Miguel?. Y entonces imaginé lo que no hubiera presentido nunca. Se me hizo claro las miradas de ella y su hijo, los celos inexplicables, las ganas de competir con Erika para ver quien era más atractiva. No quería creerlo y no dije nada. Se levantó y meneó su cola amplia y generosa, que el camisón no cubría. Se acercó a la puerta e hizo un ruido imperceptible. Luego se colocó frente al espejo enorme que cubría media pared y se arregló el pelo. Estaba hermosa y tentadora, subida a unos zapatos de tacones altísimos. De espaldas a mi me miraba por el espejo. Yo me había acostumbrado a la oscuridad y sus ojos entrecerrados eran prometedores. Te vamos a hacer un regalo, me dijo. Como vamos? Pregunté. Soltó una carcajada queda. De inmediato entró Marcos, vestido solo con un slip escueto. Cierro la puerta? Me preguntó.
Está tu mami, le dije. No dijo nada, se acercó donde ella estaba frente al espejo. Se puso detrás y se apoyó en ella, que soltó un suspiro. Le cogió las tetas con las manos y se las levantó y unió. Ella echó atrás sus brazos y le acarició la cabeza, diciéndole en un susurro, por fin te decidiste, hoy, creí que no tenías más ojos para tu mami, ya que la yegua esa te tenía babeando. Se refería a Erika. Una oleada de placer me invadió, porque Mari también se había dado cuenta que Erika era una verdadera yegua. Estaría celosa por el hijo o por ella? Pronto lo iba a saber, mejor de lo que esperaba.
Mari apretaba la cola contra el bulto de su hijo y gemía despacito. El le decía cosas al oido, alcancé a oir…. mi amor…..te quiero coger, veni al dormitorio….. ella le respondía en un susurro, no, aquí, Alberto quiere ver. No querés que le demos el gusto?. Retrocedió con su madre en los brazos y se sentó en la cama a mi lado. Quitame el slip, me ordenó. Me arrodillé delante de él y le quité el slip mientras él quitaba el camisón de la madre y lo arrojó al suelo. Ni bien se sintió sin el slip hizo que su madre se inclinara un poco adelante hasta que su cara rozó la mía. Estaba en posición de ser penetrada analmente.. Mari se sentó despacio sobre la verga de su hijo mientras me besaba. Senti su boca húmeda y su lengua penetrar en mi boca. Se notaba que gozaba porque suspiraba y jadeaba sin retirar su boca de la mia. Enseguida se acost&
oacute; de espaldas sobre su hijo del que no se desprendía y abriendo las piernas me dijo: quiero sentir tu lengua. No hesité un segundo y ya puse mi cabeza entre sus piernas que se movían al compás de los embates de su macho. Lamí y degusté el rico jugo que su vagina exhudaba y comenzó a estremecerse, y cuando no pudo soportar más el orgasmo que quería retener para dar tiempo a su hijo, estalló en convulsiones más potentes que las de Erika, aunque de menor duración. En ese instante Marcos suspiró y diciendo: MAMIIIIIIIIIIIIIIIIIII, eyaculó.
Se qudaron un buen rato distendidos y yo terminé de lavar con mi lengua su vagina empapada. Ella levantó las piernas y aun con el pene de él dentro su ano una buena cantidad de esperma se escurría por el mismo, que yo bebí con avidez. Aun de espaldas, con todo el cuerpo de su madre sobre él, sostenía sus senos con las manos al tiempo que besaba su cuello. Ella me miró y me dijo si me había gustado. Notó que si porque había tenido una erección, no completa pero insinuaba que se iba a completar cuando fuera Erika la que estuviese en su lugar. Luego que limpié el pene del muchacho con mi lengua, el se fue al toilet, y entonces aproveché para preguntarle a Mari cuanto hacía que cogía con su hijo, a lo que me respondió que desde los 12 años. Lo de siempre, una madre que sobreprotege al hijo, no desea que se masturbe y toma el papel de cualquier mujer tentadora.. Como en tantos relatos, parece que la historia fuese siempre la misma. En algunos casos es el chico quien toma la iniciativa, y en este fue ella. Siete años antes, me dijo su marido se había separado para correr detrás de una niña de 18 años, dejándola sin las satisfacciones lógicas para una mujer en plena madurez sexual, y encontró al hijo presto a reemplazar al padre, tras provocarlo con sus miradas, su cuerpo semidesnudo y sus suspiros de deseo.
Quedamos un buen rato charlando de esas cosas, de cómo supo que Miguel había conocido a Erika y como fue su cómplice cuando le confesó el interés de él por mi esposa. Nada más me dijo, salvo que hacía grandes esfuerzos por disimular ante mi, ya que pensaba que yo no sabía nada. Hacía algunos meses Miguel le había pedido que se acostara conmigo para que yo me olvidara de Erika y así dejársela solo a él, ya que pensó que estaba muy enamorado. Se tranquilizó cuando le dije que Erika y yo nos amamos y que todo lo que hacemos sexualmente es para nuestro deleite, pero que ahora mi morbo no estaba satisfecho si no la veía a ella coger como los había visto a ella y su hijo.
En esto estábamos, ella desnuda a mi lado, no satisfecha del todo. Bajó su mano para encontrar mi verga que al contacto con ella comenzó a pararse. En que piensas, me preguntó. Ya sabes, en lo que hacen al lado…….
Se levantó y se dirigió a la habitación contigua donde aún se escuchaban jadeos y risas. Unos golpecitos en la pared había sido la señal de que podía entrar. Golpeó despacio y notó la puerta sin llave. Me hizo señas para que entrara con ella. Me tomó de la mano y entramos. Los tórtolos estaban acostados. La cabeza de Erika en el pecho de Miguel. Entrá cornudo, me dijo, a ver si nos das una buena limpieza. La concha de Erika estaba empapada. Ella lánguida dejó que la lamiera a mi gusto. Luego le tocó el turno al macho. A ver si haces un buen trabajo, cornudo, repetía. Se me paró la pija como nunca. Mari se recostó al lado de Erika y se lamieron las lenguas. Erika le preguntó: te animaste?. Siiiiii, mi amor, y Alberto vió todo. Erika me tomó la mano, y me preguntó: Te gustó?. Si, pero quiero verte a vos. Ella se dirigió a Miguel: mi amor, tenemos que hacerlo para Alberto. Mari dijo, si, yo voy a hacer café. No, exclamó Miguel eso es trabajo del cornudo. Y entonces me mandó abajo a que les preparara café y licores. Mari me acompañó. Estaba excitada, me abrazó, me besó, ponía mi mano en sus tetas, quería que le chupara los pezones. Mari, le dije, no te alcanzó con lo que te hizo tu hijo?. Con él lo hago siempre, quiero algo nuevo. Y entonces me preguntó directamente: te molesta si beso a tu mujer?. No, no me molesta, vamos, acompañame que les llevo café, y llamá a tu hijo. Lo hacemos entre todos. Nooo, casi gritó, no quiero que coja con tu mujer. Sintiéndono
s conversar en la cocina Marcos bajó y al ver a su madre desnuda besándome nos abrazó a los dos y nos llevó al living. Se sentó, se quitò el jean y me ofreció la verga que pronto la metí en la boca. Así, puto, así cornudo, me decía Marcos, te voy a romper ese culo y después me cojo a tu mujer. Eres un loco le decía Mari mientras él le chupaba los pezones. Siiiiii, repetía Marcos, tu hembra me tiene loco, dejame mami que la coja, dejame mami, por favor. Bueno, hijo, vamos, la cogeremos entre los dos mientras Alberto mira, te gustará Alberto?. Siiiiii, claro, dije, ya estaba caliente con mi pija erecta. Subimos casi corriendo al dormitorio. Cerramos la puerta y en la penumbra los cinco cuerpos se entrelazaron. Marcos no había alcanzado a eyacular con mi mamada de manera que como un animal enarcecido se abalanzó sobre Erika que acababa de recibir en la boca un rico polvo de Miguel. Marcos la penetró en un instante y la hizo estremecer. Yo la besé y me transfirió a la boca una bocanada de semen que no había tragado. Mari besaba la cola de su hijo que se movía desesperado.. Miguel asistía complaciente a la hermosa cogida de su hijo y mi esposa, y a los besos que Mari y yo le dábamos a ella. En un minuto el muchacho estaba listo. Profirió un gemido gutural, se arqueó y lanzó un polvo interminable en la concha de mi mujer que instantáneamente explotò en otro orgasmo, e irían como 5. Luego me tocó el turno de siempre, lamer los restos de semen que surgían de su vagina. Creo que esa noche me alimenté opíparamente. Me levanté junto con Marcos y tomados de la cintura fuimos al toilet. Miguel nos siguió. Quieren que los bañe, les pregunté y abrí los grifos de la bañera. Métete adentro cornudo, me dijo Miguel. Temblé de emoción y gozo. Entonces ambos descargaron una larga meada en mi, en todo mi cuerpo y cuando me mojaron la verga, ésta casi explotó en un orgasmo pero sin hacerme eyacular más que algunas gotitas de semen. Ahhhhhhhh que delicia, que polvo hermoso, humilla Los sequé cuidadosamente, sobre todos los pies que lamí gozoso. Luego fui al dormitorio de Erika, y ella y Mari estaban confundidas en un abrazo. Cuando Mari vió que entraba se separó y le separó las piernas a Erika, diciéndome: aquí la tienes, disfrútala. Con el recuerdo de los polvos que le habían echado los dos machos se me paró muy bien la pija y lubricada como estaba la concha la recibió con dulzura. En un par de minutos y en un beso pude eyacular bastante y me dio por fin el gusto de mi vida, con mi mujer al lado de su amante, pero no de un hombre, sino de una mujer tentadora. Que ironía, verdad? Seguiré con lo que sucedió la noche siguiente en una segunda parte de mi historia.
Recibiré gustoso comentarios.
Autor: Alberto C
alberto_cortez ( arroba ) hotmail.com