la verdad es que me encanta esa infidelidad consentida.
Cómo lo descubrí? Bueno, recordarán la historia de la fiesta bastante liberal a la que fuimos Carolina y yo, con varias personas, recientemente publicada. Pues bien, en esa fiestecita conoció a Jimmy.
Antes que nada, debo anotar que Carolina trabaja en su propio taller (con otras socias) y a ellas les salen contratos out sourcing para producir diseños que después sacan grandes almacenes o grandes marcas, así es como funciona ese mercado. Un día, mi jefe (yo trabajo como abogado en una entidad financiera) salió bastante temprano…. y cuando el gato no está….. yo también me fui temprano de la oficina. Decidí darle una sorpresa a Carolina. Ese día ella se había quedado con nuestra camioneta, así que decidí irme caminando, al poco rato me cansé y tomé un taxi. Creo que si me hubiera ido caminando, todavía sería inocente de lo que descubrí.
Pero lo que pude ver, me encantó y me seguirá encantando.
Carolina desde que tuvo relaciones con Jimmy quedó fascinada con él. Eso lo tenía bien claro.
Una vez llegué al sitio en que Carolina tiene su taller, pude ver el carro de Jimmy estacionado junto a nuestra camioneta. La verdad es que no me imaginé en un primer momento lo que pasaba. Llegué y a la secretaria-recepcionista que comparten todas casi se le salen lo ojos.
– Doctor (aquí en Colombia se les dice así a los abogados (bueno, también a cualquier H.P.)), qué hace aquí tan temprano? – Bueno, salí temprano y le quise dar una sorpresa a mi esposa.
– Ella no está, se apresuró a decir.
– No? Y por qué dejó la camioneta? – Es que la vinieron a recoger….
– Quién? – Don…. eh…. haber….. no me acuerdo bien…. pero es para un negocio nuevo…. un señor Castellanos.
– Ah, bueno, entonces yo la espero, en la oficina de ella….
– No! – No? – No se puede! – Y eso? – Es que está con llave! – Bueno, entonces la espero aquí….
– Sí? – Siiiiiii! Algo estaba pasando, además que Ruby no es muy buena para mentir.
– Y tu esposo? Gabriel es que se llama? – Bien, si señor…. ya consiguió trabajo…
– Ah, si? Y en dónde? – En una fabrica de textiles, se lo consiguió la doctora…. (A los diseñadores también les dicen doctores, ah?) – Que bueno…. Oye, tienes cigarrillos? – No doctor.
– Me traes un paquete….
– Bueno…. No, no puedo ir….
– La primera palabra es la que vale…
– Es que si me voy, llega alguna de las jefas y ya sabe como son de histéricas….
– Tranquila…. Yo les explico… No pasa nada.
Y saqué un billete, se lo dí y ella se fue sabiendo que seguramente la había embarrado. El sitio en donde podía comprar los cigarrillos, no era cerca.
Así que tendría tiempo, más que suficiente, para espiar.
Ella salió. Yo cerré la puerta, le puse el pasador.
Me fui a la oficina de Olguita, una de las socias de Carolina, desde allí se puede ver algo del cubiculo de Carolina y se puede escuchar todo lo que ocurre dentro.
Bueno, cuando me acerqué Jimmy tenía a mi esposa totalmente desnuda. Ella estaba acostada, con las piernas abiertas en alto, sobre su escritorio.
– Estas deliciosa…. eres deliciosa… me encanta….
– Lo haces delicioso…métemela a fondo…. me encanta…
Carolina le tenía agarradas las nalgas a Jimmy y lo empujaba dentro de sí.
– Que rico que hayas decidido venir, no te lo decía yo, íbamos a pasarlo de maravilla…
Así que había sido ella la que había organizado todo el encuentro.
– Mira como me entra y sale… me encanta, me tienes tan mojada…
– Me voy a venir…
– No espera, aguanta… me encanta como te mueves dentro de mi….
– Hay problema si me vengo dentro de ti….
– Ninguno, quiero sentir tu leche en mi interi
or…
Terminó de decir esto, y pude ver como Jimmy apretaba sus nalgas sobre la pelvis de Carolina, seguramente se estaría vaciando dentro de ella.
Volví a mi sitio inicial y quité el pasador. Ruby no había llegado, no habían transcurrido más de tres minutos… Ya sabía lo que estaba pasando.
Celos? Un poco, no lo puedo negar, pero inmediatamente comencé a sentir ese nerviosismo y desasosiego que me da cuando veo a mi esposa con otro, sentí una inmensa excitación y quería divertirme un poco más.
Tenía una erección enorme. Llegó Ruby y le dije que iba al baño. Me hice una paja deliciosa, pensando en lo bien que debían estar pasándola ellos dos.
Cuando salí, Ruby me dijo que mi esposa ya había llegado… que me estaba esperando en su oficina.
Subí a la oficina de ella y estaban los dos amantes. Se habían tratado de componer un poco, aunque notaba que Carolina estaba un poco nerviosa, y Jimmy estaba como ido.
– Mira quien está aquí, mi amor! – Hola Jimmy, como estás? – Bien y tú – Me contestó él.
– Yo magnifico…. Y eso, que te trae por acá? – No, simplemente vine a saludar y a conocer el sitio…. de pronto hay algunos negocios nuevos… precisamente acabamos de llegar de visitar un amigo que de pronto le da un negocio a Carolina….
Explicación no pedida, acusación manifiesta… pensé yo.
– Y que más mi amor…. – le dije yo a Carolina.
– No, nada más, que Jimmy se puso de querido a ayudarnos….
– Si, no? – Si, mi vida….
Ja ja ja ja – Bueno, y por qué no vamos a algún sitio? – Dónde? – No sé, que tal si nos tomamos un vinillo, además hoy es viernes…. que tal, ah? – Rico – Dijo Carolina, tratando de disimular, pero a las claras se veía que estaba algo incomoda.
Salimos, yo le dije a Jimmy que nos siguiera, pero cuando ya iba a arrancar, le dije a Carolina que se me habían olvidado unos papeles de Juan Andrés, mi jefe, y que debía ir a recogerlos, para trabajar en casa el fin de semana.
Le dije a Carolina que se fuera en el carro de Jimmy y que nos encontrábamos en el Bar …. (No se los voy a decir, ja ja ja) La verdad si fui a mi oficina, y saqué unos documentos, sin importancia claro está… en la oficina me encontré con Juan Carlos, un amigo que para los que hayan seguido mis historias no les será ajeno (ver: Adictos al Sexo, publicados en Marqueze.net, más o menos en marzo – abril de este año) y le dije que por qué no me acompañaba.
Le pedí a Juan Carlos que se adelantara a entrar al Bar. Yo iba detrás de él. Pues bien, Carolina no nos sintió llegar y estaba cogida de la mano con Jimmy, no me molestó. Quería ponerle a Carolina la tentación de Juan Carlos, pues sabía que se gustaban el uno a otro. Y quería ver que reacción tomaba Jimmy.
Ella se soltó de la mano, una vez nos vió casi justo al lado de la mesa.
Saludo a Juan Carlos y yo le dije que me lo había encontrado y que lo había invitado a que pasara un rato con nosotros. Juan Carlos, además, no es ajeno a nuestras prácticas sexuales y ha mantenido el secreto firmemente en la oficina, además a mi esposa le encanta disfrutar con él del sexo y a mi me encanta ver como el se la culea, pues lo sabe hacer con maestría y le arranca de su interior unos orgasmos deliciosos.
Bueno, para hacerme el aburrido, puse como tema de conversación mi oficina, que los pagos, que la oficina financiera era una mierda que en administrativa no sabían donde quedaba un papel, que el contrato tal y cual y que tal cosa y que la otra. En fin, Jimmy se sintió excluido y Carolina no sabía que hacer, le propuso que bailaran. Yo les dije que claro, que bailaran un rato.
Bueno, la verdad es que aunque Jimmy nos había visto en la locura de fin de semana, pensaba que esas prácticas eran solamente algo esporádico, y no se imaginaba que éramos adictos al sexo, tal vez Yo más que Carolina.
Mientras que Carolina bailaba con Jimmy, yo me dediqué a contarle a Juan Carlos lo que había pasado en el fin de semana en la finca, que es la historia que ya les he contado. Pero también le conté lo que acababa de ver en la oficina de Carolina. El me preguntó si no me cabreaba ver que mi esposa tiraba con otro, y que me montaba unos cachos de venado y yo aparentemente sin saberlo.
Le pregunté que cual era la diferenci
a entre lo que a veces pasaba entre ellos, que Juan Carlos iba a nuestra casa con el pretexto de cenar y terminaba cenándose a mi esposa, y lo que pasaba con Juan Carlos. El me decía que el saber, el conocer, el darse cuenta y estar de acuerdo.
Bueno, tenía en parte razón, pero estaba tan excitado con la idea que no quería, en ese momento reconocérsela.
Carolina y Jimmy bailaban muy normal. No estaban dando ningún tipo de espectáculo, ni creo que Jimmy quisiera darlo. Era de esas personas que para hacer locuras necesita de un ambiente totalmente desinhibido.
Yo le propuse a Juan Carlos que invitara a Carolina a bailar, pero que fuera un poco más agresivo de lo que había sido Jimmy. La verdad es que quería probar los celos de Jimmy y los intereses de Carolina.
Juan Carlos aceptó, y una vez que volvieron a la mesa, en tanto comenzó la nueva canción, Juan Carlos invitó a bailar a Carolina. Juan Carlos era más desenfadado, la tomaba con fuerza y la acercaba, haciendo que las grandes tetas de Carolina quedaran apretadas en su pecho. Me encantaba verla así, tomada con fuerza.
Jimmy apenas miraba. Me preguntaba por mi trabajo y yo le preguntaba por el suyo. La verdad es que dentro de todo, no me apetecía ser amigo de él.
Juan Carlos, sin ningún pudor, acariciaba a Carolina, ella sé que se sentía incomoda y eso me molestaba, pues la verdad es que ella normalmente se dejaba llevar de los juegos. No entendía por qué ahora se comportaba remilgada y parecía como si le importase lo que llegara a pensar Jimmy.
Al poco rato, volvieron a la mesa y yo la saqué a bailar. Carolina salió como sin muchas ganas. Bailando le pregunté por su actitud. Ella me dijo que le daba pena lo que pudiera pensar Jimmy de nosotros.
– Y tú que crees que él piensa de nosotros? – le pregunté yo. – pues después del fin de semana, no creo que tenga el mejor concepto tuyo y mío.
– Listo, pero no quiero que piense más mal de lo que ya debe estar pensando.
– Y??? – Y qué? Me sorprendió la dureza de la respuesta. Carolina siempre ha sido un poco malgeniada, para rehuir cualquier discusión, pero en este caso, su agresividad me sorprendió.
– Bueno, si quieres me voy….
– Haz lo que quieras….
Le dije que me iba. Que la dejaba con su amigo, y que hiciera lo que le diera la gana. Ahora, tenía una buena excusa para espiarlos, pero necesitaba desembarazarme de Juan Carlos, pues en este momento afectaría mis planes.
– Necesitas la camioneta? – No…. por favor, no me molestes más, vale? – Bueno, ya me voy….
Le dije a Juan Carlos que prefería irme, que había discutido con Carolina.
El me dijo que se quería quedar, si a mi no me molestaba. Yo le dije que se quedara, pero con la condición de que me contara todo lo que pasara.
Yo salí del local. Que hacer? La camioneta es muy visible para simplemente esconderme y poderlos seguir si se iban para algún sitio. Me sentí un poco ridículo, al fin y al cabo Carolina era una mujer adulta, que podía hacer lo que le diera la gana con o sin mi consentimiento. La verdad es que siempre o ha hecho así.
Decidí que lo mejor era irme a la casa. Llegué y me acosté. Saqué una revista Hustler que en algún viaje a USA me trajo Carolina como recuerdo y me comencé a masturbar. Puse en la TV el canal porno y seguí masturbándome.
Me corrí varias veces, hasta que me dolía la verga y pude conciliar el sueño.
Carolina llegó casi a las 6 de la mañana. Llegó borracha. Se acostó sin desnudarse. Al poco rato amaneció. Su maquillaje estaba totalmente corrido, se veía que había pasado una noche de verdadera juerga. En su pelo se podían ver los rastros de más de una corrida de semen. Le levanté un poco su falda y pude ver que no traía su tanguita. Estaba totalmente desnuda debajo de la falda.
Sus labios vaginales estaban rojos, hinchados, seguramente había tenido una noche de sexo inigualable.
Yo me levanté y me fui, en silencio. No sabía que pensar, ni quería pensar.
Llegué a la oficina y Juan Carlos no había llegado. Le dejé un mensaje sobre su escritorio de que necesitaba verlo una vez que llegara.
A media mañana llegó. Se veía trasnochado.
– Carolina es terrible.
– Qué pasó? – le pregunté yo.
– Quieres la verdad? – Por supuesto.
Carolin
a, me contó él, una vez que yo me fui, no tuvo recato en dejarse besar tanto de Jimmy como de Juan Carlos, ambos la besaban desaforadamente, tanto, que me confesó Juan Carlos, que se hizo todo un poco incomodo, pues la gente comenzaba a mirar. A él le dio mucha vergüenza, por eso les propuso que fueran a un sitio un poco más reservado. Juan Carlos los invitó a su apartamento. Jimmy aceptó, Carolina también.
Una vez llegaron, Juan Carlos se dio cuenta de que no tenía mucho trago. Le preguntó a Carolina que qué quería tomar, ella dijo que quería Ron Tres Esquinas, entonces él lo pidió por teléfono para que se lo trajeran a domicilio.
Una vez estaban esperando el ron, tanto Jimmy como Juan Carlos comenzaron a tocar a Carolina por todas partes y ella se dejaba tocar, la tenían prácticamente desnuda, cuando llamaron al citófono. Era el muchacho de la tienda, Carolina le dijo que no bajara a la portería, sino que hiciera que subiera y que se demorara un poco en pagar, para que el muchacho pudiera ver todos sus encantos. Y como todos ustedes se lo estarán imaginando, sí, ella terminó enrollada con el muchacho de la tienda.
Efectivamente, el muchacho subió, abrió Juan Carlos y Carolina estaba prácticamente desnuda en la sala besándose con Jimmy. Juan Carlos le pago con un billete de 50.000 pesos, a lo que el muchacho respondió que no tenía vueltas, entonces el muchacho entró.
Juan Carlos me cuenta que Carolina, una vez que entró el muchacho lo miró con cara de pura lujuria, le quitó de sus manos la botella y la destapó, y se bebió un buen sorbo puro de ron. Se dejó caer algo sobre las tetas, que ya tenía desnudas y lo miro con una sonrisa que significaba lo que todos ustedes imaginan, quiero que me culies….
El muchacho estaba petrificado en el resquicio de la puerta. Jimmy la tomó de la cintura y comenzó a besarle la nuca, pero ella se apartó y se acercó al muchacho y le dijo que si quería unirse a la fiesta. El muchacho ni siquiera contestó. Juan Carlos regresó, le pago con más sencilla y el muchacho se fue.
Jimmy le dijo que ella era tremenda. Al poco rato volvieron a timbrar y era el mismo muchacho, traía un paquete de cigarrillos, y les dijo, con esto puedo contribuir yo… para la fiesta.
Juan Carlos lo hizo pasar y le ofreció un trago. Carolina se levantó y fue directamente hacia él. Le besó apasionadamente y le condujo las manos a los broches de su tanguita. El la desabrochó y le quitó la tanguita. Se la guardó, y ella se acostó en el piso y empezó a moverse al ritmo de la música suave que había puesto Juan Carlos. Ella se acariciaba con lujuria.
Bueno, el muchacho con un poco de tosquedad, no pasó mucho tiempo y comenzó a tocarla, se tiró también en el piso y a los pocos minutos estaba culiandosela, con fuerza, me cuenta Juan Carlos que se vino al poco rato.
Después siguió Juan Carlos y por último Jimmy. Se la comieron varias veces.
Al rato, Jimmy y Carolina se fueron. No supo para donde. Le pregunté yo que más o menos que hora era, y el me contestó que más o menos las dos de la mañana.
Entonces, me pregunté yo, que hizo entre las dos de la mañana y las seis en que legó a la casa? La verdad es que no pude trabajar ese día. Me sentía entre excitado y avergonzado. Qué debía hacer? Me dije que iría y hablaría con Carolina abiertamente de la situación y que si se quería separar, pues no importaba, yo soy abogado y podría adelantar los papeles de nuestro divorcio. Llegué al taller de Carolina, el carro de Jimmy estaba nuevamente en la bahía del edificio en el que queda su taller.
Me puse a pensar que sería mejor que no entrara, sino que me quedara afuera y viera que hacían, si salían o no? La llamé al celular y le dije que quería ir a hablar con ella, que por qué no me esperaba en el taller. Ella me contestó que no quería hablar conmigo y que me ya iba a salir, que muy probablemente no iría a dormir esa noche a nuestro apartamento.
La sensación fue extraña, qué iría hacer? Bueno, ya me imaginaba mi vida de separado. En ese momento, los ví salir. Iban cogidos de la mano, él le abrió la puerta con caballerosidad y antes de que ella se subiera se besaron. Ella sonreía.
Se fueron para un Centro Comercial que se llama Atlantis, que queda al norte de Bogot&a
acute;. Yo los seguía a prudente distancia. En el parqueadero del Centro Comercial se dieron un beso y un morreo a la vista de todo el mundo, pensé que se la iría a comer en ese sitio. Subieron y comenzaron a caminar viendo las tiendas y en general, llevándose como si fueran un par de novios adolescentes.
Reían, Carolina se veía que estaba feliz. Bueno, tal vez eso era lo mejor para ella, que la dejara ir. Pero algo me detenía. De pronto se me perdieron de vista. No sabía que se habían hecho. Será que me vieron? Me preguntaba yo. Me quedé parado donde estaba, ya los volvería a ver. De pronto los ví subiendo por una de las escaleras eléctricas al piso siguiente. Entraron a un almacén de música muy grande, yo me quedé afuera y entré con sigilo, tratando de que no me vieran. No me habían visto hasta ahora, eso era evidente.
Me hice unas dos góndolas antes que ellos y pude ver que música estaban mirando. Una vez ellos se retiraron, me acerqué: Música para hacer el amor….. ah?!?! Pagaron dos discos, los pagó Carolina. Muerto de hambre, pensé yo de Jimmy.
SE fueron a un almacén de ropa interior. El le compró un par de tanguitas.
La verdad es que eran una tanguitas deliciosas, diminutas.
Se besaban, sin importar que los viera alguien conocido. Tal vez Carolina estaba esperando eso, precisamente, que alguien conocido la viera y poder gritar a los cuatro vientos que se separaría de mi.
La llamé nuevamente. Hubieran visto la cara cuando en su pantalla apareció que era yo. Hizo cara de disgusto. Me contestó. Le dije que me gustaría hablar con ella, con Jimmy, que aclaráramos las cosas. Me dijo que cómo así que hablar con Jimmy, que ella no sabía donde estaba él, que estaba en un centro comercial llevando unos catálogos a unos almacenes de ropa deportiva.
Yo le dije que no me mintiera, que si quería que las cosas terminaran, no había problema. Que estaba en su derecho, pero que no me mintiera más. Me dijo que cómo así que no me estaba mintiendo, que qué me pasaba… le dije, sé que me estas mintiendo. Cómo así? Preguntó ella, y cómo lo sabes? A ver!!!, le dije yo, date la vuelta, te he venido siguiendo.
Ella se volvió, me miró a pocos metros de ella y se puso realmente pálida, pensé que iba a llorar. Colgó y soltó la mano de Jimmy.
– Ves, me estabas mintiendo…. entonces, qué hacemos? – No sé que me pasa….. eres el hombre de mi vida…. crees que cualquiera me deja hacer todo lo que he hecho y sin importarle…. pero es que no sé que me pasa….
– Quieres que dejemos nuestras cosas así? – Nooooo, no quiero separarme de ti, simplemente quería tener una sensación diferente.
– Y por qué no me lo dijiste….
– Por boba, por estúpida….
– Crees que esa es una buena respuesta? – No sé.
– Y qué pasaría si hubiera sido yo? – Me hubiera puesto furiosa…. no sé, yo te adoro, pero necesito vivir esto.
– Por cuanto tiempo? – No sé, un par de meses.
– Y después? – No sé.
Me di la vuelta y ya me iba a ir. Me tomó del brazo y me dijo, no espera. No te vayas todavía.
– Qué quieres? – Nada, solo saber que sientes ahora por mi…
– No sé – dije yo.
– Y qué tal si lo compartimos, qué tal si hacemos de este rollo algo entre los dos…? – No sé….
– Sé que te gustaría…. esta bien, cometí el error de no involucrarte desde el comienzo… pero la verdad es que quiero tener esta aventura, pero que tal si la vivimos los dos.
No sabía que hacer. Claro que quería vivirla, pero debía acceder así, de inmediato? Hasta la próxima.
Eduardo (caradura101 (arroba) hotmail.com) EDUARDO – ABOGADO CAROLINA – DISENADORA DE MODAS Bogotá, Colombia Autor: EDUARDO caradura101 (arroba) hotmail.com
Muy complicada la situación, cómo llegar a ese punto de aceptación.. algún concejo?