Amor Filial Hetero, Incesto, Primera Vez. Prima y Primo. La penetré por la concha, desflorándola, mi verga entraba y su conchita se iba estrechando, en un momento llegué a una barrera la que me percaté era el himen, lo atravesé intentando causar el menor dolor posible, y una vez que lo hube roto, comencé a penetrarla salvajemente en un ritmo casi animal sintiendo como nuestros cuerpos ardían bajo el agua de la ducha.
Hola amigos, les escribe Federico de nuevo para contarles otra de mis historias vividas. Este verano fui a pasar unos días a la casa de mis tíos en la playa, donde se hospedaban junto a mi prima Andrea.
Andrea es una chica de 18 años, con unos pechos redondos y suaves, un culo firme y parado y un rostro lindo. Ella mide como 1.62, tiene el pelo y los ojos negros y la piel tostada. Cuando recibí la invitación acepté encantado, pensando que podría descansar y tirarme a algunas de las chicas de por ahí, pero jamás esperé que terminara así. Yo no veía a Andrea desde hace algún tiempo, y al reencontrarme con ella me sorprendí por como se había desarrollado.
A pesar de todas mis aventuras filiales anteriores, no consideré nada con ella por pensar que era demasiado joven para mí. Los días pasaron normalmente, yo iba a la playa todos los días y enseguida conocí a un par de chicas con quienes las cosas se prometían muy felices, entonces un sábado de noche, habiendo salido mis tíos a pasear yo volvía de una fiesta con unas ganas tremendas de mear. Cuando llegué al baño, me di cuenta que mi prima se estaba bañando, pero entré igual ya que no aguantaba más. Tras descargar el meo, me di cuenta que mi prima había dejado de bañarse y me miraba, o para ser más precisos miraba mi pija, que si bien no estaba parada tenía un buen tamaño.
Ella lo miró como si se tratase de algo único que jamás había visto, y yo al verla toda desnuda y mojada ahí, comencé a calentarme bastante, y traté de guardar mi verga lo más rápido posible y salí del baño.
Los siguientes días pasaron normalmente, excepto porque Andrea me miraba de manera muy extraña y se comportaba de manera provocativa cuando estábamos solos. Una noche, ya tarde, yo regresaba de una fiesta en la playa, todo sucio de arena y maldiciendo por dentro por no haber podido cogerme a ninguna chica. Me metí en la ducha hecho una furia y traté de olvidar todo. En medio de eso, sentí como la puerta se abría y mi prima vestida con una bata entraba al baño.
Ella trancó la puerta y se quitó la bata quedando totalmente desnuda ante mí, exhibiendo ese magnifico cuerpo suyo.
– ¿Qué estás haciendo? – Bueno, vos entraste así una vez, así que yo también puedo. Y se metió en la ducha conmigo donde comenzó a besarme intensamente.
Yo no había terminado de procesar todo, pero mi verga dura como un roble no necesitaba saber nada más, así que me concentré en darle placer a mi primita.
Nos besamos por un rato, bajo el agua caliente, mientras yo metía dedos en su concha y ella me masturbaba. Lentamente fui bajando hasta sus pechos y empecé a lamerlos y a tocarlos. ¡Que buenos que estaban!, casi no podía desprenderme de ellos, pero seguí mi camino hasta llegar a su conchita bien afeitada y depilada. Allí comencé a meter mi lengua en los labios vaginales y degustar el coño de mi primita.
Ella mientras tanto, comenzó a gemir y a suspirar de placer, lo que me dijo que iba bien en mi labor. No se si sería por el agua caliente o que se yo, pero su concha tenía un gusto exquisito y único, que me calentaba tanto que casi me corro de la excitación. De repente, ella comenzó a gritar y una gran cantidad de líquido salió de su concha, mi prima había tenido un genial orgasmo y yo se lo había causado.
Yo me paré y ella mirándome con cara de vicio, me besó furiosamente. Como si hubiera leído mi mente, comenzó a bajar hasta llegar a mi durísima verga, la cual comenzó a devorar como una deliciosa golosina.
El sentir mi pene en su boquita húmeda, hundiéndose más y más en su garganta me hizo agarrarla por la cabeza y casi me la cogí por la boca.
En un momento, la hice dejar mi verga y le pedí que se reclinara sobre una de las paredes de la ducha. En esa posición, sus labios vaginales quedaban perfectamente expuestos para mis propósitos.
Con cuidado, fui penetrándola por la concha, sintiendo como mi pene se abría camino por ese lugar, abriéndolo, desflorándolo. Ella gemía y gritaba tanto por el placer que tuve que decirle que se callara para que no nos descubriesen.
A medida que mi verga entraba más y más, su conchita se iba estrechando, pero en un momento llegué a una barrera la que me percaté era el himen.
Con un suave movimiento lo atravesé intentando causarle el menor dolor posible, y una vez que lo hube roto, comencé a penetrarla salvajemente en un ritmo casi animal, sintiendo como nuestros cuerpos ardían bajo el agua de la ducha.
Eso es una sensación increíble, que me dio tanto aguante como para desflorarla hasta el cansancio.
Ella comenzó a temblar, señal de que venía otro orgasmo, así que para terminar juntos aceleré mi ritmo y como sintiendo una descarga eléctrica comencé a eyacular dentro de ella mientras un orgasmo la devoraba.
En esos segundos, que yo sentí como horas, litros de mi leche llenaron su virgen coño y lo dejaron totalmente rebosante de semen.
Cuando terminamos, nos salimos de la ducha y decidimos seguir haciéndolo siempre que pudiéramos. Y les aseguro que las duchas no han vuelto a ser lo mismo.
Un comentario
Dejar un comentario