El relato que voy a contar se trata de la relación sexual que tuve con mi suegra y con la participación de mi suegro. Ellos vinieron a vivir conmigo, pues me quedé viudo joven y me ayudaron a cuidar de mi hijo.
Después de las aventuras vividas, mi suegro murió y fue una triste pérdida. Rocío, mi suegra se marchó a su ciudad de procedencia y poco después yo me casé de nuevo con una compañera de trabajo, llamada Cati. Mi nueva esposa era presidenta de una asociación de mujeres y sobre esto hay mucho que contar, pero será más adelante. En mi vida también aparece la madre de Cati, o sea, la segunda suegra de mi vida, que se llama Petra.
Irremediablemente la madurez de Petra me atrajo al instante, después de lo vivido con Rocío sería ya inevitable que me fijara en mujeres mayores. A pesar de que mi vida sexual con Cati era más que intensa, no podía sacarme de la cabeza a su madre, que era una mujer viuda, pero poderosamente atrayente. Pensé sin embargo, que demasiada suerte tuve ya con Rocío, mi primera suegra, al habérmela follado. Con Petra imaginé que no pasaría.
Así, que una vez me hube casado con Cati pasaron los años. Envié a mi hijo Marcos a vivir junto a su abuela Rocío, para que a la vez que le hiciera compañía pudiese estudiar en un centro escolar de mucho prestigio que había en aquella ciudad. Al acabar su curso decidí invitar a mi hijo y a Rocío a que viniesen a pasar unos días de vacaciones en un apartamento que teníamos en la sierra junto con Cati, su madre y yo. Las cosas habían cambiado entre Rocío, mi anterior suegra y yo, pues hacía años de aquellas relaciones nuestras, y ya no existía esa pasión, aunque a decir verdad a veces lo echaba de menos.
Así que allí estábamos en el apartamento, mi hijo, Cati, "mis dos suegras" por llamarlas de alguna manera y yo. Nuestros vecinos en la sierra, Ernesto y Yoly, con los que ya habíamos montado más de un intercambio Cati y yo (¡cuántas cosas me quedan por contar!) aún no habían tomado vacaciones, y no estaban allí. Mejor, así mi hijo y las suegras no advertirían nada raro. Empezaré a contar lo que sucedió durante nuestra estancia en la sierra:
Una tarde de viernes decidimos que había que ir a comprar la comida del fin de semana a un pueblo que había a 30 kilómetros de la sierra. A Cati le dolía la cabeza y decidió no venir, mi hijo había salido a hacer senderismo y no lo esperaríamos, así que iba a ir yo solo cuando Rocío se decidió a acompañarme; además como parecía muy violento que los dos fuéramos solos Cati animó a su madre, Petra, para que también nos acompañase; y allá que voy yo en el todo terreno con dos mujeres (Rocío y Petra) que siempre me atrajeron, a hacer las compras del fin de semana.
Durante el trayecto imaginé que me detenía en la carretera y las obligaba a tener sexo conmigo, pero solo fue una fantasía. Pensé que quizá Rocío ya no sería la misma de siempre y que me hacía ilusiones falsas, y que además Petra era una vieja estrecha, pero el tiempo se encargaría de darme una sorpresa. Hicimos las compras y hube de apremiarlas, pues se entretenían demasiado en las estanterías del mercado, porque se hacía de noche para regresar a la sierra. Pero al regreso, no sólo se nos hizo de noche, además estalló una violenta tormenta y encima reventó uno de los neumáticos del todo terreno. La avería nos sucedió justo al lado de un motel, desde donde llamamos a un taller para que viniesen a auxiliarnos, pero nos dijeron que hasta el día siguiente sería imposible. Les comuniqué a Rocío y Petra que tendríamos que pasar la noche en aquel motel, en el que además había sólo una habitación libre de dos camas. La tormenta hizo que muchos viajeros se detuviesen a pernoctar. A las dos mujeres no les agradó mucho la idea pero tuvieron que conform
arse. (El lector pensará que son demasiadas casualidades excelentes para mi, pero en realidad así ocurrió).
Telefoneamos a Cati y se lo explicamos todo, así que se tranquilizó. En la recepción del motel dije que Rocío era mi madre y Petra una tía, para ahorrarnos escándalos. Cenamos en el bar-comedor y nos fuimos a dormir temprano. Cada una de ellas ocupó una cama para dormir y yo un amplio sofá que había. Al cabo del rato de habernos acostado, silenciosamente Rocío vino junto a mi y me dijo que no podía conciliar el sueño, así que charlaríamos un rato en voz baja para no despertar a Petra. Por lo pronto Rocío solo quería hablar, pero tenerla a mi lado con una sábana simplemente cubriendo su cuerpo en ropa interior me calentó un montón; a mi memoria acudían antiguas experiencias vividas con ella.
Comenzamos a hablar de Marcos, mi hijo, su nieto. Le pregunté que tal se había portado viviendo con ella durante el curso. Rocío me habló muy positivamente del chico. Yo le expliqué que quería mucho a mi hijo, pero que quizá después de haberme casado con Cati ya no conocía tanto de él como deseaba, así que pregunté a Rocío como era verdaderamente mi hijo y para mi sorpresa ella me contestó que se parecía demasiado a mí, sobre todo en un aspecto. Le rogué a Rocío que me explicara a que aspecto se refería; ella parecía estar arrepentida de haberlo dicho, pero ya era demasiado tarde, casi le exigí que me lo dijera. Ella me pidió calma y me rogó que no me enfadase por lo que iba a escuchar.
EL CURIOSO RELATO DE ROCÍO:
Al poco tiempo de llegar Marcos a vivir conmigo noté que estaba algo desanimado y triste. Supuse que era por haberse separado de ti que eres su padre, pero mantuve una charla con él y me explicó el porqué. Marcos había hecho amigos nuevos, chicos que presumían de tener novias y de enrollarse con ellas, morreárselas, meterles mano en los pechitos, en el culo, etc, en fin chicos que se las daban de hombres y que además recriminaban a Marcos que no fuese como ellos. Por eso estaba Marcos tan entristecido y a mi me daba pena verle así; por si fuera poco le sorprendí varias veces masturbándose violentamente y eso me preocupó.
No sabía que hacer por él. Empecé comprando unas cintas pornográficas para dejarlas perdidas por la casa y que él las encontrase y pudiera verlas, así se consolaría un poco. (El relato de Rocío estaba captando toda mi atención y ella creía que me enfadaría al oír todo aquello, pero la animé a seguir). Como abuela casi no me di cuenta de una cosa, y era que al encontrar Marcos aquel material pornográfico evidentemente pensaría que yo las tenía para verlas y que era una abuela cachonda. El chico, pensando lo peor de mi, pasó a la acción y una noche vino a mi dormitorio con el cuento de que si podía dormir conmigo ya que tenía miedo y pesadillas. Engañada acepté.
Se metió conmigo en la cama y después de un rato me quedé dormida. Unas extrañas caricias me despertaron; Marcos me estaba sobando las tetas por encima del camisón y yo llena de confusión fui incapaz de reaccionar. Noté que al mismo tiempo se estaba masturbando, primero despacito y luego fue adquiriendo fuerza, hasta que el chico se corrió. Dejó de tocarme las tetas y se quedó dormido como un ángel. Yo estuve un rato despierta, sin poder dormir; la experiencia me dejó absorta, pero he de admitir que sentí excitación y acabé acariciándome el coño y teniendo un orgasmo. Todo se desarrolló con normalidad durante el día, si bien Marcos seguía algo preocupado por las historias de sus amigos y sus novias.
Después de la cena y al irnos a dormir, un deseo irrefrenable me impulsó a decir a Marcos que si tenía miedo también esa noche podía dormir conmigo. Aceptó encantado. Esa noche casi no me había dormido cuando él empezó a acariciarme las tetas y a machacarse su polla; lo pensé mucho y tuve muchas dudas, pues éramos abuela y nieto, pero finalmente me decidí a coger su herramienta yo misma y pegarle una buena paja. Marcos, con sus 18 años tiene un pene de adulto, al agarrárselo se sorprendió un poco pero acabó dejándose hacer. Después de unos minutos eyaculó en mi mano
y le pregunté al oído: ¿esto se lo hacen a tus amigos sus novias? No contestó.
Pasó otro día y llegó la noche; ni siquiera me pidió permiso esta vez para acostarse conmigo, simplemente se metió en la cama junto a mi y comentó : Abuela, mis amigos dicen que sus novias si les hacen pajas. Marcos podía estar engañándome para obtener más de mi, o puede que fuese verdad lo que me decía de sus amigos, y yo con mi amor de abuela no podía consentir que Marcos tuviese menos en el terreno sexual que aquellos niños presumidos. Me incliné en la cama y me metí su polla de un golpe en la boca. Mamé con tanta ansia que al instante se corrió en mi boca. No hubo más. Le hice de nuevo la misma pregunta: ¿y esto, se lo hacen a tus amigos sus novias? A la noche siguiente lo mismo; Marcos que va y me dice que aquello también lo tenían sus amigos.
Esto ya se ha convertido en lo que yo ya venía yo deseando, me desnudó, y Marcos me comienza a chupar los senos, mientras yo le quito su ropa hasta dejarlo desnudo también, su verga había tomado dimensiones muy apetecibles, se la mamé un rato, me abrí de piernas y le ofrecí mi muy húmeda raja, el ni corto ni perezoso me la clavó hasta los ovarios, y comienza el mete y saca, y me bombea como si estuviera sacando petróleo, entre gritos y gemidos de ambos, hasta que al final nos fundimos en un orgasmo brutal que nos deja agotados como si hubiéramos subido una montaña. "¿También esto lo hacen tus amigos y sus novias mi vida?" y Marcos me contesta: No abuela, ni tampoco todo lo demás. Me engañó solo para conseguir follar conmigo, pero yo no me enfadé porque a mi también me satisfizo. Hemos estado follando juntos todo el año."
Ese fue el relato de Rocío. No me enojé con ella porque sé que hizo feliz a mi hijo y además dejó claro que en el aspecto en el que nos parecíamos él y yo era en el sexual. Así que después de haberme contado aquello, yo tenía la polla tiesa y quería follármela, solo que allí al lado estaba Petra y podía despertarse.
Estábamos sentados los dos juntos en el sofá y cogí su mano para ponerla sobre mi verga erecta y le susurré:
– Rocío quiero volver a follar contigo. -¿Aquí y ahora? Puede que tu suegra Petra se despierte y nos sorprenda. A mi también me apetece pero habrá de ser en otro lugar; imagina el escándalo que puede armarse sin nos pilla jodiendo. – No tiene más remedio que ser aquí, no nos vamos a ir afuera con la torrencial lluvia que está cayendo. Ella duerme como un tronco, ni se dará cuenta…
Así intentaba convencer a Rocío al mismo tiempo que le empezaba a acariciar con mucha delicadeza los muslos, el culo y las tetas y ella se iba dejando hacer. Ella comenzó a menear mi polla super tiesa en tanto nos fundíamos en un beso que me hizo estremecer. A pesar de los años pasados, y como suelen decir que no pasan en balde, que no crea nadie que Rocío había perdido atractivo; era algo más vieja pero yo la deseaba igual que siempre. Me abrí camino entre sus piernas hasta llegar hasta su deliciosa raja una vez hube apartado sus bragas. Empecé a lamer el coño que con tanta nostalgia había recordado durante años pasados. Parecerá una estupidez, pero a punto estuve de llorar emocionado.
Me comí aquel chumino querido como si fuese el alimento que me iba a conceder la vida eterna; Rocío agradecía el trabajo de mi afanada lengua con entrecortados gemidos que me hicieron temer que Petra se despertase; más no me hizo ese temor detenerme sino que avancé con mi lengua por la encharcada cueva vaginal al tiempo que mis dedos estimulaban el clítoris de la madura mujer. Mi rabo duro como el granito exigía ya cierto trato especial, por lo que sugerí a Rocío que cambiásemos de posición. A regañadientes accedió ya que aún ella no había llegado al orgasmo; sin embargo, cuando se tragó mi verga entera chupó con la maestría que siempre le había caracterizado.
No fui ingrato con ella y procuramos adoptar la mejor posición posible en aquel sofá para dedicarnos un 69. En este menester estuvimos un rato delicioso reteniendo a propósito el orgasmo, dado que queríamos reservarlo para la follada final. Entonces, la hice poner a cuatro patas y desde atrás se la hundí en su coñ
o. Dimos comienzo a los pertinentes vaivenes, primero despacito y luego después a un ritmo mayor. Ambos gemíamos de placer, sobre todo ella, a la que tuve que tapar la boca con la mano no fuese que Petra, mi suegra, se despertara y nos pillase "in fraganti", con el consiguiente perjuicio de que tuviésemos que dejar la deliciosa tarea a medias.
Pero la verdad es que no pusimos mucho empeño en disimular ruidos, chirridos del sofá y gemidos, y pasó lo que tenía que pasar. De repente se encendió la luz y allí estaba Petra, puesta en pie junto a su cama, y viendo como Rocío y yo nos pegábamos el lote follando.
– ¡Esto es una vergüenza!, nos dijo. Teníais muchas ganas de darle al asunto y os habéis puesto a hacerlo aquí mismo delante mío. ¡Cuando se entere mi hija te vas a enterar cabrón!- me dijo concretamente a mí, mientras intentaba vestirse para huir de allí.
He de decir que pese a la sorpresa de que nos hubiese descubierto y además amenazase con decírselo a mi mujer, Rocío y yo no nos privamos de culear un poco más para alcanzar un orgasmo gozoso. No nos importó que Petra nos contemplase, casi al borde del llanto, mientras recogía sus cosas para salir de allí al mismo tiempo que seguía recriminándonos que éramos una mujer mayor y un hombre joven lujuriosos y puercos.
La verdad es que por un momento temí que se lo contará a mi mujer, a pesar de que Cati y yo nos concedíamos libertad para tener relaciones extramatrimoniales, pero no sabía como le iba a sentar saber que había estado follando con mi ex suegra en presencia de Petra, mi suegra actual.
Petra abrió la puerta y salió al exterior; Rocío y yo la retuvimos sin mala intención pues se pondría empapada por la lluvia y podía coger una pulmonía. Intentamos tranquilizarla, pero aún así se resistía, y entonces, debido a los forcejeos los tres caímos al suelo. Petra (a la que de aquí en adelante llamaré suegra), continuaba llorando y queriéndose levantar del suelo para marcharse. Se hallaba semidesnuda, y Rocío y yo desnudos enteramente, encima de ella queriéndola retener honestamente, solo que el vernos en aquellas circunstancias me llevó a pensar en una violación o una situación de sexo no consentido y eso me excitó, aunque ni por asomo se me hubiera ocurrido jamás violar a mi suegra.
Sus pechos estaban casi descubiertos y su piel estaba mojada al haber salido corriendo bajo la lluvia en su intento de huir. Rocío y yo también estábamos mojados.
– ¿Qué tiene esta vieja para que le hagas el amor? -me preguntó mi suegra enfadada entre sollozos.
– Es una mujer ardiente y atractiva -le dije-. – ¿No te basta con tu mujer?- me inquirió. – Esta noche mi mujer no está aquí, eso es todo. Necesitaba follar. – ¿Y tú? -le dijo a Rocío- ¿no tendrías que buscar otras cosas ya a tu edad? – ¡Busco lo que cualquier mujer!-contestó Rocío-. Necesito placer, nada tiene que ver la edad. Tú también lo desearás a menudo, aunque seas madura, como yo.
– ¡Dejadme en paz, estáis locos! ¡Tú eres una vulgar puta y él un cerdo!
Oír aquello pareció molestarle a Rocío, que señalando mi polla erecta, dijo a mi suegra:
– Mira lo que tiene tu yerno entre las piernas, ¿no me dirás que no deseas una verga así, después de tanto tiempo como supongo llevarás sin probar una? – ¡Asquerosa, puta, zorra, y tú, cabrón, cerdo, puerco! -decía mi suegra habiendo relajado sus músculos, sin ofrecer ya apenas resistencia y eso sí, sin dejar de mirar mi polla dura como una roca.
Rocío acarició mi pene y susurró unas palabras al oído de la hipócrita de mi suegra que a la postre resultaron el detonante:
– Mira Petra, esta polla dura y deseosa de coño, está dura y rígida porque te desea, puedes acariciarla, tú también la quieres saborear, sueñas con que te penetre y derribe ese muro de represión sexual que los años han forjado en ti. Eres una mujer caliente, se nota, darías cabida en el interior de tu ser no sólo a esta polla sino a cien en una misma noche si tuvieras a tu disposición a un regimiento de hombres hambrientos de coño. No seas hipócrita y admite que has sentido envidia y deseo al vernos follar a los dos. Yo que tú, tomaría la polla de tu yerno y disfrutaría de ell
a toda la noche, quizá tengas pocas ocasiones como esta a lo largo de la vida.
Todavía no había acabado Rocío de decir todas estas cosas que tan caliente me pusieron cuando mi suegra ya me acariciaba con algo de timidez y delicadeza la polla. No podía imaginar en ese momento que mi suegra se iba a convertir en adelante en una de las mujeres que más ferviente admiración iba a sentir por mi rica verga. Pero continúo mi relato. Rocío siguió dando instrucciones a Petra de lo que había de hacer, así que le sugirió que me mamara la polla, y ella no lo dudó en absoluto, y pasó de una negación total a mantener una relación sexual a convertirse en la más necesitada en ese aspecto durante la noche.
Cerré los ojos de puro placer que sentía al chupármela Petra, pero al cabo de unos instantes los abrí para contemplar algo fascinante: Rocío le estaba comiendo el coño a Petra, que recibió el cunnilingus con suma satisfacción; para acabar de excitarme hasta tocar el cielo sólo hacía falta aquella escena lésbica entre dos maduras. No supe si las tendencias lésbicas de ambas venían del pasado o fueron producto de la desorbitada excitación que sentían.
El caso es que a mí me encantó ver aquello y mi pene experimentó un endurecimiento más pronunciado que aquella noche agradecimos los tres. En mi azarosa vida sexual jamás había montado un trío con dos mujeres. Sí había estado con otro hombre y con otra mujer (Gregorio y Rocío), o habíamos hecho intercambios de pareja Cati y yo con nuestros amigos Ernesto y Yoly, pero cada pareja había follado en una habitación distinta, nunca había sido una orgía. Sin embargo, estar con dos mujeres a la vez, era algo que había deseado siempre, y si eran dos maduras mejor que mejor.
Petra, mi suegra, resultó ser una mujer insaciable. Aquella noche tuve incontables coitos con ella, además de los que tuve con Rocío. Me dejaron exhausto, tumbado en una de las camas, y poco a poco me fui quedando dormido, mientras ellas en la otra cama continuaron besándose delicadamente, acariciando y lamiendo sus coños y disfrutando hasta el amanecer de sus respectivos cuerpos de mujer.
Espero os haya gustado, de ser así vuestros votos dirán la verdad…Gracias
Autor: Ratsss
Muy buen relato una experiencia única digna de vivirla debe ser muy excitante.