Hola soy Verónica, rubia, pelo rizado, edad 60 años, la mejor edad para disfrutar de la vida, tengo una hija de 26 años minusválida muy atractiva, para mí la más guapa del mundo, ella a pesar de ser minusválida es muy currante. Está apuntada a una asociación de minusválidos.
Un día estando en la sede de la asociación vimos entrar a un chico nuevo y a sus padres. En la asociación tenemos la costumbre de cuando entra un socio nuevo ir todos a saludarlo. El se fijó en mí y mi hija y no nos quitaba el ojo de encima, nosotras nos acercamos a él a saludarle como todos los que allí estaban y le dijimos nos llamamos Verónica las dos, él sonrió, pero no hablaba. Sacó de una mochila que tenía detrás colgada de su carro una especie de carpeta y la abrió. Cada símbolo significaba una cosa diferente si el quería beber había un muñeco bebiendo, comer había otro muñeco comiendo y señalaba y después también tenía su abecedario y con él nos dijo a mi hija y a mí que éramos muy hermosas. El día transcurrió sin novedad, charlando, riendo y todas esas cosas que se hacen en un día de convivencia hasta que llegó la hora de irnos cada uno a nuestras respectivas casas, él no nos quitó la vista de encima en todo el día, yo sentía que me desnudaba con la mirada y acariciaba cada centímetro de mi piel lo cual me hacía sentir lo que hace mucho tiempo que no sentía, no sabría explicar exactamente qué.
Mi hija le dio un papelito con su dirección de Messenger y un beso en la mejilla yo me agaché para besarlo y me abrazó con fuerza y yo a él. A través de ese abrazo me dio a entender que quería que hubiera algo entre nosotros una amistad o quizás algo más quien sabe. Los días pasaron y Verónica y Antonio pasaban mucho tiempo hablando por el Messenger, mi hija se divertía mucho con él. Un día me dijo que él le confesó que algunas veces mientras hablaban se masturba y se corría mirando su foto. ¿Y tú que haces? Nada. ¿No te tocas? ¡Mamá! ¿Qué quieres hija? Tú has comenzado esta conversación, si ya, pero no me gusta que me preguntes esas cosas tan íntimas, lo siento.
Pasaron varios días de esta conversación y una noche mientras ella estaba en su habitación, en el ordenador, pude oír unos gemidos, la voz era de Verónica. Me asomé a la puerta de su habitación y se estaba masturbando mientras charlaba con Antonio. El le decía que quería correrse en sus hermosos pechos, también le dijo que le gustaría hacerlo conmigo, con dos a la vez, un trío, que estábamos muy buenas las dos. Todo esto lo leí desde la puerta de su habitación. Cuando me llevaba un rato leyendo y vi que mi hija no se había percatado de mi presencia, volví sobre mis pasos y retorné a su habitación esta vez haciendo ruido y lo más despacio posible para que le diese tiempo a cerrar esa conversación. Hola cariño. ¿Qué chismorreando con Antonio? Si estoy un poco cansada, pues venga que te ayudo a acostarte, vale. Sois muy buenos amigos Antonio y tú. Si, quiere que quedemos una tarde tú, yo, su madre y él, bueno me parece bien la próxima vez que hables con él pregúntale que cuando quiere que quedemos. Terminé de acostarla y le di un beso en la frente, ella se sonrió. ¿Y esa risa?
Alguien que yo conozco se muere de deseo por sentir esos labios en uan parte muy especial de su cuerpo. ¡Ah si! ¿Quién y dónde? Ya lo sabrás en su momento, bueno apaga la luz. Entré en mi habitación muy pensativa, mi marido me preguntó que me pasaba no podía de darle vueltas a lo que me había dicho mi hija, sería él, Antonio, el chico nuevo de la asociación, ¡ah! Oye Vero te acuerdas de Antonio el chico nuevo de la asociación, si, hoy lo he visto y me ha dado mucho besos para ti, le sonreí y le di un beso de buenas noches, apagamos la luz, pero mi cabeza no dejaba de pensar en él quizás era el deseo de sentirme deseada por alguien que podía ser mi hijo. Que idea má
s estúpida deseada una mujer de 60 años por un chico que podía ser mi hijo, intenté quítame esa idea de la cabeza. Mi marido comenzó a tocarme queriendo hacer el amor yo no se lo impedí, dejé que me lo hiciese sin poder dejar de pensar en Antonio.
Cada beso cada caricia que di esa noche la di pensando en Antonio me tuve que morderme los labios para no pronunciar su nombre, besé sus labios con pasión, acaricié todo su cuerpo en la oscuridad de la noche, sentimientos contradictorios de placer y morbosidad se entre mezclaban con la culpabilidad y desasosiego. Las manos de mi marido acariciaron todo mi cuerpo, cuerpo que deseaban ser acariciado, pero por otras, el alcanzó el orgasmo y un poco después yo una sensación muy agradable. Me levanté y fui a beber agua, mi cuerpo deseaba experimentar otra vez aquella sensación de placer, pero con Antonio. Me senté en la mesa de la cocina a beber un vaso de agua, cuando pasó un rato me fui a la cama a dormir.
A la mañana siguiente el despertador sonó mi marido lo detuvo, buenos días cariño me levanté y fui a la habitación de mi hija la desperté con un buenos días, ella me sonrió. Oye cariño tú no tienes el teléfono de Antonio, yo no hablo todas las noches por el Messenger para que quiero el teléfono, se queda mirándome, por qué me miras así, confiésame una cosa, venga pregunta, desde que lo conociste no has podido olvidar la manera de mirar de ese chico, pues no la verdad, mi hija se levantó desayunó y me pidió el móvil y llamó a la sede de la asociación, allí le dieron el número del teléfono de Antonio, esto que habemos hecho es una chorrada porque yo cada noche hablo con él, pero preferí arreglarlo yo misma, llamé a su casa y hablé con la madre, ella me dijo que le parecía prefecto además quería comentarme una cosa, quedamos para aquella tarde. Se lo dije a Vero y a ella le pareció muy bien ¿A que hora habéis quedado? A las siete ¿te parece bien? Perfecto, oye ¿qué te vas a poner? me preguntó mi hija un pantalón y un camiseta. No, entonces que quieres que me ponga, ese vestido tan sexy de tirantes negro tan escotado ¿Para qué? Vero que vamos a tomar un café que no vamos a ninguna fiesta de etiqueta, tú hazme caso por favor mami.
El día transcurrió con normalidad, la tarde llegó y nos preparamos para marchamos, llegamos al bar donde habíamos quedado ellos ya estaban allí ya en cuanto me vio de entra empezó a sonreír y a mirarnos, al llegar saludé a su madre y después lo saludé a él y su madre a mi hija, nos sentamos se me quedó mirando ¿quieres que me siente al lado tuyo? Hizo un gesto afirmativo con la cabeza, pues bueno me sentaré con el permiso de su madre, nos cogimos de la mano, me fijé en su bragueta le pregunté tienes pañales, me contestó que no, aquel gran bulto era todo suyo. Sus ojos buscaban mi canalillo, con muchísima picardía se dejó sobre el brazo de la silla su brazo fuera de la silla de forma que rosaba mis pierna yo le cogí la mano y se la puse en mi muslo por encima del vestido, él fue buscando la piel de mi muslo debajo del vestido y la encontró, yo me acerqué a su oído y le murmuré ¿te gustaría estar entre ellos? y me señaló el signo del si, y yo lo besé en la cara, mi hija le estaba dando charla a la madre de Antonio.
Mi hijo quería invitaros al cine esta noche, yo miré a mi hija y ella a mí, bueno aceptamos, pero con una condición, que el domingo os vengáis a pasar el día con nosotros, bueno si contestó la madre, sonó mi móvil lo cogí era mi marido para recordarme que teníamos una fiesta aquella noche, vaya hombre exclamé yo, ¿Qué pasa? Preguntó Verónica. Tu padre tiene fiesta y quiere que lo acompañemos, Antonio se le pusieron los ojos tristes, mamá llámalo y dile que yo no quiero ir o si voy me acompañan Antonio y sus padres, pues bueno le devolví la llamada y le dije lo que me había dicho mi hija, bueno que se vengan también ellos, dice que os vengáis, pero nosotros que pintamos allí si no conocemos a nadie. Bueno en estas fiestas se relaciona muy pronto todo el mundo aunque no lo conozca, miró a Antonio, el cual parecía que le había tocado la lotería, bueno pues iremos yo le di indicaciones donde ten&ia
cute;a que dirigirse y después de un rato nos fuimos no sin antes insistirles que fueran, a la madre sobre todo. Nos acabamos las consumiciones y nos fuimos a nuestra casa a prepararnos y entre una cosa y otra la noche llegó en un abrir y cerrar de ojos.
Nos fuimos a la fiesta mi hija mi marido y yo, poco después llegaron ellos. Mi marido se llevó al padre de Antonio con unos amigos, mi hija Antonio, la madre y yo, nos quedamos en un lado. Pasado un tiempo noté a Antonio con cara de aburrido y me dirigí a él y lo invité a salir al jardín él aceptó, salimos, paseamos por el jardín, paramos y me senté a ver la luna, pero él no miraba, ¿no te gusta la luna? le pregunté, si, entonces por qué no la miras, cogí su tabla y me dijo porque estoy mirando otras cosas que gustan más, ¿qué?, tú, cogí su rostro entre mis manos y le di un beso en la mejilla y acomodé su cabeza en mi pecho, él me rodeó con un brazo la cintura bajándola poco después a mi trasero, besándome mi canalillo, yo cerré los ojos y me dejé llevar, aunque sabía que estaba mal y con el miedo a ser descubiertos por alguien, Antonio vamos para dentro ya sé que te quedarías aquí toda la noche, pero tenemos que entrar amor mío, pero antes de entrar cogió mi mano y se la colocó en su bragueta y noté su verga tiesa y dura. ¡Oh mi amor! no sabes lo que daría yo por disfrutar de eso que tienes ahí, él me acarició mis senos. Decidí entrar al salón donde estaba toda la gente, guardé su tabla en la mochila y entramos.
Mi hija Verónica estaba bailando con la madre, nos acercamos a ellas y mi hija me dijo que quería ir al servicio, pues venga vámonos. Entramos en el servicio y mi hija me preguntó que había estado haciendo. Charlando con Antonio. Oye Vero te puedo hacer una pregunta, si me imagino cual es, y cual es la respuesta, si, ese alguien que me dijiste que se moría de ganas por sentir mis labios en un sitio muy especial de su cuerpo es, es Antonio si, oh y ahora que hago, nada disfruta de él, hija que podía ser mi hijo y que mal. En esta vida solo hay que dejarse llevar y aprovechar las ocasiones tu déjate llevar, no hagas nada ni impedirlo ni forzarlo si tiene que llegar pues llegará y si no tiene que llegar pues no llegará y si llega olvídate de todo y de todos y haz lo que más te apetezca. Frente a esta reflexión de mi hija no me quedó más remedio que guardar silencio y darle la razón, salimos del cuarto de baño y nos dirigimos donde estaba mi marido para marchamos ya, salimos del chalet, al darle el beso de despidida él buscó mis labios yo hice como no quería y se lo di sin querer al menos fingir eso y le reñí. La madre me dijo el sábado os venís a casa a pasar el día, bueno está bien, nos montamos en el coche y nos dirigimos a casa, cuando llegamos a casa ayudé a mi hija a costarse, después yo me fui a acostar.
El sábado llegó y sonó el timbre de mi casa, eran ellos, Antonio tenía una enorme sonrisa dibujada en su cara, me recliné sobre él y me dio un abrazo muy fuerte entraron en casa. Mi marido llegó con mi hija, hola como estáis, bien contestaron ellos, venga a sentarse dijo mi marido. Ellos se sentaron Antonio y mi hija se pusieron juntos, pero el no quitaba los ojos de mis piernas a mí me daba mucho morbo imaginarme lo que estaba pasando por su cabeza que tipo de escenas estaría imaginando conmigo, se me humedecieron los muslos con mis jugos vaginales. El tiempo pasó entre charlas y risas, la hora de la comida llegó yo le dije a Antonio que si quería que le diese yo de comer y me respondió que si, me senté a su lado sus hermosos ojos no dejaron de mirarme mientras le di de comer, bueno acabaste, ahora el postre, sus ojos me decían que como postre quería mis pechos, acerqué mi boca a sus oídos y le dije ya se lo que deseas, tienes yogur preguntó la madre, si claro, ¿quieres uno? y se lo di. Acabamos de comer, Verónica quiso irse a su habitación con Antonio a enseñarle sus cosas y nosotros nos quedamos allí charlando, Vero entiende muy bien a Antonio.
Nosotros salimos al jardín cuando pasó un rato, entré en casa y me dirigí a su habitación silenciosamente, desde el pasillo pude oír sus respiraciones aceleradas, me asomé a la puerta sin que se diesen cuenta ninguno de los dos y Vero estaba masturbá
;ndolo mientras él le estaba acariciando los pechos pude ver claramente su miembro acariciado por mano de mi hija. Escuché como le decía Vero: cierra los ojos e imagínate que soy mi madre y dame tu lechecita rica, estuve allí un rato mirándolos como gozaban. Antonio gritó. ¿Te corres? Le preguntó mi hija, y él le hizo un gesto afirmativo con la cabeza. Oh Antonio me estás llenando toda la mano de tu leche dámela toda ¿ya has terminado?, si Verónica lamió el esperma que había en su mano mmm que rico, yo me fui pensativa. Las horas pasaron y llegó la noche y ellos se fueron Antonio con ojos de tristeza, y mi hija también se quedó con rostro triste, cenó y volvió a su habitación a ver la televisión sentada en su carro, pasados unos instantes fui yo con ella mientras que su padre veía el futbol en la tele del salón.
Entré en su habitación me miró con sus ojos hermosos y sonrientes, ¿qué tal has pasado la tarde?, le pregunté. Bien, mamá te puedo confesar una cosa, si claro cariño, prometerme que no te vas a enfadar ¿Has matado a alguien? No. Pues entonces no me enfado, hoy he masturbado a Antonio, ¿tú querías hacerlo? Si, pero le tuve que decir que cerrase los ojos y pensara en ti para que llegarse. ¿Y llegó? Si. Hija gracias, ¿Por qué? Por demostrarme tanta confianza, le gustas mucho, oh hija, ¿El a ti también? verdad, esto es una locura, pero si me gusta y me hubiese gustado ser tú esta tarde cuando lo estabas masturbando, tienes que hacer algo con él. No, no puedo hacer nada ese momento que dijiste la otra noche en la fiesta nunca va a llegar, pues creo que si. Ojalá que no te equivoques. Nos acostamos. Aquella noche trascurrieron dos o tres días y recibí una llamada de la madre de Antonio quería saber si mi hija y yo, podíamos ir a su casa a hacerle compañía a Antonio mientras ella y su marido iban a una boda el sábado siguiente y a Antonio no le apetecía ir, yo dije que yo no tenía ningún problema en ir a su casa a cuidar de Antonio, se lo comenté a mi hija, ves tu oportunidad de ser feliz, si el quiere, seguro que quiere.
El sábado llegó, estuve todo el día pensando en él desnudo debajo de mi dándonos felicidad mutuamente, la noche llegó y también la hora de irse, me vestí sexy con un mantón fino por encima y cogí a mi hija que me acompañó, llegamos al piso de Antonio llamamos al telefonillo y nos abre, entramos y subimos en el ascensor la puerta estaba abierta, entramos no sin antes ver si había alguien, el padre exclama ¡pase! Pasamos, la madre se acercaba por el pasillo. Perdóname es que mi hijo no quiere venir con nosotros ni quiere quedarse con la vecina quiere que vosotras os quedéis. Nos llevó a su habitación, aquí está, hola guapo y le doy un beso en la mejilla, el como siempre buscó mi boca. Nosotros nos marchamos, la acompañé a la puerta, se marcharon, mi hija se quedó en el salón y yo me fui a su habitación me puse detrás de él y le empecé a besar el cuello, él a su vez empezó a jadear de gusto, puse mis manos en sus hombros y la deslicé por su pecho, vientre y estómago, el me acariciaba los brazos con sus manos su boca buscó la mía y nos besamos en un beso muy apretado.
Con la mirada me dijo que quería que fuéramos a la cama, le ayudé a levantarse de sillón y a sentarse en la cama, le quité la camiseta y besé su pecho jugoso, me desnudé frente a él despacio, muy despacio y cuando ya estaba desnuda del todo, cogí un cojín que había allí y lo puse en el suelo, me arrodillé entre su piernas y cogí aquella verga con mis manos la froté un poco, me la metí entre mis pechos, con las palmas de las manos presioné mis pechos sobre su verga y me moví. Antonio cerró los ojos, oh mi amor que caliente la tienes, me moví hasta conseguir que se corriese, él gimió, disfruta mi amor, disfruta, después me puse de pie y él me cogió de la cintura y me acercó hacia él y comenzó a mamarme las tetas mmm que rica sensación, podía sentir como me extraía la leche de mis pechos.
Después de estar un rato mamándome lo tendí en su cama y me quité las bragas, me puse encima de él y empujé como si se me fuese la vida en ello, el soltó un gemido, oh mi amor que
polla tienes tan rica. Empecé a moverme despacio, muy despacio para aumentar el ritmo progresivamente, él me acariciaba las tetas y los restos de su esperma que aún quedaban en mis pechos, me movía como las locas, el placer me embargó, gemí fuerte no me importaba que mi hija me pudiese escuchar, así estuvimos un buen rato, en un momento dado el dio un pequeño grito signo inequívoco del placer que sintió, yo me quedé un buen rato encima de él besándolo y acariciándolo.
Autor: Verónica