Silvia no era guapa, no tenia el mejor cuerpo, y tampoco era popular, pero todos la temian. Podria ser su pelo negro, podria ser su piel clara, podria ser su nariz respingona llena de pecas, pero no era nada de eso. Eran sus hipnoticos ojos azules los que hacian que la temiesen.
Laura era su mejor amiga, y conocia su secreto. Sabia que nada ni nadie podia resistirse a sus ojos, pero jamas habia usado su don, hasta ese dia.
Entro en la clase de matematicas y lo vio. Era guapo, casi irresistible. Tenia el ppelo negro y los ojos oscuros, y su piel era morena. En otras condiciones lo habria ignorado, pero estaba sentado en su sitio, al fondo de la clase, pegado a la ventana. Se acerco a el.
-Perdona. Debes de ser nuevo. No quiero empezar con mal pie, pero te has sentado en mi sitio.
El la miro, dispuesto a replicar. A decirle que se buscase otro sitio, pero no pudo, porque se encontro nadando en sus ojos.
-Lo siento. Ahora me voy.
Silvia lo cogio de la muñeca.
-No es necesario- le tendio un trozo de papel doblado-. Solo ven a mi casa esta tarde. Por cierto, ¿como te llamas?
-Me llamo Oscar. No te preocupes, ire por la tarde.
Todas las demas alumnas la miraron sorprendidas. Silvia, la paliducha, la de los ojos raros, acababa de ligarse en cuestion de segundos al chico mas guapo que habian visto en mucho tiempo. Silvia sonrio satisfecha.
En efecto, a las seis de la tarde, Oscar se presento en casa de Silvia.
-¿Vives sola?
-Algo parecido.
Silvia se nego a dar mas detalles, y condujo a su nuevo amigo a su cuarto.
-Desnudate.
Oscar iba a negarse, pero recordo sus ojos, sus hermosos ojos, y no lo dudo. Se sorprendio a si mismo al ver como una ereccion comenzaba a formarse. Cuando miro de nuevo a Silvia, estaba solamente vestida con un kimono. Su ereccion aumento.
-Ahora mirame- Oscar obedecio, y se perdio en sus ojos-. A partir de ahora haras todo lo que yo te diga. Mañana iras a clase como cada dia, pero vendras conmigo siempre que puedas. Ademas, si alguien te pregunta que hay entre nosotros, diras que soy tu novia. ¿Me has entendido?
-Si, mi señora.
-En agradecimiento te ayudare con eso.
Silvia señalo su sexo, y Oscar observo como su pene estaba tan erecto que incluso dolia. Ella se acerco y comenzo a lamerle el capullo, para mas tarde pasar al frenillo y acabar por metersela entera en la boca. Se corrio dentro de su boca, y ella se trago su semen, y sonrio con una mezcla siniestra de satisfaccion y victoria.