Esto pasó hace tiempo. Hoy tengo 29 años y esto sucedió en mi último año de estudiante preuniversitario. Pero puedo aseguraros que lo que os voy a contar aún aparece en mi mente cuando me masturbo. Para mí sigue siendo algo súper-morboso y quiero compartirlo.
En ese curso me apunté en mi colegio a unas actividades extraescolares. Se trataba de actividades deportivas en un polideportivo cercano dirigidas por un monitor. Teníamos tres horas a la semana: lunes, miércoles y viernes. Los miércoles, teníamos a una hora muy extraña, es decir, de 13 a 14 horas después de las clases normales. La casualidad quiso que el grupo me eligiera a mí como delegado de curso. Yo, junto con el monitor, me encargaba de organizar estas actividades y me tocaba quedarme a recoger las cosas todos los días.
El monitor era el típico profesor joven de educación física. Muy alto, 1.90 cm, y con un cuerpo increíble. Estaba muy rapadito y con una cara más que guapa. El curso iba transcurriendo con normalidad. Practicábamos distintos deportes, organizábamos juegos etc. Yo todos los días me quedaba con José, que así se llamaba, para recoger los balones y todo lo que habíamos utilizado para dejar la cancha lista para otros grupos. La verdad es que conforme iba pasando el año yo me iba fijando más en el monitor. Cada vez que nos enseñaba a hacer un ejercicio nuevo recuerdo que me regodeaba fijándome en sus músculos y en su cuerpo. Pero siempre con discreción. Os aseguro que me encantaba el día que sudaba y se quedaba con una camiseta de tirantes mostrando sus fuertes brazos y hombros y sus piernas robustas. Todo esto sin nada de vello. Era un adonis, tíos. Yo volvía muchos días a casa pensando el porqué me gustaba tanto mirar a este chico. Según iba avanzado el curso casi todos los días al llegar a casa me masturbaba pensando en él.
El caso es que yo creo que fui perdiendo la discreción en mis miradas. Lo miraba con verdadera hambre. Noté que alguna vez nos cruzamos la mirada y yo la rehuía, pero me daba cuenta que él se había cerciorado. Nunca me dijo nada, pero sé que se daba cuenta que lo miraba demasiado y con ojos golosos.
Yo era un chico guapete, pequeño al lado de él, 1.72 cms, delgadito, cuerpo bonito, culín respingón y con carita de niño bueno y melenita lisa.
Todo ocurrió de una manera bastante sorprendente. Yo no me lo esperaba. Lo cual me dio mucho más morbo. Un miércoles, como siempre, terminamos la clase y me quedé como de costumbre recogiendo las cosas mientras los otros se duchaban y se iban. Ese día estaba todo súper revuelto. Había mucho trabajo y José se hizo el tonto y no hizo nada. Con lo cual todos se fueron y yo estaba aún allí. En ese momento apareció Jose y me dijo: lo siento chico, es que estaba hablando con mi novia que ha venido a decirme una cosa. No pasa nada – repuse yo – ya está todo terminado, me voy a duchar.
Él entonces me dijo: hoy que no hay nadie pasa al vestuario de los monitores y ya salimos por ahí a la calle pues he cerrado el otro lado. Así al menos tienes agua caliente. Te tengo que pagar mi descuido. Yo acepté gustoso.
Entré a ese vestuario y era muy lujoso. Duchas independientes, muy limpio todo y con armarios elegantes. Entré me metí en la ducha y estando bajo el agua me pareció escuchar que entraba José a este vestuario. La verdad es que en ese momento se me pasó por la cabeza la idea de poder verlo desnudo, pero enseguida la abandoné. Me daba corte y la desterré por descabellada. Además José me imponía mucho respeto, era siempre muy distante.
Estando yo en esos pensamientos noto una presencia detrás de la cortina de mi ducha. ¡Era él! Al segundo veo que abre la cortina con fuerza y aparece detrás totalmente desnudo. Me dio un susto de muerte. Me quedé bloqueado. Él con una sonrisilla me dice: ¿No es esto lo que deseabas ver? ¿Te piensas que no me doy cuenta? ¿Te gusto, verdad? Yo no sabía que responder y me sonrojé mucho y escondía
la mirada. No distinguía en aquellas palabras si se trataba de un reproche duro o de una provocación morbosa. Él entró en la ducha se me acercó y empezó a sonreírme: No te asustes – me dijo – a mí me gusta que te guste. Me tomó de los brazos y me dio la vuelta. José me abrazó por la espalda. Me sacaba una cabeza. Yo sentía que todo mi cuerpo pequeño y lampiño estaba cubierto por aquél dios griego. Toda aquella carne fibrada y musculosa me aprisionaba. ¡No me lo podía creer! Enseguida noté algo muy duro y grande que me rozaba en la espalda. Sabía que era su pene. Yo estaba fuera de mí. Como absorto en una escena surrealista. Lo deseaba y lo temía al mismo tiempo. Sentía morbo y ganas de salir corriendo a la vez. Me quedé sin voluntad…
La verdad es que el abrazo no duró mucho. Él me agarraba todo el cuerpo muy fuerte y notaba como se ponía duro su rabo. Me decía al oído: ¿Sabes que eres una nena muy mona? Ahora me tengo que cobrar todas las pajas que te habrás hecho con tanto mirarme. Sé que te gusto y te voy a dar lo que no te has atrevido a pedir…
Sus manos pasaban fuertemente por mi pecho y me apretaba con fuerza mis pectorales marcadillos. Sentía como se restregaba con fuerza su duro torso por mi espalda. Lo notaba súper caliente. Yo empecé a sentir unos escalofríos que jamás había experimentado y estaba como en una nube. Del ímpetu del abrazo me llevó contra la pared. Él se encorvaba para estar a mi altura. Me besaba la nuca y me comía la oreja, algo que me hacía morirme de gusto. Tomó mis bazos y los subió contra la pared.
Estaba totalmente a su merced. Él se encorvaba para pasar su polla entre mis nalgas. Yo estaba súper excitado y él estaba de un calentorro increíble.
En este estado, me retiró un poco de la pared y dijo con voz entrecortada: ¡Ya no puedo más nena! ¡Te voy a dar lo que estás deseando! Me dio la vuelta, me miró a los ojos, que yo tenía entreabiertos, con sus grandes manos echó mi cabello hacia atrás, y con ellas me agarró la cara cariñosamente y me besó. Me empezó a comer la boca mientras me acariciaba con sus manos mis mejillas y mi pelo. Yo sólo sabía corresponder. Se retiró unos centímetros de mi cara y me dijo: ¿verdad que deseabas todo esto? Yo asentía con la cabeza y con los ojos. Estaba como hipnotizado. Él sonreía cuando veía mi rostro asintiendo. Bajó sus manos y tomó las mías y me las llevó hacia su polla. Hummmmmm…. ¡Vaya rabo! Yo me separé un poco de su cuerpo para verlo bien. Él se dio cuenta y se retiró para facilitarme la visión. Vio mi cara de sorpresa y gustazo y sonriendo me dijo: Te gusta, verdad. Va a ser toda tuya. Venga date la vuelta que estoy que reviento.
Me di la vuelta lentamente. En realidad no sabía que hacer. Él se separó un poco de mi cuerpo para ver bien mi culito. ¡Qué culito tienes nena! me dijo. Lo agarró fuertemente con las manos diciendo: cómo me pones, estoy que exploto. Este culo está pidiendo a gritos que lo abran. Se abalanzó sobre mí y me presionaba ligeramente la espalada para que me fuera doblando. ¡Pon las manos en el suelo, nenita!
Doblado con las manos en el suelo, con sus pies empezó a abrirme mis piernas. Noté que tomó el gel y empezó a echarme y jugar con sus dedos en mi culo. Me metió un dedo con el gel y gemí fuerte. Me dolió. Era una sensación nueva. Noté un pequeño escozor. Él se dio cuenta y sin sacarlo de mi agujero me preguntó: ¿Aún eres virgen, nenita? ¡Dime! Yo desde abajo respondí con voz entrecortada que sí. Ya eres muy grandecita nena para que estés aún así, y me dio una palmada en el culo. Se embadurnó la polla bien de gel, dejo caer el bote, me agarró bien con sus brazos por el estómago, se encorvó y empezó a presionar en mi ojete virgen. Yo notaba su presión, pero estaba muy tenso y no lo dejaba entrar. Él se cercioró con una mano de donde estaba mi ojete colocó bien la punta de su rabazo de 20 cm en la puerta, llevó sus brazos para agarrarme y apretó. Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhh! Ahhhhhhhhhhh! Noté como si me rajaran con una cuchilla el ano. Grité de dolor. Mis piernas temblaban. Si no me tuviese agarrado fuerte me caigo. Era insoportable. ¡Me duele, me duele….! Él sólo me había metido l
a punta. Pero ante mis gritos y casi lloros enseguida la sacó. Cuando la sacó fue aún peor. Sentía que me quemaba y me escocía. Pufffffffff…..
José me levantó, me dio la vuelta y me besó. Tranqui, me dijo, estoy hay que hacerlo bien, nena, vamos fuera de la ducha. Estaremos más cómodos. Me dio la mano, algo que me pareció súper sensual, y me sacó de la ducha. Aquí estaremos más cómodos. Vamos a secarnos. Tu primera vez tiene que ser inolvidable. Tú bien sabes, añadió, que tienes un precioso culo de nenita. Y me besaba en la boca y en la mejilla con unas miradas de cariño protector. Te voy a hacer una nena viciosa.
Él se retiró un poco hacia la puerta del vestuario, la cerró y cogió de detrás un colchón de hacer deporte. Lo trajo y lo tiró en medio de la sala. En ese momento me daban ganas de irme, de salir corriendo. Pero, estaba como atontado. Él fue a su taquilla y sacó una bolsa de aseo. Yo me había quedado sin saber que hacer. Él se acercó a mí por detrás, me agarró las dos nalgas fuertes y me dio y cachetazo cariñoso. Sí nena, dijo, tienes un culín más guapo de lo que imaginaba. Venga, túmbate que te voy a enseñar a dar de ti lo mariquita que eres. Me tumbé con él en la colchoneta. Él mientras sacaba un bote de lubricante, me dijo que me recogiera el cabello en una coleta. Con la coleta me pones a mil, me decía, además, no quiero perderme tu cara. Me levanté fui hacia mi bolsa a por la goma del pelo y él miraba fijamente mi cuerpo fibradito y sin un vello. Sólo tenía vello en las axilas y el pubis. La próxima vez, me dijo, hay que rasurar eso para ser una nena diez. Cuando llegué donde estaba él me dio un suspensorio para que me lo pusiera. Esto te va a dar un toque de morbo.
Me tumbé boca arriba con el suspensorio y él se tumbó encima de mí. Empezó a comerme los morros y fue bajando por el cuello, pecho, ombligo… Pasó de largo de mi polla que latía dura bajo el suspensorio. Me levantó las piernas y empezó a aplicar lubricante en mi ojete. Jugaba con mi culo, con el lubri y sus dedos. Empecé a relajarme y a sentir un gustillo muy morboso cada vez que me penetraba con uno y hasta dos dedos. Yo estaba con los ojos cerrados, la boca entreabierta y gemía de placer. Retorcía mi cuerpo mientras se me escapaban murmullos de placer ante aquellas invasiones en mi culo virgen. Noté que dejó de tocarme, se echó abundante lubri en su polla, echó mis piernas hacia atrás, me llevó los brazos para que me las sujetara detrás de mis rodillas, y quedé con el culo virgen abierto a su disposición. Yo sabía lo que venía y una fuerza interior lo estaba deseando. Se acercó a mi cara, me besó con fuerza y me dijo ya verás como gozas. ¿Quieres ser una nena para mí, verdad? Yo asentí con la cabeza.
Se echó para atrás. Noté como colocaba la punta de ese rabazo en la puerta de mi orificio, ponías sus manos encima de mis muslos levantados y presionó…. ¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhh! El lubri permitió que pasara hasta la mitad. Yo solté las piernas y me retorcía, pero él me tenía bien sujeto. Mi culo había dejado de ser virgen. Tenía medio pollón dentro. ¡Ahhhhhhhhh! Tranquila, nena, ya pasó. Psiiiii!!! Mira como te va a gustar. Él se quedó un poco quieto y cuando ya estaba acostumbrándome, plus: me la metió entera. AHHHhhhhhhhhhh!!! Ummmmmmm!!!!! Me había ensartado los 20 cms y se había abalanzado sobre mi boca para que no pudiera chillar. Era algo increíble un dolor súper-morboso. Ahmmm,!!!. ummmmm!!!. ¡Ya eres toda una nena! ¡Y ahora vas a ser una putita! Y empezó un pequeño "va y ven" que me estaba empezando a gustar muchísimo. Al poco empecé de nuevo a gemir de placer y él con una sonrisa en la cara me decía: sabía que eras una putita… Y empezó a dar más recorrido y más fuerza a su "va i ven". Ammmmmmm…. Ya no me dolía era todo suyo.
Al ratillo noté que se salía y eso me dio un escalofrío de dolor. Me pidió que me pusiera a cuatro. Me abrió las nalgas con sus manos y observó mi ojete. Biennn, dijo, ya vas pareciendo más una nena. Tomó más lubricante me embadurnó el culo de nuevo, lo cual me hizo sentir un frescor muy rico.
Se retiró y ahora me la clavó de un golpe entera. Ahhhhhhhh!!!! Me dolió de nuevo, pero mucho menos, recibiendo ya un gusto increíble. El empezó un mete y saca potente, haciendo sonar su pubis contra mis nalgas. Yo creía que no podía aguantar ni un embate más y cada vez deseaba menos que aquello terminara. Estaba como drogado de placer. Mis brazos me flaqueaban y mis piernas temblaban. Él me agarró fuerte por las caderas y me daba caña. Yo pensé que enloquecía. No podía hacer más que "aguantar" aquel placer jadeando como una puta a gritos. Me tenía poseído, llegó un momento en el que estiró uno de sus brazos y tiró de mi coleta para que levantara yo otra vez los brazos y la cabeza caída en la colchoneta . Yo en ese momento susurré con voz entrecortada: ¡Paraaaaaaaa! ¡Paraaaaaaaa! ¡No puedo más! El apretó hacia dentro y se quedó parado. Ahhhhhh!! Parecía que podía volver a tomar aire y respirar… Sentía la sensación extraña de que su polla dentro de mi culo era ya algo mío y que mi culo ya no podía, aunque quisiera resistirse, estaba abierto totalmente.
Nos quedamos parados. Yo notaba que él tomaba aire, pero apretaba para que no quedara ni un milímetro fuera. ¡Creo que no puedo más! supliqué. Él echó su cuerpo sobre mi espalda y me acariciaba los pezones con fuerza. Ahora parados sentía las palpitaciones de mi cuerpo en mi ojete penetrado. Se acercó a mi oído me lo besaba y me dijo: Si que puedes más y apretaba parado bien fuerte su polla dentro de mí. ¿No ves lo que estás disfrutando? Sabía que no me ibas a defraudar….
En ese momento sacó todo su pollón de mi culo. ¡Qué liberación! Pero ¡qué sensación de vacío! Notaba que algo me faltaba. Tenía el culo totalmente abierto. él lo vio y se sonrió. Creo que se puso más caliente. Yo quedé tumbado sobre la colchoneta metiéndome la mano bajo el suspensorio….
Él fue a la bolsa de aseo y trajo junto con el lubri algo que no pude ver en la mano. Ahora te queda la guinda, nena, ven. Me dio la mano, me levanté y me besó muy tierno acariciándome la cara y el cabello. Eres muy guapín, me dijo, ven, añadió, que todavía vamos a disfrutar. Me hizo subir encima de una mesa tumbado boca arriba. Yo intentaba llevarme la mano hacia mi polla, pero él no me dejaba: no, nena, eso no, espera… Cuando ya estaba sobre la mesa vi claramente lo que traía en la mano. Eran dos pinzas de tender la ropa. Esto te va a hacer sentir más morbo aún, pero sino quieres lo dejamos. Yo no dije nada cuando ya estaba colocándome la primera en un pezón. Ainsss…. Sólo era un poquitito molesto, pero sentí un respingo en mi polla. Él notó mi cara de dolor-placer y dijo con cara de satisfacción: sabía que te iba a molar. Joder, qué perra vas a ser… y se sonreía. Me puso la otra en el otro pezón y me besó muy cerquita de donde me las había puesto. Se retiró hacia atrás, me echó generosamente lubri de nuevo, puso mi culo al filo de la mesa, levantó mis piernas agarrándolas de los tobillos y me volvió a penetrar…. Aquella era ya demasiado…. Ahhhhhhhh. Pronto empecé a sentir un ardor inmenso en el culo y en mis pezones.
Yo gemía como un loco o una loca desesperada… Él a esto lo ponía a mil y aceleraba en la follada. Yo levantaba mi cuello de la mesa para pedir que terminara y veía aquel tiarrón con todos los músculos tensos follándome a saco. Pensé en algún momento que sin tocarme me iba a correr…. Yo quería llevarme la mano a mi polla, pero no me dejaba. Al poco, dejó de darme caña, vino hacia donde tenía la cabeza y me metió la polla en la boca. Me agarró fuerte la cara y se corrió en mi boca mientras gritaba dando espasmos. Ummmmmmmm. Ahhhhhhhh!!!! Oía que me decía gimiendo: traga, trágala toda, te la has ganado. Pensé que no terminaba nunca de dar espasmos… Ummmmmm. ¡vaya corrida! La sacó porque no aguantaba ningún roce de lo sensible que tenía en ese momento el capullo. Me miró con cariño agotado y con su mano me fue metiendo en la boca la leche que había yo escupido. Trágatela, nena. Venga que te gusta. Y me quitó las pinzas sintiendo un placer increíble. Yo empecé a tragar, mientras él con sus dedos me echaba tod
o lo que tenía vertido en mi cara y lo que le goteaba aún de su rabo. Me la tragué toda y me quedó la boca pegajosa con sabor a macho.
En ese momento yo estaba que reventaba y quería masturbarme. Él no me dejó. Me agarró fuerte de los brazos y me dijo: Aún no has llegado al grado de nena. Tienes que aprender a correrte sin tocarte, sólo con el gusto de que te follen. Además, veo que aun no te gusta mucho la leche, ya irás aprendiendo. Me besó en las mejillas y se quedó sentado. Estábamos rendidos. Y me metí en la ducha y sin cerrarla él se quedó enfrente sentado, fumando y contemplándome. No quería que me tocara. Salí de la ducha y cunado me estaba secando vino hacia a mí. Yo le dije secamente que ya no quería más. Él se rió, me dio un beso muy cariñoso y me dijo: tranquilo, sólo quiero comprobar que no te he lastimado el culín. Me dio una crema y me dijo que me echara también en casa y que me pusiera algo frío al llegar. Luego, cuando ya estaba vestido, me volvió a agarrar y me dijo: ¿te ha gustado, verdad? Pues si quieres te enseñaré muchas cosas más. El miércoles que viene, vente con las axilas y los huevos depilados. Pero esto ya es para otra historia…. Fui su nena, como él decía, todos los miércoles. Me volví un adicto de la leche de los miércoles…
AdriánSi quiere comentarme algo hazlo a mi correo. Os espero.
Autor: Adrián ipsissimus10 (arroba) hotmail.com