Hola amigos. Me dispongo a contarles lo que me pasó hace un año aproximadamente con el padre de mi mejor amigo. Mi nombre es Carlos y tengo 23 años, soy moreno, mido 1.83 cm. y tengo un cuerpo bastante definido porque practico el fútbol desde que era pequeño. Siempre he notado que las mujeres y ciertos hombres me miran con deseo.
Precisamente fue en un equipo de fútbol donde conocí a Jorge, mi mejor amigo, cuando teníamos 18 años. En seguida cogimos confianza el uno con el otro y nos hicimos muy buenos amigos. Jorge siempre me ha atraído mucho porque además de ser muy guapo, moreno y con unos ojazos verdes, tiene un cuerpo perfecto y un culo que dan ganas de comérselo entero. Él no sabía nada de mi inclinación sexual y yo evitaba en todo lo posible que se diera cuenta. Siempre que salíamos juntos acabábamos cada uno con chicas guapas, y más de una vez terminábamos cada uno follándonos a nuestros respectivos rollos cada uno en una habitación. A mi me excitaba mucho oír como mi amigo gemía mientras follaba.
El caso es que yo pasaba muchas tardes y noches en su casa, porque sus padres eran muy simpáticos y siempre nos dejaban a nuestro aire. Como dormíamos en la misma habitación y estábamos salidos casi siempre nos pajeábamos contándonos los polvos que habíamos echado. Por supuesto yo ni le escuchaba y me bastaba con mirar ese cuerpo moreno, lampiño y el pedazo de rabo que tenía mi amigo. Le medía 19 cm. (nos la medimos de vez en cuando) y de un grosor considerable. Su polla era preciosa, estaba circuncidado y tenía un glande que parecía que iba a estallar, rosado y gordo. Alguna vez, cuando estábamos solos en su casa, nos hacíamos una cruzada, ya sabéis, yo se la meneaba a él y él a mi. Aunque dentro de una impuesta «heterosexualidad». Claro que yo duraba la mitad y me corría en seguida. Siempre Jorge bromeaba diciendo que debía de menearla de puta madre porque no le aguantaba nada.
Pero en realidad, el objeto de mi deseo no era mi amigo, sino su padre. Se llama Javier y ahora tiene 45 años. Es muy atractivo. Tiene alguna canita que otra, pero eso le hace todavía más interesante. Al igual que su hijo tiene unos bonitos ojos verdes, unas facciones muy masculinas y un cuerpo muy cuidado porque es muy deportista. Aunque ya con cierta tripita, pero eso me encanta. Pero lo mejor de Javier es el paquete enorme que tiene. Como ya he dicho antes, siempre me daban mucha confianza y su padre solía ir por la casa en calzoncillos. Además usaba unos bóxer que le marcaban muchísimo y que dejaban intuir una polla gigante. Muchas veces se sentaba con nosotros a hablar y esos eran los mejores momentos. Cuando se sentaba en frente mío, con las piernas abiertas y ese paquete que daban ganas de tirarse a él, masajearlo, apretarlo y recorrerlo con la boca. Sobre todo cuando se rascaba los huevos sin ningún disimulo. Yo cada vez podía disimular menos y no podía evitar mirar el paquete directamente. En más de una ocasión me pilló mirándoselo y rápidamente yo retiraba la mirada avergonzado. Aunque cuando estábamos solos, por el motivo que fuese, y me pillaba me devolvía una sonrisa, pero que no era lasciva, sino comprensiva, amistosa, como diciéndome que no pasaba nada y que no me avergonzase. Lo cual me excitaba todavía más y hacía que cuando estaba yo a solas de le desease más y más.
Un fin de semana, hace un año más o menos, la madre de Jorge estaba fuera de viaje. Estábamos mi amigo y yo en el salón cuando aparece su padre con un slip súper ajustado que casi hace que mi polla reventase. Jorge al verle le dijo: -Joder, papá, parece quieres provocarnos.
-Pues no mires si no quieres.- Le contestó, mientras me miraba sonriéndome. Yo me reí nerviosamente.
Al principio lo pasé fatal porque yo también estaba en bóxer y se me estaba empezando a empalmar, sólo de ver ese paquetón frente a mí. Así que me tapé con un cojín. De repente el móvil de Jorge sonó y se fue a su habitación a hablar por tel&ea
cute;fono dejándome a solas con su padre. Al poco rato este me miró sonriéndome, esta vez con cierta lujuria en su mirada y acto seguido abrió las piernas mientras se puso a ver la tele. Vi como su polla empezaba a crecer y entonces empezó a restregarse el paquete. Yo estaba a mil sin poder retirar la mirada. Javier la tenía cada vez más tiesa, y se veía enorme, muy gruesa. Se la colocó hacia un lado. Mientras se empezaba a masturbar por encima del calzoncillo. Entonces, me miró a directamente al cojín e hizo un gesto con la cabeza indicándome que lo retirase. Yo obedecí, mostrando mi polla súper tiesa, que ya asomaba el capullo por fuera de mis calzoncillos. Yo también tengo una buena herramienta de 18 cm. y no me quedo atrás. El asintió con la cabeza dejando claro que le gustaba lo que veía. Entonces sin cortarse ni un pelo, metió la mano por debajo del slip y se sacó la polla para mostrármela. Era gigante, la verga más grande que había visto jamás (tengo que decir que ya había mantenido algunas relaciones homosexuales esporádicas).
Realmente era un monumento. Estaba como una piedra, circuncidado, con un glande rosado y enorme. Al ver mi cara de asombro, sonrió y bajando un poco más el calzoncillo se sacó los huevos. Estos eran también gigantes, sin un solo pelo y se veían cargados de leche. Realmente ese hombre tenía lo que yo llamo un buen rabo de toro. Me miró a los ojos y me dijo con una gran seguridad y descaro: -¿La quieres, Carlos? -Sí.- Dije, asintiendo con la cabeza y relamiéndome los labios.
-Pues esta noche va a ser toda tuya.
De repente se oyó abrirse la puerta de la habitación de mi amigo que había terminado de hablar por teléfono, y rápidamente ambos nos tapamos. Él con una manta y yo con el cojín. Cuando llegó Jorge al salón, se sentó con nosotros y tras unos minutos de espera, que a mí se me hicieron eternos porque yo ya quería esa polla dentro de mi culo, Javier dijo: -Bueno Carlos, entonces quieres que te lleve ya a casa? Que yo he quedado con unos amigos y si no se me hace muy tarde.
-Vale, sí. Que ya estoy cansado.- Respondía entendiendo que lo que quería Javier era que lo hiciésemos en algún sitio seguro.
Mi amigo protestó argumentando que era muy pronto todavía. Pero yo le dije que al día siguiente nos veríamos y que me quedaría a dormir allí, pero que tenía que irme a casa esa noche.
En cuanto nos montamos en el coche, me preguntó que si sabía de algún sitio donde pudiéramos estar a solas. Afortunadamente, cosas del destino, mis padres ese finde tampoco estaban en casa. Así que le dije que fuésemos allí. Javier conducía como un loco a toda velocidad. Se notaba que estaba ansioso por follarme. Yo fui empalmado todo el viaje. En uno de los semáforos me cogió la mano y se la llevó al paquete, diciéndome: -Todo esto es para ti. Juega un poquito con tu juguete.
Me encantaba masajear esa cantidad de carne, sabiendo que en pocos minutos la tendría dentro de mi boca. En cuanto llegamos a mi casa, le conduje directamente a la cama de mis padres. Una vez allí, me agarró de la cintura y me dio un beso salvaje. Nuestras lenguas luchaban, se entrelazaban intercambiando nuestra saliva. Mientras tanto, frotábamos nuestros paquetes. Los dos ya estábamos empalmados. Javier me agarraba el culo, mientras de vez en cuando soltaba algún suspiro de placer. Entonces me empujó tirándome a la cama y comenzó a desnudarse, dejándome ver ese cuerpo tan viril, de macho, que me ponía a mil. Antes de bajarse los calzoncillos, se paró frente a mí, se agarró bien la polla frotándose con su mano enorme y de un solo gesto me agarró de la nuca y me llevó la cara a su paquetón. Yo aspiré profundamente el olor de su miembro, lo cual me llenaba de excitación y restregó su polla por toda mi cara. Entonces me retiró y liberó su verga de la opresión de sus slips, saltando de un respingo y brindándome una de las mejores visiones que guardo en mi memoria. Se movió un par de veces hacia los lados, balanceando su polla. Se la agarró y me dijo: -Disfrútala.
Primeramente la agarré, notando el calor que desprendía, su dureza. Se la meneé un par de veces y me la llevé a la boca, soltando entonces Javier un gemido de placer. Ahí estaba yo, decidido a darle la mejor mamada
que había recibido en toda su vida. Le pasaba la lengua por todo el capullo, saboreándola, deteniéndome en el pequeño orificio por donde ya salía el delicioso «precum». Presionaba bien el tronco con mis labios mientras subía y bajaba por su polla, tratándola de introducir lo más que podía, mientras que con mis dedos le acariciaba los cojones. Sólo me separé un momento de ese rabo para desnudarme rápidamente ya que necesitaba meneármela mientras se la chupaba. Después volví a la tarea, que tan amena me resultaba. Sin previo aviso, Javier agarró mi cabeza con las dos manos y me metió la polla de una sacudida hasta la garganta, lo cual hizo que me diese una arcada y los ojos se me llenasen de lágrimas. La sacó y le miré a los ojos. Él estaba sonriéndome y a pesar de que me hizo un poco de daño, fue tal mi excitación por ese trato rudo que abrí al boca lo más que pude indicándole de este modo que me follase la boca. Él gustosamente lo hizo y comenzó con las embestidas mientras gruñía de placer. Yo estaba excitadísimo y comencé a acariciarme el agujero del culo porque necesitaba que me follase con ese pedazo de rabo. Él se dio cuenta, y me volteó, poniéndome a cuatro patas. Diciéndome: -Enséñame este culito que tanto placer me va a dar.
Masajeándome mis redondas nalgas las separó, dejando al descubierto mi ano depilado y sin ningún pelo. Entonces me puso la polla en la raja y comenzó a restregarme la verga por el culo. Eso me puso a mil. Me daba un gustazo… Yo respondía culeando. Volvió a separarme las nalgas y hundió su cabeza en mi culo. Chupándomelo lujuriosamente. Hasta entonces nadie me lo había hecho. Sentía descargas de placer, notaba como su lengua se introducía en mi agujero, como jugaba con ella. Cuando creía que no podía sentir más placer introdujo uno de sus grandes dedos en mi ano que al estar tan relajado no opuso resistencia. En seguida introdujo un segundo dedo. Al principio lo hacía lentamente y poco a poco aumentaba el ritmo.
-Ya no aguanto más. Te voy a follar.- Dijo Javier, con tono desesperado.
-Yo también estoy deseando que me la metas- Le respondí.
Dicho y hecho. Apoyó el capullo contra mi ano dilatado y suavemente empezó a meterme su pedazo de rabo. Al principio noté cierta molestia debido al grosor de su polla. Pero como yo estaba tan ansioso pude aguantar el dolor sin problemas. Cuando me la metió entera la dejó dentro de mí un rato para que mi recto se acostumbrase a su tamaño. Comenzó a moverse despacio. Realmente parecía un profesional, con una técnica perfecta. La sacaba lentamente y luego me la metía con suavidad, haciéndome notar cada centímetro de su polla dentro de mí. En seguida noté el placer que me daba su verga. Me gustaba muchísimo sentir todo es trozo de carne en mi culo. No podía creer que el padre mi mejor amigo me estuviese follando y con esa maestría.
Poco a poco fue acelerando el ritmo y al poco rato me estaba follando salvajemente, gemíamos ambos de placer, parecía que me iba a reventar el culo, me daba sacudidas, notaba como su polla entraba y salía, y como sus enormes huevos chocaban con mi culo cuando la tenía toda dentro. No me dejaba pajearme para que no me corriese. Yo la tenía súper tiesa, como una piedra. De un solo movimiento me agarró del pecho, incorporándome y haciéndonos cambiar de postura, ambos tumbados de lado en la cama. Mientras me follaba acariciaba mis pectorales y de vez en cuando mi polla y los huevos, mientras me decía lo mucho que le gustaba y que siempre había fantaseado con mi cuerpo, al igual que yo con el suyo. Me pidió que me pusiera yo encima. Entonces, yo me senté en su polla ya sin ningún problema y empecé a cabalgar. Estábamos cara a cara, él recorría mi cuerpo con su mirada deteniéndose en mi polla tiesa que se balanceaba arriba y abajo por mis movimientos. Él se mordía los labios mientras veía como mi culo se tragaba toda su polla sin problemas. Al inclinarme para besarle su polla se salió de repente de mi culo, lo que él aprovechó para tocarme mi agujero con sus dedos.
-Mira el boquete que te he hecho.- Me dijo con tono lascivo.
Yo llevé mis dedos y me di cuenta de que mi culo estaba abierto completamente. Me hubiese gustado poder ver en un espejo esa imagen: yo encima de Javier, con mi cul
o en pompa y el boquete enorme que me había hecho con su verga tan gorda. Pero necesitaba rellenar ese hueco y volví a meterme su polla sintiéndome lleno. El comenzó a embestirme con una fuerza descomunal y sus gemidos cada vez eran más fuertes, por lo que supuse que se iba a correr. Con los músculos de mi culo apretaba su polla, lo cual pareció excitarle aún más y sin parar de moverse descargó toda su leche caliente dentro de mí. Entonces la dejó un rato allí y nos fundimos en un beso apasionado. Al cabo de un rato se salió de mí. Y me volteó dejándome tumbado en la cama boca arriba. Agarró mi polla con fuerza y se la metió en la boca. También lo hacía estupendamente. Se notaba que en esto también tenía experiencia. Como yo estaba tan excitado aguanté mucho, le avisé de que me iba a correr, pero esto no le hizo retirarse, más bien al contrario, se metió más adentro mi polla y me masajeó las pelotas. Yo me corrí dentro de su boca, le metí varios trallazos de lefa en toda la garganta y boca. Me corrí tanto que la lefa se le salía por la comisura de sus labios. Se acercó a mí y me besó con lujuria, compartiendo ambos mi leche, que para ser sinceros estaba deliciosa. Exhaustos, los dos nos quedamos tumbados respirando con fatiga. Después de un rato me abrazó, pegando su cuerpo a mi espalda y acariciándome por delante. Me dijo que siempre le había parecido un chico muy guapo y que sabía que algún día me follaría por las miradas que le echaba a su paquete. Yo le confesé mi atracción y me dijo que a partir de entonces tendríamos que desahogarnos más a menudo porque este había sido unos de los mejores polvos que había tenido. Después se levantó y mientras se vestía me dijo que al día siguiente me quedase a dormir en su casa, y así, cuando Jorge durmiese, me fuera a su cuarto y volvería a follarme como a los dos nos gusta.
Efectivamente al día siguiente volví a su casa en busca de placer. Pero esta vez no sólo disfrutamos dos, sino los tres. Aunque esta es la segunda parte de mi historia. Si les ha gustado estoy convencido de que la segunda no les defraudará, ya que en ella interviene mi mejor amigo y su padre. Porque el incesto, amigos, presenciado y protagonizado es todavía mejor que imaginado.
Envíenme sus impresiones a mi dirección.
Autor: Carlos morbogallego (arroba) hotmail.com