Recién llegado del ejército y con un cuerpo tallado por los ángeles, estaba Gregorio. A Camilo se le hacía éste hombre aún mas interesante que Eduardo, con quién desde hace unos meses mantenía relaciones constantes.
Eduardo el moreno sensual y el vecino de en frente del jovenzuelo Camilo, casualmente es el primo de Gregorio, quién vive justo al lado y el cual tenía tiempo de haberse marchado al servicio militar y hasta ahora está de vuelta.
Una noche de las tantas en que Camilo estaba atravesado de la garganta con los poderosos centímetros de carnes que Eduardo le propinaba casi a diario, para luego deslecharlo entre el ano, se le ocurrió pedirle de favor que invitase a su primo, que visiblemente se le hacía irresistible; unos casi dos metros para apenas 21 años de buen desarrollado cuerpo, brazos y piernas gruesas, velludas, rasgos masculinos bastantes marcados y un abdomen tallado para todo su piel canela.
Al igual que a su amante, ahora Camilo observaba al nuevo prodigio de macho, con su cara dominante y rústico, todo un semental cargado de leche y placer, un placer reprimido por tanto tiempo encuartelado. Su cara se le sonrojaba de sólo acercársele y apenado a estrechar su mano, mirar sus tetillas respingadotas y oscuras, y esos pelos bajo las axilas, con un olor a sudor masculino, y los shorts cortos azules con las iniciales de la fuerza armada, ¡que sabrosura de hombre para los ojos del muchachin!.
A los 16 es tan difícil resistirse a la tentación y Camilo a parte de manar y dejarse follar con Eduardo también lograba convencerlo en sus peticiones, es así como cierto día mientras se escriben por mensaje de texto Camilo es notificado que por esa vez iba a aprobar ese miembro que tanto había pedido, el de Gregorio.
Y es así, como en el patio oscuro de casa de Eduardo (que ya era su nido de amor) está Camilo sentado en el tronco del árbol caído, mientras observa como a lo lejos se acercan dos cuerpos, uno de cada lado, a su izquierda su amado Eduardo y por su derecha venía Gregorio, ¡Por Dios!. El morboso y hambriento jóven iba a ser dominado por esos dos sementales pero al mismo tiempo.
Tomado de la cabeza y comiendo la tierna polla negra de su querido Eduardo, siente como a su oído se acerca una cosa babosa que deja una gran cantidad de fluidos de sólo rozarlo, al voltear se impresiona, y ante sus ojos unos 22 cmts morenos de carne, el inmenso pene de Gregorio, un mástil que lo dejó sin palabras y tragando hondo… Aquello no lo haría decaer e invirtiendo las mamadas trató de engullir lo mas que pudo el nuevo obsequio que le brindaban los caballeros; un venoso miembro, grueso y cabezón, con unos testículos prominentes y lampiños estaba ahora saboreando el pequeño Camilo, que se sentía en la gloria, si por sí sólo con el de Eduardo gozaba a más no poder, ahora con aquel descomunal pepino estaba como inconsciente de placer.
A los minutos del disfrute el joven se llevaba el nuevo miembro hasta la garganta mientras Eduardo le atravesaba el falo por todo el recto, tratando de no caerse se sujetaba a las piernas del militar que le invadía su cavidad bucal sin escapatoria, hasta que chocara de su pelvis; una y otra vez, fuerte y lento descargaban sus ganas en Camilo que se degustaba de tanto sexo.
Camilo deseaba ser penetrado por aquellos 22 cmts que no dudaron ante la insistencia del menor, y es así como de a poco siente como si un rolo le atravesara, realmente era bastante grueso aquel pene que hasta le desgarró y lo hizo decaer, pero como el macho estaba urgido y tenía tanto tiempo sin coger se la metió a la fuerza y sin dejarlo poner resistencia; mientras Eduado lo sujetaba de las manos, éste tomó la pequeña cintura infantil y le dejó ir hasta el tope de aquel desgarrador armamento entre las redondas nalgas que no más se contrajeron de puro dolor.
Por más que suplicó que le sacara todo el poderío de dentro de su pequeño ano, éste hacía caso omiso y seguía penetrando una y otra vez, golpeando sus caderas de esos duros glúteos blancos. Del otro lado Eduardo ahogaba sus suplicas y quejidos insertándole su negro palo en la boca provocándole unas increíbles arcadas.
Como hace un tiempo estaba otra vez suplicando el menor, sólo que en aquella ocasión se quejaba únicamente de la verga de Eduardo, ahora estaba doblemente atravezado por unos poderosos y rudos cuerpo muy viriles.
Cuando Gregorio se deslechó Camilo sintió un alivio que se la sacara de las entrañas, le invadieron una gran cantidad de chorros que a la vez lo aliviaron y se le escaparon por el increíble agujero que esa enorme barra habia dejado. Eduardo no se hizo esperar y le hizo tragar 5 potentes y espesos lechazos que le supieron bien salados al joven putico.
Con el agujero mas desflorado que nunca, sus piernas temblando y expulsando semen por doquier, cualquiera pensaría que Camilo sería incapaz de repetir aquel violento y salvaje acto con esos dos hombres que lo dejaron adolorido por unos días…
Pero esos días pasan rápido.
Comentario*feomenal .sigo empalnado. Me hace recordar cuando desvirgué al sobrino de mi mujer. Le rompi el culo mientras mi nujer dormia