Yo tengo unos 36 años, siendo una persona esbelta y atractiva, y me gusta cuidar mi ropa y aspecto personal. Soy delgado, y tengo poco vello en general en todo el cuerpo, también me depilo las axilas, ya que me parece una medida higiénica acertada que practican en general las mujeres.
Tenía que comprarme un traje para la boda de un amigo, y me decidí ir a unos grandes almacenes, próximos a mi casa. Al final cogi dos, uno azul marino y otro gris, y me dirigí al probador. En el pasillo, un caballero captó mi atención, alto, delgado, de cuerpo atlético, mediana edad, y de aspecto cuidado. Al pasar me hizo una señal para que pasara al probador del fondo, que se encontraba libre, y por ser de dimensiones mayores, me comento, que estaría más cómodo. Y así lo hice. Intentaba decidirme entre 2 trajes, pero no lo tenía claro. Pasado un tiempo observé como el caballero del pasillo no se perdía detalle, mirando a través de un hueco que dejaron las cortinas al cerrarse, de cómo me vestía y desvestía una y otra vez .Esta situación me pareció excitante, por lo que decidí ayudarle, arrimándome al hueco entre cortinas, y así facilitarle sus furtivas miraditas, que poco a poco fueron siendo más descaradas, al igual que yo, más provocador, ya que ello parecía divertirle, a él y a mi. Estaba desvestido, con tan solo un bóxer negro, diminuto, por el que asomaba generosamente mi trasero.
Vi al caballero como mostraba cada vez mayor interés, en ver lo que ocurría dentro del probador. También se notaba una erección considerable dentro de su pantalón. Por lo que me animé a llamarle para que pasara dentro con la excusa de ayudar en mi elección sobre los trajes. Pasó y ahora si se cerró bien la cortina tras él. Me llamo Juan me dijo, siéntate en esta banqueta y dame tu opinión, le dije. Me comentó que no había podido evitar fijarse, y que me favorecía más el gris, pero que tenía un cuerpazo para todo lo que quisiera, y aprovechó para acariciarme la parte alta del muslo, hasta llegar a mi trasero que empezó a masajear con ternura. Comencé a derretirme, el lo notó, acelerando el ritmo del masaje y extendiéndolo generosamente tanto por delante, acariciando mis genitales, como por detrás por todo el trasero. Agradecido, empecé a sobarle su paquete, que tenía una dimensión considerable, de testículos y pene. Le ayudé a desvestirse, estaba como un tren, se quedó solo con el tanga, el muy cochino tenía una erección formidable, y la polla como una piedra. Se había calentado, y de que manera al verme desnudo, al tocarme, se había puesto a mil. Me dio un beso tierno y apasionado, mientras sus manos recorrían mi cuerpo desnudo, me sentía como una colegiala, mientras me susurraba, me gustas, te voy a hacer el amor como nadie te la ha hecho antes.
Bajé la culo, mientras con su mano me pajeaba, era un amante fantástico.
Fue acelerando el ritmo de la penetración, y de la paja a la vez, tenía ya el culo totalmente abierto y disfrutaba sin dolor del sexo anal. Empezaron las contracciones, y chorros inagotables de su leche llenaron lo más profundo de mis intestinos, que tanto lo habían hecho gozar. Al sacar su polla, me caía su semen por las patas abajo. Ahora se puso frente a mí y quiso recibir mi semen en su boca, mamó, lamió, y chupó mi rabo, hasta que descargó todo el semen del mundo, que se tragó como una buena guarra que era también. Nos despedimos e intercambiamos teléfonos para quedar, pero eso ya lo contare otro día. Disfruté de la experiencia y ahora la cuento para que todos la disfrutéis.
Escribirme contarme vuestras experiencias, contestaré y darme vuestra opinión.
Autor: Salvador salviweb ( arroba ) telepolis.com