Un soldado tiene una experiencia inolvidable dentro del cuartel con una cabo que es toda una preciosidad de mujer
Lo primero de todo es decirles que tengo 23 años y cuando yo empecé a hacer
la mili ya era posible que las mujeres accedieran al ejercito.
Me toco hacer la mili en la academia general del aire, en San Javier, un
pueblecito de Murcia. Yo soy de Madrid y la verdad es que aunque no haya una
tremenda distancia, al menos me separan de donde yo viva unos 400
kilómetros, por lo cual no siempre podía ir a mi casa, pero tampoco me
fastidiaba mucho, porque no tenia novia y a mi familia la tenia muy vista,
la gente del cuartel era muy simpática y pronto hice muchas amistades, así
que aburrirme no me aburría en absoluto.
Un día nos informaron que un nuevo cabo iba a llegar al cuartel, y lo propio
seria darle una buena bienvenida. También nos comentaron que era joven y que
era del sexo débil, yo ya me imaginaba a un cayo que había
fracasado en su intento por buscar marido, le picaba el chumino y necesitaba
de un gran rabo que le agrandara el agujero del culo. Llego la hora y todos
esperábamos en el patio, unos fumando, otros contando chistes y otros
haciendo comentarios sobre lo que es tener una mujer en el ejercito. De
repente apareció un coche chiquitillo de color negro, la barrera subió para
dejar paso al coche. Este se dirigió hacia el aparcamiento y el que hasta
esa fecha era nuestro cabo nos dio la orden para formar. Mi mirada se fijo
en la puerta del conductor de aquel coche, esperando que saliera para poder
ver su figura, para si tenia que reírme lo hiciera antes de que la superior
llegara. Se abrió la puerta y un cuerpo perfecto bajo del coche. Iba vestida
con el uniforme de la academia, falda cortisima (yo pensaba que en el
ejercito no dejaban llevar esa ropa tan ceñida) y la aparte de arriba muy
ajustada a sus grandes pechos, tenia una larga melena morena y muy rizada y
la piel muy blanca, tenia cara de ángel y dos grandes ojos marrón pardo que
eran capaces de ruborizar a cualquier macho o hembra a la cual mirase
fijamente a los ojos. Era preciosa y se acercaba ligeramente al pelotón que
esperaba excelentemente formado. Yo estaba en 1º fila, cuando se acerco y
empezó a pasear frente a nosotros, creo que intentando quedarse con nuestras
caras, pude oler su perfume, que era suave y cálido, no pude evitar tener
pensamientos impuros en los cuales me tiraba a mi superiora, fue algo
inevitable intentar contener la inminente erección que debido a la
inmovilidad y a la posición en la que me encontraba se marcaba limpiamente
en los pantalones, la cabo se dio cuenta y no se lo pensó al hacer un
comentario.
– Vaya parece ser que hay alguien que lleva algo en el bolsillo
Metió la mano en mi bolsillo en busca del objeto que se marcaba, no le costo
mucho encontrarlo, lo rodeo con la mano y mirándome a los ojos, sonrió y
volvió a comentar
– Falsa alarma, no lleva nada en el bolsillo, simplemente se alegra de verme
Al ver su reacción y sus comentarios enseguida comprendí que no tardaría
mucho en ser acosado sexualmente por mi superiora.
Esa noche cenamos todos juntos y aprovechamos algo de tiempo para tomar unas
copas. Yo la verdad es que soy muy cortado e indeciso y no me decidía a dar
el paso y intentar entablar una conversación con ella, pero estuve mirándola
toda la noche. Pero ella si se decidió y casi cuando estaba terminando la
noche se acerco a mí.
– Vaya hombre el muchacho de los bolsillos llenos
Al oír esto me ruborice y sentí mucha vergüenza
– No te avergüences, es totalmente normal ese impulso, siempre y cuando seas
un macho potente en la cama
– Claro que lo soy, seguro que nunca en tu vida has visto un tipo que de
tantas culadas como yo en tan solo un minuto
– Tan poco duras cielo?
– No, puedo estar follando sin parar toda la noche, incluso después de un
orgasmo ni siquiera tengo que parar
– Vaya esa proeza me la tienes que enseñar
El ambiente se estaba cargando.
– Soldado, serias tan amable de acompañarme a la habitación en la cual voy a
dormir, he llegado tan tarde que no he tenido tiempo de ver todas las
instalaciones y el
antiguo cabo ya se ha marchado
– Claro que la acompaño, con mucho gusto.
Me despedí de mis amigos, y salí, detrás mía me seguía La cabo, esa
preciosidad divina, que ojala no tuviera esa maldita habitación compartida
con las demás mujeres que allí había.
– Soldado, esta tarde cuando he llegado, el antiguo cabo me ha mostrado
todas las instalaciones, y el pabellón me ha resultado verdaderamente
bonito, pero sabes, tengo curiosidad por saber como son los vestuarios
masculinos, serán ciertamente mucho más grandes que los de las mujeres no es
cierto?.
– Pues si le digo la verdad cabo, no lo sé.
– Por favor, no me llames cabo, que no estamos de servicio. Puedes llamarme
Lili.
– De acuerdo. Pues como te iba diciendo Lili, no sé si son más grandes o no,
porque yo tampoco he entrado en los vestuarios femeninos.
– Muy bien, quieres acompañarme y lo comprobamos juntos?.
– De acuerdo.
Se cogió de mi brazo como si fuéramos una pareja de novios que se acercan
velozmente al altar. Yo estaba pensando en sus palabras, no sabia si era por
el alcohol que indiscretamente habían metido algunos de mis compañeros, o
porque ciertamente había libidinosidad en las palabras de aquella mujer,
pero me hacia dudar entre sí seria correcto insinuarle algo, en los
vestuarios. Me lo pensé de camino hacia los vestuarios y cuando llegara el
momento escogería.
– Bien ya hemos llegado.
– Pues si ciertamente el de hombres es mucho más grande que el de las
mujeres.
– No sé ya te he dicho que no he visto el femenino.
Buscaba tiempo ya que todavía no acababa de decidirme y ella no daba el
primer paso, estaba claro que iba a tener que ser yo el que se abalanzara
sobre ella. Pero esperaría a estar en el vestuario femenino, seria lo mejor.
– Ves que dimensiones tan minúsculas?
– Lo que en realidad veo, es una mujer preciosa con unos pechos con
dimensiones bastante grandes
La cabo se asombro mucho al oír mis palabras, parecía ser que ella no iba
con las mismas intenciones que yo.
– Joder soldado!, yo no llevo esas intenciones, solo quería entablar amistad
con gente de mi misma edad, no busco sexo, al menos no con hombres.
– Quieres decir que eres lesbiana?!
– Si.
– Joder! Que palo. Pero seguro que eres lesbiana porque nunca has probado un
rabo.
– Claro que lo he probado ostias
– Pero seguro que no tan rico como el mío
Me acerque a ella y empecé a tocarla por todos sitios, ella se resistía, así
que empezamos a forcejear, en realidad no era yo el que actuaba sino el
alcohol y la calentura. Necesitaba follar y lo necesitaba urgentemente. Me
dio un fuerte rodillazo en la entre pierna y consiguió quitarme de encima
suya.
– Soldado la has cagado, te voy a meter un paquete que te voy ha hacer
polvo, no vas a ver mas que las paredes del calabozo, hasta que decida que
hacer contigo.
Debido al dolor no pude articular ningún movimiento ni tampoco pude decir
palabra, solo se podía ver el rostro de angustia que tenia encima. Me llevo
esa misma noche al calabozo, yo aun iba quejándome del dolor, pidió las
llaves al soldado que esa noche hacia guardia en el calabozo y escogió la
celda mas al fondo, me acomodo y se dispuso a marchar.
– No te iras puta. Sabes? Me has jodido muy bien los huevos, me ha dolido de
lo lindo, además llevas toda la noche poniéndome a cien y los tengo llenos
de esperma.
– Eres un cerdo mal parido, si los tienes llenos de esperma, ve solo al aseo
y descárgalos con ayuda de tu novia de cinco dedos
– Ja Ja Ja, tiene sentido del humor mi superior.
Me levante del catre, me fui para ella, la cogí de la boca y la inmovilice
para que no se pudiera ir ni pudiera chillar, a fin de que alguien la
escuchara. Utilice un trozo de sabana vieja que había allí como mordaza,
para tener mas libertad en las manos.
Esta celda la usábamos como trastero del calabozo, así que no me fue muy
difícil encontrar un trozo de soga, que me sirvió para atar a mi superiora a
las rejas.
Ya inmóvil me fue bastante fácil arrancarle la ropa. Tenia un cuerpo
precioso y escultural, un cuerpo a mi merced, el cual iba a poseer.
Ella hacia mucho ruido, así que el que estaba encargado de hacer g
uardia esa
noche se acerco para ver si había algún problema, y no pude evitar que se
encontrara con semejante escenita. Pero el cuerpo de mi superiora era
ciertamente muy bello, así que un tipo tan gordo bajo y feo como aquel, no
iba a desatar aquélla belleza y quedarse aun virgen como más tarde me contó.
– Quieres unirte a nosotros soldado?
– Claro que si, como podría desperdiciar un cuerpo tan precioso.
Me acerque al oído de mi superiora y le dije con voz baja y suave.
– Es inevitable que te poseamos ambos, te haremos gozar mucho, como ninguna
de tus amantes ha hecho nunca, si quieres y colaboras te quitare la mordaza,
estarás mas cómoda y nos podrás lubricar los rabos con tu saliva, porque si
eres lesbiana, no es por desanimar, pero no te mojaras mucho con dos machos
y hasta que el desgarro se manifieste con algo de sangre, el roce será muy
fuerte en esa zona y te dolerá bastante.
Ella asintió con la cabeza, para indicarme que estaba de acuerdo, que podría
quitarle la mordaza, colaboraría en todo. Yo no tarde mucho y se la quite,
ella cumplió con su parte del trato, no grito nada. Me puse de rodillas y
con la boca le arranque la pequeña tanga que le tapaba su lindo conejito, de
claro color de bello. Era precioso y los dos labios exteriores eran muy
grandes y aunque ella me había dicho que ella era lesbiana empecé a dudar,
porque se notaba como estaban claramente hinchados y húmedos por la
excitación que le produciría aquella escena de su vida. Alce mi vista,
buscando los ojos de ella, pero solo encontré la boca de mi compañero de
faena, que dirigía sus fauces hambrientas al pezón mas hinchado de nuestra
dominada lesbiana. Se lo metió en la boca, como si pensara que alguien se lo
iba a quitar, como un niño pequeño cuando tiene hambre, pero aquellos no
eran chupetones de un niño recién nacido en busca de la leche materna.
Nuestra supuesta lesbiana (ya no estaba nada claro) empezó a mover
circularmente la cadera, al compás de los lametones que le propiciaba mi
compañero. Empecé a percibir ese olor a hembra en celo y no me lo pensé
demasiado a la hora de hundir mi cara en su coño, no sin antes abrirla lo
suficiente para adoptar una postura cómoda y no desnucarme en el intento de
meterle la lengua en su agujerito. Pronto llegaron hasta la punta de la
lengua el sabor de sus jugos, sabían a gloria, aquella chica ciertamente era
muy ardiente y no podía dejar de salir del asombro, no entendía como se
había entregado tan pronto. Si era lesbiana debería de haber puesto bastante
resistencia, pero en fin, no era un momento para parase a pensar.
– Por favor, desátame, te juro que no me voy a escapar, pero quiero cojeros
el rabo y masturbaros como nunca.
Me levante, quite a ese gordito feo, que no paraba de comerle las tetas,
aunque era difícil de separar, y empecé a besarla mientras desataba sus
preciosas manos de aquellos fríos barrotes. Cuando termine y me gire
encontré una bola peluda con el rabo tieso, era pequeño pero muy grueso. Y
decidí imitarle y desvestirme yo también. No me costo mucho y en unos
segundos estuve de pie al lado de aquella bola peluda desnudo, con el rabo
tieso, mira hacia abajo, estaba más grande que nunca, chorreaban las
primeras gotas de liquido preseminal, moría de placer solo de pensar la
sesión de sexo que me esperaba aquella noche. La superiora como una
autentica zorra, se puso de rodillas enfrente de ambos, nos cogió los rabos
con mucha maestría (cada vez dudaba mas lo que me había dicho sobre su
sexualidad), y saco su lengua, empezó a propinarnos una serie de lengüetazas
en la punta, los repartía como si estuviéramos igual de necesitados y cada
tres o cuatro se lo metía entero en la boca para hacer unas succiones que me
hacían subir al cielo y explotar como si un cohete de fuegos artificiales me
acompañara en el descenso y me ayudara en la explosión. Después de habernos
cansado de la mamada, la cogimos uno de cada brazo para ayudarla a
levantarse. El bolilla se acerco a la puerta trasera, se agacho acerco su
boca y le comió el coño y el culo con un hambre atroz. N
unca había hecho
aquello y quería probarlo todo en aquella sesión, no sabia cuando iba a
tener alguna oportunidad como esa. Yo mientras aproveche para sobarle esas
enormes y preciosas tetas, que colgaban y se movían al compás de los
chupetones que el bola le estaba propinando, debía de estar dilatándole el
culo porque muy a menudo veía como trabajaba también con las manos. Yo tenia
muchas ganas de meterla en caliente, así que me acosté boca arriba y la
conduje para que se pusiera encima mío y me cabalgara, ella lo hizo
encantada y cogió el rabo con una mano muy experta y sé lo mito sin fallar,
allí me dejo claro que lo que había dicho tan solo era una mentira para que
no le hiciera nada, pero seguro que si tuviera que volver a decidir estaría
encantada de ser follada. Pude comprobar como mi amigo se incorporo y puso
la punta de su rabo en la entrada estrecha de aquella magnifica guarra. Le
debió gustar mucho ya que dijo un sonoro:
– Joder!!, la primera vez que la meto en caliente sin pagar y es por el
culo, esto es genial.
Nuestra amante por aquellos instantes, esbozo una bonita sonrisa en aquella
boca que estaba húmeda debido a la saliva que seguro se le había escapado
cuando nos la estaba chupando a mi colega y a mí. Al cabo del rato,
cambiamos las tornas y fui yo quien se puso a metérsela por el culo, después
de unos cuantos saltos en la polla de aquel enanito, soltó un quejido fuerte
y se debió correr en el coño de nuestra amante, que dejo de saltar encima
del, se la saco tan solo con un movimiento de cadera y se dedico plenamente
en colaborar con el movimiento para que le entrara y le saliera mi gran
polla de su lindo culo. Pude ver como todas las venas de mi rabo se marcaban
y notaba como algo me ardía en los huevos, seguro era la leche dispuesta a
salir. Estaba apunto de irme y como no quería irme en su culo, la saque y me
puse enfrente suya, con aquel enorme ariete en la mano y dándole grandes
sacudidas, ella me quito la mano y siguió haciendo el trabajo, no tarde
mucho en tensar mis músculos, cosa con la cual ella se tuvo que dar mas que
cuenta que no iba a tardar en salir aquel preciado liquido blanco que trago
sin que se le escapara tan solo una gota, después nos limpio el rabo a los
dos con su lengua, nos vestimos todos y cada uno volvió a su sitio.
– Por cierto, me has engañado, tu no eres lesbiana, follas de maravilla para
ser lesbiana
– Pues tienes razón, no soy lesbiana, me encanta sentir un rabo tan largo
gordo y duro como el tuyo, perforando y ensanchándome la entrada del coño.
Sonreí y me marche con una gran sonrisa en la boca, no sin antes darle un
gran beso, enroscando mi lengua en la suya y tocando uno de aquellos enormes
globos.
Todo el que quiera hacerme alguna critica o algún halago por este relato,
diríjanse al e-mail play_boy116 (arroba) hotmail.com