La visión de la chica con su culito al descubierto me dejó atónito. Mi gran sorpresa fue poder ver en el reflejo del espejo, que la parte de delante del tanga había quedado atrapada en el tejano a medio bajar, fue ella la que se quería morir de vergüenza. Pero después de unos segundos tapándose la mano con la boca, y mordiéndose el labio inferior se bajó los pantalones y el tanga hasta las rodillas.
Creo, que después de leer muchos relatos de esta página, durante meses, pensando que eran fantasías o falsedades de sus visitantes, el destino quiso demostrarme que quizás muchos de ellos sí que eran verdad.
Soy un hombre casado desde hace 6 años. Un sábado por la tarde acompañé como muchos otros sábados a mi mujer al Zara a comprar ropa. Ella tiene la costumbre de querer que entre con ella en el probador para decirle que me parece el modelito que se prueba. Siempre le pido que vayamos temprano, sobre las 4 de la tarde más o menos para evitar aglomeraciones.
Aquel día cogió bastante ropa y nos dirigimos hacia el probador. Yo ya me resigné para pasar un buen rato aburrido detrás de la cortina que debería sujetar para que nadie pudiera verla desde fuera.
Dada la hora había sólo un probador ocupado, a lo que mi mujer respondió dirigiéndose al otro extremo de los probadores. Al ver mi cara de asqueo por repetir siempre el mismo ritual y al haber un taburete en el probador, me perdonó el tener que sujetar la cortina.
-Siéntate si quieres, puede que tarde un poco y total estamos solos.- me dijo.
Tras varios cambios de prendas, y alguna exhibición de pecho por parte de mi mujer (lo hace a menudo en el interior de los probadores), pude ver como una chica joven entró en el probador de delante nuestro. Los dos probadores estaban en el extremo del fondo de un pasillo, uno delante de otro. Yo estaba sentado en un taburete en la esquina interior con la espalda apoyada en la pared que era la continuación de la del fondo del pasillo.
Mi mujer al entrar corrió la cortina lo máximo que pudo hacia la entrada del pasillo (para tapar ángulo a quienes podían entrar al pasillo), dejando cerca de un palmo descubierto por el lado de la pared del fondo. La recién llegada tuvo la misma reacción, con lo cual, al estar yo pegado a la pared, por el espacio de la cortina de mi mujer y de la recién llegada podía ver perfectamente la joven, y su reflejo en el espejo.
Cuando lo vi pensé que la chica daría cuenta de la situación y cerraría el otro lado de la cortina. El corazón me dio un vuelco cuando aquella joven me demostró que no se había percatado de mi presencia y se quitó la camiseta que llevaba. No me podía creer que podría ver una chica (que quiero pensar que era mayor de edad, si lo era, por los pelos), con un cuerpecito estupendo en ropa interior.
De repente me percaté que la chica buscaba la prenda que quería probarse. Sorpresa mayúscula: Un sujetador. Entonces pensé en la peligrosidad de lo que podía venir. Podía ser descubierto por mi mujer, y condenado a una pena que todavía desconozco. Por eso decidí ir mirando de vez en cuando a mi mujer haciendo señales y muecas, para que viera que estaba atento a los modelos.
El súper momento llegó, y reflejados en el espejo del probador de delante por el palmo libre que quedaba en la cortina pude ver los pechos bien formados, con una marca del sol dejada por un bikini, de una chica que ni se imaginaba que un señor de cerca de 30 años se estaba poniendo a mil, junto con un sentimiento de remordimiento tremendo. No puedo sacarme de la cabeza esos pechos y sus suaves y rosados pezones.
De repente quise morirme. La chica se tapó aceleradamente. Me pilló. Me puse tremendamente nervioso. Empecé a taparme la cara como si tuviera dolor de cabeza, no quería levantar la mirada.
Unos segundos más tarde volví a mirar hacia el otro probador. La joven estaba con el sujetador nuevo esperándome para cruzarme una mirada de odio y enfado terrible. No sabía como reaccionar. Tenía miedo que pudiera quejarse a las dependientas o a mi mujer.
Entonces reaccioné y pude mover mis labios disimuladamente para hacerle entender que quería decirle:
-Perdóname.-
Ella me continuó haciendo mala cara, pero entonces vi un punto de inflexión. Me hizo un movimiento con la mano como de -Te voy a zurrar-, y esbozó una leve sonrisa a la vez que movía la cabeza como diciendo que no. Entonces vi que el show acabaría porque ella se dirigió a cerrar la cortina. Pero en el último momento creo que pensó, que en definitiva ya se las había visto, y tras una expresión corporal de -¡qué carajo!- se volvió a quitar el sujetador sin cerrar la apertura de su cortina. Encima no dejó de mirarme mientras lo hacía.
Con sus perfectos pechos al descubierto y mirándome fijamente parecía preguntarme:-¿Qué te parecen?- a lo que yo respondí con un asentimiento de cabeza y movimiento de cejas. Aquí vi que la chica quería aprovechar la situación para conocer la opinión de un hombre sobre su físico, y aprovechando que era el único que podía ver el interior de su probador se giró de espaldas y se bajó sus tejanos dejándome ver un precioso tanga de color carne.
La visión de la chica con su culito con la marca del sol al descubierto me dejó atónito. Mi sorpresa fue grande al poder ver en el reflejo del espejo, que la parte de delante del tanga había quedado atrapada en el tejano a medio bajar. El principio de su incipiente, pero claramente marcado vello púbico quedó a mi vista.
En ese momento fue ella la que se quería morir de vergüenza. Pero después de unos segundos tapándose la mano con la boca, y mordiéndose el labio inferior, el gran final, se bajó los pantalones y el tanga hasta las rodillas. Sólo duró un segundo o dos. Después cerró definitivamente la cortina. A partir de ahí tuve que empezar a intentar bajar mi excitación. Os podéis creer que incluso temblaba.
Al final descubrí una posible pista sobre la edad. En la cola de la caja volvimos a coincidir, y pude apreciar por su cara posiblemente unos 18, una preciosidad…
Si lees este relato y eres la chica, por favor ponte en contacto conmigo. Me gustaría decirte el buen rato que me hiciste pasar. Una sensación que nunca había sentido de peligrosidad y erotismo. ¿Será indispensable decir el centro comercial donde ocurrió y población?
Si alguna chica quiere practicar estos encuentros, pongámonos de acuerdo en que probador.
Autor: ioannidis