Voyeurismo y exhibicionismo. Mi esposa y yo decidimos cambiar nuestra vida sexual, todo sale al revés de lo planeado, pero conseguimos lo que pretendíamos. Ella un vibrador nuevo y el mejor orgasmo de su vida, lastima que perdiera las braguitas por el camino.
Capitulo primero en orden aunque si bien se mira , es el quinto realmente.
Marisa esta claramente excitada, puede que intente disimularlo, pero hace años que conozco ese tono sonrosado en su piel, justo en su escote amplio y blanco y sus brazos finos aunque fuertes. Los ojos mas abiertos de lo normal con un brillo cristalino casi como un diamante que impide apreciar el verde de sus ojos.¿Ojos verdes son traidores? ¿Porque me viene esa idea ahora a la cabeza?
Me sonríe, me agarra del brazo y casi me empuja por la calle arriba con mas rapidez lo que es propio en mi esposa, cabeza baja, el peso sobre mi costado, su corta falda ondeando mas por los rapidos pasos de sus largas y estilizadas piernas que por la ligerisima brisa. Me imagino que los escasos transeuntes no dejaran de admirar su firma trasero e incluso, quien sabe, sus braguitas fugaces. Mientras me pregunta si ya he hecho el registro en el hotel.
La verdad es que si, he aprovechado para aparcar el coche en el garaje subterráneo y he cogido la llave de la habitación, ese era el plan. He dejado las maletas y he preparado el ambiente. Pero su impaciencia no es normal y casi me río haciéndola rabiar un poco. En un momento, volveré a saborear esa almejita jugosa que mi esposa guarda entre sus piernas.
El hotel esta a corta distancia y en un periquete entramos en el ascensor, nos metemos mano como dos adolescentes cachondos y allí dos sorpresas:
Sorpresa uno, no hay bragas. Aprecio el corto y escaso vello púbico de mi esposa a la primera caricia mientras la beso en la seguridad de las cuatro paredes cubiertas de espejos. que me devuelven su imagen de ninfa semidesnuda, con ese vestidito tan corto que no imaginaba que osara ir sin ropa interior, pues esta claro que mas de uno debe haberse dado cuenta.
Sorpresa dos, la humedad de su rajita desciende abundante hasta al menos la mitad del muslo. La verdad es que no había prestado atención a este detalle antes, en la calle, pero probablemente su mini-vestido debería dejar ver el brillo entre sus piernas. La muy calentorra se ha corrido como yo no la he visto correrse jamas. Supongo que el gel que le hice utilizar cuando aun estábamos en el coche debe haber tenido algo que ver, pero esa cantidad de flujo no es normal en mi esposa.
Llegamos a la habitación, no hay nadie en el pasillo, entramos y no tengo tiempo de cerrar la puerta, Marisa se lanza hacia mi polla que ya reclama atención urgente.
La arrojo sobre la cama, y saco las esposas que tenia reservadas para la ocasión. Mientras continuo acariciándola y besándola comienzo a sujetarla contra la cama. Ella se deja hacer. No esperaba que con tanta docilidad. Francamente mi esposa esta desconocida.
Al tiempo que la calentura va aumentando, una idea que ya me estaba rondando la cabeza toma consistencia. Decido aguantar un poco mas para ver cuanto da de si la situación.
Tomo su bolso y saco el pañuelo que tenia preparado. Le vendo los ojos y…
Sorpresa numero tres, ha comprado un vibrador en el sex shop. Mi idea aparece ahora con toda claridad. Aprovechemos la situación.
Sujeto sus piernas a los pies de la cama con una bufanda del equipaje que ya subí antes. Bien separadas, mostrando toda su intimidad y le coloco el juguetito en su agujerito, a toda marcha. Vuelvo a extender un una fina capa del gel excitante de antes y la dejo contorsionarse. Tomo unas cuantas fotos con el movil, Quiero tener un recuerdo de esto.
Ella gime como una perra y me pide que la folle de una vez. La verdad es que nada me gustaría mas, pero tengo otros planes. No son los que nos han traído aquí, pero me están poniendo enfermo y hay algo que tengo que averiguar. Le saco los pechos del vestido y la dejo mas expuesta que nunca.
Utilizo otro pañuelo para cerrarle la boca, (si, había previsto un montón, después os cuento porqué) y le digo que voy a buscar algo al bar del hotel, que no tardo nada. La veo agitarse mientras salgo de la habitación y en el ultimo momento decido dejar la puerta entornada, pero no cerrada con llave… nunca se sabe y la verdad es que voy mas salido de lo que lo he estado nunca, tanto que ni me atrevo a intentar saber que me esta pasando por la cabeza.
Bajo a la calle y me encamino al sex shop donde empieza esta historia, esta aquí al lado y mientras llego os pongo en antecedentes. Lo hago intentando ocultar mi erección de la forma mas torpe que puedo, metiendo las manos en los bolsillos y desviando mi pene hacia un lado, no sin algo de dolor y notando las primeras gotas de semen apuntar en mis calzoncillos.
Capitulo segundo: De como Marisa y yo decidimos pasar un fin de semana apasionado.
Hola, me llamo Roberto y no voy a decir que este no es mi autentico nombre como se suele decir en este tipo de historias, si intentáis reconocerme en todos los “Robertos” que conozcáis, estáis bastante mas zumbados de lo que creéis.
Tengo algo mas de 40 tacos y estoy casado desde hace mucho tiempo con Marisa, que es como ya habréis imaginado la protagonista de esta historia tan real como la vida misma.
Marisa es algo mas joven que yo, algo mas baja, algo mas delgada y algo menos fogosa, al menos desde que tuvo su segundo hijo o debería decir tuvimos, que yo tambien tengo algo que ver en eso. Marisa es la mujer mas guapa del mundo, al menos para mi, aunque supongo que muchos otros tampoco dejan de mirarla al pasar, mediana estatura, pechos grandes y bastante firmes para haber amamantado dos hijos y a un servidor,culo respingón piernas largas y una melena larga que la hacen semejante a una sirena. Aunque como ya digo no es muy fogosa de unos años a esta parte, si que es muy coqueta y le gusta dejarse mirar con vestiditos como el de hoy, cortos y de vuelo, que marcan sus curvas, todas ellas, lencería provocativa medias, ligueros, y demás complementos, que hoy por lo que hemos visto estaban ausentes. Maquillaje ligero y complementos de buen gusto no demasiado recargados.
Desde hace un tiempo mi esposa es menos propensa a acercamientos íntimos, de hecho en algunos momentos podríamos decir que llegaron a desaparecer casi del todo. No intento con esto justificarme de mis esporádicas infidelidades. Ni es un asunto que os importe, ni es algo que me cause mayor remordimiento, se porqué hago lo que hago y es algo que solo a mi me incumbe. Simplemente lo cuento para enmarcar un poco la situación mientras vamos de camino a nuestro punto de partida.
Puede que ella lo supiera, puede que no, lo cierto es que últimamente, he notado un restablecimiento de nuestra rutina sexual y un ligero aumento de su apetito, es por ello que decidí poner termino a mis relaciones extra conyugales e introducir alguna variante para mejorar esta renovada oportunidad de mantener alguna de mis fantasías con la mujer que amo.
Tengo un compañero que no para de contarme sus episodios galantes con su esposa, a la que conozco personalmente mas de lo que el supone, así como con alguna otra. Un episodio recurrente es lo que el llama la historia del poli malo-poli salido. En esta fantasía, el finge ser un policía que detiene a una sospechosa y tras una detención con cualquier excusa que se adapte a la situación del día, la detiene, la interroga sobre sus actividades sexuales, la acosa y acaba follándosela esposada a la cama. Lo cierto es que había observado una vez que le conté esta historia a mi mujer, que la ponía bastante, así que decidí apropiarme de esta perversión si un día teníamos un fin de semana para nosotros solos. Y la ocasión era esta, un fin de semana en un pueblito de cataluña que visito por motivos laborales de vez en cuando y al que esta vez decidí llevar a mi mujer.
Comente con mi esposa mi intención de hacer este viaje con ella y le confesé cual era mi plan. La verdad es que lo tomó francamente con mas alegría de la que esperaba y me ayudo con los preparativos en todo momento, incluso me propuso visitar ese sex shop del que le había hablado y que me parecía especialmente idóneo por estar regentado por una señora de edad algo superior a la mía, cosa que me parecía menos violenta para mi esposa, quizás así se animaría a comprar algún conjunto erótico, o quien sabe, un sextoy.
Me equipé de los elementos necesarios para atarla y amordazarla, una placa de los grises que mi padre me dejo como recuerdo procedente de sus años de juventud cuando la utilizaba para colarse en sitios. Una pistola de air soft conseguida en una tienda turística, unas esposas del mismo sitio, pañuelos varios de mi esposa, y una cremita que prometía ser un excitante poderoso para las mujeres, comprado en el mismo sex shop al que ahora llego.
Capitulo tercero: El pajillero de la cara llena de granos.
Puede que vosotros no os hayáis dado cuenta, pero continuo este relato algunos días después de donde lo deje en el capitulo anterior. Evidentemente la historia continua en el mismo instante, pero han pasado tantas cosas desde ese momento, que francamente, lo que menos he pensado es en escribirlo todo en mi teléfono móvil, así que sigo de memoria con detalles que quizás no sean exactamente iguales a la realidad, puesto que he fantaseado tanto con lo que pasó, que no aseguro que algunas cosas no las haya inventado.
En fin, seguimos. El sex shop era y es una tienda con una única puerta a una calle mas bien estrecha y de sentido único. Poca visibilidad del interior al exterior y viceversa. Al entrar, lo primero que se encuentra es un par de lineas de estanterías con videos y DVD’s, pero solo las caja vacías, es necesario solicitar la película al dependiente que se encuentra al fondo del establecimiento. A un lado, unas cabinas de proyección bastante discretas, y junto a ellas, varias lineas dedicadas a todo tipo de juguetes, artículos de broma, disfraces, y artilugios varios.
En cuanto entré me deslice entre las estanterías dedicadas al cine y me acerqué con el mínimo ruido posible hacia la parte donde el dependiente daba la espalda. Este no me dedicaba la mas mínima atención, evidentemente no me había reconocido y estaba demasiado absorto en su trabajo.
El chico era joven, con un acné agresivo que cubría su redonda cara, gafas grandes y pelo rizado. Debía tratarse del hijo de la señora que esperábamos encontrar en el local, local que yo había visitado en alguna otra ocasión en solitario y que justificaba mi confianza para con mi plan.
Estaba concentrado en la pantalla del ordenador donde se observaban las cámaras de seguridad, pero yo no aparecía en ellas, tal vez por eso se había olvidado de mi reciente entrada, bueno, por eso y por la persona que si que aparecía en ellas y que me dejó con la boca abierta. Era la confirmación de mis sospechas, Marisa con el vibrador que le encontré en el bolso a medio meter en el chocho, con cara de satisfacción y vestida como una puta. No parecía consciente de estar siendo filmada ni de la atención que suscitaba en la audiencia.
El chaval estaba pasando todos los archivos a una llave usb y por eso ni se percataba de mi presencia. Tenia que hacerme con esa llave como fuera, y al mismo tiempo, borrar el disco duro del sistema de vigilancia. No podía dejar pruebas de lo guarra que podía llegar a ser mi esposa. Ahí a cuatro patas, metiendo en enorme ingenio en su potorro, que rezumaba jugos, un dedo en el culo, masajeando sus enormes peras y cara de no poder aguantar mas.
El plan pareció llegar solo.
Llamé la atención del chico que inmediatamente apagó la pantalla antes de reconocerme.
-No te asustes. Le dije, no tiene porque haber problemas si me escuchas.
-Yo no he hecho nada, no tiene derecho a montar ningún numero, ademas, si lo hace, sera la señora que lo acompañaba quien tendrá que dar explicaciones, yo solo hago mi trabajo.
Ya te he dicho que no tiene porqué haber problemas, esa señora es una compañera de trabajo y me gustaría ver la película contigo, nada mas…
-¿Seguro?
-Seguro.
Pareció dudar un momento mas, salio a poner el candado a la puerta para evitar mas intrusiones indeseadas y volvió a encender la pantalla.
Capitulo cuarto: Marisa se suelta el pelo.
El inicio del video nos mostraba a Marisa, mi esposa y a mí entrando por la puerta. En seguida fuimos hacia la zona de sextoys y Marisa reía nerviosa ante los enormes pollónes que llenaban las estanterías, me mostró alguno, en plan broma pero enseguida pasamos a la zona de la lencería erótica. Recuerdo que me preguntó si seria posible probarse alguna de las prendas que me mostraba. Tambien recuerdo decirle que habría que preguntar al dependiente, pero el video no tenia sonido, así que tampoco se escuchó el claxon de algún vehículo al que mi mal estacionado coche estaba impidiendo el paso. Como el hotel no estaba muy lejos, le propuse a mi esposa quedarse un momento mientras yo lo estacionaba correctamente y recogía la llave del hotel. Sabia que la situación la estaba excitando y esperaba que la crema que le hice probar unos minutos antes diera sus frutos. Si todo era así, al llegar al hotel estaría bien caliente para mi juego de los polis.
Aun la vi unos instantes mas mirando prendas, acariciandose los pechos o la entrepierna timidamente, casi como de pasada, antes de atreverse a preguntar al chaval si podia probarse algún modelito(no esperaba que lo hiciera estando sola) Este señalo las cabinas de video con cara desinteresaday hacia allí se dirigió mi esposa tras agarrar algunos modelitos.
La siguiente escena fue en el interior de la cabina, Marisa desnudándose (El cabrón tenia cámaras en ángulos insospechados lo que, estoy seguro, es ilegal a todas luces, aunque no creo que mi esposa lo supiera) Los pechos de Marisa, libres y enormes, sus largas piernas, su tanga negro bajando hasta las pantorrillas… ¿Tanga? No llevaba nada en el hotel… ¿Donde lo dejó? Su vagina casi depilada, suave, con los labios limpios y brillantes. Una caricia y pon braguita de encaje, quita y pon tanguita de latex,pon medias, prueba ligueros, prueba… ¿De donde sale ese vibrador? No lo había visto antes… Esta es la escena que vi al llegar… se esta poniendo tibia…. como disfruta la muy perra. Ojos cerrados, mordiéndose los labios. ¡Que puta es mi esposa!
Se pellizca los pezones, se hunde los dedos en el culo (no sospechaba que eso le gustara) se muerde los labios, se pone a cuatro patas y se chupa los dedos… ¡Pero que putón!
La puerta se abre. ¿Porque se abre la puerta? ¿ Acaso no tiene cerrojo? Su cara asustada, sus ojos abiertos revelan su sorpresa, se tapa los pechos y el coño, el chico, el dependiente, le habla con cara amenazante, no se lo que le dice. Probablemente que no se puede probar el aparato, la estará llamando de todo. De pronto, se abre la cremallera del pantalón y lo que dice es evidente. Marisa chupa, Marisa pajea, Marisa tiene una habilidad que no recuerdo que haya ejercido conmigo. Mi esposa se acaricia mientras acaba su faenita, mi esposa se corre como una cerda, mi esposa recibe una corrida en la cara.
Lo siguiente es Marisa quitándose la ropa interior, poniéndose su vestido y saliendo disparada por la puerta. Cruzando un tipo en el pasillo al que probablemente ni siquiera haya visto.
El dependiente recogiendo su tanga, llevándolo a la nariz y recogiendo la ropa interior.
Lo que sigue ni me quedé a verlo ni me importa, la continuación de la historia ya la conocemos.
Epilogo.
Probablemente el chaval no viera nada raro en que una placa de la policía tuviera aun el águila de la época de Franco, ni miraría con mucho detalle la pistola. Simplemente se limitó a darme los archivos, borrar el disco duro y verme marchar con un suspiro de alivio. Fui simpático y e deje el tanga para recuerdo. Unas pajillas a mi salud.
Tal vez debería contar lo que ocurrió al llegar al hotel, pero eso lo dejamos para la próxima historia aunque ciertamente fue mas interesante, pero ya se hace largo este relato y me duele la polla tanto como me dolía de regreso al hotel pensando en lo que tocaba. Aviso de espoiler, también en eso me equivocaba.