Teníamos curiosidad, así que nos decidimos a probarlo. Como no queríamos quedar con un par de desconocidos en un bar y que no fueran lo que esperábamos, nos decidimos por el club de intercambio más pijo de la ciudad. Nos explicaron cómo funcionaba y pasamos a la zona de barra-discoteca. El local estaba bastante animado, había parejas que se besaban y otras bailaban, tocándose. A media luz distinguimos gente de todas las edades, pero francamente, aunque había gente joven, creo que a mis 27 y sus 28 años, éramos la carne más fresca del lugar y en cuanto entramos, fuimos el foco de muchas miradas.
Se nos acercó una pareja de unos 50 años, él ya calvo y ella muy rubia, algo más joven que él, pero madura.
– No os habíamos visto nunca por aquí, ¿es vuestra primera vez? – nos dijo el hombre.
– Sí, teníamos curiosidad.
– ¿Queréis bailar? – preguntó.
– Íbamos a pedir una copa- les contestó mi novio, Javier.
– Ah, bien, entonces nos vemos después – y se alejaron, sonriéndonos.
Al menos, captaban pronto las indirectas.
– ¿Estás seguro, Javier? ¿No nos habremos equivocado de sitio, verdad?
– Tranquila Elena, es sólo el principio y como ves la gente no insiste. Relájate – Y me abrazó, bajando sus dos manos a mi trasero – mm qué culito, no se te notan las braguitas ¿es que no llevas?
– Sí, pero son muy finas, las negras transparentes…
Desde la barra veíamos como entre algunas parejas iba subiendo el tono y se marchaban de la habitación, la verdad que la atmósfera era muy erótica y aunque estaba tensa, me iba calentando poco a poco. No lo voy a negar, yo era un poco reticente pero Javier tenía esta fantasía desde hacía mucho tiempo y poco a poco me la había ido metiendo en la cabeza. En estas estábamos cuando entró una pareja que llamó nuestra atención. Él era alto y moreno y ella era castaña clara y muy esbelta, destilaban elegancia y estarían en la treintena. Ambos les miramos y ellos lo notaron y nos sonrieron, acercándose a nosotros. La falda de vuelo que ella llevaba parecía flotar.
– Hola, sois nuevos por aquí, ¿verdad? – nos preguntó ella, con una sonrisa.
– Sí, es la primera vez que venimos…
– ¿Estáis casados? – preguntó él, tenía una voz muy profunda.
– No, todavía no –contesté yo – ¿vosotros sí?
– Sí, desde hace 6 años, venimos aquí de vez en cuando, para avivar la llama – me respondió ella, guiñándome un ojo. – Soy Raquel y él es Pedro – Y ambos nos dieron dos besos, largos, reteniéndonos un poco más de lo acostumbrado.
– Vaya, me encanta tu vestido, estás increíble – dijo Raquel y me agarró un brazo – da la vuelta.
Di una vuelta y los tres me miraron.
– Eres un hombre afortunado – le dijo Pedro a Javier – tiene un culo perfecto.
– Pues no digamos tu mujer, debajo de esa falda tan vaporosa se intuye una maravilla… ¡y qué escote!
Raquel llevaba un escote al que no podía dejar de mirar, se me iban los ojos. No tenía los pechos tan grandes como los míos pero los tenía turgentes, redondos y la camiseta estaba estratégicamente colocada para insinuarlos.
– ¿Te gusta? – le respondió Raquel – Puedes tocar…
Javier me miró, como pidiendo permiso y un poco asustada se lo di. Le puso la mano en el pecho izquierdo, por encima del top y la movió muy despacio, cerrando ella los ojos. Pedro se había acercado a mí y había puesto su mano en mi vestido de lentejuelas, poco a poco la iba bajando. Raquel ya estaba abrazando a mi novio y nos miraba de reojo, mientras Javi empezaba a explorar su falda con la mano libre. Se besaron y Pedro seguía tocando mi trasero, la pareja nos miraba pero yo seguía un poco tensa. Raquel se separó por un instante.
– Voy al baño, ¿vienes conmigo?
– Vale
Me agarró de la mano y me guió por la pista hasta el aseo.
– ¿No has notado cómo te miraban todos?
– Sí, bueno, nos miraban.
– Te miran a ti, Elena, ¿sabes por qué?
– No – contesté, se había acercado a mí.
– Porque pareces todavía una niña y todos quieren quitarte la inocencia. Tan delgadita, con tu pelo claro, tus rasgos dulces…
Y me besó. Era la primera vez que me besaba con una chica. Mientras movía su lengua despacio dentro de mi boca, metió su mano por el escote de mi vestido negro y agarró mi pezón. Lo acariciaba y lo estrujaba, volviéndome loca. Busqué el pecho que hacía poco había estado tocando Javier, sintiendo su pezón erizado. Se separó de mí.
– ¿Te sientes mejor?
– Me siento increíble, me has tocado exactamente
como me gusta, me has puesto..
Me interrumpió poniéndome un beso en los labios.
– Imagínate qué más puedo hacer… pero, vamos con los chicos, estarán esperándonos.
Al volver Raquel agarró a Javi.
– ¡Vamos a bailar!
Pedro me llevó también a la pista. Volvió a poner una mano en mi culo, con la diferencia de que ahora yo la deseaba ahí. La otra la subió hasta mis tetas.
– Me encantan tus tetas- me susurró mientras me acariciaba – Deja que te las toque mejor. Y mientras me besaba abrió el escote de mi vestido dejando un pecho al descubierto, a la vista de todos.
Lo manoseaba y bajó a chuparlo. Algunos curiosos nos miraban y por supuesto Raquel y Javi no nos quitaban ojo. La erección de Javi se veía perfectamente a través del pantalón mientras bailaba con Raquel. Pedro me dio la vuelta, para frotar su paquete contra mi culo, quedando mi pecho expuesto a todos. Entonces Raquel se acercó y se inclinó para chuparlo, después me volvió a besar y metió su mano por debajo de mi vestido. Javi no quería quedarse atrás así que su mano desapareció debajo de la vaporosa falda de Raquel, buscando su rajita, lo mismo que Raquel hacía conmigo. Se había apoderado de mi coño y movía su dedo frenéticamente, frotando mi clítoris. Pedro me sacó el otro pecho y tocaba los dos, yo jadeaba, entrecerrando los ojos, casi sin ver a los curiosos que nos miraban. Mi coño chorreaba y yo empezaba a contraerme. Raquel también empezó a gemir, el dedo de Javi parecía estar haciendo efecto y yo no pude aguantar más y entre jadeos me corrí, de pie, delante de todos, con los pechos fuera en medio de la pista. El orgasmo fue tan fuerte que casi me doblé 90 grados, apretando mi culo contra el paquete de Pedro. Javi estaba alucinado y dejando un momento a Raquel, me besó y me dio las gracias al oído.
– Chicos, ¿qué os parece si pasamos a un reservado? – propuso Raquel.
Los dos aceptamos y nos fuimos de la pista. Cuando caminaba el hombre que nos había hablado al principio me paró y me tocó un pecho, diciéndome que había sido una escena estupenda. Estaba tan en otro mundo que no me había dado cuenta de que seguía llevándolos fuera. Le dije que quizás hablaríamos luego y me fui, siguiendo a los otros tres.
Ya en la habitación, Raquel nos dijo que necesitaba que alguien la calmase, que no se había corrido aún y no podía más. Se desnudó entera y después se tumbó en la cama. Pedro me quitó el vestido y me metí entre las piernas de Raquel, empezando a lamer su chochito, poniendo mi culo en pompa. Raquel le pidió Javi que pusiera la polla en su boca y Pedro, tras comprobar que mi coño estaba empapado, apartó mi braguita a un lado y me envistió con su miembro, dejándome casi sin respiración. La tenía muy gorda y me estaba llenando entera. El coño de Raquel era el primero que me comía y su sabor me encantó. Le metí la lengua en la vagina y con el dedo le frotaba el clítoris. Con la polla de Javi en la boca no podía gritar pero gemía como una loca y finalmente se retorció, corriéndose entre espasmos. Ahora que su coño estaba preparado, Javi quería probarlo así que me pidió que le cediera el sitio y la penetró, envistiéndola como si no hubiera mañana mientras Raquel se agarraba las tetas. Pedro había acelerado la marcha en mi coño y de repente me introdujo un dedo en el culo. Javi todavía no me lo había estrenado y aquel dedo me puso a cien. Con las manos me separé las nalgas, pidiendo más, quería que mi culo fuera de Pedro. A mi lado Javi no podía más y se corrió, rociando las tetas de Raquel de leche, soltando un gemido animal. Pero Pedro tenía cuerda para rato.
-¿Quieres que te abra el culo? – me preguntó Pedro.
– Sí, por favor, métemela en el culo.
– Espera, tenemos que ir despacio para que no te duela. Raquel, ¿puedes ensalivarlo y dilatarlo?
Raquel se levantó y con las tetas llenas de la leche de Javi se puso manos a la obra con mi culo. Lo lamió, metió un dedo, luego dos, luego tres. Pedro me estaba haciendo un dedo y yo estaba a punto de correrme otra vez.
– No te corras aún, quiero que te corras con mi polla dentro.
Se colocó detrás de mí y puso su glande en la entrada de mi ano. Empujó y entró la punta.
– ¿puedes devolverme el favor, Elena? Quiero que Javi me folle a mí también el culo.
A penas podía chupar su ano, Pedro me empujaba con fuerza, me dolía y me encantaba, me tenía loca de placer. Javi me estaba tocando las tetas y finalmente me tocó el clítoris.
– ¡Qué estrechito! Te lo estoy abriendo…
No pude más y me corrí, con la polla de Pedro en el culo. Al verme derrumbar, Pedro aceleró las envestidas, me empujaba como un toro. Me preguntó si quería su leche en mi boca y dije que sí, abriéndola de par en par cuando la sacó de mi culo y me apoyó la punta d ela polla en la lengua.
– Cómela zorrita, hoy te has hecho mayor – me dijo, mientras me llenaba la cara de lefa.
Caímos exhaustos sobre el colchón mientras Javi penetraba el culo de Raquel: el suyo estaba acostumbrado y había acogido la polla de Javi rápidamente. Raquel me pidió que fuera hacia ella y mientras estaba a cuatro patas bajó la cabeza para besarme y comer los restos de la leche de Pedro que quedaban por mi cara. Le toqué el clítoris hasta que se corrió, apretando la polla de Javi, que no pudo más y descargó todo en la entrada de su ano, metiéndole algunas gotas dentro.