Infidelidad, Jóvenes y Cachondas. No sé si será por lo cachonda que estoy últimamente, o por qué, pero me ha dado por recordar polvos de hace años y aquí os cuento uno que pasó sin proponérmelo aunque llevaba tiempo imaginándolo…
«¿Hest, puedes ayudarme?» «Claro, Kim, ¿cómo puedo ayudarte?» «Bueno… Esta tarde he quedado con Anthony y no quiero que mi padre se entere… ¿Por qué no te pasas por mi casa y le mantienes ocupado hasta que yo vuelva?…» «¿Y qué hago para mantenerlo ocupado?» «¡Seguro que se te ocurre algo! ¡Por favor, Hest!» «Vale, vale, lo intentaré…» Esa había sido mi conversación de la mañana con mi amiga Kimberly. Los padres de Kim estaban separados y ella vivía sola con su padre, David. El tendría unos 35 años o así y la verdad es que era de lo más atractivo. Se cuidaba mucho y era el típico soltero que tenía a todas las mujeres detrás, pero él pasaba de compromisos o ataduras; no se le conocía ninguna novia… Era un hombre de lo más agradable y Kim le quería mucho, pero a pesar de tener mucha confianza con él, le daba miedo decirle que se había echado novio.
Yo me llevaba muy bien con David, Kimberly era mi mejor amiga así que él me tenía un cariño especial por haber apoyado y animado a su hija cuando su mujer les dejó. La verdad es que alguna vez se me había pasado por la cabeza «montarlo»… Me era imposible no pensar en sexo cuando le tenía delante, al principio lo controlaba, pero llevaba una época muy salida y no podía quitármelo de la cabeza… A veces me masturbaba pensando en él… De modo que me daba un poco de cosa presentarme en su casa cuando Kimberly no estuviera porque tenía miedo de que él se diera cuenta de que me atraía o alguna cosa así.
Ese día hacía mucho calor, no recuerdo la fecha, pero bueno, sería verano porque las piscinas ya estaban preparadas. Yo me había puesto mi traje de animadora (¡oh, sí, Dios Mío! ¡Fui animadora del equipo de rugby del instituto!) Porque justo antes de ir a casa de Kim habíamos estado practicando. Llevaba una faldita roja y una camiseta blanca con la letra A en el centro también de color rojo, unas deportivas blancas y calcetines rojos. Llamé a la puerta de la casa de Kim y me estaba soltando el pelo justo cuando su padre abrió la puerta… Llevaba una camiseta de manga corta y un bañador tipo pantalón corto, al principio mi mirada se centró en su entrepierna, pero al momento, miré hacia arriba.
«¡Buenas tardes, Sr. Green! ¿Está Kimberly?» «No está, pero por favor, pasa, puedes esperarla aquí» «Gracias, pero por favor, siga haciendo lo que estuviera haciendo, no quiero molestar…» Dije esto sin poder evitar mirarle el paquete… «Mmm, me temo que es mejor que cambie de actividad…» (La verdad es que su paquete estaba un poquito abultado así que, con esas palabras, pensé que había estado masturbándose y eso me puso de lo más caliente…) «¿Por qué no esperas a Kimberly en la piscina? Hace mucho calor…» preguntó, «Es que no he traído bañador…» «Seguro que en el cuarto de Kimberly encuentras alguno que te valga. Ya sabes dónde los guarda…» «Gracias, Sr. Green» «¡Hester!» «¿Sí?» «¡Llámame David!» «De acuerdo», sonreí.
La habitación de Kimberly estaba en el piso de arriba así que subí las escaleras, abrí la puerta que dejé entre abierta, me acerqué al armario y saqué un bikini de color fucsia que sabía que me quedaba bien porque Kim me lo había prestado alguna vez. Mirándome en el espejo del armario, me quité la camiseta y el sujetador, me acaricié un poco las tetas y me pellizqué los pezones que estaban de lo más duros después de haberme imaginado a David masturbándose… Me quité las braguitas y la falda y me puse la parte de abajo del bikini, pero antes de hacerlo, también me acaricié un poquito, no pude evitarlo, estaba súper cachonda… Me excité aún más al oír el crujido de las escale
ras porque me hizo pensar que David había estado observándome y se alejaba al ver que yo había terminado… (Cuando yo le dejé, él estaba en el piso de abajo…) Desde el piso de abajo me gritó «¿Has encontrado algo que te sirva?» «Sí» contesté mientras soltaba un poquito la parte de arriba del bikini. Salí de la habitación, David estaba abajo, esperando. Abrió la cristalera del salón para que pudiéramos salir al jardín y a la piscina…
Yo no podía dejar de pensar en su paquete, lo había vuelto a mirar y esta vez me parecía que estaba un poquito más abultado que antes… Sexo, sexo, sexo… Era la única palabra que tenía en mi cabeza… «Bueno, voy a ver si me meto en el agua, a ver si me quito el calentón…» Me di una pequeña ducha, los pezones se me endurecieron todavía más entre el frío y lo excitada que estaba, se notaban a través de la tela del bikini… Me lancé al agua y pasó justo lo que esperaba que pasara, se me soltó la parte de arriba del bikini que yo había dejado un poco suelta. Seguí nadando como si no me hubiera dado cuenta. David se tiró al agua después que yo y le vi nadar hacia ella, la cogió en sus manos y se fue a la parte de la piscina donde no cubría, se sentó en el bordillo… Seguí nadando como si nada hasta que decidí acercarme al bordillo, donde estaba él. El agua me llegaba a los hombros. Fingí darme cuenta en ese momento de que se me había caído el bikini… Mire hacia el resto de la piscina, como desconcertada. «¿Dónde está?… ¿Dónde está?»
Me giré para mirarle y dijo «¿Esto?» enseñándome que tenía la parte de arriba del bikini en la mano. «Estás mejor sin él» Supongo que me sonrojé «No te sonrojes… Es verdad… Tienes un pecho precioso… Deberías enseñarlo más a menudo…» dijo mientras me acariciaba las mejillas, los labios y luego poco a poco el cuello hasta llegar al pecho. Me estremecí… «¿Está mal que desee a la mejor amiga de mi hija?» «¿Está mal que me atraiga el padre de mi mejor amiga?» Se bajó del bordillo a la piscina y empezamos a besarnos mientras nuestras manos recorrían el cuerpo del otro y le quitaba el bañador. Yo acariciaba su polla mientras él acariciaba mi coño. «Sé que no debería hacer esto, pero no he dejado de pensar en ello desde que te conocí, Hester…» «Seguro que no te has masturbado tantas veces pensando en mí como yo pensando en ti…» Eso le puso como una moto, me puso de espaldas, cara al bordillo y me la metió por detrás de una embestida mientras me manoseaba las tetas y no paraba de metérmela una y otra vez, yo mientras me metía los dedos en el coño y no dejaba de gemir y de gritar que no parara aunque me rompiera el culo, que me daba igual, que no quería que parara.
Cuando terminó, nos besamos y salimos del agua para dirigirnos a una tumbona tapada con una toalla. Me tumbé y él se puso encima, en sentido contrario. Empezó a lamerme el coño, mientras yo le chupaba la polla. Era la primera vez que yo practicaba un 69 como tal, había tragado más pollas y me habían comido más veces el coño pero, nunca había practicado el 69. «¡Vaya! ¡Qué bien la comes!…» Como única respuesta lo único que hice fue seguir chupándosela con más energía que antes… Dejé que se corriera en mi boca y saboreé toda su leche. «Tienes un coñito realmente delicioso, Hester, nunca había probado uno igual… Estás aún más buena de lo que pensaba y eres una verdadera putita…» «¿Y no te gusta que sea una zorrita para ti?…» «Sí, me pones a mil, hacía años que no sentía tanto placer… Nadie me excita como tú…» «Me alegra oír eso…porque quiero que sólo goces conmigo…» Al acabar nos pusimos de lado, besándonos y luego yo me coloqué encima de él. Me puse en cuclillas a la altura de sus labios para que pudiera seguir disfrutando jugando con su lengua en mi coño y yo mientras alargué mi brazo hacia atrás para acariciar un poco su polla.
Cuando la sentí tiesa y dura bajo mi mano, me retiré de sus labios y me coloqué a la altura de su polla, encima de él, insertándola despacio dentro de mi coño, gimiendo cada vez que me la metía un poquito más, hasta que me la metí hasta el fondo. Empecé a balancearme lentamente y luego más rápidamente, sintiendo su polla totalmente dentro de mí y gritando como una posesa por el placer que me hacía sentir… Mientras me movía encima de él, él no dejaba de decir guarradas…
Estábamos cada vez más excitados así que yo no paré de moverme cuando llegué al primer orgasmo, y así llegó otro, y otro… Fue entonces cuando descubrí que era multiorgásmica… Decidimos que aquel sería nuestro secreto. Nos vestimos y al poco tiempo llegó Kimberly… No sospechó nada… Le hice muchos más favores a Kim… Y a su padre…