Aquella inmensa verga se abrió paso en mi estrecho ano mientras yo gritaba de dolor, yo me calenté y comencé a disfrutar, me dio la vuelta y me clavó sus veinte centímetros, la cabeza del viejo taladraba mis entrañas y yo podía disfrutar cada centímetro de aquella maravillosa verga. Un río de semen inundó mis entrañas y mientras un choque eléctrico ascendía por mi cuerpo.
Hola a todos. Soy un chico latinoamericano que tuvo su iniciación como muchos otros: en familia. El culpable fue nada menos que mi abuelo.
En aquel entonces aun era un tanto inocente en cuanto al sexo. Escuchaba a mis compañeros de escuela contar sus experiencias. Mi pene ya se habia desarrollado y yo me encargaba de entrenarlo y mantenerlo ocupado.
Aquel día había decidido ir a pasar la noche a casa de mi abuela. Allá me sentía siempre cómodo y podía ver televisión cuanto quería. Me quedaba hasta tarde y cuando mis abuelos se retiraban a su habitación colocaba uno de los canales porno que había. Que masturbabas que me metía viendo aquellas imágenes!
Ese día mi abuela no estaba ya que se había marchado de visita a otra ciudad, y mi abuelo me recibió calurosamente como acostumbraba. Esa noche podía ver televisión no en la sala como lo hacia siempre sino que mi abuelo me invitó a verla en la habitación matrimonial. Aquello no me sorprendió ya que mi abuelo se disponía a acostarse y mientras veíamos el programa podríamos conversar en las pausas publicitarias. Debo decir que mi abuelo era un cincuentón bien conservado que se había mantenido en forma gracias al fútbol que practicaba regularmente.
Todo era de lo más normal. Nos cambiamos de ropa, nos acostamos y prendimos el televisor. Yo ocupé el borde de la cama y mi abuelo se acostó detrás de mi. Después de esperar un poco la serie comenzó, y todo fue silencio en la habitación. Esa noche presentaban una serie un tanto erótica pero mi abuelo me dejó verla ya que él estaba también bastante interesado. En una de las escenas dos chicas se bañaban desnudas y yo ya no podía disimular la erección que tenía. Mi abuelo, que se encontraba detrás de mi, creo que también estaba excitado y por un instante creí sentir algo duro presionando mi espalda. No le presté mucha atención al asunto y continué viendo la serie.
Sin ningún aviso mi abuelo comenzó a jugar conmigo. Me apretaba con sus fuertes brazos y decía que él era mucho más fuerte que yo. Que tenía que alimentarme mejor y hacer más deporte si quería ser como él. Yo le seguía el juego y trataba de soltarme de su abrazo usando todas mis fuerzas. Así continuamos hasta que él, un poco agitado, decidió quitarse la camiseta y la pantaloneta para poder luchar mejor. Yo hice lo mismo y quedamos los dos en calzoncillos. Del de mi abuelo sobresalía un gran bulto que no podía disimular.
Entre forcejeo y forcejeo mi abuelo recorría mi cuerpo y con su fuerza me ponía en las posiciones más inverosímiles. En una de las maniobras, su verga erecta se le salió y yo pude contemplar entre asombrado y envidioso aquella cosa grande y dura. Mi abuelo notó mi perturbación y me preguntó si ya había visto una verga antes. Yo le dije que solo la de mis compañeros en la ducha después de hacer deporte.
Mi abuelo pareció alegrarse con mi acotación y se lanzó sobre mi. Me dio la vuelta y me aprisionó con fuerza contra el colchón. Yo no sabía por que pero me encontraba excitado. Mi abuelo palpó mis genitales y dándose cuenta de mi estado me invitó a quitarme lo que quedaba para jugar más cómodos. Al él quedar desnudo mis ojos no podían creer lo que veían. Delante de mi había una verga inmensa con unas pelotas grandes que colgaban como yoyos.
Jugamos un poco más a la lucha y por ser yo el perdedor mi abuelo propuso un castigo: nalgadas. Yo accedí no sin temor pero completamente confiado ya que lo quería y sabia que no me iba a hacer daño. Mi abuelo se dispuso a tomar su tributo y así lo hizo sin demora. Me puso sobre sus piernas y me azotó, primero suave y después aumentando el ritmo y la potencia. En otras ocasiones hubiera llorado pero esta vez había algo que me hacía aguantar y disfrutar lo que sucedía. Después de varias nalgadas mi abuelo cesó de castigarme y me lanzó sobre la cama. Mis nalgas me ardían y estaban bien rojas.
– Esta noche vas a aprender lo que significa ser una puta. – ¿Queeeeeé? – Si una puta como las que sabemos…¿Crees que por ser varoncito no te puede pasar nada? – Pero… (en mi interior ardía un nuevo y desconocido deseo) – Ya verás como aprendes y ni se te ocurra gritar…
Se abalanzó sobre mi y con todo su cuerpo me apretaba como queriendo clavarme a la cama. Yo no podía respirar bien así que le supliqué aflojara un poco. Al hacerlo intenté huir pero fue en vano. Él me agarró de nuevo y mientras con una mano aprisionaba mi cuello con la otra empezaba a acariciar mis enrojecidas nalgas.
– ¿Que te crees, putica, crees que no se que es lo que te gusta?… hoy no sales de aqui virgen…
Con un fuerte movimiento abrió mis nalgas y escupió sobre el. La saliva facilitaba el trabajo de sus ansiosos dedos que me masajeaban y empezaban a penetrarme. Yo sentí un poco de dolor pero al ver lo inútil de mi resistencia me relajé y lo dejé hacer.
– Listo para sentir lo que es ser una mujerzuela… – Aun no, por favor, aun no……
Él no hizo caso y aquella inmensa verga se abrió paso en mi estrecho ano mientras yo gritaba de dolor. Mi abuelo me tapó la boca y se detuvo mientras susurraba a mis oídos…
-Así, mamita… así rico … que culo tan apretadito…relájese un poco y verá como goza…asi…
Su lengua recorría mi cuello y orejas, yo me calenté y comencé a disfrutar….
– Ves que no es difícil…aguante un poco y verá como la llevo al cielo…
Viendo que yo ya estaba más dócil, me dio la vuelta, puso mis pies sobre sus hombros y me clavó sus veinte centímetros mientras me besaba apasionadamente. Yo gemía y de un momento a otro comencé a pedir más y más. Mi esfínter se amoldaba más en cada embestida, la cabeza gruesa del viejo taladraba mis entrañas y yo podía disfrutar cada centímetro de aquella maravillosa verga.
– Se ve que eres una putita glotona. Yo siempre te tuve ganas y solo estaba esperando el momento adecuado para hacerte mía…
Sus embestidas eran cada vez más fuertes….
– Oh…mijita con ese culo va a llegar muy lejos…. – Si, abuelo, si…yo soy su puta, su perra, su esclava…de ahora en adelante le obedeceré, hare lo que me diga….
Él se calentó más y me dio un par de bofetadas. Para que te vayas acostumbrando, me dijo.
Yo estaba super excitado y con mis manos libres lo ayudaba a empujar más contra mi…Era tan rico sentir aquella tranca entrar y salir de mi,
– Oh…abuelo…más…más… – Me vengo… mamita…Ahhhhhhh…
Un río de semen inundó mis entrañas y mientras un choque eléctrico ascendía por mi cuerpo…
– Uhhhhhhhhh
Mi abuelo sudoroso se salió de mi. Un sonido hueco como cuando se saca un corcho resonó en la habitación y yo respiré tranquilo en un éxtasis desconocido…
Aquel día perdí mi virginidad y descubrí que había nacido para ser mujerzuela…o mejor dicho putita como mi abuelo me bautizó y como desde aquella noche me llama cuando estamos a solas. Mi abuelo resultó ser un pervertido y en los siguientes meses aprendí muchísimo más: mamar, lamer, comportarme como un perro, ser exhibido, humillado y azotado en diferentes formas. A mi abuelo le debo mi iniciación, y por eso escribo hoy este relato para agradecerle.
Gracias querido abuelo. No se que hubiera sido de mi sin tu ayuda…
Autor: Stute
Muy lindo relatos, me trae muchos recuerdos lindos
Está muy riko este relato me excité un resto, me gustaría que varios viejos me cogieran [correos NO permitidos en comentarios – eliminado por administración R.M.]
Me parece que es un maravilloso relato y si es cierto es doblemente caliente, soy de Caracas
saludos