Amor Filial Hetero, Madre e hijo. Las vacaciones continúan y se repite el momento de intimidad entre la madre y el hijo.
Todo esto sucedió a comienzos de este año. Les conté lo que había sucedido en el hotel. Salimos, mi hijo y yo, del hotel muy de mañana, estaba soleando. Hacía unas horas mi atrevido hijo mientras «dormía» me había hecho revivir las sensaciones propias del sexo, haciéndome gozar, aunque no esté bien decirlo, como hacía tiempo no lo hacía con nadie. Pero no podía hacerle ningún comentario ni menos un reproche, pues yo era muda cómplice, yo su propia madre y eso a la luz del día me tenía angustiada. Sin embargo, en la noche siguiente volvió a suceder algo, en plena casa de nuestros parientes…
En efecto, ese día lo pasamos con la familia, al otro día fuimos de paseo también en familia y por la noche nos hicieron una pequeña fiesta de despedida, pues en la siguiente mañana partiríamos. A mi hijo se le veía normal, con sus primos y amigos que le presentaban, a mí no me prestaba atención. Esa noche de despedida estaban otros parientes y amigos, y mi prima como que me quería conseguir una pareja le hablaba de mí a uno y otro y le decía que soy divorciada etc. etc., todo entre amigos tragos y bromas, bailamos. A mi hijo casi no lo veía. Había un tipo que me caía muy bien, era maestro y bien educado, pero también era audaz. Me hacía unos números al bailar y yo gozaba de lo lindo.
Me invitó a conocer ese instante un lugar místico y no sé qué, y mi hermana: «anda ve un rato» así que fuimos. No aprecié casi nada, era un pequeño lago con árboles que tenía una historia etc. Rato después nos estábamos besando y luego me empezó a frotar la espalda y a manosearme las caderas. Tenía fuerza y me apretaba hacia su cuerpo. Yo noté algo raro en mí, allá en mi ciudad no hubiera permitido esto, pero ahora me excitaba rápido, me sentía desinhibida y allí parados trató de abrirme las piernas con su muslo y se metía en medio, esto me sofocaba, mis piernas parecían doblarse hasta que le dije: ¡NO, Basta!.
Me arreglé la ropa y regresamos, seguimos en la fiesta y mi prima toda emocionada me hacía bromas con el profesor y todo el mundo lo coreaba, y yo sólo reía. Eran más de medianoche y quedábamos muy pocos en la reunión, entre ellos el profesor, mi prima, y algunos más. Yo había perdido un poco el sentido de la decencia, estaba dispuesta a tolerar más la audacia del maestro y esperaba que me lo proponga de nuevo, no suelo ser así, me dicen que me empezaba a descontrolar y a parecer un poco vulgar u obscena, con bromas de doble sentido y estoy apenada ahora, pero en ese momento parecía otra, hasta que alguien le dijo a mi hijo que me llevara adentro y que me hiciera acostar, temían que haga algún ridículo, además tenía que viajar temprano, me llevaron contra mi voluntad (qué vergüenza). Me dieron no sé que remedios, vomité y encima mi hijo me regañó. Yo estaba muy bebida.
En casa, desde que llegamos, nos habían asignado una sola habitación a mi hijo y a mí, yo en la cama de madera y él en una cama plegable que de día lo desarmaban. Cerramos la puerta y yo estaba hecha una sinvergüenza, me saqué la ropa pidiendo ayuda de mi hijo y no me importaba si me veía o no, la falda, los zapatos, las medias, la blusa, me puse una bata y después me saqué el calzón y el sostén. Y le dije que para qué iba a armar su cama si ya nos teníamos que ir mañana temprano, y a esa hora ya no era necesario, o «me tienes asco porque he tomado», (él estaba sobrio, había bebido poco, más tenía aliento a cigarro, creo que había salido con sus primos).
Y así, dormimos los dos juntos en la misma cama de nuevo. Pero con un descaro inusual, (y esto con una lucha interna mía), ya dentro de la cama le di la espalda como esperando que se repita lo de la noche anterior y con un torpe disimulo, poco a poco, debajo de los cobertores, me iba levantando la bata y haciendo espacio y poniéndom
e en posición de espera para en cuanto él se decida, si quería hacerlo de nuevo, me tomase, como por asalto, le ofrecía mi enorme trasero con las nalgas descubiertas, humedecida y olorosa de deseo carnal, y a mi hijo a mi lado le sentía su calor y me agarré fuerte de la sábana con la bata abierta, cuando él me rozaba parte del cuerpo o nuestros pies.
Creo que actué como una zorra sucia queriendo que mi propio hijo me penetrara la ansiosa vagina, pasó un rato y yo le acercaba las nalgas (claro como quien lo hace casual) hasta que lo llegué a rozar y sentir su gran herramienta en trusa y me empezaba la salivación de la boca y de la vagina como a una perra de Pavlov. A pesar de estar mareada lo hacía con lentitud, disimulo y cuidado de no parecer una guarra, y cuando sentí su verga levanté un poco el culo pues como esta vez no llevaba el calzón estaba lista para recibirlo con ganas, pero para mi gran asombro, al sentirme, él se retiró un poco, sutilmente, alejándose de mí como rechazándome y más tarde … se dio vuelta, me dio la espalda y se durmió. ¡No lo podía creer!.
No saben cómo me moría de la vergüenza de ser descubierta insinuándome, me decía a mí misma «¡torpe, torpe, torpe!» más tarde por cansancio, impotencia y tristeza, me quedé dormida. Estaba aún oscuro, no sé qué hora sería, me dolía un poco la cabeza, pero me desperté, más bien me despertaron unos raros sonidos y sensaciones, mezcla de sueño y realidad. Esto era para no creerlo, no me di cuenta cómo empezó, no sé en qué momento había sucedido, y sólo me mordí la lengua y a blanquear mis ojos para empezar a gozar como burra. La pingasa de mi hijo toda gruesa y sabrosa me había penetrado profundo en mi vagina, con lentitud y una magistral precisión que me volvía loca y me puse a arañar la almohada y a ahogar mis jadeos para no interrumpir la faena que mi amor me propinaba con sabiduría de un viejo experto en hacer gozar sin usar las manos.
Mi machote, que parecía no querer nada conmigo, el muy picarón había esperado que me duerma para, sin darme cuenta (y en efecto lo logró), meterme la pieza, yo me moría porque me agarre las tetas, por que me estruje las nalgas y me de palmazos en el culo, de manosearle los huevotes cargados de leche, de arañarlo y revolverle el cabello, pero no podía ser, sólo me doblé un poco empiné cuanto pude el culo y acompañar su movimiento de acción con uno de reacción mía, de manera que la penetración sea lo más profunda posible, y vaya que me hacía gozar como a una quinceañera, yo babeaba, me venía copiosamente y él me empujaba su instrumento que me parecía enorme y no podía evitar emitir unos ¡¡¡Ahhh!!!… ahhhh… aaaahhhh….., a lo largo de su embestida. Su pene al introducirse a mi vagina se paseaba por el canal húmedo que formaban mis nalgas y luego me la metía todo cuanto podía y eso me excitaba demasiado
Teníamos una dificultad, pues las piernas mías se juntaban, me cansaba elevarlas un poco, y el muy aguantador de mi vida, seguía bombeando, y yo quería sentir en mis cachetes su testículos, quería que me agarre con las manos pero no me atrevía a nada, mas de pronto levanté pesadamente mi muslo sobre el suyo que casi estaba entre mis piernas, dándole más espacio y esto causó un momento tenso, y en mi intento de darle confianza sólo se me ocurrió respirar como si tuviera un sueño pesado, además he dormido con amigas y mi esposo e hijos de niños que sé que uno a veces levanta sus piernas y lo pone encima de los demás, creo que él también entendió así y siguió con cautela despacio y luego aumentado la velocidad, ya que tenía un poco más de libertad de acción y ayudado por su muslo que me levantaba un poco el mío, sentía que la penetración era mayor.
Él me tenía tomada de la bata y ya nos cacheteábamos su ombligo con mis nalgas a cada empuje que crecía en velocidad, signo de que estaba por coronar. De pronto sentí que se levantaba un poco y desde el aire, con un mejor impulso, me metida la hermosa pieza que tenía entre las piernas, pero también sentía que evitaba metérmela hasta la raíz de su pinga, intuyo que para que yo no sienta sus golpes
o empujones a mis nalgas y me despertara, y eso me desesperaba, qué más da, quería que se me aventara con todo su peso sobre mí, pero se contenía y yo lo más que atinaba era a poner el culo de la mejor manera posible y no malograr sus precauciones.
Mi hijo respiraba toscamente, y empezó a eyacularme la espesa leche caliente, con una sacudidas que enviaban sorbos de semen, nuestras partes estaban sudorosas, y a mí me dolía el cuerpo de estar en esa postura por tan largo rato. El pobre tenía cuidado hasta al separarnos, tras un rato se redujo su pene y me la sacó despacio, acomodó mi muslo con el suyo e incluso con su pijama me limpió por fuera, yo quería abrazarlo y besarlo pues me había hecho feliz, me salieron unas lágrimas, al rato él se levantó, se fue al baño, y yo tenía que seguir «durmiendo» a pesar de querer más, o al menos darme una ducha, me dormí así.
Y así fue, sé que hubiesen querido leer tal vez situaciones distintas, pero así es la realidad. Ahora hemos vuelto a nuestra casa, y lógicamente cada uno a su habitación, no saben cuánto ansío repetir la aventura pero no tengo pretexto, no sé cómo hacer y no sé lo que él esté pensando, es muy difícil para mi pues soy su madre y sé que esto no está bien, no quiero dar el primer paso, no sé cómo…, pero algo haré… Gracias.
De que sirve que uno te de la informacipon de quien son los relatos si al final te la pasas por el arco del triunfo y la borras
Buenas, no he borrado nada, me has indicado de quien es un determinado relato? si es un comentario, lo dejo incluido, si eres el autor, te lo atribuyo a un usuario. Si tienes alguna queja que quieras que resolvamos, escribeme a [email protected] y lo haremos lo antes posible.
Excelente relato. algo confuso por momentos, pero muy bueno. Me gustaría que ella me escribiera y me contara más cosas. Espero que se desinhiba y logre ser «pareja » de su hijo.
PD: si hay alguien que tenga más relatos de incesto me encantaría me los envíe a mi e-mail.
Chao