Amor Filial Hetero, Incesto. Ahí estaba yo. Las entrañas de mi hermana aprisionando mi verga con fuerza. Habiendo vivido el orgasmo más delicioso de mi vida, aún no estaba del todo saciado. Sus palabras de aceptación me motivaban a seguir.
Salí de la vagina de Deborah. Había gozado del doble placer que produce follar con una hembra deliciosa, que además es mi hermana de padre y madre.
Besé sus labios, su cuello, volví a recorrer esas tetas que no me cansaba de masajear. Ella volvió a excitarse, a gemir de placer. La puse boca abajo, y fui dándole masaje en la espalda.
Chupetones y cosquillas con la barba a lo largo de su columna vertebral, justo en la canal que nacía en su trasero. Llegué a sus nalgas, rotundas, redondas, deliciosas y mojadas por nuestros fluidos sexuales, la cama en esa área estaba totalmente empapada.
No me resistí, así que la hice que se alzara, quedando frente a mí en cuatro patas. Mi verga volvía a pugnar por encontrar un refugio dentro de su cuerpo. Jugué con el glande a la entrada de su vaginal disfrutando de la sensación de sus sedosos labios vaginales.
-Mmmmmmmmmmmmm—- decía ella deleitándose con el juego.
Yo le introducía solo la cabeza para retirarla después, hasta que decidí que era tiempo de penetrarla. Me fui deslizando lentamente por aquella gruta deliciosa. Su interior volvió a recibirme, esta vez en ángulo distinto, pulsando puntos sensibles diferentes. Ella misma se hizo para atrás.
Mi hermana se fue empalando deliciosamente, hasta que toda la longitud de mi verga estaba en su interior. Iniciamos un ritmo lento, girando la verga en su interior, hasta que aceleramos.
Ella gemía con cada embestida, mordiendo la almohada. Éramos dos animales en plena danza de apareamiento. Un perro y su hembra, que a la vez era su hermana. Sus tetas se bamboleaban y mis manos las oprimían con ganas. La vieja historia del dios Osiris, Hermano y esposo de la diosa Isis.
Deborah, mi Isis personal movía las caderas en busca de verga en su interior y de placer en todo su cuerpo, a la vez que sus contracciones vaginales me daban mucho gozo, me elevaban a alturas de placer que jamás creí vivir.
Yo perforaba y perforaba, y ella gritaba, presa de nuevos orgasmos, que en serie le hacían colocarse en un éxtasis salvaje, que no disminuía ni un segundo. Las olas de placer me alcanzaron a mí, pues a cada orgasmo de mi hermana, yo sentía la delicia de sus presiones.
No soporte más, y descargué violentamente un orgasmo tremendo, que no era menor que el anterior. Sus flujos vaginales corrían combinados con mi semen, desde su coño hasta las sabanas. Sus muslos deliciosos estaban embarrados de líquidos.
Nos detuvimos un instante, gozando del placer de un largísimo orgasmo que alcanzamos a la vez.
Me salí de su interior, yo sudaba como un búfalo, pero no me sentía cansado. El trasero de mi hermana se presentaba frente a mí, ella en cuatro patas, jadeando, yo de rodillas tras ella. Mis manos comenzaron a sobar sus nalgas. Mis dedos jugaban con su vello púbico, con su raja, hasta que repararon en el ano.
Me acerqué a ese ano y comencé a lubricarlo con el dedo.
-Hermano, por ahí no es– Me dijo Deborah un poco alarmada.
—hermanita– le dije tranquilo–solo quiero que conozcas nuevas sensaciones. Si algo no te agrada, dímelo y le paramos, nos olvidamos de eso y ya.
–Vale master, solo porque me pillas eufórica, que si no…
Mi verga estaba literalmente barnizada de semen y flujos amatorios de mi hermana, por lo que no fue necesario lubricarla, coloqué la cabeza en sus arrugados pliegues y presioné un poco.
-Sigue… Parece que me agrada– me pidió ella en ese tono de mando que tiene cuando algo la excita y lo desea para pronto.
Fui penetrando despacio, era su primera vez anal, solo de pensar que estaba desvirgándole el recto a mi hermana, me mareaba de excitación. Empujé con lentitud, con ternura, sintiendo las maravillosas sensaciones que produce el sexo entre personas de la misma sangre. Lo m&
aacute;s intimo y profundo de ambos, nuestros genes se estaban removiendo. La unión más prohibida, más satanizada, era en realidad la unión perfecta, maravillosa de un hombre y una mujer que tienen instintos muy desarrollados.
-me….me duele un poco pero es agradable hermano– dijo ella, sin dejar de hacer su culo hacia atrás.
De pronto estuvo totalmente penetrada por mí. Inicié un movimiento lento, calculado y cuidadoso, ella gemía.
-aaaaahhhhhhhhh aaaaaaaaahhhhhhhh es delicioso…gritó mientras yo seguía taladrando, perforando el maravilloso ano que asombrosamente se dilataba muy bien.
Mi verga estaba en su interior y mis testículos tocaban el hermoso coño que me encanta acariciar. Me moví cada vez más rápido, mi hermana correspondía a esos movimiento, además de brindarme sus presiones anales, mi verga estaba en el interior de una deliciosa maquina sexual, nuestro ritmo ascendía, sus manos estrujaban el metal de la cabecera de latón, su garganta emitía excitantes gemidos, y mis manos no paraban de sobar ese escultural cuerpo.
Mi hermana tensó su espalda a la vez que yo sentía la llegada de un nuevo orgasmo, ella comenzó a venirse, yo le metí tres dedos de golpe en la vagina y eso fue la locura, pues la presión extra la hizo gritar en medio de un paroxismo.
Y en el interior de esas oleadas yo eyaculé en un orgasmo telúrico, estando hasta el fondo de sus entrañas. Ambos gritábamos como locos, presas de un placer mortal.
Quiero que sepan todos que estas son experiencias reales, que si tardamos tanto en escribirlas es porque hay muchos recuerdos que poner en claro y una redacción tiene que ser aprobada por toda la familia.
Un mensaje a los moralistas.
Si, es posible que nosotros seamos unos depravados, sucios y todo lo que dicen, pero jamás hemos cometido el pecado de pelear entre hermanos, traicionar a una pareja con una noche de lujuria en secreto o el máximo pecado.
La hipocresía de gentes que desearían follar con sus hermanos y no se atreven por miedo a que las vaya mal o por temor a la ridícula idea de un castigo.