-Ya falta poco para llegar – dijo Lorena, amiga mía y compañera de la escuela donde dábamos clases. Había sido el último día del periodo escolar y nos habíamos puesto de acuerdo para tomar un café en su casa y calificar juntas. Ambas rebasando los 35 años, teníamos un año de conocernos y habíamos llegado a compartir muchos buenos momentos en tan poco tiempo, pero no habíamos tenido tiempo para conocernos más a fondo.
-Oh, oh, no puede ser – dijo Lorena moviendo la cabeza cuando el autobús se aproximaba a la esquina. Yo me quedé pasmada al ver su expresión fija hacia el frente, como preocupada, y aunque le pregunté qué pasaba no me respondió y permaneció inmóvil mientras como yo, viajábamos de pie en aquel vehículo.
Subieron dos individuos cuando el autobús se detuvo. Uno de ellos mediría 1.80, mientras que el otro, moreno, tenía una estatura mediana. De unos veintitantos años y complexión musculosa, ambos tenían pinta de vagos, en sus brazos podían apreciarse tatuajes y el más alto estaba rapado totalmente de la cabeza.
-Discúlpame por no advertirte, no te vayas a resistir porque puede ser peligroso…estos tipos no miden consecuencias y te pueden lastimar- dijo Lorena, mientras los tipos se abrían paso a empujones mirando de arriba a abajo a las mujeres y los hombres permanecían sentados.
-De qué estás hablando? Respondí, pero al momento fui interrumpido por uno de ellos que se dirigió a Lorena mi amiga, mientras ella se agarraba fuertemente del tubo superior del autobús, mirando fijamente hacia abajo: -¡Vaya…veo que «Nalgas ricas» regresó!…seguramente vino por más acción…
-Y trajo una amiga, mira! -dijo el otro, mirándome hacia mí. Yo los miraba con desaprobación por usar ese lenguaje con nosotras, pero de repente comencé a asustarme cuando distinguí un revólver bajo la chamarra del tipo alto y después más cuando levantó la falda de Lorena descaradamente y comenzó a manosear a mi amiga, que me miró con ojos de cordero indefenso. El tipo de un solo jalón bajó las pantaletas de Lorena hasta medio muslo y continuó dándose gusto con las manos.
Mi pánico comenzó cuando escuché la voz del otro tipo justo detrás de mí…
-Vaya vaya! mira…»Nalgas ricas» trajo a una amiga…creo que esta vez nos daremos gusto por separado.
Cuando sentí sus manos subiendo mi falda miré a Lorena mirándome fijamente y moviendo su cabeza…de inmediato me vinieron a la cabeza sus palabras….»No te vayas a resistir…estos tipos no miden consecuencias… te pueden lastimar». Me quedé totalmente paralizada. Sentí cómo el sujeto bajó mis pantaletas bruscamente, y busqué inútilmente apoyo en los otros pasajeros, que miraban hacia otros lados, haciéndose disimulados, tal vez sabiendo que los tipos iban armados…Escuché casi al unísono el sonido de los cierres de los pantalones de ambos bajarse y vi al tipo alto juntar su pubis con el trasero de Lorena, que solamente apretó los labios para evitar expresar su inconformidad.
Yo estaba helada. Sentí las dos manos del tipo que estaba atrás de mí separar mis glúteos y de un solo movimiento sentí su miembro entrar por mi vagina hasta el fondo de mi ser. Llena de vergüenza, miré nuevamente a Lorena. Estaba ya inclinada hacia adelante, y el sujeto alto la bombeaba una y otra vez, de forma casi salvaje.
Sumisamente, dejé que el tipo detrás de mí me inclinara hacia delante y mi trasero quedó elevado mientras él ya se daba gusto penetrándome. Una señora cincuentona que iba sentada me tomó de la mano, tratando de confortar mi notable terror.
Los dos sujetos se aprovecharon de nosotras por un tiempo que me pareció larguísimo. Jamás me había sentido tan usada como en esa ocasión, pero lo más sorprendente de todo fue cuando escuché un gemido de Lorena y la miré: estaba llegando a un orgasmo!…Entonces mi mente cambió, me di cuenta de que sufriendo no llegaría muy lejos, y entonces comencé a darme cuenta de que al relajar mis músculos los movimientos del tipo detrás de mí también comenzaron a gustarme.
De manera inconsciente comencé a mov12erme como lo hacía con mi esposo, haciendo círculos con mis caderas, lo que pareció gustarle al tipo. Sentí a la señora pasajera darme unas palmaditas en la mano, y al mirarla me sonrió. El sonido de su miembro entrando y saliendo de mi lubricada vagina comenzó a ser percibido por algunos pasajeros que discretamente voltearon a mirar mi rostro ruborizado, y después de que las acometidas comenzaron a volverse gradualmente más bruscas, sentí por fin una descarga de esperma invadirme. Mordí mis labios para evitar dar un gemido de placer en medio de mi orgasmo, pero me di el gusto bombeando y contraje mis músculos internos para obtener la última gota del líquido dentro de mí, no deseaba desperdiciar ese placer totalmente.
El tipo salió de mí, se subió el cierre casi al mismo tiempo que su compañero, y sin decir palabra bajaron del autobús de manera tan rápida y brusca como subieron. Los pasajeros se acomodaron nuevamente en silencio, y solo algunos nos miraron a Lorena y a mí. Ella y yo continuamos en silencio, mientras sentí una cantidad de esperma escurrirse deliciosamente por dentro de mi pierna.
Finalmente, llegamos a nuestro destino y bajamos del vehículo. Pude notar que Lorena temblaba aún como yo…
-Lista para disfrutar un poco de café? – dijo tratando de mostrarse tranquila, y caminamos hacia su casa.
No platicamos de lo sucedido durante esa tarde. Calificamos todo el tiempo en silencio, tomando café y galletas. No sabía qué pensaba Lorena, pero yo me la pasé pensando por qué de alguna manera no me sentí asaltada, pues mi orgasmo fue estupendo, y al regreso a mi casa pensé en que tal vez no sería mala idea volver a planear una reunión de café en casa de Lorena.