Empecé a moverla arriba y abajo lentamente, notaba cómo Carmen se deshacía de placer. Mientras mi hermana seguía perforando el culito de su hija, que también estaba ardiendo viendo cómo madre e hija eran sodomizadas. Juan no pudo aguantar más. Miraba a su mujer y a su hija sin decidirse mientras se masturbaba. Al final se decidió por la inocente boca de Leticia. Se sentó en la cama y le ofreció su incipiente polla empalmada a su enculada hija.
Esto ocurrió un par de años después de iniciar relaciones sexuales con mi hermana. Después de haber follado con alguna de sus amigas, decidimos irnos de vacaciones los dos, por supuesto pagando los padres.
En aquella época mi hermana tenía unos 20 y yo acababa de cumplir los 21. Nuestro destino era un safari fotográfico en África. La intención era hacer fotos, ver animales y follar como salvajes en un país tan salvaje.
Aunque al principio pensamos que todos esos planes podrían fastidiarse, de la agencia de viajes nos dijeron que también vendría una familia con nosotros que se había apuntado para las mismas fechas. Todo un fastidio para nuestros planes de orgías en el África negra.
Quedamos en el aeropuerto para recoger los billetes. Nosotros llegamos primero. Cogimos los billetes y la típica bolsa de viaje de regalo y esperamos a embarcar, así que no supimos quiénes iban a ser nuestros compañeros de viaje hasta que no llegamos a Nairobi. Nos imaginábamos lo peor, una familia llena de niños pequeños, chapados a la antigua y capaces de asustarse de cualquier cosa que se saliera de lo normal. En el aeropuerto nos esperaba un guía de la agencia con el nombre de esta. Allí vimos los que serían nuestros compañeros de viaje.
El padre, Juan, era un hombre alto de algo más de cuarenta y cinco años, tenía el pelo bastante canoso y eso le hacía parecer un poco mayor. La madre, Carmen, rondaría los cuarenta y cinco también, pero aparentaba bastante menos, muy bronceada de media estatura, teñida de rubio oscuro tenía un buen cuerpo y unos grandes pechos. La hija, Leticia, rondaría los dieciocho. Más bajita que la madre era morena, pechos más pequeños, pero muy atractiva y encantadora. Resultaron ser muy simpáticos, y ya en el autobús empezamos a charlar. Esa tarde hacía mucho calor y con el cansancio del viaje decidimos bajar a la piscina.
Allí pudimos comprobar que los pechos de la madre eran de silicona, imposible que tuvieran esa consistencia. La verdad es que la madre en bañador estaba muy bien, pero la hija lucía un bikini que marcaba un cuerpo menos exuberante, pero más excitante. El padre resultó ser un hombre bastante fuerte, aunque con un poquito de tripita, debido a su edad más que nada, y la verdad es que no perdía de vista el tanga de mi hermana en ningún momento.
Esa noche mientras follaba con mi hermana me confesó que quería que nos pasáramos por la piedra a toda la familia, yo le dije que con la madre y la hija no había problemas, que me encargaría de ellas y ella del padre.
Juan, con el que ya habíamos entablado cierta relación, nos invitó a su enseñarnos el ordenador portátil. Llegamos a su habitación. Tenía dos camas, una doble para los padres y una más pequeña para la hija. Juan sacó de la maleta el ordenador y empezó a enseñármelo, mientras mi hermana daba vueltas por la habitación. Llevaba el bikini y un pareo que le cubría la parte de abajo para no ir por el restaurante con el tanga. Dijo que tenía calor y se quitó el pareo, de esa manera prácticamente podía lucir su culito. Noté cómo Juan miraba de vez en cuando a mi hermana. Ésta siempre intentaba agacharse a su vista para mostrarle todas sus dulzuras. El hombre empezó a sudar más y más, la verdad es que hacía calor. Estábamos en su cama, echando un vistazo al ordenador, mi hermana se puso enfrente, mostrando toda su delantera enfrente de nosotros. A Juan se le salían los ojos de las órbitas.
– Hace muchísimo calor ¿verdad?- preguntó mi hermana mientras se pasaba la lengua por los labios. Entonces se acercó a mí y empezamos a besarnos. Juan estaba como paralizado viendo cómo dos hermanos se besaban de esa manera. Yo le quité la parte de arriba del bikini a mi hermana, con lo que sus pechos terminaron de saltar. Empecé a chupárselos mientras ella seguía excitando a Juan con la lengua y la boca. El pobre no aguantó más y empezó a besarla, evidentemente no había tardado mucho en ceder a la tentación. Quitamos el ordenador de encima de la cama y nos desnudamos. Juan besaba la boca y los pechos de mi hermanita mientras yo le hacía un trabajito en su conchita.
– ¡Quiero que me folléis los dos!- terminó diciendo. Entonces yo me tumbé encima de la cama, ella se puso encima de mí y empezó a meterse toda mi enorme polla en su culito. Juan estaba alucinando al ver cómo era capaz mi hermana de meterse toda aquella polla en su culito, la verdad es que era bastante más grande que la suya.
Empecé a hacer saltar a mi hermanita encima de mí, ella jadeaba y le pedía a Juan que la traspasara el coño. Juan no tardó mucho en perforarla de un solo golpe el coño. Ella gritaba como una loca mientras la follábamos entre los dos. Era la primera vez que follaba con mi hermana y con otro hombre, pero ella estaba gozando como una loca. Al poco Juan se corrió, sacó la polla del coño de mi hermana y se corrió encima de ella. Mientras yo seguía culéandola. Se quedó allí mirando cómo mi pollaza se retorcía en el culito de mi hermana mientras lanzaba las últimas gotas. Al rato lancé todo mi esperma dentro del culito de ella, retorciéndonos como animales.
– Quiero hacerlo también por detrás.- dijo Juan- nunca lo he hecho, haré lo que quiera si me dejas metértela por ahí.- era exactamente lo que queríamos.
Mi hermana se acercó a Juan y le besó, le dijo que ya le diría lo que quería, mientras le cogió la polla y empezó a pajearla al principio con una mano, y luego con la boca. Al poco ya la tenía bastante dura. Él siguió masturbándose mientras mi hermana se ofrecía a cuatro patas delante de él. Yo tumbado le ofrecía mi polla para una mamada. Su culito estaba ya dilatado y lubrificado, así que no le fue difícil perforarla. Así empezó a encularla como un loco, estaba completamente fuera de sí y la cabalgaba de manera salvaje, eso excitaba más a mi hermana que acabó haciéndome una increíble mamada, al final cuando se iba a correr le gritó, – Lléname el culo de tu leche caliente, Juan no se hizo rogar y todo su semen fue a parar en el ardiente culito de mi hermana, esta se corrió como una endemoniada.
Al tiempo yo podía notar alguna miradita por parte de Leticia, aunque la más excitada siempre parecía ser Carmen, que no paraba de mirarme el paquete y hacer comentarios un poco salidos de tono. Un par de días después pude comprobar lo caliente que estaba Carmen. Estábamos los cinco de compras en un pueblo, de tal manera que padre e hija junto con mi hermana se metieron en una tienda, mientras que nosotros mirábamos en otra. La cuestión es que tras casi media hora de búsqueda nos dimos cuenta que les habíamos perdido. Así que decidimos seguir mirando el mercadillo. Ella empezó a preguntarme sobre si tenía mucho éxito con las mujeres. Entonces empecé le conté que la verdad es que sí, y que todas habían quedado muy satisfechas, principalmente porque estaba muy bien dotado. Noté cómo se mordía el labio de deseo.
– ¿Quieres comprobarlo tú misma? – le pregunté. Ella no sabía qué decir. Estábamos delante de un pequeño hotel, así que le dije que podíamos estar allí un rato.
Ella no sabía qué hacer, se sentía nerviosa, entonces me acerqué a su cuello y se lo besé, y le mordí un poco la oreja, estábamos muy juntos y noté cómo ella me echaba mano al paquete.
– Sí- dijo al final. Alquilamos una habitación un par de horas. La verdad es que no estaba muy limpio, pero al menos la cama estaba en condiciones. Entramos en la habitación y empezamos a besarnos. Le quité la camiseta que llevaba y el sujetador. Empecé a chuparle los pechos. Me preguntó si me gustaba, le dije que sí, entonces me confesó que estaba operada, pero eso a mí no me importaba. Ella se arrodilló delante de mí y bajó mis shorts, mi polla estaba ya bastante empalmada y no pudo menos que sorprenderse al ver su tamaño.
– ¡Hijo mío, menuda herramienta que tienes! Me dijo mientras empezaba a chupármela a pesar de que era incapaz de meterse toda aquella polla en su boca. Entonces la cogí y la tumbé en la cama. La quité los shorts y las braguitas y empecé a chuparle el conejito mientras ella seguía intentando tragarse mi polla. Al final gritó desesperada.
– ¡Métemela, por favor, métemela, quiero saber si me la puedes meter toda!- gritó mientras su coño se deshacía en agua. Entonces me puse entre sus piernas y apuntando mi polla en su coño empecé a metérselo poco a poco.
-Ahhh Ahhhhhh Ahhhhhhhhhhh Ahhhhhhhhhhhhhh Aaaaagggggghh – Fue su respuesta según le enchufaba toda la polla en el coño- ¡Es cierto! Ahhhhhhhhhh casi me sale por aaaah la bocaaaaaaaaa.- Entonces empecé a follarla como un loco. Nunca había hecho el amor con una mujer tan mayor, eso me excitaba más, así que la follé como un animal salvaje de África, ella pedía más, estábamos sudando como dos fieras, yo le agarraba sus enormes pechos de silicona, se los mordisqueaba y lamía mientras que introducía una y otra vez mi aparato en su coño, cada vez más violentamente.
Ella ya se había corrido un par de veces cuando me vine, le pregunté dónde y me dijo que la quería toda dentro que no había problema, así que me corrí como un desesperado en su coñito mientras notaba cómo ella también se deshacía ante tanto fuego. Después nos duchamos y volvimos al hotel. El resto todavía no habían vuelto, así que no hubo que comentarles nada más que nos habíamos perdido. Esa noche le conté todo a mi hermana ella se relamía mientras me chupaba la polla, pensando en una gran orgía con toda la familia.
En el hotel nos dieron invitaciones para ver las danzas rituales de una tribu cercana, concurrimos todos, era una pareja danzando, ella llevaba apenas unos collares, pulseras y un tanga, sus pechos grandes y duros se movían según bailaba, y él apenas un taparrabos que casi no podía ocultar el tamaño de su pene. El baile duró bastante, bailaban alrededor de la hoguera, muy juntos, tocándose a veces y simulando diversas penetraciones. Noté cómo Juan no paraba de mirar a mi hermana y también a su hija, mientras que Carmen estaba tremendamente acalorada, así como Leticia, que por primera vez la vi muy excitada con aquellos bailes.
Volvimos en silencio todo el camino. Leticia iba delante con el conductor, después mi hermana y Juan y detrás yo y Carmen. Había sido puro azar, pero sirvió para caldear más el tema en el trayecto, ya que mi hermana empezó a tocar la entrepierna de Juan, mientras Carmen hacía lo mismo con la mía y yo pasaba mi mano por su coño, que noté especialmente mojado. Mientras Leticia se limitaba a hablar con el guía conductor. Cuando llegamos al hotel Juan y Carmen estaban completamente fuera de sí, les costó salir del coche y abandonar esos juguetes de placer. Hacía mucho calor esa noche así que les preguntamos si podíamos tomar algo en la terraza durante un rato. Juan y Carmen dijeron que sí, pero Leticia se sentía cansada y quería irse a la cama.
– Esta aprovecha para masturbarse ahora – me dijo mi hermana al oído – esta noche es la noche de la gran orgía hermanito- acabó diciéndome.
Estuvimos tomando un refrigerio mientras manteníamos una conversación completamente artificial, que llevada por mi hermana y por mí, acabó en los bailes de esa noche y sobre todo en el último. Cada vez se empezó a caldear más la conversación, hasta que mi hermana hizo saltar todo por los aires. -Juan, Carmen, dejaros de hipocresías. Estáis tan calientes como nosotros y como Leticia, que seguramente estará ahora excitándose en su cama. Por qué no nos liberamos y follamos como estas gentes, independientemente de si somos hermanos, padres o hijos.
Juan y Carmen se quedaron de piedra. No sabían qué decir, entonces mi hermana se puso encima de Juan. El bar estaba ya vacío, no quedaban camareros, así que empezó a restregarse encima de la polla de Juan, que sudaba como un cerdo, mientras Carmen les miraba sorprendida y notaba mi cabeza entre sus piernas hurgar en su centro de placer. Al final no pudieron contenerse y su animal más salvaje salió a relucir.
Vamos – dijeron ambos. Entonces nos levantamos. Fuimos despacio a su habitación, eran cabañitas alejadas unas de otras. Mi hermana fue a por unas cosas a nuestra cabaña. Mientras los demás nos acercábamos a la otra. Llegamos a la puerta. Oímos algunos sollozos dentro, la ventana estaba abierta por el calor y un poco corrida la cortina, nos asomamos un poco, estaba oscuro, pero pudimos distinguir a Leticia acostada en la cama, tenía la sábana por encima tapándole las piernas, pero una de sus manos estaba por debajo, entre sus piernas, excitándose sin ninguna duda, la otra la tenía debajo de su camiseta tocándose los pechos mientras se retorcía. Al momento llegó mi hermana con una mochila, se unió a nosotros mientras veíamos cómo la chiquilla seguía masturbándose. Les comenté que entraría yo primero y que luego entrasen ellos más tarde. No pusieron ningún problema, la verdad es que pude ver que tanto Juan y Carmen estaban cada vez más excitados viendo a su hijita masturbarse. Abrí la puerta muy despacio, pero ella se dio cuenta. Dio un respingo en la cama y encendió la luz.
– ¿Quién es?- preguntó, -Soy yo, me acerqué, metí mi mano por debajo de la sábana y pasé una mano por debajo de su camiseta, sus pechos estaban duros, no eran tan grandes como los artificiales de su madre, pero eran más puntiagudos, sus pezones eran enormes, duros y tremendamente excitados. Mis dedos jugaban con ellos mientras seguíamos entregados en un larguísimo beso.
Poco a poco mi otra mano bajó entre sus piernas, las encontré desnudas como me imaginaba. Las yemas de mis dedos alcanzaron su coñito, no lo tenía muy poblado, al contrario del depilado de su madre, este era más natural. Estaba ya muy húmedo y abierto, evidentemente la chiquilla se había excitado a conciencia. Noté como su mano también se adentraba en mi entrepierna, no pudo evitar un suspiro en mitad del beso al palpar mi pene, El tamaño pareció sorprenderla y por la pasión y calentura de su boca, también agradarla. La tumbé en la cama liberándola de la camiseta. Me dediqué a excitarla todavía más. Chupándole primero los pechos, los pezones y luego metiendo mi cabeza entre sus piernas para derretirle el coñito de placer con mi lengua. Al final estaba jadeando suspirando por ser follada. Entonces me desnudé, mi polla ya estaba completamente empalmada y me costó sacarla de los shorts. Ella se mordió la lengua.
– ¡No había visto nunca una tan grande!- me dijo, mientras que me la tocaba con delicadeza.
Empezó a hacerme una mamada, un poco tímida, la chica se veía que tenía algo de experiencia, pero no mucha, su lengua pasaba por toda la longitud de mi verga con maestría, mientras que otras veces se dedicaba a chupetearla como si fuese un caramelo. Al final consiguió ponerme en un estado extremo de excitación, así que decidí penetrarla. Sabía que sus padres y mi hermana estarían observándonos desde afuera, así que decidí excitarles todavía más. Me tumbé en la cama y le dije que se pusiera encima de mí, pero de cara a la ventana, de tal manera la penetraría por el coñito, pero por detrás, mostrando toda la follada a los escondidos espectadores. La posición pareció excitarla todavía más.
– Ohhhhhhhhhhhhhhhhh- gritó al sentir mi polla desgarrar todo su coñito, evidentemente ya desvirgado por otro.
– Ahhhhhhhhhhhhh- siguió gritando cuando por fin todo mi miembro estaba dentro. Empezó a moverse y a cabalgar encima de mí. Yo la cogía de los pechos y la doblaba hacia mí mientras no dejaba de perforarla. Imaginé que fuera estarían ya súper cachondos. Efectivamente, al poco oí cómo se abría la puerta y entraban los tres. Leticia, pareció sorprenderse, quiso levantarse, pero yo la cogí de los pechos pegándola a mí mientras seguía penetrándola.
-Tranquila, no pasa nada, vamos a gozar todos juntos- le dije al oído, ella se relajó y se entregó a la lujuria, estaba demasiado caliente.
– Siiiiiiiii- gritó mientras se corría delante de sus padres. Yo estaba también casi a punto, así que le saqué la polla como pude, mi hermana comprendió y se lanzó sobre la cama, para chuparme la polla mientras que esta disparaba toda su carga en su boca. Leticia seguía corriéndose de placer y pude ver como Carmen empezaba a chupársela a su marido. Cuando terminé de correrme, mi hermana se puso delante de Leticia y empezó a besarla entregándole todo mi semen en su boca. Leticia lo aceptó con gusto y comenzaron un increíble beso lésbico. Sabía que Leticia le gustaba mucho a mi hermana así que decidí que gozase un rato de ella.
Entonces pude ver cómo mi hermana había sacado de la bolsa uno de sus cinturones consolador. No era de los más grandes. Se lo ajustó y puso a Leticia a cuatro patas. Vi cómo le excitaba el ano, primero con la lengua y luego lo lubrificó con un poco de vaselina, Leticia parecía mitad asustada, mitad excitada, pero mi hermana le decía cosas al oído que parecían tranquilizarla y calentarla todavía más. Entonces mi hermana se puso detrás. Apuntó la punta de su pene de plástico en el culito de Leticia y empezó a metérselo poco a poco.
– Aggggggggggggggggggg, aaaaaaaaaaaagggggggggggggggghhhhhh, gritaba Leticia mitad placer mitad dolor al sentir ese consolador traspasando su virginal culito. Mi hermana procedió con mucha delicadeza hasta traspasar todo su culito. Leticia se erizaba como un gato buscando escapatoria a esta perforación que tanto placer la estaba dando. Juan estaba sentado en el suelo observando la sodomización de su hija, mientras se masturbaba buscando recuperar la potencia de su miembro. Mientras le hice una seña a Carmen para que se pusiera encima de mí. Ella pensaba que la iba a follar por el coño, pero entonces apunté mi pene hasta en su culito, lo noté estrecho y evidentemente virgen, ella intentó levantarse ante la inmensa masa de carne que notaba en la entrada de su ano, pero la agarré de una mano de los pechos, mientras mantenía la otra firme en mi pene en la entrada de su culo. Este fue perforando lentamente el estrechísimo culito entre los gritos de Carmen.
– Ahhhhhhhhh aaaaaaaauuuuuuuuuuuuuu cabroooooooonnnnnnnnn me vas aaaaaaaa romperrrrrrrr- gritaba, mientras que noté cómo sus pezones se ponían tan durísimos y puntiagudos como los de su hija. Cuando por fin toda mi polla se alojó en su culito, lo noté cómo me apretaba enormemente. Ella seguía gritando, pero ahora intercalaba algún que otro jadeo. La dejé allí un momento para que el dolor se transformase en placer. Al poco sus gritos eran de extremo placer.
– Cabrón, muévete, muévete, fóllame el culito, rómpemelooooo- gritaba loca de placer.
Empecé a moverla arriba y abajo lentamente, notaba cómo Carmen se deshacía de placer. Mientras mi hermana seguía perforando el culito de su hija, que también estaba ardiendo viendo cómo madre e hija eran sodomizadas. Juan no pudo aguantar más. Miraba a su mujer y a su hija sin decidirse mientras se masturbaba. Al final se decidió por la inocente boca de Leticia. Se sentó en la cama y le ofreció su incipiente polla empalmada a su enculada hija, que empezó a chuparla como podía mientras no podía dejar de jadear ante los envites de mi hermana.
El calor en la habitación era insoportable, Los cuerpos de los cinco estaban empapados en sudor. Juan tenía ya su polla a punto de estallar, mientras los culitos de madre e hija estaban ardiendo de tanta perforación. Al final Juan fue el primero en acabar en la boca de Leticia, la pobre casi se ahoga al intentar tragar el semen de su padre. Leticia y mi hermana parecían haberse corrido ya varias veces, al igual que Carmen que estaba completamente fuera de si cuando recibió toda la carga de mi semen en su culito. Estuvo a punto de desmayarse, del increíble orgasmo que tuvimos a la vez. Una vez que las últimas gotas de mi semen salieron en el culito de Carmen, la levanté, la cogí y la llevé a la cama, allí nos juntamos los cinco, necesitábamos un pequeño descanso, pero aquella noche no parecía tener tregua. Nuestros cuerpos se mezclaban, se to metía por el culito.
– Aaaaaaaaaarrrrrrrrrrrrrrrrrrrgggggggg – gritó Leticia al sentirse doblemente perforada por primera vez, pero eso no pareció importarle a las dos violadoras que empezaron a meterla cada vez con más fuerza.
Juan y yo habíamos recuperado la potencia en nuestros penes, evidentemente aquella situación de máxima lujuria nos mantenía al límite. Así que decidimos cooperar rellenando los agujeros que quedaban libres, que no eran otros que los culitos de Carmen y mi hermana. Juan se apoderó del lubrificado culito de su mujer, mientras yo me acoplaba al culito que más me gusta, el de mi hermanita. Así estábamos los cinco, follando como locos. Leticia parecía desesperada de placer entre tanto calor y cuerpo rellenándola. Pero antes de acabar mi hermana decidió que cambiáramos de posición. Todos estábamos como locos por volver a corrernos, así que no hubo ninguna respuesta negativa. Ahora Juan estaba tumbado, follándose a su hijita encima, les dejamos allí unos momentos de placer. Entonces Carmen se enchufó de nuevo en el culito de su hija, al cual parecía haberle cogido especial cariño, mientras que recibía la polla de plástico de mi hermana en su ano.
Yo me puse delante de Leticia y le enchufé mi polla en su boca, para que así pudiera tener una triple penetración. Sentía como me la chupaba a duras penas debido al esfuerzo que estaba haciendo al recibir tanta polla. Al poco todos nos corrimos, Juan se deshizo en el coño de su hijita mientras yo llenaba su boca del último semen que me quedaba por aquel día. Las chicas tenían también un inmenso orgasmo y se deshacían en jadeos y gritos. Al final acabamos todos exhaustos y agotados encima de la cama. Había sido una increíble noche. Pero todavía nos quedaba una semana de safari por gozar.
Autor: Erick-66