Trabajamos en una constructora, mi jefe era un tipo bien intencionado, amable, preparado, creyente, pero tenía un defecto era muy flojo y distraído.
Era una persona que anteponía los deberes de la Iglesia sobre cualquier otra cosa. Es de los que dicen Dios proveerá, esto lo hacía ser poco ambicioso y estaba comenzando a tener problemas laborales, pues los dueños de la constructora empezaron a darse cuenta. Él esta casado y con tres hijos, su esposa, Elizabeth, es una mujer hecha igual a él, muy creyente y amable, solo nos habíamos visto en dos ocasiones, era bajita, blanca, pecosa, con unas grandes tetas y buen culo, aunque un poco gordita.
Llevábamos trabajando ya dos años y un día de esos la bomba estalló, llamaron a mi jefe a las oficinas corporativas y después de tres horas regresó con la cara descompuesta.
-¿Qué paso?, pregunté, creyendo saber la respuesta.
-Me han despedido, me han dado mi liquidación y me dijeron que te hiciera entrega de la oficina, creo que te van a dar mi puesto, me dijo, sin ningún tono de reproche.
-Pero, ¿por qué, que razón te dieron? -Ninguna, me dijeron que querían hacer cambios y me han liquidado conforme a derecho y hasta una bonificación me dieron, ya esta en Dios, me dijo.
Sabía que aún y con la liquidación difícilmente iba a conseguir algún trabajo tan bueno como este, pero ni modo, él lo había buscado.
Así sin imaginármelo, me dieron su puesto y salario que era el doble, inesperadamente la vida dio un vuelco para ambos. Tenía comunicación con mi, ahora ex jefe en forma cotidiana estaba preocupado por el futuro de su familia y de él. Me fui enterando que tuvo que sacar a sus hijos de la escuela privada e inscribirlos en una de gobierno, pues estas son gratuitas. Empezó a tener problemas con el pago de la renta de su casa, vaya poco a poco los problemas económicos se fueron haciendo más difíciles. Un día me habló, temprano a la oficina, me decía que estaba fuera de la ciudad, y que se había comunicado con su esposa y que la notaba muy mal, creía tenía un ataque depresivo, que por favor fuera a verla, pues estaba por tener una entrevista de trabajo y no podía llegar hasta mañana, le dije que no se preocupara, que iría a verla.
Salí rápido a su casa, toqué y me abrió Elizabeth, al verla quedé doblemente sorprendido, primero, pues estaba hecha un mar de lágrimas se notaba acabada anímicamente y segundo la vi demasiado delgada había perdido como 20 kilos, ya no era gordita. Entré la saludé, ella como zombi, no decía nada, solo lloraba, pensé que quien hubiera llegado hubiera entrado que estaba muy cambiada, se le notaba ya cintura, sus tetas seguían igual de grandes y su trasero inmejorable.
Una vez que se tomó el calmante me dijo que le provocaba sueño la pastilla que se iba a quedar profundamente dormida, que ya no era necesario que me quedará. Me negué le dije que me iba a quedar hasta que se durmiera y esperaría la llamada de su marido. No tardó mucho en quedarse dormida, la volví a ver y comencé a tener una erección, a pesar de la ropa que llevaba se veía muy bien. Decidí husmear por su casa en lo que ella dormía, entré a su habitación, vi su ropa interior, nada atractivo hubo en ella. Regresé, cargándola la llevé a su cuarto, me la pegué a mi pecho para sentir sus tetas, ahí caí en cuenta que no llevaba sujetador, la puse sobre la cama, ella movió las piernas y éstas quedaron un poco abiertas, me asomé y vi unos calzones mata pasiones, comencé a frotar sus piernas, subí, hasta la mitad el camisón, bajé sus calzones, pude observar una abultada mata de pelos. Pensé que esta pobre mujer, le hacía falta una buena sesión de sexo, pero no quería aprovecharme más de la situación, pero mientras pensaba esto, por instinto estaba sobando su concha, sentí humedad en ella, además, escuché que comenzaba a jadear levemente.
Vaya que tenía razón, le faltaba tanto sexo a ésta pobre mujer, sonó el teléfono, inmediatamente subí sus calzones y ret
iré mi mano, pensando en que pudiera despertar, no fue así contesté, era mi ex jefe.
-Qué bueno que estás aún ahí, ¿cómo esta Elizabeth?Muy buena y ardiendo, pensé, mientras volvía a subirle el camisón, bajarle los calzones y continuar masturbándola.
-Esta dormida, se tomó un calmante y ahora esta profundamente dormida, estaba esperando tu llamada.
Mientras hablaba con mi ex jefe, me acomodé de tal forma que pudiera meterle bien mis dedos dentro de su vagina, le bajé de igual forma la parte posterior del camisón para apreciar esas enormes tetas que salieron con los pezones parados, por lo que mientras hablaba con su marido, los besaba.
-Si se tomó el calmante, no va a despertar hasta mañana por la mañana, te agradezco mucho lo que haces.
-Ya ves como es uno con los amigos, no te preocupes, me quedaré, dormiré en la sala para ver como despierta en la mañana y estés tranquilo, ¿a qué hora llegas? -No sé tal vez en la tarde, pero no es necesario, que te quedes ya haz hecho mucho.
Opté por sacarme mi pene que estaba completamente erecto y puse una mano de Elizabeth en él, ya quería que acabase la llamada.
-¿Cómo crees?, para eso son los amigos, y ya cuelga pues te va a salir cara la llamada, habla a la hora en que salgas para que te pasemos a recoger a la estación.
-Está bien, muchas gracias y dile a Elizabeth que llamé.
Cuando colgué el teléfono, ya Elizabeth estaba emanando una gran cantidad de líquidos y en sus sueños la estaría pasando bien, pues me estaba frotando mi pene. Me desnudé completamente, le quité bien el camisón y el calzón, comencé a comerle su concha, que por cierto olía bien rico, pero como tenía demasiado vello no era muy agradable para mí, a decir verdad ambos estábamos muy excitados, aunque ella estaba profundamente dormida, correspondía a los estímulos. Le separé completamente sus piernas y una de ellas la sostuve en uno de mis hombros, la agarré de las caderas y la subí un poco, acomodé mi pene en la entrada de su vagina, se la nalgas, por lo que teniendo cuidado de que no se ahogara, le acomodé su cabeza hacia un lado, le puse una almohada en el estómago para que me quedaran levantadas sus nalgas.
Ya en posición, jalándola de sus caderas, seguí cogiéndome a quien era la mujer de mi ex jefe, vaya que nalgas tan grandes y bonitas, me estaba dando un gusto viéndola y claro cogiéndola, ya estaba a punto de terminar, no quería venirme dentro de ella, pues la limpieza iba a hacer algo difícil, por lo que justo antes de ello, le saqué el pene, me puse un condón, la volví a meter y ahora sí, eyaculé dentro de su vagina, pero con el preservativo puesto. Vaya que polvo había tenido, le seguí besando las nalgas y el culito era tan estrecho que no entraba ni una falange, decidí no romperlo pues se iba a enterar. Recordé que en mi automóvil tenía una cámara fotográfica digital, me enrollé una toalla, pensando que era ya muy noche no creí encontrar vecinos, para mi desgracia iba pasando el velador de la colonia, lo ignoré e hice como que no lo vi, saqué la cámara y me di gusto con las fotos las cuales pasarían a mi colección privada. Quería más, pero no en esa forma, estaba decido a hacerla mía una vez más, pero en cuanto despertara, iba a ser difícil por sus creencias, pero la iba a envolver en mi trampa. Como pude la limpie pues estaba muy mojada, le puse la ropa que llevaba y me fui a dormir a su sala. Al amanecer, se veía distinta, radiante, la vi en la cocina estaba preparando el desayuno, vestía unos shorts de mezclilla que le lucían espléndidamente y una camiseta con el logo de un equipo de fútbol americano. Noté que en el patio trasero se encontraban las sábanas de su cama.
-Buenos días Elizabeth, ¿cómo amaneciste? -Muy bien, esa pastilla me sentó bien, desperté temprano y quería que tuvieras el desayuno al momento que abrieras los ojos, me dijo tiernamente.
Más bien fue la cogida que te di, pensé. Me invitó a sentarme a la mesa íbamos a desayunar unos huevos revueltos acompañados de naranja de beber.
-Mira, aquí entre nosotros, estaba tan profundamente dormida, que no me di cuenta y me oriné, me dijo sonrojándose.
-Suele pasar, cuando los medicamentos son poderosos, no
te preocupes.
De verdad que se veía radiante y feliz, se lo hice saber, además le dije que la última vez que la había visto estaba completamente diferente.
-Si me puse a régimen y he bajado 20 kilos y ahora trato de mantenerme con ejercicio, aunque ahora prescindiré de ello, pues el gym cuesta caro.
-Habrá que buscar uno más barato vamos juntos, igual y conozco a alguien ahí.
-Sería buena idea, ya he visto otro gym un poco modesto, pero van chicas guapas.
Le comenté que anoche habló su marido, que avisaría la hora de la llegada para que fuéramos por él. Por lo que estuve con ella haciéndole compañía toda la tarde vimos dos películas, comimos palomitas y en un momento se quedó dormida recostada en mi hombro. Sonó el teléfono, era su marido, ella despertó apenada pues tenía su cabeza en mis piernas. Fuimos por él y me despedí. A mi ex jefe le habían dado un modesto trabajo a fuera de la ciudad, pero la ventaja es que le daban el hospedaje. Tenía que comenzar de inmediato. Continué estando pendiente de Elizabeth, nos hablábamos por teléfono casi todos los días sobre todo en la mañana que los niños estaban en la escuela, pues habían regresado de las vacaciones con sus abuelos. No me animaba a irla a visit aunque es muy bueno le hace falta algo en su matrimonio.
Íbamos tomando muy buen camino con la plática.
-Elizabeth, espero no ser atrevido al preguntarte esto, pero dime ¿cómo son tus relaciones sexuales con él?Con los ojos llenos de lágrimas y sin inmutarse por el cuestionamiento, se sinceró.
-Malas, muy malas, la más pequeña de nuestras hijas tiene cuatro años y no recuerdo desde esa fecha haber tenido relaciones con él.
-¿Se las has pedido?, Elizabeth, ¿has insistido? -Si, pero me dice que debemos tener los hijos que Dios quiera, pero tener relaciones sin ese fin es pecado.
-Mira Elizabeth, también tienes que poner de tu parte, mira ese vestido no te favorece, eres una mujer guapa, tienes un espectacular cuerpo.
Al escuchar eso se sonrojó y me miró como pensando que estaba bromeando. Pero continué.
-Debes de ser más coqueta, ¿no sé?, compra lencería, provócalo, comienza a usar faldas más cortas, blusas y pantalones entallados.
Mientras le decía le tomaba la mano, ella no sabía que decir, su mirada divagaba como imaginándose vestida en la forma que le decía.
-La verdad es que eres la esposa de mi amigo, sino ya te hubiera lanzado los perros, sonreí.
Ella de igual forma se limitó a sonreír, después de insistir me aceptó un dinero que le dejé, para que cambiara su guardarropa, sobre todo lencería, se animó cuando me hizo prometerle que aceptaría pequeños abonos a ese préstamo. Me retiré cerca de la media noche, volví a encontrarme al vigilante, ya empezaba a ser molesto. En la semana nos hablamos me platicó que había comprado ropa y la lencería que ardía en deseos de que llegara el fin de semana su marido. El lunes muy temprano recibí una llamada de Elizabeth, estaba desconsolada, me pedía si podía llevar a sus hijos a la escuela, pues se sentía mal. Pasé inmediatamente, en efecto, la vi en mal estado, me llevé a los niños y regresé a casa de Elizabeth. La puerta estaba abierta, entré la busqué y la encontré en su habitación.
-¿Qué pasó Eli? -Que va a pasar, que hice todo lo que me dijiste para agradarle a mi marido, y no sólo no lo logré sino que de puta no me bajó.
-Sólo por que lo dices, te lo creo, pero con todo respeto tu marido es un perfecto imbécil.
Me quedé con ella en su cama, estaba llorando en mi hombro, le dije, que no deseaba que se volviera a derrumbar, y que mejor me modelara lo que se compró. Le gustó la idea, por lo que empezó a modelarme la distinta ropa que había adquirido, mientras recostado la veía con deseos de volvérmela a coger.
Cuando hubo modelado la última pieza me preguntó si realmente parecía una puta.
-Claro que no, aunque aún no he visto todo lo que compraste.
-Si esto es todo la ropa que compré, no hay más.
-Claro que si hay Elizabeth, o que ¿la lencería no se la enseñaste? -Ja, ja, ja, ¡cómo eres!, se reía.
-No en serio, Eli, tal vez, ahí esta el problema, ¿quier
es que te ayude o no?, le dije en un tono serio.
-No sé, pero ¿como voy a mostrarte eso?, siento que no estaría bien.
-Pamplinas, Elizabeth, ¿quieres o no mi ayuda?, le dije alzando la voz.
Por un momento se quedó pensando y me dijo, -Pero sólo uno de los conjuntos pues son iguales, pero de distinto color.
-Está bien, pero si compraste en rojo, ponte ese.
Y así lo hizo, llegó con una conjunto de lencería rojo, el brassier parecía querer dejar salir a sus tetas, el bikini hacia olvidarme el mata pas abracé, ella lloraba en mi hombro, sentía su pecho rozar mi camisa, trataba de calmarla, mientras que una mano le sobaba la espalda, le alcé su cara y besé sus mejillas, mientras le decía que no era problema de ella, que era su marido quien no sabía apreciarla, mientras le hablaba besaba sus mejillas. Noté que su respiración comenzaba a tornarse más agitada, tenía los ojos cerrados, la boca semiabierta y sus manos entré sus piernas, volví a levantar su cara, ella imaginaba lo que pasaría, puse sus manos sobre mi bulto y la besé en la boca. Inmediatamente que puse mi boca sobre la suya la abrió y me dejó jugar con su lengua, me jaló con una de sus manos mi cabeza y caímos en la cama. Al momento de caer sobre la cama mis manos fueron hacía sus tetas, quité ese sujetador y comencé a acariciarle esas hermosas tetas que ya conocía. Como pude me quité la camisa, ella me ayudó con el pantalón, cuando este cayó, miró mi pene completamente erecto, sin decir nada, sin recatos, se lo metió a la boca. Con cierta dificultad y verdadera falta de experiencia en eso de mamadas de verga, Elizabeth estaba dándose un festín, pero opté por dejar eso para otra ocasión, mejor la acosté y le quité su bikini.
-Quiero que goces como loca, Elizabeth, que no te reprimas y grites todo lo que quieras, sentencié.
Al momento, colocaba mi pene en la entrada de su vagina, abriéndole sus piernas. Jalé con fuerza, su cuerpo hacia mi verga, ésta entró sin dificultad, subí sus piernas a mis hombros y continué penetrándola con suma facilidad. Ella, se quitó el sujetador, comenzó a amasarse sus tetas, gemía y gritaba como loca, al tener su primer orgasmo se asustó.
-Qué rico, si, sigue, OH Dios, aggggg, creo que me oriné lo siento, es que es tan rico.
-No Elizabeth, no te orinaste es un orgasmo, te has venido.
Lloró y continuó moviendo su pelvis, pensé como lo confirmaría después que había sido el primer orgasmo en su vida.
Le di vuelta, la puse de a perrito, con mis manos en sus nalgas la penetré por ahí, mientras que un dedo se lo metía en su dilatado culo, en ese preciso momentos tuvo dos orgasmos seguidos, que la hicieron que terminara acostada, mientras por mi parte seguía culeándomela, quería rociarla de toda mi leche, cuando eso iba suceder, se la saqué, le dije que me la mamara, puso sus labios en mi glande y la empujé con mi mano pues me venía.
-Trágatelos, todos, no dejes nada, le ordené.
Y así lo hizo, su cara se le notaba alegría y lujuria, una vez hubo tragado todo y me dejó limpia la verga, me fui a darle una mamada a su panocha que sabía le iba a gustar. Pero al ver que tenía una gran mata de pelos empapados, opté por dejar que fuera ella la que me siguiera dando una mamada. Le explique como hacerlo mejor. Cuando estaba ya en la normalidad de mi tamaño, le pedí que se volviera a dar vuelta, era hora de estrenarle el culo a esta mujer, como estaba completamente mojada de su pañocha, pasé varias veces mi verga por ahí y ayudándome con la mano comencé a ponerle líquidos en la entrada de su ano, mientras seguía metiéndole el pene por la vagina, metí un dedo en el ano, costó trabajo, pero se acomodó. Ella se estaba viniendo con una gran cantidad de líquidos, sus gritos eran verdaderamente estimulantes. De golpe y tajo se la saqué de la vagina y la ensarté en su culo, de golpe me dejé caer, taladrando ese ojete, que tanto quería, nuevamente se escuchó un grito ensordecedor, le vi lá invitaría a comer. Le dije que se pusiera la ropa nueva, si no le gustaba a su marido es su pedo, a mi sí. Al salir noté que estaba el velador del turno de la noche cerca de la casa.
Autor: Rigo_1234 rigo_1234 ( arroba ) hotmail.com