Me llené de júbilo al ver ese pedazo de carne roja tan bien formada. Gruesa, tenía una cabeza enorme, roja y estaba a media erección, fui bajando con mi lengua hasta llegar a mi deseo, lo que me hizo desearlo desde la primera noche, con sus manos llevó mi cabeza hasta su polla que estaba ya bien dura y así pude ver toda la gloria del pedazo más grande de carne que jamás me imaginé comer.
Tengo 18 años y vivo en Colombia. Esto que les voy a contar me pasó hace 2 meses.
Mis papás se divorciaron cuando tenía doce. Poco antes de eso los veía pelear por casi cualquier cosa, pero nunca me dijeron que pasaba. Un día como hoy mi papá se fue de la casa, poco después de la ciudad, se mudó a la capital. Nunca supe por qué (ahora lo sé). Pero aún así hablaba con él por teléfono y mantuvimos una relación buena… Se pondría mejor.
Nunca lo visitaba porque siempre había un pretexto de mi madre. Pero a los 18 poco había que me lo impidiera, entonces por fin me dejó ir. Llegué al aeropuerto y la verdad casi ni lo reconocí. Había perdido peso, se había dejado la sombra de la barba, tenía el cabello más corto. Llevaba un jeans algo apretado y una camiseta negra que tenía cuello en V lo que me recordó que su pecho era velludo. Por supuesto yo nunca me había fijado en mi padre. Me consideraba «heterosexual con curiosidad».
Llegamos a su apartamento, cocinó (cosa que nuca hacía en casa), y hablamos de todo. Me dijo que se sentía muy feliz de tenerme otra vez con él. Le pregunté por qué se había marchado, su cara cambió de semblante más bien hacia vergüenza y me dijo que no habláramos de eso todavía. Nos fuimos a dormir y ya cuando las luces estaban apagadas se acercó a mi habitación para desearme buenas noches, pero para mi sorpresa, a pesar del frío iba con una sudadera y sin camisa. A mí, el niño curioso, le produjo una erección ver su pecho. Era tan perfecto. Se ve que se cuidaba, pues no tenía abdominales marcados, pero si estaba en forma. Sus vellos se concentraban en sus tetillas y bajaban hasta la pelvis perdiéndose en la leve imagen del bóxer que sobresalía de la sudadera. Se sentó a mi lado y me corrí inmediatamente para que no notara mi erección. Se acercó y me dio un beso en la mejilla. Me sonrojé.
Que sueñes con los angelitos.- Me dijo.
Pero dentro de mí pensé que en verdad soñaría con algo más. Al día siguiente fuimos al club a nadar un rato (yo insistí sólo para poderlo ver en ropa de baño). Y ahí fue la primera vez que lo noté. Nos dirigimos al vestidor para cambiarnos y noté que sin pudor alguno se desnudó frente a mí. Aunque dándome la espalda. Así que pude ver su culo, su redondo y fuerte culo. Era toda una maravilla, imagínense dos melones bien redondos, duros con una línea suave y deseando ser abierta, una vez más se me puso dura. Se puso su toalla y se volteó. Yo me había quedado hipnotizado y no previne que mi erección se notaba en mi calzoncillo. Se quedó mirándome como asombrado tal vez preguntándose si se debía a él. Obviamente yo ya había casi brincado y me había avergonzado como nunca. Sin embargo no me dijo nada y fuimos a nadar. Un rato después me invitó al turco. No podía de la vergüenza, hasta mi polla se había puesto nuevamente en reposo.
En el turco se encontraban un par de señores, que se disponían a salir. Así que quedamos sólo mi padre y yo. Se sentó y se relajó. Estiró sus brazos y casi instantáneamente empezó a sudar. Yo trataba de disimular, no podía arriesgarme después de lo sucedido. Pero ver las gotas de sudor que bajaban por su cuello, recorrían sus vellos y pasaban por encima de sus pezones, seguían hacia abajo y yo deseaba ser una de ellas, caían por su ombligo y se perdían en su pelvis. Esta vez sí estaba bien duro, pero no se me notaba porque crucé mis piernas. Me miró un rato y me dijo:
-Creo que mereces saber porque me fui.- Esas palabras me derrumbaron. Después de una retahíla sobre su amor hacia mí me dijo. -Descubrí que soy gay.- ¡Y esas palabras me anonadaron!
Me quedé en silencio mucho rato mientras él me decía cosas como que su amor no iba a cambiar por mí y todo eso, pero lo interrumpí y le dije: «yo también». Tragó saliva. Me preguntó si estaba seguro y si había tenido experiencias con alguien. Le respondí que no. Miró hacia el techo, pensó y yo me sentía cada vez más raro. Pero entonces, me miró, se acercó y me dijo: «Es decir que nunca has probado ni siquiera tocado una verga», le contesté que no. Se acercó aún más y me dijo: «Sabes, en este mundo es muy difícil encontrar a alguien serio con quien hacerlo por primera vez». Lo miré medio raro y entonces se quitó la toalla y me dijo: «¿No te gustaría probar la polla de tu padre por primera vez?»
Mi fantasía hecha realidad. Me llené de júbilo al ver ese pedazo de carne roja tan bien formada. Gruesa, muy gruesa, tenía una cabeza enorme, roja y estaba a media erección. Me atreví a todo, le di un beso en el cuello y fui bajando con mi lengua hasta llegar a mi deseo, lo que me hizo desearlo desde la primera noche… sus pezones, cubiertos de vellos. Estaban paraditos, y la jungla de vellos no hacía sino juguetear con mi rostro, me acerqué a sus axilas y olí a macho. Mi papá estaba sudando y se sentía en el aire el perfume que desplegaban sus axilas, pero casi llegué al clímax cuando lo probé con mi lengua.
Empapé de saliva su pecho porque simplemente no podía parar, hasta que me dijo: «Cami, se que deseas a tu padre, pero yo también quiero disfrutar» y con sus manos llevó suavemente mi cabeza hasta su polla que estaba ya bien dura y así pude ver toda… toda la gloria del pedazo más grande de carne que jamás me imaginé comer. Grueso, grande unos 18cm, pero es que tenía la cabeza gigante. Era un cíclope, un semental rosado. Por un momento pensé cuanto sufriría cuando eso entrara en mi culo virgen. Mi padre gemía de placer y en su excitación me decía cosas como: «Ay Cami tú sí que naciste para chupar» ó «Ahh ni tu madre lo hizo así» Definitivamente solo un hombre sabe lo que le gusta a otro.
Me dijo que ya estaba por venirse y que quería venirse dentro de mí. Me dijo que me parara en frente. No me imaginé para qué entonces sentí su lengua acariciando mi sudado y grande (debo admitir), culo. Lo lamía todo, como un niño con su helado. Llevó su lengua dentro y me dio placer, porque sabía lo que hacía. Hacía maromas con su arma dentro de mí. Se detuvo y me dijo: «Si te gustó espera a lo que viene. Siéntate». Poco a poco me senté mientras mi culo se abría para darle espacio a esa bestia. A mi bestia rosada. Poco a poco el ritmo se hizo más intenso, meneaba mi cuerpo encima del suyo. Sudábamos más por el agite que por el calor del turco. Yo gritaba, gemía, lloraba incluso.
Mi padre tenía sus manos en mi cintura y gozaba, se recreaba con su hijo en sus piernas. Estando más cercano que nunca. Al final sentí un calor, un líquido tibio que estaba dentro de mí. Me senté a su lado. Me tomó de la barbilla y me dio un beso. Y estuvimos así besándonos y acariciándonos hasta que por fin entró alguien (que afortunadamente no nos distinguió por el vapor). Y fuimos a la casa a terminar. Aunque lo que hicimos fue más besarnos que tener sexo.
Puedo decir que por ese mes que estuve allá nos convertimos en pareja. Mi papá ha sido y siempre será mi primer y (hasta ahora), único amor y el semental más grande que pude desear.
Autor: Camibros
fabuloso tu relato, realmente excitante. me gustaría que me dieras tu correo y que me contaras, en amor entre padre e hijo es maravilloso, lo que mas me pone
Lo mismo dice mi hijo, que soy el semental más grande que ha tenido. Quien sabe, podríamos encontrarnos junto con tu padre y disfrutar todos juntos.
Que buen relato… me encantó… muy buena historia… espero más relatos tuyos…[Los correos no son permitidos en comentarios – eliminado por la administración Relatos Marqueze]
Genial tu relato, me gustaría hablar contigo…
tan bacano para vos jejejeje ,estuvo excelente eso …parce regalame tu correo me encantaria que nos hablaramos