De este mismo autor puedes leer el relato: El divorciado
De mi labor de profesor en la Universidad lo que más me gustaba era el contacto con los jóvenes alumnos que se incorporaban en los primeros cursos. Me encantaba charlar en los pasillos al finalizar la clase con los que se acercaban a preguntarme alguna duda.
Especialmente las tímidas muchachitas de mirada cándida que desprendían aquel aroma a colonia fresca. Con estas era especialmente amable y aprovechaba la ocasión para desplegar mis armas de seducción coqueteando con ellas y llevándome a la cama a las que podía que eran las más.
Pasaba de los cuarenta pero según ellas decían estaba muy bueno, vamos en sazón, con cuerpo de muy buen ver y con la madurez y experiencia que tanto anhelaban aquellas jóvenes universitarias.
Cuándo Mónica entró en el despacho enseguida la reconocí. Era una de mis alumnas de primero que se sentaba en la fila delantera. Habíamos intercambiado impresiones alguna vez a la salida de clase. Había coqueteado con ella y no había rechazado mis envite. Yo juraría que le gustaba
- Buenas tardes Mónica.Pasa, pasa – le dije mientras me levantaba.
Llevaba uno de esos vestiditos se verano de tirantes finos. Su corte al caer y lo corto que era permitía a ver un cuerpo esbelto de piernas largas y bien moldeadas.
- Toma asiento le indique señalando la silla que estaba al otro lado de mi mesa.
Al agacharse para tomar asiento, a través de su generoso escote, pude ver sus pechos libres de cualquier atadura que se bambolearon cadenciosamente.
- Joder que tía tan buena- me dije para mis adentros.
- ¿Necesitas ayuda? – le pregunté con una de mis mejores sonrisas..
- Si me echases una mano con la arquitectura griega. Tengo alguna duda
- Cuéntame qué problema tienes. ¿No te gusta mi asignatura? – le interrogue ceñido.
- Al contrario, me fascina.Por eso quiero que me introduzcas más profundamente en el tema – me dijo con voz melosa e insinuante mientras me miraba profundamente.
Me daba la sensación que quería rollo y yo no dudo en disparar sobre cualquier palomita que se ponga a tiro.
- ¿Y por dónde empezamos? – dije
- Tengo problemas para analizar el estilo helenístico.
Me dirigí a mi biblioteca y extraje dos voluminosos tratados sobre el tema. Me volví a sentar y abrí el primero de ellos. Los cuerpos desnudos Laocoonte y sus hijos aparecieron sobre sus páginas. Al levantar los ojos vi que la silla que ocupaba Mónica estaba vacía. De repente sentí el frufrú de su vestido a mi costado.
- Es el Sátiro Borracho el que me cuesta más analizar.
Recordaba con precisión la obra, la había proyectado en clase no hacía mucho tiempo y recordaba aún las risitas de los alumnos.
- Bueno déjame que la localice – le indique mientras comencé a pasar las hojas
Se trataba de un cuerpo yaciente de un hombre con poderosa musculatura que descansaba con un brazo tras la cabeza. Lo que más destaca es que totalmente despatarrado mostraba obscenamente su sexo.
- Bien,aquí está.¿Donde está el problema? – le pregunté
Se inclinó sobre el libro. Sentí el calor de su pecho soobre mi hombro.Su melena me hizo cosquillas en la cara y su aroma me embriago.
- Son sus proporciones – dijo
No se si fue mi imaginación pero creí oir un tono pícaro en su voz.Me voltee hacia ella y con una sonrisa ladeada le dije.
- A cuáles exactamente?
- Su anatomía. Tiene un cuerpo de hombre y un sexo de niño. – dijo mientras deslizaba acariciadóramente su dedo índice a lo largo del pene de la ilustración.
- Veras eso tiene una explicación – respondí mientras le sonreía insinuantemente.- La razón de las escasas dimensiones es mucho más seria de lo que pueda parecer: En las estatuas, un pene grande podía significar un escaso control de los impulsos y la incapacidad de actuar con moderación. En la antigua Grecia, un pene pequeño era un aspecto codiciado por el macho alfa. Hay un contraste entre los genitales masculinos sin erección de los hombres ideales :héroes, dioses, atletas, y el pene grueso y en erección de los sátiros seres míticos caracterizados por su carácter despreocupado, por ser borrachos y lujuria salvaje. Ya lo escribió el famoso comediógrafo Aristófanes en «Las Nubes»: «Pecho sano, anchos hombros, lengua corta, glúteos fuertes y miembro pequeño».Además no se si lo sabrás eso se hincha.- añadí con sorna.
- Ya eso ya lo sabia, pero se trata de un “sátiro”. – respondió entrecomillando con los dedos.
- Lo se. No se si te habrás dado cuenta que su pene está cercenado por la piqueta. Tal vez algún cura moralista. Quizás envidia- añadí con sorna
Mónica estalló en una carcajada encantadora y se levantó del brazo del sillón.
- Has sido muy amable ahora lo comprendo mejor.
Se levantó me dio la mano y se dirigió a la salida. Ya abriendo la puerta volteó el cuerpo y me dijo
- Puedo invitarte a una cerveza. Por las molestias.
Me la quedé mirando unos instantes fingiendo que sopesaba su proposición y añadí
- Creo que puedo hacer un hueco. Cojo mi moto y nos vamos a una terracita de la playa. Hoy hace un día espléndido.
- ¿Tienes moto?.
- Si acaso me considera muy mayor para la moto
- Estás en la edad perfecta para todo -me contestó insinuantemente.
……..
Estábamos en una apartada mesa de una terracita de la playa el verano estaba finalizando y la playa se encontraba desierta en un día laborable. Habíamos pedido unas cervezas y establecido una agradable conversación sobre diversos temas. En un momento se produjo un silencio y los dos nos quedamos mirando el batir de las olas contra la orilla. De repente Mónica me pregunto.
- ¿Estás casado?
- No me he divorciado hace algunos años y en este preciso momento no estoy con nadie. – le dije mirándole directamente a los ojos- ¿ Y tu? – añadí.
- No- me contestó escuetamente
- ¿ No estas casada o no sales con nadie? – inquirí
- Ni lo uno ni lo otro.
- ¿ Y ese chico tan guapo que se sienta a tu lado en clase?. Observó que andáis todo el dia juntos.
- Es un amigo – respondió con una carcajada- Mi mejor amigo, casi como un hermano para mi. Se llama Daniel
- Bueno date tiempo. Las cosas cambian. – le conteste
- No lo creo. – respondió seriamente- Además es gay – añadió en un susurro
- Pero alguien tendras que te guste – le pregunte.
- Si.
- ¿Le conozco? – demande intrigado
- Si.
- ¿Quien es?
- Eres tu.
Apunto estuvo de caerme la cerveza de la mano. Sin poder evitarlo un rubor invadió mis mejillas. Pero pronto me contuve y mirándola escépticamente le dije
- Pero si te doblo la edad.
- Eso para mi no tiene importancia. Me gustas precisamente por eso. Eres un hombre maduro y experimentado. Paso de niñatos.
- Bueno creo que se te ha subido la bebida a la cabeza. Vamos a pasear un poco por la orilla de la playa.
Pagué al camarero y paseamos silenciosos a lo largo de la playa. A veces la miraba de reojo y cada vez me parecía más hermosa. Su pelo rubio brillaba como oro viejo con la luz del atardecer y sus labios brillaban más que las cristalinas aguas del mar.
Al llegar al final del arenal nos detuvimos quedando uno frente a otro. Mónica se acercó a mí y poniendo una mano en la cabeza me atrajo hacia sus labios iniciando un apasionado beso. La ceñí por la cintura y respondí ardorosamente a su beso mientras la estrechaba fuertemente contra mi cuerpo. Pude sentir la firmeza de todo su cuerpo pegado al mío y note como mi pene comenzaba a cobrar vida alcanzando una tremenda erección. Cuando casi nos quedamos sin respiración nos apartamos y ella bajó los ojos hacia mi paquete y sonrió de medio lado.
- Parece que yo tambien te gusto- me dijo cadenciosamente.
- Eres una joven muy hermosa- le respondí – Pero esto no es correcto. Soy tu profesor
- ¿ Acaso transgrede tu código ético profesional? – me respondió socarronamente
- Si. Bueno no, no es eso. Será mejor que lo dejemos aquí. Te llevaré de vuelta
- Esta bien – me contestó con un mohín
A decir verdad lo que me había hecho recular era que estaba acostumbrado a llevar la iniciativa y que fuese ella la que me cortejase me desequilibro. Caminamos rápidamente de vuelta hacia la moto sin hablarnos. Al llegar mientras se ponía el casco me dijo
- Podrías acercarme a mi casa
- Por supuesto será un placer – respondí
Arranque mi moto y Mónica se apretujo fuertemente contra mí cogiéndome por la cintura.Sentía el calor de sus manos en mi abdomen. Al pasar los kilómetros mientras se hacía de noche comenzó a moverlas acariciadoramente por mi tórax una de ellas se puso sobre mi bragueta y yo vi desesperado como mi verga se colocaba otra vez en posición de ataque. Le cogí la mano y con suavidad la subí hacia mi pecho. Me estaba poniendo a mil y lo que menos quería era tener un accidente con una estudiante regresando de la playa.
Ya era noche cerrada cuando llegamos a la ciudad. Mónica vivía en un barrio apartado y cuando aparque la moto apenas se veía gente por su calle.
- Muchas gracias por el paseo – me dijo tendiendome el casco con cara de perrito apaleado.
- Ha sido una tarde muy agradable para mi.Te acompaño hasta la puerta. – le conteste sonriéndole
Ya en la entrada de la casa abrió la puerta y volviéndose me tendió la mano.
- ¿Amigos? – me dijo con ojos interrogadores
- Por supuesto. Lo de antes fue muy hermoso. Me alago. – le dije mientras acariciaba su mano con las mías.
Monica me miró profundamente a los ojos y cogiéndome por la solapa de mi cazadora me hizo entrar en el portal mientras me besaba apasionadamente. En la oscuridad del local solo iluminado por la luz de la calle nos estrechamos en un ardoroso abrazo mientras nuestras lenguas se entrelazaron frenéticamente en nuestras bocas. Con el rabillo del ojo vi un hueco oscuro al lado del ascensor y la fui arrastrando para ocultarnos ante la posible entrada de algún vecino.
La apoye contra la pared y comencé a estrujarle un pecho mientras mi boca le proporcionaba pequeños mordiscos en su largo cuello. Mónica empezó soltar a gemidos de placer que se incrementaron cuando descubrí uno de sus senos y comencé a juguetear con su pezón que se empitonó inmediatamente.
- Joder que tetas tiene esta tía- pensé
El tamaño perfecto ni pequeñas como una jovencita ni grandes como ubres. Colgaban levemente dando movimiento a las mismas , tenían la turgencia de una manzana y el tacto del melocotón.
Le meti mi otra mano bajo la falda y recorrí sus muslos hasta llegar a su pubis. Comencé a frotarle el coño por encima de sus braguitas y sentí como apretaba sus piernas aprisionando mi mano y estrujandola contra su sexo. Empezó a subir el tono de sus jadeos y enloquecida por el gusto que la estaba proporcionando se abalanzo sobre mi labio inferior y me lo mordió.
Restregaba una pierna contra la otra mientras yo seguía frotándole sintiendo como sus bragas se humedecían. Estaba caliente como una perra. Su movimiento cimbreante aumento el ritmo hasta que sentí como alcanzaba el paroxismo del orgasmo. Me estrujó fuertemente contra su cuerpo para luego relajarlo y comenzar a besarme tiernamente.
Yo con un empalme portentoso frotaba mi paquete contra su pierna mientras ella se desmadejaba entre mis brazos con la respiración alterada.
Tras recuperar el aliento me apartó y me dijo.
- Ven subamos a mi casa. – cogiendome de la mano se encaminó hacia el ascensor.
Mientras subíamos la besaba. Ella frotaba con sus manos mi polla constreñida dentro de mis pantalones. Me cogia el culo y apretaba mis nalgas mientras me empujaba hacia ella frotando su pubis en mi paquete.
Al llegar al piso abrió con prontitud la puerta y me empujo dentro de la vivienda. Sin siquiera desprenderse de su mochila comenzó a desabrocharme el cinturón. La cogí de las manos y la detuve.
- Despacio, bonita. No hay prisa
Ella se detuvo, se desprendió de la mochila y de su chaqueta e indicándome una puerta abierta me dijo
- Pasa al salón y sirve unas copas, traeré hielo.
- ¿Que te pongo?
- Lo mismo que tomes tu. – y tras besarme tiernamente se marchó pasillo adelante.
El cuarto denotaba bien a las claras que vivía en un piso de estudiantes. Libros sobre todas las mesas y las paredes decoradas con pósters de diversos temas y láminas de obras de arte clavadas con chinchetas a la pared. Sobre un aparador estaban varias botellas. Tomando una de Whisky lo serví en dos vasos que cogi de una bandeja. Con más detenimiento me dedique a fisgar por la estancia. Abrí algún libro hojeando sus páginas y viendo que tardaba me senté en un desvencijado sofá granate con los vasos en la mano. Recorrí con la mirada las paredes y sonreí al ver una lámina del David de Miguel Ángel en una de ellas.
- Siempre las proporciones- pensé mientras sonreía.
Estaba ensimismado contemplando los objetos de la habitación cuando oí a Mónica que decía
- Ya estoy aquí. Perdona la espera he aprovechado para cambiarme.
Al alzar la vista la vi en el quicio de la puerta. Llevaba puesta una larga bata de seda estampada con motivos orientales. Parecía una Diosa con el pelo cayendo a ambos lados de su cara. Posé los vasos sobre la mesita y me dirigí a ella. Le quite la cubitera de las manos y la bese apasionadamente. Luego desató el cordón de su bata y la desnude lentamente.
Me retire para admirar su cuerpo y lo que vi me dejó boquiabierto. Su cuerpo totalmente desnudo era la proporción hecha carne. Sus redondeados pechos que enmarcaban a la perfección dos redondos pezones. Su delgada cintura hacía destacar a sus caderas poderosas que descansaban sobre unas hermosas y torneadas piernas. Su curvilínea figura tenía el pálido color de la gente del norte y su piel sin mácula recordaba el marfil. Todo el conjunto parecía estar tallado por las expertas manos de un maestro.
Me acerque a ella y la bese en el cuello mientras mis manos recorrian todo su cuerpo, deteniéndome sobre su culo en el que pude constatar la turgencia de sus carnes. Ella me abrazaba mientras se movía ansiosa al compás de mis caricias. Luego apartándome comenzó a desabrocharme la camisa mientras besaba con suavidad mi pecho mordisqueando, de vez en vez, suavemente mi piel. Luego desabrocho mi cinturón y se oyó el sonido de mi cremallera. Palpo mi falo y sin tregua deslizó la mano dentro de mis calzoncillos y lo recorrió en toda su longitud hasta llegar a mis testículos para luego aferrarlo con fuerza. Cerró su mano sobre mi capullo con tal fuerza que estuve a punto de gritar.
- Con suavidad hermosa, con suavidad- le dije en un susurro
Se detuvo y quedó mirándome desorientada como una niña pillada en falta. Baje mis pantalones y comencé a guiar sus movimientos. Parecía que nunca hubiese tenido una polla en sus manos pensé extrañado. Ella miró hacia abajo y creí observar una expresión de sorpresa en su rostro.
Se que estoy bien dotado. Larga y gruesa, con un poderoso capullo que se angosta en su base dando paso a un palo que se va ensanchando para luego volver a estrecharse cuando se une al cuerpo. Alguna de mis amantes me había dicho que tenerlo dentro era como sentir el rabo del cruce de un perro y un burro. Pero aquella cara de asombro me hizo dudar de la experiencia amatoria de la joven.
Una vez que la instruí en el manejo de, a sus ojos, asombrosa herramienta, deslice mi mano entre sus muslos y pude sentir el suave tacto de su vello en mi mano. Suave como la piel de una marta y fino como los hilos de seda. Mis expertos dedos acariciaron los labios de su vulva, cerraditos como los de una niña en la pubertad. Una leve humedad empezó a destilar ente el roce de mis yemas. Cuando intentaba suavemente introducir mi índice en su vagina de un salto culeo hacia atrás y se quedó mirándome con cara de espanto. Me retiré y quedé mirándola sorprendido. Luego tras unos momentos de reflexión lo comprendí todo.
- Tu eres virgen – le dije mientras la miraba de arriba a abajo.
Toda su cara se torno como la grana mientras afirmaba con la cabeza y tapaba su sexo con las manos.Menudo papelón pense para mis adentros.
- Si quieres lo dejamos- le dije mientras acariciaba su acalorada cara
- No, quiero que seas tu. Lo supe desde el dia que te vi. Luego cuando en la Facultad me dijeron como follabas y me reafirme en mi decisión
- Pero.. ¿Quien te hablo de mi?
- Todo el mundo. Te has tirado a media Facultad – me contestó retadoramente.
Mire al suelo mientras me rascaba la cabeza pensando lo cotorras que eran mis alumnas. Nunca pensé que mi vida amorosa fuera la comidilla de las estudiantes. Por eso una tras otra caían en mis brazos a la primera ocasión. Y yo que pensaba que era mi labia.
- Bueno esta bien. ¿Pero no sería mejor que te entregases a un chico de tu edad? – argüí con un tono paternal.
- No, quiero que seas tu. Quiero a un profesional – me contestó airada
- ¡Joder! Un profesional. Gracias por el piropo – le dije mientras me reía sarcásticamente
- Perdona no quise ofenderte. Pero se que eres increíble en la cama, que follas como los ángeles.Todas me han dicho que eres un maestro en el arte del amor.
- No chica te confundes. Soy un maestro con amor al arte. – la corregi mientras estallaba en carcajadas
- Bueno si es que no te gusto, me lo dices y basta – me replicó humillada
Retire sus manos que seguían ocultando su sexo y abrazándola le dije
- No es eso. Me gustas mucho. De hecho me gustas muchisimo.- y cogiéndola en brazos le pregunté – ¿Dónde está tu habitación?
……..
La deposité sobre el lecho mientras acababa de desvestirme. Mónica no dejaba de mirarme la polla totalmente rígida sobre la cama. Me acerque le separe las piernas y me arrodille entre ellas. Luego apoyando mis manos a ambos lados de su cuerpo la empecé a besar comenzando por la cabeza, sus ojos, su nariz ,su boca y fui lentamente descendiendo hasta llegar a sus pechos. Me entretuve chupando sus pezones y presionandolos en ocasiones, observando como se estrechaban sus aureolas y se ponían duros como canicas. Descendí por su pecho hasta llegar a su vientre donde hice que la punta de mi lengua recorriera todos los rincones hasta llegar a su pubis. Le meti mis manos bajo las corvas de sus rodillas y le hice que doblara las rodillas tirando de ellas. Pase mi nariz a lo largo de su vello púbico continuando el roce a través de los labios de su vulva. Olía como el mar desde la pradera. Fresco y limpio como la brisa marina. Monica soltó un profundo suspiro.
Sin detenerme sobre su sexo comencé a morder y pasar mi lengua por la cara interior de sus muslos subiendo poco a poco hacia su monte de Venus. Empuje sus piernas hacia el exterior y la mantuve totalmente espatarrada mientras me deleitaba mirando su coño.
Este tenía una pequeña mata de lacio pelo rubio por encima y muy ralo alrededor de sus labios. Su chichi formaba una raja perfecta en la que apenas se veían sus labios internos coronados por un diminuto clítoris. Me incliné sobre ella y con la punta de mi lengua lo recorría de arriba a abajo hasta llegar a su clítoris que comencé a toquetear con mi lengua apuntada. Comenzó a gemir suavemente a medida que su boton iba creciendo. Me entretuve jugueteando con él mientras ella de vez en vez movía su cuerpo como si la recorriera una descarga eléctrica.
Cuando ya jadeaba continuamente me dirigí a su chocho y comencé a lamer sus labios mientras con una mano los separaba para ir penetrando en su interior. Ella me cogió del pelo y estrujo mi cabeza entre sus rodillas. Pacientemente la abrí de nuevo totalmente dejándola expuesta a mis envites. Comencé a chupar, lamer y ensalivar todo su coño preparándose para dejar el camino expedito a mi cipote. A la vez mis dedos acariciaban su sexo y se introducían suavemente en su interior. Cuando entró el primero senti como su coñito se humedecia con sus propios jugos que tenían la untuosidad de una almeja.
Me incorporé y empecé a ensalibarme todo el rabo para facilitar el deslizamiento en su interior para a continuación frotarlo entre sus labios repetidamente. Luego mientras la miraba a los ojos fui introduciendo lentamente muy grueso capullo.
- Joder que fuerte. Que gorda. No se si entrara – me dijo Mónica
- No te preocupes entrará – le conteste.
Comencé un ligerísimo mete y saca mientras le acariciaba el clítoris y los labios del coño. Cuando vi que se destensaba, fui penetrando en su interior lentamente. Ella entre jadeos y quejidos ponía un mohín de temor ante mi penetración. Al fin tope con un obstáculo que frenaba mi avance. Sabia que habia llegado el momento. Me retire levemente y de tres fuertes empellones traspase su barrera y le clavé la polla hasta los huevos. Descanse sobre su cuerpo y ella me abrazó estrechamente mientras me decia al oido.
- Dios mío es enorme. No creo que pueda aguantar
- Demasiado tarde. Ya la tienes toda dentro- le dije
Permanecí quieto besándola sin apenas moverme. Sentía los latidos de su cuerpo en mi cipote y la estrechez de su hueco lo oprimía fuertemente. Comencé a chuparle el cuello a la vez de un cadencioso y lento vaivén de mete y saca que prolongue durante minutos. Poco a poco fui aumentando el ritmo y la amplitud de mis movimientos casi la sacaba para volver a enterrarla hasta el fondo. Parecía que Mónica comenzaba a recuperarse y comenzaba a participar cimbreando su cuerpo mientras la penetraba.
- Dios mío qué gusto. Que gusto, Que gusto – repetía machaconamente.
Me detuve con la polla casi fuera y mientras la miraba le die
- ¿Te gusta? ¿Te hago daño? ¿Quieres que me detenga?
- No. Follame, follame sin descanso. Por Dios clávamela hasta el fondo – me contestó con una mirada de lujuria en sus hermosos ojos.
- La voy a estar clavando hasta que quedes harta – le dije con una sonrisa torcida y se la espeté de un fuerte empujón hasta las trancas
- Eso dame polla. Mete ese monstruoso priapo hasta que me salga por la boca
- Joder con la tierna jovencita. Como te gusta darle el manubrio. – le dije
La cogí por los tobillos elevando sus piernas e inicie un frenético mete y saca que la hacía retorcerse de placer. Un orgasmo hizo que su cuerpo se estremeciera de punta a punta mientras su coño se contraía espasmódicamente. A ese orgasmo siguió otro y otro.
Joder era la primera vez que me encontraba con una virgen multiorgasmica. Estaba alucinando de cómo follaba la muy zorra. Evidentemente era una alumna aventajada. Al fin agotada me detuvo y dijo.
- Déjame descansar un rato. Tengo el coño que ni lo siento
Me retire y quedé arrodillado ante ella con mi mástil enhiesto chorreando de un líquido rosa. Cuando lo iba a limpiar me detuvo y dijo
- Aguarda- y poniéndose a cuatro patas se lo metió en la boca.
Su inexperiencia hizo que sus dientes rozasen mi glande. La detuve y le dije
- Cuidado sin dientes. Me puedes hacer daño
Me la empezo a chupar lentamente metiéndose todo el capullo en la boca. Luego sacaba mi verga y la lamia desde la punta a través del frenillo hasta llegar a mis pelotas que estaban repletas y prestas a descargar. En un ataque vi como mi mota atravesaba su campanilla y se adentraba en la garganta lo que le produjo una arcada que la obligó a retroceder para luego volver a chuparmela frenéticamente. La detuve
- ¿No te gusta? – me pregunto.
- Si. Me has hecho una mamada de campeonato pero vas a hacer que me corra y no quiero hacerlo en tu boca. Date la vuelta
Sus posaderas quedaron ante mi vista. Joder que culo. Amplio, redondo, turgente; con unas nalgas respingonas como las de una gimnasta. Volví a lamerle el chocho y luego me acerque y se a clave de un golpe.
Comencé a follarla de nuevo a todo meter. Mi cuerpo golpeaba su trasero en cada acometida y sentía el sonido de mi verga entranda y saliendo de su mojado coño.Al mirar hacia un lado pude vernos reflejados en el espejo del armario. Veía como mi cipote entraba y salía de ella mientras sus tetas se bamboleaban en cada empuje. Nuestras miradas se cruzaron en el espejo y vi como una sonrisa libidinosa mostraba sus hermosos dientes. La cogí fuertemente por las caderas y ella comenzó a empotrarse contra mi cuando iba a su encuentro.
- Me estas destrozando pero dale mas fuerte que me muero de gusto – me dijo
- Quieres verga pues toma verga. Vas a quedar harta de rabo para una buena temporada
- Dale sin miedo. – me dijo entre jadeos.
Frenéticamente comencé a darle fuertes empujones. Toda la cama temblaba y por un momento pensé que se iba a desarmar. Sentí como mi cipote se hinchaba al máximo y los primeras sensaciones eyaculatorias aparecieron.
- Me corro. Me corro – grite
- Hazlo dentro de mi. Llename entera- me dijo mientras comenzó a follarme con ímpetu.
Sentí como mi polla comenzaba a descargar interminables trallazos de leche en su interior y como Mónica empezaba a estrujar mi rabo intentando extraer hasta la ultima gota mientras un orgasmo brutal recorría todo su cuerpo. Al fin agotado me desplome sobre ella aplastandola contra la cama. recuperando la respiración acaricie su cuerpo mientras mi polla se desinchaba y comenzaba lentamente a salir de su interior. Al fin me incorpore y ella se dio la vuelta.
- Verdaderamente eres un maestro. Follas como los ángeles – me dijo sonriente
Con las piernas totalmente desparramadas mostraba su abierta flor de la que que se destilaba el néctar de mi semilla.
……………………..
Hacía ya más de tres meses que se conocían pero para Héctor se había convertido en la persona más importante de su vida. Desde el primer momento se compenetraron a la perfección. Nunca había estado tan colado por nadie. Es más, en su fuero interno sabía que era la primera vez que estaba verdaderamente enamorado. De todas las mujeres que habían pasado por su vida, que eran muchas, con ninguna alcanzó el grado de compenetración espiritual y carnal que tenía con ella.
Miraba a Mónica tendida desnuda sobre el lecho. Admirando la perfección de su cuerpo, pensaba los profundos sentimientos que le provocaba. Amor. Un amor intenso y arrebatador, de una intensidad vibrante y profunda. Pero también celos y una profundo temor a perderla. La gran diferencia de edad que les separaba le angustiaba. Conocía cómo la naturaleza marca sus tiempos y que cuando el comenzase su declive, ella alcanzaría el cenit de su esplendor. Ese pensamiento le atormentada y estaba seguro que haría cualquier cosa para retenerla todo el tiempo que fuese posible.
Mónica se despertó y le miró mientras le dedicaba una de sus maravillosas sonrisas.
- ¿Que miras? – le preguntó mientras se desperezaba.
- A ti. Estaba pensando en cuanto te amo y lo que he de sufrir si te pierdo.
- Anda no seas tonto.Vuelve a la cama
Se dio la vuelta y abriendo las piernas le mostró su sexo levemente enrojecido por su apasionada noche de amor.
- Ven cúbreme. Tengo frío.
Cuando la penetró sintió la tibia humedad de su interior. Estaba aún mojada con los jugos derramados la pasada noche. Se amoldo enseguida a su verga y ella comenzó a culebrear al sentirla en su concha.
La inexperta muchachita de hacía unos meses, se había transformado en una maestra en el “ars amatoria”. Se amoldó como un guante a lo que ella llamaba su “monstruoso priapo” y ahora le hacía bailar al son de sus deseos. Eran noches mágicas de sexo y pasión. En las que Mónica le demandaba una y otra vez que la montará. Su vitalidad le agotaba y dejaba saciado su hambre de sexo. Así no vas rellenando todos los coños de la Facultad con tu leche, le decía. La verdad es que no necesitaba a nadie más. No sólo era increíble en la cama también su carácter alegre y su inteligente conversación le habían hechizado.
Mónica le hizo recostarse sobre su espalda y se le puso encima, cabalgandole como a ella le gustaba. Comenzó a danzar una especial danza del vientre con el cipote en su interior. Se movía a en círculos sobre su verga mientras en un cadencioso mete y saca contraía y relajaba su coño con tal maestría que su placer se desplazaba continuamente por todos los rincones de su sexo.
- Así relájate machote. Déjame hacer que yo te follo como a ti te gusta.
Erguida sobre, él, sus pechos se bamboleaban al ritmo de la danza de su cuerpo. A veces lanzaba hacia atrás su cabeza entre gritos de placer para luego con un golpe azotarle con su melena. Cuando veía que él estaba a punto de derramar su esencia bajaba el ritmo hasta detenerse para prolongar el coito. Como ahora hizo.
- ¿Me quieres? – le preguntó con voz seria mientras se echaba la mano a la espalda y comenzaba a acariciarme suavemente el escroto.
- Te amo profundamente – le contesté entre jadeos.
- ¿Cuanto?
- Hasta el infinito.
- Estarías dispuesto a hacer cualquier cosa por mi – dijo con el ceño fruncido.
- Cualquier cosa.
- ¿Me lo juras?
- Te lo juro.
Reinició su bolero incrementando su ritmo y su cadencia. Sentí como mi polla se hinchada hasta casi reventar y comencé a correrme espasmódicamente en su dulce seno.
- Dios mío me matas de placer amor mío – le dije mientras sentía mi semen salir de ella y resbalar por mis huevos.
Se reclinó sobre mi y me dio un beso cargado de pasión y de dulzura
…….
Había sido una cena muy agradable. El sushi bien elaborado estaba exquisito y Mónica había estado toda la noche especialmente encantadora y solícita. Mientras tomábamos una copa en la sobremesa me dijo..
- Te acuerdas de lo que me dijiste hace unas noches.
- ¿Que? -le respondí sonriente.
- Lo mucho que me amabas y que estabas dispuesto a hacer cualquier cosa que yo te pidiera.
- Si por supuesto.
- Pues verás, quisiera que hicieras algo.
- Dime lo que quieres y yo satisfacere tus deseos. Tus órdenes son deseos para mí – respondí con una sonrisa torcida
- Quiero que le hagas un favor a alguien a quien yo quiero mucho.
- De quién se trata?
- De David.
- ¿Tu compañero de clase?.
- Si. Es como una hermano para mi. Nos conocemos desde primaria y somos inseparables. – me dijo con seriedad
Sonreí recordando que me había comentado su amistad con el muchacho y de cuál eran sus inclinaciones sexuales.
- ¿Se ha metido en algún lío? – le pregunté circunspecto.
- No, no se trata de eso.
- Entonces cuál es el problema.
- Quiero que le hagas el amor.
Estuve a punto de dejar caer la copa de las manos. No pude dar crédito a lo que había creído entender. Sacudiendo la cabeza le volví a preguntar.
- ¿Que que?
- Quiero que le hagas el amor – repitió.
- Es una broma – respondí mientras reprimía una carcajada.
- No bromeo. Estoy hablando en serio. David nunca ha estado íntimamente con un hombre. Ya me entiendes. Sólo ha tenido algunos escarceos con chicos. Quiero que lo montes. Necesita alguien experto y delicado que le haga inolvidable y maravillosa su primera vez. – expuso con gravedad.
- PERO TU ESTAS LOCA! – Le grité enfadado – Tú te crea que soy un taladro. Una especie de desvirgador automático.
- Tu me dijiste que haría cualquier cosa por mi. Me lo juraste.
- Pero eso es una locura…Y una estupidez – añadí.
- Sólo es sexo. – me dijo
- Pero sexo sin amor. Me tratas como una prostituta – le contesté.
- Has practicado el sexo sin amor cientos de veces para darte gusto. ¿ Y ahora me dices que no lo puedes hacer, tan sola una vez, para darme gusto a mi?. – me dijo de forma vehemente.
- Pero es distinto. David es un tío. A mi no me van los hombres.
- Tampoco a mi me gusta lo japonés, ni el sushi, y me lo he comido porque sé que tú lo adoras.
- No es lo mismo – respondí.
Mónica me miró con una cara de decepción cogió su bolso y abrigo y levantándose me dijo..
- Me tengo que ir, ya nos veremos.
Yo me levanté y vi como se marchaba dejandome sólo. Allí me quedé estupefacto mirando los restos de sushi que quedaban sobre la mesa.
…….
Durante toda la semana Mónica no respondió a mis llamadas. Me acerqué por su casa pero nadie me abría. Yo sabía que estaba dentro, se veían sus ventanas iluminadas. No asistía a las clases y su amigo David me rehuía la mirada.
Al fin armandome de valor aborde a su amigo a la salida de clase.
- David por favor puedo hablar contigo – le dije.
- Si.. – me contestó tímidamente con un tartamudo, sonrojándose hasta las orejas.
- Podrías decir a Mónica que me llame. Dile que estoy dispuesto a hacerlo.
- De acuerdo – me respondió clavando sus grandes ojos en los míos.
- Muchas gracias. – le dije apoyando mi mano en su hombro.
Sentí como temblaba con mi contacto. Tras unos instantes se despidió alejándose pasillo adelante sin atreverse a levantar la cabeza.
Esa noche sonó el teléfono. Era Mónica.
- Buenas noches Mónica – respondí
- Hola Héctor. David me ha comunicado tu mensaje. Te agradezco que hayas recapacitado. He sufrido mucho.
- Yo también – le respondí prontamente con un tono de reproche en mi voz.
- Lo siento. El amor a veces duele. No pensé que fuera tan titánico el favor que te pedí. Pensé que lo harías porque creí que me amabas de veras.
- Y te amo.
- Lo sé, pero no sin reservas. He comprobado.
- Te quiero profunda y apasionadamente. Estoy dispuesto a hacer todo lo que tu me pidas.
- Oh gracias. No es un capricho, es algo muy importante para mi, te lo juro- su voz sonaba franca y se la oía aliviada.
- De acuerdo
- Ven a cenar el día de Nochebuena. hablaremos. Tengo la casa para mi.
- ¿A qué hora?
- A las 5. Así me ayudarás con la cena.
- Allí estaré.- le respondí
- Te quiero Héctor – dijo y colgó.
….
Mientras subía en el ascensor Héctor se peinó el pelo con la mano y enderezó la pajarita. Había sido un regalo de Mónica que no se había atrevido a poner hasta ese día. Le parecía un poco cursi. Sabía que a ella le gustaría. Se miró al espejo. Con el pelo un poco largo y una barba de tres días lucía un aspecto afrancesado. Era un hombre alto y de complexión atlética en el principio de su cuarentena. Su pelo moreno acentuada el intenso verde de sus ojos. Noto que le sudaban las manos cuando llamaba al timbre. Con el índice intentó aflojar la presión del cuello de su camisa.
La puerta de abrió y allí estaba Mónica. Con una sonrisa radiante le introdujo en la vivienda y le abrazó mientras le besaba apasionadamente.
- Feliz Navidad amor mío – le dijo tras el intenso beso.
- Feliz Navidad – le contestó Héctor
- Ven, pasa
Llevándose de la mano le condujo hacia el salón. Al entrar vio a David sentado en el sofá. Detuvo su marcha sintiendo como las manos se volvían a humedecer. Todo él se tensó al ver al muchacho.
- David cenará con nosotros. ¿No te importa verdad? – le preguntó Mónica mirándole a los ojos.
Tras unos instantes de mutismo que provocó un embarazoso silencio al fin respondió.
- No por supuesto. Buenas tardes David.
El muchacho le sonrió tímidamente..
- Siéntate por favor – le dijo Mónica.
Se dirigió a un sillón individual, el más alejado del joven. Mónica lo hizo en el brazo del sofá próximo a David y mientras la acariciaba afectuosamente la cabeza dijo..
- Viene a despedirse de nosotros. Se traslada con su familia a Nueva Zelanda. Finalizará allí sus estudios.
- No sabía nada. Te deseo toda la suerte del mundo. -le dijo Héctor
- Le echaré mucho de menos. Será una dolorosa separación.- dijo Mónica.
Héctor se quedó mirando en silencio a los dos jóvenes. Al fin empezaba a comprender la extraña petición de Mónica. El era su regalo de despedida. El hombre que amaba para su amigo más querido. Extraña forma de pensar la de estos jóvenes se dijo.
- Sabes que Héctor y yo nos enrollamos por una duda respecto a las proporciones. – dijo dirigiéndose a David.
Paso a relatar a su amigo el primer encuentro de ambos en el despacho de la Facultad. Para finalizar diciendo.
- Héctor es un experto en proporciones. Entre otras cosas.
- Creo que me sobrevaloras.
- Bueno perdonadme un segundo mientras le hecho un ojo al horno. – dijo levantándose y abandonando la habitación.
Los dos hombres permanecieron en un embarazoso silencio sin apenas atreverse a cruzar las miradas. La tensión era evidente. Al poco rato Mónica regresó. Tenía el abrigo puesto y sobre su hombro colgaba el bolso.
- Lo siento, tengo que ir al centro. Es una urgencia. – les dijo
- Pero… – intento argüir Héctor poniéndose en pie.
- La cena está en el horno. No hace falta que os preocupéis por ella. Portaros bien y divertiros. – añadió mientras miraba a los dos hombres. Para a continuación salir del salón tras entrecerrar la puerta.
Héctor se quedó mirando a la puerta durante unos instantes oyendo el portazo de Mónica al salir de la casa. Estaba perplejo ante la situación. Al fin dirigió la mirada hacia David que desde el sofá le observaba.
- Menudo papelón – Pensó.
Decidiendose a encarar la situación se sentó y se dirigió al muchacho.
- Bueno David. ¿Y ahora qué hacemos? – le dijo
- No se – le respondió bajando la mirada.
- ¿Tu estas al corriente de la extraña petición de Mónica? – le preguntó Héctor.
- Sí.- contestó David lanzandole una fugaz mirada.
- ¿Y estas de acuerdo?
- Ya sabes como es Mónica. Hace años me hizo jurarle que cuando encontrásemos al hombre ideal lo compartiríamos. – le respondió clavándole los ojos.
- ¿Pero yo te gusto?
- Si. Mucho. – respondió el joven sin pestañear.
Hector alzó los ojos al techo mientras cogía aire. Cuando volvió a mirar hacia el muchacho observó que estaba a punto de romper a llorar. Se levantó, y acercándose, le hizo ponerse en pie cogiéndole de la mano. Dos lagrimones resbalaron por las mejillas de David.
- No llores – le tranquilizó secandole las lagrimas con sus manos.
Luego, tomando sus dos manos, le miró a los ojos y preguntó.
- ¿Eres virgen?
- Si. – le respondió tímidamente mientras se sonrojaba.
- ¿No has estado con ningún hombre? – continuo Héctor
- Bueno con algunos amigos me he besado y nos hemos tocado. Pero nada más. – le dijo haciendo pucheros.
Héctor le atrajo hacia sí y lo estrechó entre sus brazos mientras le palmeaba la espalda. El joven le abrazó. Sintió como en la entrepierna de David, que estaba apoyada en su muslo, algo comenzaba a moverse. Rendido a las circunstancias bajó la mano y poniéndola sobre el culo del muchacho le apretó una nalga. Comprobó que tenía un buen trasero. Redondeado y firme. David suspiró y comenzó a frotarse contra su pierna. Tras unos minutos sintiendo al joven jadear le apartó y comenzó a desabrocharle los botones de la camisa. Luego tras dejarla caer al suelo le acarició el dorso lentamente mientras este se estremecía bajo sus manos. Ambos hombres se miraban a los ojos.
A continuación procedió a desabrocharle el cinturón y bajarle la cremallera dejando que el pantalón cayese por su propio peso al suelo. A través de la tela del calzoncillo boxer le frotó el paquete, percibiendo el calor que desprendía su sexo totalmente erecto.
- Desvístete – le ordenó Hector retirándose.
David dándole la espalda se despojó de toda su ropa mostrando el culo. Tenía un buen trasero el chaval. Respingón y generoso sobre unas bonitas piernas largas y estilizadas . Ni un asomo de vello se veía en su cuerpo. Se dio la vuelta tapándose el sexo con las manos mientras encogía tímidamente los hombros.
Héctor se mantuvo en la distancia contemplando la desnudez del joven. Tenía el aspecto de un efebo andrógeno. En la cara aniñada, de bonitas proporciones, sobresalían unos inmensos y hermosos ojos. Con su pelo cortito recordaba el elástico cuerpo de una nadadora. La belleza inquietante de una mujer con rasgos masculinos o la de un hombre con la anatomía de una chica deportista. Sus músculos se marcaban ligeramente sobre su piel aterciopelada. En su cuerpo níveo se destacaban los pequeños y oscuros pezones erizados. Con la mano le indico que se acercara. Cuando lo tuvo a su alcance retiró las manos que cubrían su pubis dejando al descubierto su pene iniesto. Todo él era de un blanco marfileño. Su pequeña polla,sin una vena a la vista, emergia de unas pequeñas bolas cubiertas por una escasa pelusilla, elevándose entre una pequeña mata de pelo pegada a su abdomen; para acabar en un capullo totalmente cubierto por el prepucio, donde se dibujaba un ojo de un rojo carmesí.
Colocó la palma de su mano sobre las pelotas y comenzó a subir recorriendo su falo suave como la seda. Su mano se cerró sobre el extremo superior y fue descapullando suavemente. La piel que lo cubría se resistía a descubrir el glande. Volvió a replegarla hacia arriba y en ese momento una cristalina gota surgió de su capullo coronandolo. David exhaló un profundo suspiro y Héctor temiendo una eyaculación precoz se retiró. Empezó a quitarse la pajarita y David se acercó para ayudarle.
- Tienes un lazo como los regalos – le dijo este mientras le dedicaba una tierna sonrisa.
Se dejó hacer mientras el muchacho desabrochaba minuciosamente sus botones. Luego le apartó la camisa y la chaqueta dejando al descubierto su velludo pecho sobre el que posó sus manos y jugueteo con sus pelos. Héctor se quitó a la vez ambas prendas y las arrojó sobre el cercano sofá. David comenzó a recorrer el torso y los brazos admirando la masculinidad de su trabajada musculatura.
David bajó la mirada e intentó torpemente desabrochar el cinturón. Héctor le retiró las manos y acabó con la tarea, para luego dejar que la gravedad bajara los pantalones y los dejara sobre sus pies. La mirada del joven se posó sobre su flácido pene y sus testículos que colgaban pendulones. Aun en estado de reposo su tamaño pareció sorprender a David. Este puso la palma de la mano bajo su sexo y lo elevó mientras con la otra lo acariciaba dulcemente, como si de un gatito se tratara. Intento pajearle pero su verga se negaba a responder.
El muchacho se agachó a su pies comenzando a dar tiernos besos a la polla aún morcillona. La lamia como si de un helado se tratase. Al fin, mientras le miraba a los ojos, se la introdujo en la boca descapullando su glande con los labios. Al contacto con la cálida y húmeda cavidad, lentamente respondió hinchándose poco a poco. Cerró los ojos y suspiro mientras su cipote se iba agrandando hasta rellenar la boca que lo rodeaba. David empezó a mamarsela mientras con la mano masturbaba la verga.
La verdad es que el muchacho lo hacía muy bien. Su lengua buscaba los puntos en los que Héctor era más sensible. Por un momento pensó que tal pericia provenía de las instrucciones que Mónica le había dado.
David intentó meterse mas palo en la boca que ya apenas abarcaba su grosor, y una arcada le obligó a retirarse. Un hilillo de saliva unían sus labios con el capullo rezumante.
- Lo siento es muy grande – se disculpó el muchacho.
- No hagas nada que no te guste – le dijo Héctor mientras le acariciaba una mejilla.
Le sonrió y retomo la tarea con más ahínco. En una de sus acometidas la verga atravesó la barrera de sus amígdalas y penetró en el orificio faríngeo. Se mantuvo si moverse durante unos segundos mientras aguantaba la respiración. Exhausto retiró atropelladamente la cabeza ,sacándola integramente de la boca, para dejar que una bocanada de aire inundase sus pulmones.
- Joder es enorme. Mónica tenía razón – le dijo con cara de asombro y admiración.
- ¿Demasiado para tu gusto? – le preguntó Héctor.
- No, que va. Es alucinante.
Volvió a meterla en la boca y comenzó a mamarsela frenéticamente. Hector apoyó sus manos en la cabeza del muchacho intentando refrenar sus acometidas, pero le resultaba imposible. Se lo estaba follando literalmente con la boca. Sintiendo que iba a correrse le apartó.
- Espera David no tan aprisa. – le dijo y con una mano le levantó.
Acabo de desvestirse tirando el resto de su vestimenta sobre el sofá. Ahora fue David el que se le quedó mirando, mientras admiraba el cuerpo tan distinto al suyo. En plena madurez una potente musculatura esculpía su figura. Sus pectorales y todo su pecho estaba abundantemente cubierto de un vello fino y lacio. Sus peludas piernas, fuertes y musculadas acababan en un culo pequeño y prieto que se abultaba ligeramente hacia atras. En los poderosos brazos se definían sus bíceps y sus tríceps, mientras en sus manos y antebrazos se marcaban la ramificación abultada de sus venas. Todo ello enmarcaba una verga de la que colgaban pesadamente los testículos. Adornada por una espesa mata de pelo, estaba iniesta como el mástil del palo mayor y lucía el grosor de un buen pepino. Era la imagen perfecta de la virilidad.
Acercándose de nuevo a David, le estrechó entre sus brazos. En contacto con su tibia piel olió el aroma limpio y afrutado que desprendía. Sexo contra sexo, el muchacho empezó a restregarse mientras jadeaba. Pudo comprobar la gran diferencia de tamaño que había entre sus pollas.
El joven con la cabeza apoyada en su hombro lo empujaba fuertemente por los omóplatos estrechándolo contra su cuerpo. Hector bajó la mano a través de la espalda y le agarró fuertemente las posaderas. Estrujo las nalgas y las movió en círculos, haciendo que se separasen y se juntasen alternativamente. Luego un dedo descendió lentamente por el surco que las separaba. Al llegar al pequeño botón que formaba su contraído agujero David tenso sus manos clavando sus uñas en la espalda. Arriba y abajo recorría la raja deteniéndose al llegar allí donde le producía más placer y que como un resorte desencadenaba un efecto reflejo en las manos del muchacho.
Al fin se mojó un dedo y decidió probar la resistencia de su objetivo. Tras masajear alrededor de su abertura, decidió adentrarse introduciendo la primera falange. Un leve quejido salió de la boca de David mientras su esfínter se cerraba a su alrededor.
- Joder, este no sabe lo que le espera- pensó. Para luego añadir en voz alta- No lo contraigas te dolera mas. ¿Quieres que me detenga?
- No,no – le dijo con voz suplicante.
Fue introduciendo poco a poco el dedo mientras con movimientos circulares empezaba a dilatar la estrecha abertura.
David sintió como su ano se dilataba poco a poco mientras el dedo se sumergía en su interior. Luego el roce de un lento mete y saca hizo crecer su ansia y su deseo en oleadas. Un nuevo dedo acompañó al segundo y David comenzó a gritar suavemente. Sus quejidos se transformaron de muestras de dolor a expresión del profundo placer que Héctor le estaba proporcionando. El leve escozor de un principio desapareció para convertirse en un ardor que inflamaba su libido.
- Penetrame. Meteme la polla. – le dijo al oído en un susurro
- ¿Estás seguro? Te puedo lastimar -respondió Héctor mientras se separaba de él
- No me importa. Tu clavamela.
- Bien si tu lo quieres. Arrodíllate en el sofá y apoya tu pecho contra el respaldo. – le propuso.
David siguió las instrucciones y separó las piernas ofreciendo su culo. Le miró solícito, ansioso por ser cubierto. Héctor se acercó cogiéndole de los tobillos lo atrajo hacia el borde del sofá. Al separar las nalgas pudo observar aquella boquita de piñón que latía espasmódicamente. No se imaginaba como su enorme capullo podría penetrar tan angosto pasadizo. Apoyo la mota y dejó caer un buen salivazo allí donde el ariete estaba dispuesto a taladrar la estrecha puerta.
Intentó introducirse en David pero este soltó un grito quejumbroso intentando apartarse. Sintió lástima por el zagal. Comprendía el daño que le podía producir. Ninguno de los dos tenía experiencia en este tipo de asaltos.
- Mejor lo dejamos. Temo destrozarte el culo con mi polla.- le solicitó Hector preocupado.
- No,no. Por favor, por favor. Quiero tenerla dentro. No he llegado hasta aquí para abandonar ahora.- le rogó el joven.
Hector recorrió el salón con la mirada buscando algo que lubricase la penetración. Sobre la mesa ya puesta con los adornos navideños vio la aceitera para el aliño. En dos pasos se dirigió hacia ella y cogiéndola regreso hacia el sofá. Dejó caer un hilillo en lo alto de la raja que se fue deslizando suavemente hasta alcanzar el doliente ano de David. Con los dedos untó el exterior para luego engrasarle bien por dentro.
- ¡Que alivio! Sigue asi. Dios que gusto. – exclamó el joven al sentir que se mitigaba su dolor.
Durante unos minutos le estuvo dilatando bien el ojete hasta que comprobó que le entraban tres dedos sin esfuerzo. Procedió entonces a embadurnarse todo el cipote que comenzó a resplandecer. Un fuerte olor a aceitunas, del aceite de oliva virgen, inundó el ambiente. No pudo reprimir una pícara sonrisa ante tal casualidad. Oleo virgen para un joven virgen.
De nuevo apoyó la punta de su ariete sobre la entrada de la virginal estancia.
- No lo contraigas. Verás como ahora se desliza con suavidad- le indicó.
Empujó despacio pero firmemente y vio como poco a poco se dilataba la angosta boca. En la última embestida su capullo desapareció dentro de ella contrayéndose fuertemente a su alrededor.
- Dios, Dios, Dios. Es enorme – Grito David
David sentía como su culo palpitaba alrededor del descomunal bocado que se acababa de tragar. Todos sus músculos tensionados se aferraba agarrotado al respaldo del sofá. Sentía su esfínter abierto de una manera que jamás imaginó pudiera darse. Ante cualquier movimiento de la polla que le penetraba profería un grito de dolor.
- Relájate ya tienes toda la mota dentro. – dijo Héctor tratando de tranquilizar al asustado muchacho.
Hector notaba como el esfínter estrujaba su glande que latía espasmódicamente intentando librarse de la presa. Comenzó a acariciar la espalda de David, tratando de calmarle. Viendo su polla enterrada en el culo del muchacho, reflexiono de cómo había llegado a aquella situación. Allí estaba él, un mujeriego impenitente, dando por el culo a un hombre.
Cuando vió que el muchacho se relajaba y la presión sobre su cipote descendía, dio comienzo a un lento y cadencioso mete y saca. Su verga alcanzaba el máximo grosor en su punto medio y se conformaba con penetrarle con la punta tan solo.
- Dame mas fuerte. Metemela toda. Entierrala hasta el fondo – le dijo David
Comenzó entonces a follarlo acelerando el ritmo en cada acometida. En una de ellas la parte más gruesa del cipote franqueó la entrada y de un viaje se la clavo hasta los huevos. Tenía el pubis pegado al culo del mozo.
David sintió que su culo se ensanchaba de un modo inimaginable y toda la mastodóntica polla se introdujo en su interior. Percibía el monstruoso priapo latir como una bestia en sus entrañas.
- Joder que grande. Que grande. Me has roto el culo. – gritaba entre sollozos.
- Ya está toda dentro. Te hare gozar como nunca lo has hecho. Ahora es cuando empieza lo bueno- le dijo Héctor esperando a que se habituara al pollón que apenas cabía tan angosta morada.
- Fóllame, fóllame te lo ruego – dijo David mientras tornaba la cabeza para mirarle
- Ponte a cuatro patas- le ordenó Hector
Sin sacar la polla el chico se puso a cuatro patas sobre el sofá apoyando la cabeza sobre el brazo.
Héctor le agarró de las caderas comenzando a penetrarlo con furor. Sacaba la polla hasta solo dejar el glande dentro para luego enterrarla con fuerza hasta el fondo. Toda su polla estaba estrechamente presionada por el culo del muchacho que colaboraba moviendolo, contrayendo y dilatando sus músculos pelvianos. Una oleada de intenso placer le invadió. Nunca había metido su poderosa polla en espacio tan constreñido y la sensación de la presión y el calor del interior de David le estaban volviendo loco.
A través de la rendija de la puerta Mónica lo observaba todo. Tras dar el portazo había regresado en silencio y agazapada en la oscuridad, presenció como Héctor desfloraba a su querido amigo. Era la primera vez que veía a dos hombres haciendo el amor y aquellos hermosos cuerpos follando la había puesto cachonda. Tenía una mano metida en las bragas que la rezumante humedad habían empapado.
Veía el poderoso cuerpo de Héctor acometiendo sin piedad al vulnerable David. Como su poderosa polla se enterraba frenéticamente en el culo del muchacho y como este jadeaba ,con la cara descompuesta por el placer y el morbo que le proporcionaba aquel hombre que lo montaba. Su frágil cuerpo se agitaba en cada embestida y veia su flácido pene balancearse violentamente con cada acometida. Todo el sofá se movía con los fuertes empellones de Héctor, cuya rostro reflejaba el deleite de follarse aquel apretado culo virgen.
- Asi, asi. Me estas matando de gusto. Clávamela, clávamela – gritaba David al borde del paroxismo.
- Te voy a partir en dos. No vas a poder sentarte en un mes, te lo juro. Se te va a quitar la calentura una buena temporada. – le decía Héctor mientras le penetraba violentamente.
David perdió el apoyo y se desplomó sobre el sofá. Héctor cayó sobre él aplastando al muchacho. Con su pecho en contacto con su espalda siguió dándole polla que ahora entraba con más dificultad, pero que aumentaba el roce y con ello el gusto que ambos sentían. En uno de los retrocesos la polla se salió del culo de David. Este echó la mano atrás y la agarró diciendo
- Metemela de nuevo. No te detengas ahora.
- Espera. Ponte boca arriba. Quiero verte la cara mientras te follo.
David se dio la vuelta y miró a Héctor aguardando con ansia que lo volviese a cubrir. Este abrió las piernas del doncel y entre ellas pudo ver el enrojecido y dilatado anillo. Ensanchado como la boca de un bote de conserva, su interior brillaba como la mermelada de fresa. Le puso los pies sobre los hombros y agarrando su cipote con la mano, lo clavó de una estocada como si de una espada se tratase.
- Ahh, ahh.. Oh sí – gemía David.
- Te gusta precioso. ¿Quieres mas polla? – decía Héctor con voz gutural.
- Si. si Damela toda.Lléname de ti. – le contestó empujandole con las manos puestas en su culo.
- Mmmmmmmmm – exhalaba Héctor mientras le daba rabo sin cesar.
David sin parar de gemir con la boca abierta ponía los ojos en blanco con cada arremetida. Sentía sensaciones orgásmicas que partían de algún lugar de su interior y se propagaban como descargas eléctricas por todo su cuerpo. Los espasmos hacían que se cimbrease como junco en vendaval. Sentía como el rabo que lo estaba sodomizando se engrosaba cada vez más y rozaba todo interior produciéndole un goce sexual difícil de describir.
Hector vio como el pito del efebo comenzaba a empalmarse y como una aguilla manaba constantemente de él, derramándose sobre su vientre. Mirándole a los ojos comenzó sus últimas acometidas percibiendo que estaba a punto de alcanzar el clímax. Clavo profundamente su cipote y sintió cómo se hinchaba y explotaba largando potentes trallazos de leche en lo más hondo de su joven amante.
- Me corro, me corro – decía mientras bufaba como un toro bravo.
David al sentir como su semental le inundaba con su esencia, en interminables latigazos, alcanzó un profundo orgasmo prostatico. Su polla comenzó eyacular mansamente pero sin pausa, como si de un manantial se tratase. Todo su cuerpo se convulsionaba mientras Héctor seguía penetrandole.
Héctor continuaba follando dulcemente al angelical muchacho. Este le echó las manos al cuello y se colgó de él estrechandolo firmemente mientras temblaba como un pajarillo. Tras recuperar la calma dejó caer la cabeza y mirándole a los ojos le dijo dulcemente.
- Ha sido maravilloso. Nunca olvidaré mi primera vez.
- Tampoco yo la mía – Le respondió Héctor sonriéndole.
Al fin, agotado y saciado, Héctor se dejó caer como un toro en la arena sobre el cuerpo del angelical muchacho.
Poco a poco la polla de Hector abandonó su guarida. David sintió como del boquete que ahora era su culo empezaba a manar la portentosa corrida.
Monica observar los hermosos cuerpos yacentes de los amantes. Una gran sonrisa se dibujó en la cara contenía las lágrimas que luchaban por salir de sus ojos. Silenciosamente retrocedió por el pasillo y salió a la calle.
Un aroma a aceitunas se extendía por la casa.
Excelente relato
precoioso relato…pormomentos me sentia david gozando en mi lo la virgen la polla que a el lodesvirgaba…..me hiciste gozar alpuntoquwe me puse mi consolador de 22cm convibray lo disfruto mientras comento….gracias
Que buen relato digno de una novela erótica romántica. Un poliamor. Gracias me regalaste un momento muy placentero
Que buena redacción y que excitante experiencia. Soy profe