Pasados unos meses de que Nanda se convirtió en la hembra de Lázaro, los cambios eran asombrosos: fisicamente estaba más delgada, sus senos se destacaban en su silueta, estaba mucho más bonita. Y su mente, se había abierto, debido a los cambios en su vida.
Pasados unos meses de que Nanda se convirtió en la hembra de Lázaro, los cambios eran asombrosos: fisicamente estaba más delgada, sus senos se destacaban en su silueta, estaba mucho más bonita. Y su mente, se había abierto, debido a los cambios en su vida.
Era muy natural para ella, dormir en la cama de su hombre y aceptar sus insistentes y bruscas caricias. Más allá de que Don Lázaro le gustara o no, a esa alturas ella lo necesitaba, gracias a él conoció los goces del sexo. Ya no sentía vergüenza alguna, estaba totalmente entregada a él.
Al mismo tiempo, recordaba la tarde que había vivido con Laura y añoraba aquellas sensaciones.
Una mañana, luego de varias noches en que Nanda "estuvo aprendiendo" a mamar la verga de Don Lázaro sin recibir ningun placer a cambio, decidió buscar su propio goce, se fue al campo donde estaban los peones realizando sus labores. Todos habían notado el cambio de Nanda, de manera que seguramente alguno de ellos intentaría seducirla.
Paseó un rato, saludó a los conocidos, conversó sobre las tareas del día, finalmente cuando se volvía al pasar por uno de los establos había dos hombres alimentando a los caballos. Uno de ellos (Braulio) se tocaba los genitales mientras la invitaba a acercarse, el otro (Darío) la miraba con insistencia codiciando su cuerpo.
Braulio – oye Nanda, ven a saludarnos, hace tiempo que venías por aquí!!!!! Te estás poniendo muy buena muchacha.
Darío – eres toda una hembra!!!!! !Como me gustaría chupar de esas tetas!!!!!
Nanda solo reía, sin mostrarse para nada molesta ni ofendida por aquellas palabras, al mismo tiempo se acercaba a los hombres que le prometían la lujuria que su sexo ansiaba.
Los hombres la invitaron a pasar la tarde en la pieza que compartían. La muchacha asintió, caminaron unos metros y llegaron a una habitación pequeña donde había un par de catres, una mesa, un par de sillas y un antiguo ropero.
Ni bien entraron, sin poder contenerse, Braulio la atacó por detrás, subió su falda y apretó el trasero de Nanda contra su pene, que ya estaba bastante duro. Al mismo tiempo Darío se avalanzó sobre sus tetas, abriendo su blusa y rompiendo el sostén de un tirón.
Nanda convertida en un verdadero juguete de aquellos dos hombres, solo podía gemir, su respiración era entrecortada, oleadas de fuego provenían de su sexo.
Braulio la arrastró hasta una de las camas, a los tirones le quitaron la pollera y sus bragas, le dieron vino a tomar, mientras ellos se quitaban la ropa. Debido a la excitación y al vino Nanda se embriagó rápidamente.
La situación estaba fuera de control, los hombres ya con sus penes erguidos, se preparaban para disfrutar del banquete: una hembra ebria y en celo.
En ese momento se coló en la habitación un perro, que momentos más tarde sería parte de la desenfrenada situación. Darío susurró algo en el oído de su compinche, a quien de inmediato le brillaron los ojos, tomaron un resto de manteca de un pequeño refrigerador y lo untaron en el sexo de Nanda.
Nanda no se resistió, los dejó hacer e incluso lanzó un grito cuando alcanzó el climax, al sentir aquellas cuatro manos que frotaban la manteca en todo sus sexo, llegando facilmente al ano.
Pero la situación se tornó algo violenta cuando Darío hizo que el perro se subiera a la cama, Nanda se puso muy nerviosa e intentó levantarse. Braulio se apuró a sentarse en la cama para sujetarla por la espalda y así inmovilizar sus brazos, al mismo tiempo Darío la sujetó de las piernas, obligándola a separarlas.
El perro, pareció entender lo que sus amos pretendían, comenzó a olfatear la conchita de la hembra, la respiración caliente del animal la hizo gritar asustada. El olor y los flujos de la hembra que se mezclaban con la manteca tentaron al perro, que comenzó su trabajo: durante diez minutos no dejó de lamer aquel banquete, no dejó rincón sin recorrer. Los hombres no podían dejar de reír y gr
itar exaltados, Nanda no podía parar de moverse por momentos quería safarse de sus captores y por momentos la excitación que le provocaba aquel animal la hacía saltar.
Finalmente el animal se cansó y de un salto se bajó de la cama y abandonó la habitación, dejando a Nanda exhausta y dolorida. Los hombres estaban agotados también, pero sus testículos estaban hinchados y sus penes erguidos.
Nanda – por favor, tengo que irme, no puedo más. El patrón me debe estar esperando. Son unas bestias, como van a traer un perro, me dió mucho asco.
Darío – bueno, bueno, no te quejes que se nota como te gustó que el perro te chupara la conchita. Además, no nos podés dejar así, si el perro te gozó nosotros también tenemos derecho.
Braulio – vamos a terminar rápido, yo te quiero coger por el culo mientras este otro te la mete en la concha.
Sin decir mucho más, Darío se tendió sobre Nanda y la penetró, la acariciaba toda al tiempo que comenzó a mover su pene en su interior. Lentamente comenzó a moverse y sujentándola con fuerza se dieron vuelta en la cama de manera que ella quedó acostada sobre él.
Unos instantes después Nanda sintío como las manos de Braulio separaban sus nalgas, al tiempo que su lengua lamía su ano.
Intentó penetrar pero Nanda estaba muy tensionada y además aquel culito era virgen, de manera que decidió esperar a que su amigo terminara.
Una vez que Darío inundó el cuerpo de Nanda con su semen, se levantó salió un momento afuera, Nanda ya no tenía fuerzas para moverse, pero se levantó y fue hasta el baño. Cuando volvió Braulio le insistió para que tomara un poco más de vino y ella lo hizo.
Nanda – bueno ahora me voy es muy tarde. Te prometo que lo haremos otro día.
Braulio – anda, no me vas a dejar así, me duelen los huevos, tengo que descargarme ahora mismo.
La hembra comprendió que aquel macho no iba a dejarla salir de allí sin darle lo suyo, y entonces accedió, le pidió que la lubricara con la misma manteca que habían usado antes. Se acostó de costado en la cama y el hombre se acostó a sus espaldas, metió su pulgar enmantecado entre las nalgas de ella. En ese momento, la ganó la excitación, él insistió un poco más y su pulgar se hundió profundamente, su otra mano pellizcaba su pezón derecho.
Braulio – ves como te gusta!!!!!! eres una verdadera puta!!!! te gusta coger en todas las posiciones, te gusta chupar vergas, te gusta que te chupen la concha, eres la mejor puta que he tenido!!!!!!!!
Nanda – dame, dame más. DAME CON TODA TU VERGA EN EL CULO!!!
No fue necesario insistir, Braulio de un solo empujón entró en el culo de la mujer. Su mano derecho abandonó el pezón y comenzó a sobar y pellizcar su clitoris.
La escena era muy fuerte: Nanda gritaba como una loca, Braulio gemía mientras derramaba toda su leche, y sentado en un rincón Darío los miraba y se hacía una paja monumental.
Poco a poco, todo se fue calmando, las voces se callaron, los movimientos se enlentecieron hasta que cesaron, la habitación quedó en calma, en el aire se mezclaban el aroma del sexo con el olorcito a tierra húmeda que venía del campo donde había caído una breve lluvia de verano.
Un par de horas despues, Nanda reaccionó, se levantó presurosa se vistió con lo que quedaba sano de su ropa y volvió a la casa de sus padres.
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Autor: amandaz
amandaz ( arroba ) mailcity.com