Hola Juan:
Otra vez quiero escribirte, otra vez te escribo. No se muy bien por qué lo hago, nunca te lo voy a enviar. Soy parte de tus redes, estoy en tu face, en todas tus otras redes sociales, tengo tu email, tu celu, el fono de tu trabajo, la dirección de tu casa, pero este texto nunca llegará a vos. Y entonces, por qué te escribo? Tal vez para sentirte cerca. Tal vez porque lo que para vos fue una locura de pendejo, para mí no lo fue. Por eso estás casado con Ana, mi querida Ana, por eso nuestros amigos de la infancia ya están todos en pareja, casados y con hijos, o ya separados y lidiando con sus ex y sus novias y yo sigo solo, con mis 26, sigo solo.Ayer llegué de nuevo a Pehuen-hue, te acordás? Cuando estuvimos juntos con nuestras familias por acá deberíamos andar por los 13. Y aquí pasó, en los médanos, entre los tamariscos.
No fue de improviso, ya algo teníamos, sería por los 11, te acordás? Decir que éramos amigos es poco, éramos grandes amigos, como lo seguimos siendo ahora. Eras lindo, lindísimo, una cara dulce y siempre sonriente, ojos oscuros y vivaces, cabello cortito enrulado, entre las piernas una pijita que ya comenzaba a notarse, más grande que la mia, morocha, derechita, y un culito chiquito que terminaba en dos hoyitos. Nos estábamos duchando juntos en tu casa luego de haber jugado a la pelota con los pibes de la escuela, como siempre. Estábamos de frente enjabonándonos, yo parloteaba boludeces, vos, callado, cabeza gacha, jabonabas y volvías a jabonar tu pija. De repente me miraste y mostrándomela, más en broma que en serio, me dijiste «me la chupás Lucas?». No sé qué pasó por mi cabeza, creo que ni lo pensé, no me sentí extrañado, simplemente me arrodillé y me metí tu pija en la boca. Después que tragué el jabón comencé a sentir tu gusto, el sabor de tu pija, un sabor inolvidable que me marcó y me hizo descubrirme. Los dos sabíamos muy bien de qué se trataba, a esa edad con los pibes del barrio y de la escuela, a cada rato hablábamos de «eso», y todos íbamos aprendiendo las palabras prohibidas: coger, putas, concha, gomas, leche, chupar, forros, gays, maricas, putos… A mis tempranos 11, con tu pija en la boca y el agua de la ducha dándome en la cara, empecé a tomar conciencia que era gay. Chuparte la pija se convirtió en un nuevo juego, no es que lo hiciéramos todos los días, pero jugábamos bastante, jeje. Vos me mirabas a los ojos y luego bajabas la vista, no hacía falta más. Buscábamos el lugar, te bajabas el cierre y me ofrecías la pija semi-erecta que mi boca hacía poner dura a fuerza de labios, lamidas y besos. Nunca me pediste otra cosa.Mi convencimiento total tardó un poco, dudaba, no era bueno ser puto, además mi relación con los pibes era aséptica, el sexo no me interesaba. Se decían cosas en voz baja, que a un pibe de la otra cuadra se lo cogía el hijo del verdulero, cosas por el estilo, pero a mi ni me llamaban la atención ni me excitaban. En nuestro grupo, te acordás de Elías?, cada vez que se ponía a discutir con Gastón, éste le decía «vos callate, chupa pijas», Elías se ponía rojo de bronca pero se callaba, así que seguro alguna vez de alguna manera Elías se la había chupado a alguien y Gastón lo sabía y yo entendía la vergüenza de que te consideraran puto. Me daba miedo que vos contaras. Por vos yo sentía algo especial, si no estaba con vos, te extrañaba, pero no te deseaba, en mi cabeza y en mi cuerpo no se disparaban los rayos del deseo, no sentía ganas de tocarte la pija y ni pensaba en mamártela. Pero apenas me lo pedías, te lo hacía.El convencimiento total llegó unos meses después, un noviembre caluroso. Saliendo de la escuela fuimos a almorzar a tu casa. «Chicos, para la comida faltan 20 minutos, dejen las cosas en la pieza y cámbiense». Nos metimos en tu pieza, de inmediato te sentaste en la cama, abriste las piernas y te bajaste el cierre, metí mi mano, te la saqué por arrriba del slip y arrodillado entre tus piernas te la empecé a mamar, la mezcla de olor a machito y transpiración me pusieron loco. Por primera vez tomé la acción, te desabotoné el jean, te bajé todo y casi me atraganto cuando de una sola embestida mis labios tocaron tu pubis que ya comenzaba a poblarse de pendejos. Mi mano izquierda acariciaba tus huevos y mis labios se apretaban contra tu palo, arriba y abajo, arriba y abajo, te la pelé y lamí cada rincón de tu glande, qué delicioso! No sé cuanto tiempo estuve con los ojos cerrados deleitándome con tu palito, los abrí cuando sentí crecer tu pija en mi boca, te miré, tus ojos desmesuradamente abiertos, tus manos estrujando mi pelo y luego un chorro tibio y cremoso se estrelló contra mi paladar, me asusté un poco, pero no dejé de chupar, los siguientes trallazos fueron a dar a mi lengua y comenzaron a salir por la comisura de mis labios: la primera eyaculación de tu vida fue mi bebida de ese día. No sé si te acordás de todo esto, pero yo lo tengo grabado en mi mente, porque con cada chorro de tu semen, con cada gota de tu leche, mi mente, mi corazón, terminaron de darse cuenta que mi sexualidad estaba completamente definida, era gay. Y te amaba. Pero nunca te lo dije.
Y después?, después casi nada. Una noche, durmiendo juntos, en tu casa o en la mía, no me acuerdo, me desperté sintiendo que me acariciabas el culito por arriba del slip, me quedé muy quieto, con los ojos cerrados. Metiste tu mano por dentro del calzón y me empezaste a acariciar las nalgas. No pude evitar temblar y me sacaste la mano de inmediato. Otra noche diste un paso más, esa vez me desperté sintiendo tu dedo en la puerta de mi hoyito, logré quedarme quieto y sentir tu dedo entrar en mi, pero tu uña me lastimó y no pude evitar el quejido que acabó con tu intento. Nunca hablamos de eso, en realidad nunca hablamos demasiado de lo que hacíamos. A los dos nos gustaba y punto.Todo siguió así, te la mamaba todas las veces que me lo pedías, a veces me tragaba tu leche, a veces no lograba hacerte acabar. Yo tenía bien claro que era puto, para vos nomás, pero puto al fin. Miraba y remiraba videos porno gay, me llevaba la laptop a la cama, me ponía los auriculares y con el sonido al mango escuchaba los gemidos de los pibes que se la comían por el culo. A veces iba al baño a masturbarme. Pensaba si me pedirías alguna vez que me dejara, lo deseaba, cada vez más.
Ese verano de nuestros 13 fue la oportunidad, nuestras familias decidieron irse de vacaciones juntas a Pehuen-hue. Vos me decías que me iba a doler la panza de tanta leche que me ibas a hacer tomar, yo sonreía y no te decía nada, pero deseaba tanto que me hicieras definitivamente tuyo!, que dejaras tu semen ahí donde a ningún macho se le deja! Que lo que me doliera (y cómo me dolió!), fuera no mi panza sino mi culito virgen.