Quisiera agradecer enormemente a toda la gente que me haya mandado su apoyo por el relato "loca por mi hermano", a todos gracias por vuestras bellas palabras, mientras intento que se materialice físicamente una 2º parte que poder escribir, quisiera recompensaros con una fantasía relatada con la única intención de entreteneros.
Hola, me llamo Anna y os voy a relatar el sueño que he tenido con mi hermano David hace escasos 2 días. Mi sueño da comienzo, cuando empiezo a notar que mi hermano David, me mira de una manera diferente, algunas veces espiándome mientras me cambiaba de ropa, en la ducha.
Yo por mi parte, no le daba importancia, mi cuerpo había cambiado con la pubertad y hace muchos años que mi hermano no me ve desnuda, él siendo yo más pequeña me solía bañar cuando mis padres se lo pedían para ir ahorrando tiempo, el morbo despertó en mi y yo con los años también había empezado a ver a mi hermano de otra manera, quería verle desnudo a él, quería saber cómo era su poya, por querer quería hasta probarla y por qué negarlo, hasta sentirla en lo más profundo de mi ser.
Quise comprobar hasta que punto mi hermano sentía "curiosidad" por mi físico o si de verdad yo le atraía como mujer.
Empecé a ponerme las prendas más diminutas y escotadas que tenía en mis armarios y cajones. Cada vez que me ponía uno de esos vestidos veía como trataba de verme las piernas, las braguitas y el escote de mis pechos aún en desarrollo y me encantaba imaginar que el paquete de mi hermano crecía bajo su pantalón, que se le llenaba la polla de bravura, que se le ponía dura como el mármol y a la vez se le lubricaba con ese liquidito transparente que a buen seguro recubría su glande dejándolo bien húmedo y reluciente.
A mi me parecía aquello muy morboso, que mi hermano se empalmase mirándome.
Fantaseo con la posibilidad de que nuestros padres salgan de fin de semana, fantaseo con la posibilidad de descubrir a escondidas que mi hermano se está masturbando y por "descuido" se ha dejado la puerta del cuarto de baño abierta.
Mi hermano se la sacude con un ritmo salvaje, con cierta violencia como queriendo correrse lo más pronto posible (quizás porque sabe que he salido a dar un paseo y no quiere que cuando llegue le descubra), hasta que por fin su poya empieza a desinflarse a la vez que expulsa un par de chorros de ese "oro blanco" que derrama sobre la taza del water. Mientras sus piernas convulsionan manteniendo el equilibrio y teniendo que apoyar una mano en la pared para no caerse al suelo.
Mientras lo observo, mi coñito emana litros de mi esencia y lo tengo que contentar delicadamente con mi mano, sobre mi ropa, haciendo que mis braguitas bailasen entre mis pantalones y mi vello púbico, quedando totalmente empapadas y metiéndose a la vez entre mi culito y mi rajita.
Con pasos de ladrona de guante blanco me dirijo sin ruido hacia mi habitación y allí, acabo por cambiarme de ropa no sin antes y aprovechando que estoy desnuda, hacerme una buena paja, pensando que mis dedos son la poya de mi hermano, a mi cabeza venían los pensamientos de que mi hermano me sorprendía y me introducía toda esa maravillosa poya, quizás no la más grande del mundo, pero maravillosa por ser de mi hermano, esa verga dentro de mi caliente coñito, embestida sin haberme pedido permiso, así de sopetón, aceptando la indirecta invitación a ser enterrada entre mis piernas. Entre pensamientos desbocados, me llega el orgasmo que ahogo para que no me escuche mi hermano, pero tan sobrecogedor que acabo haciéndome daño en mis labios de lo fuerte que me los he mordido.
Mi fantasía continúa con mi hermano regresando de fiesta y yo celosa ante la posibilidad de que alguna chica haya podido probar todo su sabor, su aroma, la presión de sus labios, la tensión de sus músculos.
Me convierto en la ni
ña tímida, acomplejada y miedosa que fui años atrás y le pido de dormir con él, que el miedo me aterra, que no quiero tener pesadillas con la supuesta película de miedo que he visto.
Mi hermano, mi protector no tendrá reparos en que durmamos como muchas e inocentes veces lo hemos hecho en la cama de nuestros padres cuando ellos marchan de fin de semana.
Yo me desvestí en el aseo de mis padres, con la luz encendida y con la puerta abierta para que mi hermano pudiera verme primero me quité el nudo trasero del cuello de la blusa que llevaba puesta, cayendo al suelo la prenda y mostrando un precioso sujetador blanco. Me di la vuelta y me sostuve la rizada melena y sin esfuerzo pero con mucha lentitud me desabroché el sujetador. Volviéndome a poner frente a él, me bajé un tirante, luego el otro y el bonito sostén cayó al suelo. Mis erectos pezones le saludaban. Me desabroché uno a uno los botones de mis shorts vaqueros y los deslicé hasta el suelo. Mis braguitas tanga también blancas eran muy pequeñitas y algo transparentes, podía verse la ausencia de vello en mi pubis a través de ellas, un pubis que había estado preparando toda la tarde para que él lo pudiera saborear, corromper, maltratar… y sobre todo hacer suyo. Me quedé de piedra cuando al quitarme el tanga con una lentitud extrema, metiendo mis deditos entre los finos "cordeles" de mi cintura, vi que mi hermano estaba dormido en la cama con la ropa puesta.
¿Habrá podido contemplar cómo me desnudo? ¿No habrá visto nada? ¿Acaso es culpa mía por no haberle hablado? Me puse casi llorando el camisón de dormir y los pantaloncitos de fina tela, ya poco importaba que se me transparentara todo, que se me marcaran los pezones o que con cada paso que diese con ese pantaloncito mi coñito quedara al aire.
Intento hablarle, despertarle, para que al menos se ponga el pijama, y fue entonces cuando vino a mi cabeza la idea de poder aprovecharme de la situación.
Me envalentoné y con un poco de mucho cuidado le besé en los labios, más que un beso fue un inocente roce, que ojalá se hubiera convertido en una lengua entre sus labios y un saboreo de su saliva. Lo repetí varias veces hasta que fue mi lengua la que humedecía sus inertes labios abandonados a la suerte de Morfeo.
Como poseída por el diablo y sin control de mis actos, decidí desvestirlo yo misma, primero la camisa, desabrochando uno a uno esos interminables botones que me permitieron apreciar esas abdominales que cultivaba a base de piscinas.
Acaricié su torso, hasta me dieron ganas de arañarle los pectorales y dejarle un recuerdo vitalicio.
Tras los zapatos y los calcetines, le desabroché el pantalón de pinza y casi pego un bote de la cama, cuando para mi sorpresa observo que mi hermano no lleva calzoncillos, y que toda su poya en toda su longitud y grosor estaba erecta y sus huevos acuñados como dos pequeñas piezas de fruta. No resistí la tentación de sopesar ese miembro en mi mano, de recorrerlo milímetro a milímetro con mi temblorosa pero decidida mano.
Arrimé mi boca a la cabeza de su verga y le di un beso, fue algo inconsciente pero deseado por mi, ya era tarde para echarse atrás y seguí besándola hasta sus huevos, tuve que ponerme semitumbada a su lado para poder comérsela con gula, con ansia pero con todo el deseo prohibido de saber que es la poya de mi hermano, le acabé por bajar del todo su ropa para así, tener más libertad de movimientos.
Mi chochito como me gustaba decir de pequeña, estaba mojadito, palpitaba y se estremecía a la vez que quería hacer prisionero a ese dedo que acariciaba y exploraba todo mi interior, pero ese dedo no era mío…¡era mi hermano el que me estaba masturbando!
Me quedé de piedra, no sabía que hacer, hasta que él me dijo que no parara, que ahora no.
Estaba tan absorta y cachonda recorriendo con mi lengua el miembro de mi hermano, estaba tan "ida" que ni me había dado cuenta de que gran parte del placer que sentía provenía de la estimulación que me proporcionaba mi hermano.
Yo como buena y obediente hermana, seguí las instrucciones de mi hermano, así pues no paré.
Su poya crecía y crecía, su dedo se volvía revoltoso en mi coñito.
Yo en cuanto a su poya, la recorría de arriba a abajo con mi boca y su sabor era el más agradable de cuantas he probado, mi hermano en un arrebato pasional se incorporó y empezó a meter
y sacar su poya en mi boca mientras se la aguantaba con una mano, casi me rozaba la garganta, mi hermano estaba embravecido, no puedo contenerse y se corrió en mi boca, espesa, caliente, esa textura a veces desagradable o a veces el más exquisito de los manjares al paladar según lo cachonda que se vaya, no pudo ser saboreada ni apreciada en su plenitud, porque instintivamente tragaba y tragaba, hasta que de su erecto miembro sólo queda un convulsionado y arrugado recuerdo. He de confesar que yo también alcancé el orgasmo, me corrí junto con mi hermano, en un delicioso y estremecedor orgasmo, una pequeña pero placentera muerte.
Me encantaría deciros que la fantasía sigue con mi hermano, desnudándome, con besos y caricias en mis muslos, con mis labios recorridos por su lengua y succionados por su boca, con mi clítoris prisionero de sus juegos y de su tacto, con mis piernas trenzando su abdomen, su cintura, con embestidas pélvicas, con caricias y suaves… con placer mucho placer.
Pero desperté con el orgasmo que tuve mientras lo soñaba, pues a la vez que los soñaba realmente lo experimentaba. Mi gozo en un pozo y aunque falso, me gusta creer y recordar que fue maravilloso y placenteroAl fin y al cabo ya os he dicho que era una fantasía, un profundo y ansiado anhelo. De momento…
Vuestra, Anna.
Quisiera añadir que son numerosos los chicos que me habéis escrito a mi mail, a todos gracias por haberos tomado la molestia.
A las chicas que lo habéis hecho (que no son tan numerosas), más gracias aún, por no esconderos y miles de gracias por vuestras fotos.
Espero que de estos relatos puedan nacer relaciones maravillosas.
Un beso a todos.
Autor: Anna annaxirau (arroba) hotmail.com