El viernes me levanté temprano como siempre y me fui a la oficina. A las 8,oo me llamó Graciela y después de saludarme efusiva como siempre, me dijo que se iba para la galería, terminando la conversación me dijo: «Te recuerdo mi amor que hoy me lo quiero coger a Sandro ¿no te molesta, verdad?» -No vida, sacate las ganas que te lo tenés merecido. Si puedo voy y miro- le contesté-, resignado y con la pija dura de nuevo.
Trabajé toda la mañana pensando en lo que había escuchado y lo que me imaginaba, y al volver al mediodía me le fui encima, besándola y acariciándola «Como estamos, eh? -decía mi esposa, mientras me meneaba el culo sin tapujos y se me apoyaba constantemente muerta de risa, parando solo un poco en beneficio de las empleadas y las criaturas. Terminé atragantado el almuerzo y me fui a la pieza mientras Graciela llevaba la nena al colegio. No pasaron 10 minutos que estuvo de vuelta y entró a la pieza, donde yo la esperaba en la cama, desnudo y con la pija apuntando al cielo. Se mataba de risa la guacha mientras se sacaba la ropa «Si hubiera sabido las consecuencias, hubiera empezado hace años, mi amor» -me dijo-
«Vení para acá, putita de mierda» –dije- y terminada la frase Graciela estaba con la tanguita puesta, de rodillas sobre la cama y con prácticamente toda mi pija en la boca, chupando como una loca, como si me quisiera exprimir la verga; al rato se corrió la bombachita y se sentó encima mientras me cabalgaba con fuerza.
-Así mi amor, así, cogeme … cogeme- Era bárbaro verla así, tremendamente hermosa, subiendo y bajando sobre mi verga, mordiéndose los labios perfectos mientras llegaba cómoda y rápidamente a su orgasmo, sentir como en ese mismo instante me bañaban sus jugos mientras mordía mi hombro, sentirla floja, llena de pija de todo el día, mía y ajena, feliz. La tiré hacia el costado y le levanté las piernas mientras le apoyaba la pija en el ojete que me recibió –diría Sandro- como si fuera una boquita. Se abrió como si nada y se la metí de una al fondo. Graciela gritaba y pedía más y más; la crucé de golpe y le tomé los cabellos con la mano mientras con las caderas a un lado y el torso derecho, me aumentó la presión hasta lo indecible sobre la verga.
Casi terminando se la saqué y me subí hasta su cara para terminarle directamente en la boca, que golosa como siempre se tragó todo -Si serás hijo de puta, lo que te gusta cogerme bien usadita ¿no? –, decía Graciela-Y sí –le dije- en cualquier momento lo hacemos en estéreo con Sandro.
Seguimos en la misma línea durante un rato hasta que me fui al baño y al rato estábamos dormidos y de nuevo en nuestra rutina. No me olvidé lo que le dije y que consideraba una especie de consecuencia natural de lo que estábamos llevando adelante y así es que empecé a buscar la ocasión en al que estuviéramos juntos los tres. Graciela me avisaba ahora siempre cuando iba a coger con Sandro –lo hacía de una a dos veces por semana- y estábamos teniendo el mejor sexo de nuestra historia. Justo un jueves a la mañana, me avisa mi esposa de su «dosis» un día en el cual otra vez tenía que concurrir a una audiencia temprano. La cuestión es que llego a Tribunales y uno de los demandados no estaba notificado por lo cual se suspende el acto.
Eran las 8,30 y desde allí me fui corriendo hasta la Galería. Abrí la puesta despacio porque en última instancia no habíamos hablado jamás del tema con Sandro tampoco, así que entendí que la cosa se tenía que dar bien o dejarlo todo como estaba. Ya la cerrar la puerta y ponerle llave, escuchaba los esperados gemidos de mi mujer arriba: «Así papito…cogeme…acabo…acabo».
Llegué al entrepiso y desde mi posición la veía a Graciela de cuatro en el sofá mientras Sandro la bombeaba desde atrás. «Ayy, mi amor, acabo, cogeme…cogeme…Ahhh!» decía mientras clavaba la cabeza entre sus manos, sin poder controlar su orgasmo, las piernas separadas, el culo en pompa recibiendo toda la tremenda verga de Sandro por la concha y desde atrás.
Sandro ten&ia
cute;a las dos manos sobre las caderas de mi esposa y las movía de atrás para adelante, metiendo y sacando completamente su increíble pija del sexo chorreante de Graciela. Me decidí por fin y seguí subiendo hasta hacerme ver por el amante de mi esposa que primero paró en seco el bombeo, pero al verme sonriente y despreocupado, se rió a su vez y dijo «Mirá quien vino a verte mi amor». Graciela levantó el rostro totalmente ruborizado del colchón y me miró sorprendida. «Sigan nomás -les dije- que no vine a molestar»
«Si tu esposo quiere mirar, Graciela, se merece ver algo bueno –dijo Sandro- mientras retiraba la vergota de la vagina de mi mujer y la pincelaba por las nalgas. Graciela me miró con la cara de puta más feliz del mundo mientras con voz de nena simulaba quejarse «otra vez la colita no negrito, que la tenés destruída», pero se reía y meneaba todo el trasero en frente de su macho mirándome descaradamente. En silencio llegué hasta donde estaban; Graciela me tomó la mano izquierda y se llevó mis dedos a su boquita lamiéndolos y chupándolos como a una golosina «Te amo papito, más que a nada en el mundo -me decía- mientras paraba más el culito y buscaba con el ojete la enorme cabeza del pijón de Sandro.
Hirviendo de calentura, apoyé mi rodilla en el sofá y con las dos manos le abrí las nalgas. «Ahora vas a ver como tu mujercita se la traga entera» dijo Sandro y apoyó la verga en el orificio que yo mismo le abría. Mi mujer sepultó de nuevo la cabeza en la almohada y con al culo en pompa, gimiendo cada vez más fuerte lo empezó a recibir. Era hipnótico la verdad. La tremenda verga oscura se introducía despacio pero firmemente y los gemidos de Graciela eran cada vez más fuertes, para cuando Sandro hizo tope, metiéndole el monstruo de 25 cm adentro, Graciela levantó la cabeza y empezó ella misma a culearlo «Así mi vida así, mostrale a mi marido como me rompés el culo…cogeme…cogeme…dame toda la lechita enfrente de mi esposo. Dale, más…más por favor rompéme toda, no me dejes de coger nunca por favor»
Yo no podía creer lo que veía, lo tenía allí en directo, mi mujer gritaba y acababa una y otra vez, no se podía creer tanta calentura y tanto gozo con semejante porongón incrustado hasta el fondo en su culo ¿Qué querés eh? -le decía Sandro- decile a tu esposo lo que querés, decile lo que me decís a mi» «Quiero que me cojas siempre, que no me saques nunca la pija, que me rompas el culo todos los días, por favor mi vida, soy tuya, cogeme, cogeme». Seguían hablando y gimiendo y la verdad ya casi no se entendía nada de lo que decía para cuando Sandro explotó adentro en un orgasmo increíble que en verdad le aflojó las piernas, cayendo encima de Gabriela que siguió el movimiento quedando los dos acostados, él encima de ella, y ella increíblemente culeando en esa posición hacia arriba «seguí, papito, seguí, no me la saques, cogeme, cogeme…» decía con la voz ronca, el rostro desfigurado y teniendo un nuevo orgasmos, ya débil allí acostada. Se notaba que seguía increíblemente excitada y obviamente me excitó a mi hasta niveles indecibles.
Sandro salió de su culo como pudo, despacio y se sentó al pié del sofá; Graciela abrió los ojos y me miró como un vampiro que recién vaciada una víctima viera otro depósito de sangre. Yo no era en ese momento su esposo, solo otra verga con algo de leche que no quería desaprovechar ¿Y vos mi amor? –me dijo mirándome fijo con los ojos entornados y los labios húmedos entreabiertos, con el rostro tan hermoso como solo lo tenía en el momento de mayor calentura ¿no pensás hacer nada?. La verdad no lo había pensado, pero cuando me dijo eso reaccioné, me bajé a las apuradas el pantalón y el calzoncillo y me ubiqué atrás de ella apoyándome en su cadera, en ese momento Graciela levantó su impresionante culo y ví en su totalidad su vagina y su culo; desde la concha bajaban hilos húmedos por sus piernas, producto de todas sus acabadas y tenía el culo tremendamente abierto y rojo, cuando lo miré empezó a palpitar y un delgado hilo de semen muy blanco y espeso se escapó hasta los labios de su sexo.
No lo pensé y hasta ahora no me lo puedo explicar claramente, pero el hecho es que ante esa visión me incliné, le abrí b
ien las nalgas y enterré mi boca en su orto chupando entusiasmado ese culo abierto y enlechado «Siiii…si mi amor, chupalo, tragate toda la lechita de Sandro…viste que es más rica que el caramelo?…chupa…chupá, tragá todo como me lo trago yo, mi amor…me encanta»
En ese mismo momento hizo fuerza y gran parte de toda la acabada salió de su culo ingresando a mi boca tibia y espesa. Me la tragué, tal como pedía mi mujer y eso la excitó tanto que acabó a los gritos, puteando y pidiéndole a Sandro que la enculara de vuelta que la llenara para darme de tomar leche. Sandro no estaba para seguir así nomás, pero su pijón intentó cabecear; le hice señas que no era necesario, me paré en el sofá y le enterré toda la pija en el culo de mi mujer. Era más modesta que el vergón anterior, pero como ya les dije, tiene su grosor y se endurece como piedra, lo que sumado a la posición casi de pié y a la calentura que llevaba, hizo que mi esposa aullara de placer «Así mi amor…cogeme, vos también me matás…perdoname lo que te dije, perdoname, que me guste tanto la pija de Sandro…la tuya es hermosa también…te amo…haceme otro hijo…cogeme»
Decía cualquier incoherencia y pedía y pedía más. Ni cuenta me di y de repente estaba reventando en su culo, acabé como medio litro y como nunca, la pija no se me bajaba, así que la seguí bombeando mientras ella, ya reducida a un pedazo de carne que gozaba, simplemente se amoldaba a lo que yo quisiera, el lugar en que le metiera la verga o como quería que se pusiera. Tardé bastante en acabar y para cuando terminé, pasó algo increíble, Graciela no se podía levantar. La ayudamos con Sandro y se recostó un poco «voy a buscar agua –les dije- me vestí y bajé, no sin antes recomendarle a Sandro –que tenía la pija dura- que parara un poco.
Cuando volví, mi esposa estaba mejor y como prueba de ello, se estaba terminando de tragar una tremenda acabada de Sandro que parado en el sofá se la había cogido por la boca.- La verdad que fue una experiencia impresionante; pero más impresionante fue que una semana después Graciela me llamó al celular y me preguntó apurada donde estaba –en la Oficina, le dije- «Esperame que ya llego con una sorpresa» y cortó el celular. No pasaron 5 minutos que la puerta se abre y entra Graciela con una minifalda espectacular, toda colorada y con cara de felicidad y me dice «cerrá la puerta con llave, apurate, papi que se me está escapando, apenas llegué»
Así lo hice, sin entender un carajo y cuando me doy vuelta volviendo hacia ella, con cara de pedir explicaciones; la muy guacha se tiró sobre el escritorio, se levantó la minifalda, abriendo sus largas y hermosas piernas levantó el culo quebrando la cintura y mirándome pícara e hipercaliente con la carita apoyada sobre el escritorio, se corrió la tanguita mostrándome como de su culo irritado y abierto –pese a sus esfuerzos de contención- se escapaban gotas de semen «te traje tu dosis del caramelito, mi amor, recién exprimido, veni a comer, papi, porfis»
¿Qué podía hacer? Fui hasta donde estaba –ya maullando como una gata-, me agaché, terminé de correr la tanguita y me empecé a tragar toda la leche que el macho le había dejado recién en el culo. Resignado, con la pija como una barra de hierro, ya notoriamente cornudo y –definitivamente- muy feliz con la puta que me tocó como mujer.
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Autor: PalitoPandolfo palitopandolfo (arroba) hotmail.com
Hola Pablito:
Que paso que se corto la serie. ¿Graciela se fue con Sandro.?
La embarazaste y se normalizo toda la relación conyugal.
Que paso Pablito hace 10 años que nos dejaste.
Tu mujer se entero de tus relatos y se te quemo el rancho?
Seria bueno una respuesta o una continuación