Esta historia comienza desde mi adolescencia, en la que ya empecé a desear acostarme con mi prima Elena, pues pasaba mucho tiempo con ella y sus hermanas, todas mayores que yo algunos años. El hecho era que ella ya estaba muy desarrollada, y además vestía, y viste, con ropa muy provocativa que resalta aún más sus atributos, unos pechos bien puestos y unas caderas y un culo que son la perfección. De cara no es muy destacada, pero tampoco desmerece.
Pues bien. Ella ahora trabaja conmigo en mi empresa, y tenemos mucho contacto, bromeando a menudo sobre temas picantes, o sobre sus problemas desde que se separó de su marido hace ya cuatro años. Yo la rozo levemente, así como con descuido, lo cual ella no rehuye, le toco el culo sin que se me note intención, y cosas así.
Ella se me fue abriendo cada vez más, al principio de manera casi imperceptible, para pasar poco a poco por su parte y por la mía a tocarnos ya mas concientemente, una caricia de las manos por aquí, un beso volado por allá. Un día, ya casi desesperado porque esto no avanzaba, le puse una mano en su culo, la atraje hacia mi y le di un pequeño beso, rápido, casi con miedo, bueno casi no, con miedo, porque me jugaba mucho, (un escándalo en mi familia, con mi mujer, con mi madre o mi tía, . . .).
Ella sin pensarlo metió su lengua en mi boca, con deseo y desespero, con ansia. Ella también lo deseaba pero como confesó más tarde, no se atrevía por temor a no ser correspondida y perder su trabajo. Fue un minuto o menos, pero me traslado a aquel primer beso que un adolescente da a su primera novia. No lo he dicho, pero yo tenía 39 años y ella 42.
Ambos necesitábamos ir más allá, así que quedamos en que después del trabajo, ella me esperaría en un lugar cercano y nos trasladaríamos a una pequeña casa de campo que tengo en las afueras. Al recogerla, mi poya se puso como un palo. Ella vestía minifalda, tipo escocesa, es decir cruzada por delante, y una blusa de manga corta y amplio escote, que dejaba a la vista su hermoso canalillo. Mis nervios hicieron que durante unos minutos no pronunciara palabra, hasta que nuestras manos se juntaron. Yo deslicé la mía hasta su falda, metiéndola por entre la tela y llegando hasta su tanga fácilmente, a lo cual ella ayudó abriendo algo sus piernas, mientras ella con su mano, sobaba mi pene por fuera del pantalón.
Metí mis dedos dentro de sus bragas, iniciando un leve masaje sobre su clítoris, con ella suspirando y besando mi cuello. Cuando llegamos por fin a la casa, ya ella había tenido su primer orgasmo. Entramos, y allí si que nos besamos profundamente, mientras nos despojábamos uno al otro de la ropa. Cuando la tuve desnuda frente a mi, (casi me corro de gusto), me dediqué a chupar sus tetas, que ya tenían sus pezones como botones, mientras con las manos le acariciaba el culo y la espalda. Nos tumbamos en la alfombra, pues el camino hacia la cama, (solo 10 metros) nos parecía una maratón de 42 Km., y ella entonces se puso sobre mi, lamiendo primero mi pene y engulléndolo después, (mide 14 cm), dándome la visión de sus labios mayores, y su chocho casi depilado en su totalidad, solo con un poco de pelo recortado en su parte superior.
Me dediqué a comerme ese precioso manjar lentamente, saboreándolo, mientras oía sus jadeos ahogados por mi poya en su boca. Estuvimos así hasta que tuvo su segundo orgasmo, momento que aproveché para darle la vuelta y apuntar mi poya hacia su vagina, la cual penetré cual cuchillo en mantequilla. Fue un momento mágico, de máxima entrega, ella entrelazando sus piernas detrás de mi, y yo penetrando con dulzura, pero al mismo tiempo con pasión, le chupaba sus senos, mordía sus pezones mientras ella gemía de placer y me arañaba toda mi espalda, se corrió y mi poya, bañada por sus jugos, nadaba en su caliente vagina, era indescriptible ese placer hasta que no pude más y llené su conchita con toda mi leche, ella sacó mi pene y lo chupó como si fuera una paleta…
A
hora la vida la tengo más complicada, porque la veo en mi trabajo, pero tenemos que guardar las apariencias, cosa difícil de conseguir, separar el deseo que nos tenemos de las labores propias de la empresa.
Está mi mujer, que no es exigente en cuanto a sexo se refiere, pero a la cual también atiendo como es lógico. Sigo follando con mi prima, solo que no tanto como nos gustaría, pues cuesta buscar el momento oportuno para no levantar sospecha. Dentro de unos meses viajo a una feria de muestras, y estoy buscando la excusa para que ella me acompañe. ¿Quien sospecharía de dos primos que viajen juntos a trabajar unos días recorriendo una feria? Si lo consigo, serán los primeros en saberlo. Todo esto es verídico, no tengo tanta fantasía para inventar tanto detalle.
Autor: Arautapalas