Mi adorable Virginia y yo acudimos a la fiesta de cumpleaños de doña Pilar, la propietaria de la tienda de moda y amiga de mi novia. La fiesta se celebraba en una de las mejores salas de fiestas de la ciudad y, al llegar, vimos que la terraza estaba llena de familiares y amigos de Pilar. Ese día había hecho mucho calor y, a pesar de ser ya las nueve de la noche, la temperatura todavía era alta. Pensé que habría estado mejor haber hecho la fiesta en el interior, con el aire acondicionado a tope.
– Virginia, vas muy guapa! Así, toda de blanco, pareces un ángel! Y con tu carita linda! – exclamó Pilar acercándose a nosotros.
– Gracias, doña Pilar usted siempre tan amable!
– Es la verdad, Virginita. Estás muy, muy guapa!
– Usted también va muy elegante!
– Bueno, ya puedo estar bien, con lo que me ha costado el vestido!
– Dinero bien pagado, doña Pilar- dije yo, dándole dos besos.
– Todo un caballero, Juan! Que buena pareja hacéis! Oye, Juan, ve a buscar algo de bebida y tráenos… para mí un whisky con mucho hielo. Qué calor! Y tú, Virginia, qué quieres?
– Yo… un zumo de piña!
– Hija, pero bebe algo un poco más… no sé…
– Bueno, piña con vodka, pero con muy poco licor.
– Voy! Enseguida vuelvo!
– Oye, hija, estos pantalones blancos te quedan de muerte! Se te ve un culo magnífico!
– Qué cosas tiene, Pilar. Supongo que se me ve mejor porque hoy llevo estos zapatos de talón alto.
– Y la blusita blanca es muy bonita, y así como te la has puesto, con los hombros descubiertos… y tan corta, mostrando un poco la barriguita… estás muy, muy atractiva!
– Bueno, supongo que al trabajar en la tienda de moda, pues eso, que es mejor que vayamos muy guapas. Ya digo, este vestido floreado le queda muy bien.
– Si yo tuviera tu cuerpo, también enseñaría el ombligo, pero…
– Pilar, pero si usted está muy bien, para su edad! Mire qué piernas tiene, magníficas!
– Oh, es que llevo el vestido demasiado corto?
– No, pero si, con sus piernas, le queda perfecto!
– Ay, gracias, hija. O, pero, ahora que me fijo, se te transparentan mucho las bragas!
– Ah, sí? Vaya! Me las he puesto blancas, no sé, he pensado…
– No es una buena solución, se te ven demasiado, A ver, date la vuelta. Uy, sí, lástima, porque con estos pantalones te ves muy atractiva.
– En fin, qué le vamos a hacer!
– Todo el mundo verá que te transparentan las bragas!
– Pues mire, Pilar, señal que las llevo puestas!
– Pero no queda elegante, mujer! Mira, no llevarás otras en el bolso?
– No, pues no, claro que no.
– Pues yo, de ti, me las quitaría, la verdad.
– Pero Pilar, cómo voy a ir sin bragas!?
– Y por qué no? Precisamente, si no las llevas, nadie las verá!
– Pero no… no es higiénico… no sé… además, la gente se daría cuenta.
– A ver, tienes el pubis rasurado, no?
– Sí, ya sabe, Pilar, me gusta ir completamente depilada.
– Pues ya está! Si tuvieras mucho pelo ahí abajo, quizá con estos pantalones tan blancos se iban a notar, pero si no tienes pelo… y no llevas bragas… pues no se va a transparentar nada!
– Déjelo, déjelo, Pilar. Ir sin bragas me daría apuro.
– Pues la verdad, que todo el mundo te vea las bragas… deja mal a mi tienda de moda! Tú debes dar ejemplo, ser un modelo de elegancia y de saber vestir!
– Ya, pero… cómo voy a ir sin bragas!
– Pues quitándotelas y ya está!
– Ay, bueno, todo sea por el negocio!
– Pues sí, claro, es lo que nos da de comer! Y lo que me permite organizar esta fiesta! Mira, con orquesta y todo!
– La verdad es que es una pasada!
– Sí, venga, ve a los aseos a quitarte las bragas! Si no te las quito yo misma aquí delante!
– Ay, pero qué cosas dice, mujer!
– Pues ve ahora mismo!
Mi novia anda muy elegante y sensual, con los zapatos de talón muy alto, atravesando la terraza hasta los aseos. Muchos de los asistentes se fijan en ella y quedan prendados por su atractivo y la mayoría se percatan de que se le transparentan las bragas. Su larga melena de negro azabache, sus hombros descubiertos, su ombligo al aire… pero sí, es cierto, se le notan demasiado las bragas. Al pasar ante María, su compañera de la tienda, se saludaron con dos besos y, cuando Gustavo, el marido de María, se acercó para abrazarla, mi novia se apartó y le dio fríamente la mano.
– Voy un momento al lavabo y vuelvo. Luego hablamos!
Gustavo notó una erección al ver alejarse a mi novia y fijarse en lo sexi que iba vestida, con atención especial a su culo, tan apetitoso y deseado desde siempre.
– Oye, Gustavo, por favor, que se te van a salir los ojos de las cuencas!
– No, si yo no…
– Ya, no le mirabas el culo a mi compañera, no. Va, venga, ven, vamos a bailar!
– Eh? Sí, sí, vale!
Mi novia vio a Roger, su compañero de trabajo, y se sorprendió al ver que traía una nueva pareja.
– Hola, Virginia!
– Hola, Roger!
– Quién es esta preciosidad?
– Es Tommy! Y ella es Virginia, mi compañera de trabajo de la que tanto te he hablado.
– A sí? Bueno, no te creas nada de lo que te diga de mí. – bromea- Hola, Tommy! Qué guapo!
– Gracias, usted también es muy guapa!
– Bueno, voy al lavabo. Luego nos vemos! – y, con los ojos de Roger y de Tommy clavados en su culo, se aleja sensualmente de ellos mientras piensa que eso de ser bisexual tiene sus ventajas, hay más donde escoger y que, la verdad, hacen muy buena pareja. Ya no recuerda cuántas novias o novios ha tenido Roger desde que se conocen. Así, a bote pronto, recuerda a Marisa, a Montse, a Teresa, a Fernando, su primer novio, a Maite, a José Méndez, a Victor, a Anna, luego a Anita, a José Palacios… y ahora a Tommy. En cambio ella siempre ha sido mi novia, ni nadie antes de mí ni, espero, nadie después. Es que me quiere tanto! Entonces recordó sus vacaciones en la selva y lo bien que lo pasó allí con Roger, pero enseguida llegó a los aseos y quiso olvidar el tema.
– Vaya, los servicios llenos como siempre! Qué fastidio! – vio que había un espejo de cuerpo entero en la entrada de los servicios- A ver… uy sí, es cierto, Pilar tiene razón, no que queda bien así, que se me noten tanto las bragas.
– Bonito culo, niña! – la piropea un señor muy elegante al salir de los servicios de caballeros.
– Eh, oh, no, no me miraba el culo, es solo que…
– No debes excusarte, hija! Yo, con un culo así, tampoco no iba a parar de admirarlo!
– Si yo sólo estaba comprobando cómo me quedaban los pantalones.
– Pues ya te digo yo que te quedan de muerte, hija! Mira, toma, soy Pedro Hermoso, empresario, si alguna vez quieres algo, aquí tienes mi tarjeta. Tengo muchas empresas y algunas se dedican al mundo de la moda. Creo que serías una modelo perfecta. De ropa bonita, sexi y elegante. Te ves muy fina, muy educada.
– Oh, gracias, que amable es usted!
– Pero además, te ves muy sensual, muy pícara… si me lo permite decirlo, sin ofender, muy caliente.
– Bueno, yo, con este calor…
– Serías una modelo perfecta de ropa interior. De bañadores, de biquinis… con este culo! Y con tu pecho! De sostenes, de braguitas… Por cierto, se te ven demasiado las bragas bajo el pantalón.
– Sí, sí, ya sé, por eso, precisamente… yo…
– Ah, espera, ya entiendo… vas al lavabo a… ya… buena idea!
– Eh? No! Bueno, sí… quizá.
– Ya, ya, creo que es una buena solución, sí. Aunque a lo peor… se te verá demasiado el pelo de… de… bueno, a no ser que…
Disfruta aquí de la segunda parte de «Mi adorable novia Virginia (XIX) – En la fiesta«
Muy agradecido. Pronto, la segunda parte.
Excelente relato como todos los de la serie