Disfruta aquí de Mi adorable novia Virginia (XIX) – En la fiesta -1ª parte-
Mi novia acude a los servicios a quitarse las braguitas porque se le transparentan demasiado bajo el pantalón blanco, pero debe esperar porque hay cola. Mientras habla con el Señor Pedro Hermoso.
– Señor, a usted le preocupa que cuando me quite las braguitas se me transparente demasiado el pelo de…? Ya, ya, sí, entiendo, pero… eso no será un problema, créame.
– Ah, espera, ya, ya entiendo, muy bien, sí, vaya, que estás peladita como una colegiala!
– Pues… sí. – ruborizándose.
– Muy bien, muy bien… bueno, me voy con mi mujer, que si tardo demasiado se va a preocupar. Entra en el lavabo de caballeros, no seas tonta, no hagas tanta cola.
– Oh, no… no estaría bien, ya espero.
– Que no, mujer, mira, si no hay nadie dentro. Además, están muy limpios.
– Ya, pero…
– De verdad. Entra tranquila, nadie te va a decir nada.
– Bueno, si usted lo dice…
– Claro que sí! No tienes por qué esperar!
Entra en los servicios de caballeros y se da cuenta que es verdad, están limpios y sin nadie dentro. Mi novia pasa por delante de los urinarios, vuelve a mirarse en uno de los espejos y se ve realmente muy guapa. Entra en uno de los compartimentos de los wáteres y se desabrocha los pantalones y se los quita. Luego, las braguitas. En esas que oye que alguien entra en los servicios de caballeros.
– Uf, vaya casualidad! Menos mal que me escondí aquí y no me quité las bragas ahí fuera. Oh!
– Perdón, perdón, señorita!
– Ah! Pero si he cerrado el pestillo!
– No debe funcionar, lo siento!
– Pero, no mires, por dios! Cierra la puerta! – exclama avergonzada mi novia tapándose el pubis con una mano mientras con la otra señala al joven que se vaya.
– Sí, sí, pero, es que, es muy difícil no mirarte, con lo guapa que estás!
– Cierra, vete y cierra la puerta!
– Sí, sí. Mira, me quedo ahí delante y hago de guardia, que no entre nadie mientras… bueno… mientras tu… haces tus cosas.
– No, si yo sólo… no creas que… únicamente…
– Guapa, no es de mi incumbencia, tu haz lo que debas hacer… y yo vigilo que nadie te moleste.
– Eres muy amable, gracias!
El chico cierra la puerta y Virginia se guarda las braguitas en el bolso y se dispone a ponerse de nuevo el pantalón.
– Eh! Y ahora qué?
– No, nada, perdona, oh! Vaya culo!
– Que no mires!
– Cómo no voy a mirar! Nunca vi un culo como este! – dice con los ojos como platos mientras mi novia intenta taparse en vano con las dos manos.
– Cierra y vete!
– No, espera, espera! Te ayudo a ponerte el pantalón.
– Que no, que no hace falta!
– Sí, mujer, es para compensar que te haya molestado antes. Oh, pero… vas a ponerte el pantalón sin bragas debajo?
– Pues sí, es por eso que vine a los servicios!
– Qué pasa aquí? Qué es tanta charla? – exclama un hombre muy elegante abriendo la puerta. – Oh, vaya, pero… qué hace una chica aquí en los servicios de caballeros? Bueno, no me digas, ya veo… vaya!
– No, no, señor, no es lo que usted cree! Yo sólo…
– Déjalo, déjalo! Haced, haced vuestras cosas, no os preocupéis. Pero bueno, si no os importa, yo me quedo a mirar.
– Que no, que no hacemos nada! – explica mi novia, aún con el culo al aire- Por favor, marchaos los dos!
– Bueno, nosotros estamos en nuestros aseos, eres tú quien no está donde debes.
– Ya, por favor, me pongo el pantalón y ya está! – y, al ponérselo, no puede evitar enseñar por un momento más todavía el culo y también la vulva a los dos hombres, que se relamen ante tal visión. – Ya está, me voy! Y perdonen!
– No, no, al contrario, hija! La verdad es que me has alegrado la vista!
– Sí, sí, a mí me ha encantado ayudarte!
– Pero, es que no usas bragas debajo del pantalón?
– Yo… sí., pero ahora… bueno… es que…
– No, no, si da igual. Sólo que me sorprendió.
– Señor, sí, yo también lo encontré raro.
– Eso son cosas mías. Pues, vale, ya está! Adiós!
La verdad es que la situación, estar sin braguitas ni pantalón tan cerca de dos hombres que la devoraban con la vista, excitó un poco a mi novia. Ella sale de los servicios andando muy elegante al tiempo que sensualmente y, al saberse sin nada debajo, se cree observada por todo el mundo. La escena la incomoda, pero, a un tiempo, también la excita y, aún sin decidirlo, se descubre andando más y más sexy.
– Virginia, has tardado mucho!
– Pilar, es que, había mucha cola en el baño de señoras.
– Ya, ya me imagino, como siempre!
– A ver, a ver, déjame que te mire… ves? Así te quedan perfectos estos pantaloncitos blancos tan sexys! Muy bien hecho!
– Sí, bueno, pero así sin bragas…
– Da igual, nadie sabe que no las llevas puestas!
– Ya, pero, no sé, estoy algo incómoda!
– Oh, pero… a ver! Hija, si has manchado el pantalón!
– No, pero si no tomé nada todavía!
– No, si… pero, los estás mojando tú! Qué pasó en el baño?
– Nada, nada, qué iba a pasar!
– Pues no sé, pero, mira, se te nota un montón!
– Oh, es verdad! Claro, al ir así sin bragas… no sé… Y, la verdad, no sé, todos me miran! Es como si supieran que yo…
– Y eso te excita, verdad? Pero no puedes ir así, se te nota demasiado la mancha! Oh, y va creciendo!
– No puedo evitarlo, Pilar. Estoy muy caliente, la verdad.
– No sé qué podemos hacer! Ha sido peor el remedio que la enfermedad!
– Hola, señoras! Buenas noches!
– Oh, don Onofre Fernández de Blas! – exclama mi novia muy sorprendida.
– Ah, os conocéis? – pregunta inocentemente Pilar.
– Sí, es una de mis mejores clientes, Pilar. Verdad, Virginia?
– Yo, bueno… no sé… – ruborizada.
– No sabía que tuvieras abogado, Virginia. Qué casualidad! Tenemos el mismo!
– Os presento a mi señora, Virtudes.
– Oh, mucho gusto! – saluda doña Pilar a la mujer del abogado con dos besitos.
– Es un placer!- dice Virginia.
– El placer es mío. – contesta secamente Virtudes.
– Tenemos un problema, don Onofre. Bueno, Virginia tiene un problema. Mire, ve que blanca y guapa está, verdad? Pues ha manchado su pantalón y ahora no sabemos qué hacer.
– A sí? A ver… uy, es verdad! – exclama don Onofre cuando se da cuenta de la gran mancha en el pantalón de mi novia.
– Esto parece… – empieza a decir Virtudes.
– Es zumo, zumo de piña, tuve la mala suerte que se me derramó el vaso.
– Ahí, precisamente ahí? Pues la verdad, no parece…
– Virginia, por fin te encuentro! Mira, te traigo el zumo de piña con vodka, tal y como me pediste. – digo yo alegre.
– Cómo? Zumo de piña? Pero no te lo habías tomado ya, precisamente? – pregunta don Onofre con picardía, ante la mirada seria de su mujer.
– Sí, este es otro. Es que… con este calor, la verdad, tengo mucha sed.
– Qué? Ya te has tomado otro zumo de piña con vodka?
– No, bueno, sí! Pero no con vodka, sólo.
– Sí, y, mira! Se me manchó el pantalón, se me derramó el vaso. Y así, claro, estoy incómoda, con tanta mancha!
– Vaya! No sé. Quieres que nos vayamos?
– No! Por favor! Si la fiesta apenas ha empezado!
– Yo puedo ayudarte, Virginia. – dice secamente Virtudes – Mira, precisamente tengo aquí en el bolso una faldita, ves? Creo que te va a venir muy bien, por lo que sé de ti, es más adecuada para ti que para mí.
– Oh, pero… me sabe mal… oh! Pero además es muy corta!
– Me la compró Onofre para mí, para llevarla en la intimidad, en casa… pero, sabiendo lo que sé de ti, te va a quedar como anillo al dedo.
– Bueno, pues gracias. Voy a quitarme el pantalón y a ponerme esta faldita.
(CONTINUARÁ)
Muy bueno e ingenioso