Mi adorable novia Virginia llevaba tiempo siéndome fiel y ya se había casi olvidado de sus últimos deslices, que yo desconocía por completo. Así que teníamos toda la ilusión en preparar la boda y en llegar vírgenes, o casi, al matrimonio. Para ella era importante y yo no podía más que respetarle esa decisión ya que la quería con locura.
Este jueves por la mañana, Virginia se sorprendió al recibir un mensaje de móvil de don Onofre Fernández de Blas, el prestigioso abogado, ya que hacía mucho que no tenían ningún tipo de contacto.
En el mensaje, don Onofre invitaba a mi novia a cenar con él al mejor restaurante de la ciudad este viernes. Ella no dudó en contestar con una negativa:
– Don Onofre, no puedo aceptar su invitación. Estoy ocupada. Se lo agradezco.
Pero el abogado contestó al momento:
– Virginia, ya sabes que no acepto un no por respuesta. Mañana te viene a buscar mi chófer a las 20:15 a tu domicilio. No le hagas esperar.
– Lo siento, don Onofre. Me es imposible. Aparte que es mejor que no nos veamos más.
– A ver, guapa, mañana a las 8:15 puntual. Adiós!
– No y no. No.
Enseguida, mi novia recibió una llamada del abogado. Aunque dudó en contestar, decidió hacerlo ya que conocía la tozudez de don Onofre.
– Virginia, no seas desagradecida. Cuándo vas a poder ir a ese restaurante? Si se tiene que reservar mesa un par de años antes o más! A no ser que seas el mejor abogado de la ciudad, claro.
– Don Onofre, se lo agradezco, pero mi novio y yo… mañana… ya tenemos planes. Además, ya decidí no verle a usted nunca más.
– Mira, mañana voy a cenar con unos importantes hombres de negocios y quiero presumir de acompañante joven, guapa, sexy y elegante. Y no hay otra como tú.
– Gracias, don Onofre, es usted muy amable. Pero no puedo ir a cenar con usted. Y además, no quiero, no, nunca más, no quiero engañar a mi novio.
– No hace falta que le engañes, mujer, le puedes contar que vas a cenar con un viejo amigo y ya está. Y además, es verdad!
– No, no, no quiero que él sepa nada de nuestra relación, pobre se moriría del disgusto!
– Pues no se lo cuentas y ya está. Mira, para asegurar que vendrás muy guapa, esta tarde recibirás un paquete con lo que te debes poner mañana.
– Don Onofore, no me mande nada porque no voy a ir. Ya le digo.
– Mira, te conozco muy bien y sé que estás deseando ver qué ropa he escogido para ti e ir al mejor restaurante de tu vida.
La verdad es que a mi novia le empezaba a hacer un poco de ilusión e incluso notó una cierta excitación al imaginarse el modelito que le mandaría el abogado. Se avergonzó al ver que no podía evitar humedecer algo sus braguitas al recordar sus antiguos encuentros. Sin embargo, dijo:
– Don Onofre, voy a colgar. Gracias por su llamada, pero ya digo, mejor no vernos nunca más.
– Virginia, sabes que me enamoró tu culo y que, si me lo propusiera lo tendría todo para mí. – al oír eso, mi novia empapó completamente sus braguita- Así que, menos tonterías, guapa! Pero, mira, respeto tu decisión de no tener relaciones y ser fiel a tu novio. Te aseguro que sólo será una cena, nada más. De verdad!
– No, don Onofre. Adiós! – y colgó el teléfono. Enseguida se apresuró a coger su consolador, tumbarse en la cama y bajarse las braguitas rosas totalmente mojadas, pero sonó el móvil.
El mensaje de don Onofre decía: “Virginia, esta tarde te llegará el paquete. Mañana te recogerá mi chófer a las 8:15. No le hagas esperar ni un solo minuto.”
Mi novia estaba decidida a ignorar la invitación. No me dijo nada y yo contaba con seguir con mi plan para la noche de este viernes. Una sorpresa que tenía guardada para ella y que le iba a encantar.
Cuando Virginia volvió a su casa la tarde del jueves, su madre la recibió con un besito:
– Hola, hija, han traído este paquete para ti. No dijo qué era ni de parte de quien.
– Eh? Ah, sí, es algo que pedí por internet. Gracias, mami!
– Qué es? De qué se trata?
– No, nada importante, ya te diré. Voy a la habitación, luego te lo enseño.
Pero cuando vio de qué se trataba, decidió que de ninguna manera enseñaría a su madre el contenido del paquete: un top blanco casi transparente de menos de un palmo, una faldita rosa, también de menos de un palmo, unos zapatos de talón altísimo, un sostén de fantasía que no cubría ni las aureolas ni los pezones, una chaquetita corta de color negro, un collar de oro y brillantes, un perfume muy caro y… nada más; bueno, sí, una nota en que se podía leer: “Virginia, querida, debes ponerte esto y sólo esto. Ya ves que el paquete no contiene ningunas bragas, por lo que ya sabes. Ah, e incrústate el tapón anal que te regalé. Te queda muy bien en tu culo soberbio!”
– Pero qué se ha creído?! Parecería una puta delante de todo el mundo. Mañana mismo se lo devuelvo todo! No pienso acercarme nunca más a ese sinvergüenza! Aunque, bueno, antes de ponerlo todo de nuevo en la caja, me lo voy a probar, a ver cómo me quedaría.
Mi novia se quita el vestidito, el sostén y las braguitas y se viste como había decidido el abogado. Se sorprendió al ver cómo le quedaba el sostén erótico, realzaba todavía más su bonito y terso pecho. Al ponerse el top, vio que, al ser tan minúsculo, por arriba enseñaba casi todo el pecho y que, al ser tan blanco y fino, sus pezones se veían completamente a través de la tela, aparte de mostrar toda su barriguita. Pero al ponerse la chaqueta se alivió al ver que le tapaba algo el pecho. Se puso la microfaldita y se escandalizó al constatar que prácticamente mostraba todas sus nalgas y, por delante, por poco no se le veía todo. Al calzarse los zapatos y ponerse el collar, se sorprendió ella misma de lo guapa y sexy que estaba. Sí, es cierto, se veía una fresca y exhibicionista, pero una fresca rica, elegante, una señora fina. La verdad es que don Onofre sabía escoger bien la ropa, aunque siempre dos tallas más pequeñas que las adecuadas.
Sonó un mensaje de móvil y mi novia leyó: “Virginia, todo lo que está en el paquete te lo podrás quedar. Sólo si acudes puntual y vestida con lo que escogí para ti, nada más.”
– No voy a ir, mañana le envío el paquete de vuelta.
– Sé que vas a ir. No eres tonta. La mejor cena de tu vida. Y no olvides ponerte el plug bien insertado en tu fabuloso culo!
– De ninguna manera, pero que se ha creído?
Pero Virginia me dio una excusa para no quedar conmigo ese viernes a pesar de mi insistencia. Ella no sabía que le tenía preparada una sorpresa desde hacía tiempo y me dijo que estaba enferma, que se encontraba mal, que le dolía todo, que tenía indisposición… todo mentiras. Por un lado temía que don Onofre se enfadara y me lo contara todo, pero además lo cierto es que le hacía algo de ilusión ir a cenar al mejor restaurante de la ciudad.
Al subir al cochazo que la fue a recibir a su domicilio, mi novia no pudo evitar mostrar el culo a los transeúntes que se admiraron de su belleza y descaro. El chófer se relamió al ver casi todo el pecho de la chica cuando se sentó en el asiento de atrás y ella enseguida se tapó algo con su chaquetita. Y… al restaurante!(CONTINUARÁ)