Disfruta aquí de la cuarta parte de » Mi adorable novia Virginia (XVIII) – En el Restaurante»
Los empresarios, ante la situación, se excitan tanto que se sacan sus vergas del pantalón y se masturban en la cara de mi chica, llenándola enseguida de semen, así como el pelo y sus pechos.Ella, al verse tan deseada, se corre de nuevo con más y más eyaculación vaginal. Los camareros, que hasta ese momento habían estado a una cierta distancia contemplando la escena y masturbándose, se acercan a mi novia y la empiezan a besar, a chupar, a oler, a mordisquear… Uno, muy gordo, se pone bajo la chica y la penetra vaginalmente, aún con la verga de su jefe en el culo. Dos muy jóvenes, que parecen gemelos, le empiezan a chupar los pechos con fruición. Otro, con un bigote considerable, le pega nalgadas y le mordisquea el culo. Cuando don Sebastián aparta su verga, el camarero que durante la cena se había corrido en la boca de mi novia, le penetra de golpe el ano y empieza un frenético mete y saca. Ella no para de tener orgasmos. Un camarero que tiene el pene muy largo besa la boca de mi novia con pasión y ella le agarra la verga y se la mete hasta la garganta aunque sólo puede tragar hasta la mitad. También coge con fuerza los testículos de un camarero muy alto y los acaricia con tanta destreza que le provoca una eyaculación al instante, que llena sus pechos de semen. En esas que sale de la cocina una joven muy guapa, se sube la falda negra, se aparta las braguitas blancas, totalmente húmedas, coge el tapón anal de mi novia y se masturba con él, después aprovecha que el camarero gordo ya se ha corrido en la vagina de Virginia y la penetra con el plug, hábilmente la masturba, se lo mete, se lo saca, se penetra ella… se lo pone en el culo, en la vagina… hasta que ambas se corren como locas posesas, cosa que excita tanto a los hombres que de nuevo eyaculan por todo el cuerpo de mi novia. Ya totalmente saciados, los camareros toman a mi novia, se la llevan a la cocina, la meten en una olla muy grande y empiezan a orinarle encima. Los empresarios corren también a mearse en mi novia, dejándola bien limpia aunque con la ropa bien empapada.
– Virginia, venga usted siempre que quiera al restaurante! No hace falta n que reserve con antelación para usted siempre habrá una mesa. Pero no se traiga el novio, eh? Y vanga usted vestida como hoy, por favor, así, muy ligerita de ropa. Ah, y con el tapón anal, que me encanta, le queda de muerte!
– Gracias, don Sebastián, es usted muy amable. No le digo que no vuelva en alguna ocasión. Me han tratado ustedes con mucho cariño. Aparte que, en realidad, no pude probar nada de la cena.
– Adiós, Virginia. Tienes el coche esperándote en la puerta para llevarte a tu casa.
– Oh, pero, no puedo salir así, casi desnuda y con la ropa tan mojada!
– Va, por eso no te preocupes, mi chofer te dejará delante de la puerta de tu casa, no tendrás que andar por la calle.
– Ay, no sé, bueno, es muy tarde, mejor que me marche, sí. – y se despide con un beso en la mejilla y un abrazo de los empresarios, de don Sebastián, de los camareros, de la camarera y de don Onofre.
Al salir a la calle, una pareja se sorprende al ver a una chica tan guapa salir del restaurante con la ropa empapada, con el top totalmente transparente que permite ver los pechos de mi novia casi completamente. Y más cuando sube a un coche muy elegante y muestra todo su culo con un brillante ene el ano.
El chofer la saluda con mucha educación y no puede evitar relamerse al ver por el retrovisor todo el sexo de Virginita cuando se sienta en los asientos de atrás, abierto, sonrosado y húmedo. El olor a sexo le embriaga, mezclado con ese perfume tan bueno y caro y orín.
– Cenó usted bien, señorita?
– Bueno, yo… es que… la verdad…
– No me dirá usted que se quedó con hambre!
– Pues, no se crea… – en realidad se muere de hambre ya que es muy tarde y lo cierto es que no cenó. – Es difícil de explicar, pero…
El coche se para y mi novia dice:
– Oh, perdone, pero aquí no es mi casa.
– Lo sé, lo sé, niña. Pero me estás diciendo que tienes hambre y yo para eso tengo una solución.
– No, no, da igual, ya comeré algo cuando llegue a casa.
– Espera, guapa, espera. Verás, vas vestida de una manera que no engaña, eres una de las muchas putitas que contrata don Onofre. Además, tienes hambre. Mira! – sube el chofer al asiento de atrás del coche y se saca el miembro, totalmente erecto y húmedo del pantalón.
– No, pero qué hace? No soy prostituta, sólo una amiga de don Onofre.
– Mira, niña, don Onofre es mi jefe pero además es mi amigo. Y tenemos un trato que con él: las putitas que contrata me la pueden chupar gratis. Hala, toma, chupa, chupa, zorrita!
– No, de verdad, yo no…
– Pero si veo tu coño que está rezumando, que mes estás dejando el asiento empapado!
– Yo… lo siento… es que al no usar braguitas…
– No, pero si me encanta verte el chocho! Que bonito, así, tan peladito y húmedo!
– Ay, por favor, no mire usted!
– Pero como no voy a mirar una cosa así! Eres la putita más guapa que nunca vi! La mujer más guapa!
– Bueno, gracias, ay! – exclama cuando un par de dedos del chofer se introducen en el seco de la chica y los saca para olerlos y lamerlos.
– Estás riquísima, oh! – y la penetra con casi tota la mano entera mientras con los dedos de la otra le masajea el clítoris.
– Ay, ay, por favor, pare, que me voy a correr!
– De eso se trata, hija, córrete, córrete! – y enseguida Virginia lanza unos cuantos chorros de squirt que empapan al chofer, el asiento y hasta salpican las ventanas y el techo – Pero que chica más caliente! Va, ahora me toca a mí!
El chofer penetra la boca de mi chica y ella la chupa con gran habilidad y destreza:
– Oh, pero que putita, que bien que la mamas, mamona!
Con las dos manos, Virginia le agarra los testículos y los acaricia con firmeza y deseo, mientras le sorbe y lame el pene. Él vuelve a acariciar el clítoris de la chica y ella se corre con gran placer envuelto de gemidos y suspiros, cosa que provoca que él grite:
– Me voy a correr, me voy a corres en tu boca, te la voy a llenar de leche!
– Sí, sí, venga, quiero su semen, venga!
– Ay, niña, ay, qué puta, ay, que me viene, ay, oh! Toma, toma, guarra, cerda, ah!
– Sí, toda para mí, ay, oh, que rica está, oh! Que caliente!
– Te gusta? Te gusta, eh, niñita caliente?
– Sí, oh, hmmm, oh!
– Por favor, deme más, todavía tengo hambre!
– Oh, yo ya estoy, no tengo más. Y mira como me has vaciado. Mira como me ha quedado la polla, agotada.
– Es que está tan rica!
– Y tú todavía te has quedado con ganas!
– Sí, uf, y hambre!
– Yo ya soy algo mayor, no podría tener otra erección hasta dentro de muchas horas.
– Oh, vaya. No sé, podemos probar, a lo mejor…
– No, de verdad, ya me gustaría, ya. Pero, es muy tarde, me espera mi mujer en casa…
– Espere, espere, mire, a ver – dice mi novia, bajándose del coche, agachándose para mostrar todo su culo al chofer, moviéndolo sensualmente, cogiendo el tapón y girándolo en su ano hasta sacarlo lentamente hasta enseñar el agujerito muy abierto – Qué, le gusta? Puede ser todo para usted!
– Oh, pero que culo! Que puerca que eres, hija! Pero sí que noto algo en mi pene, sí.
CONTINUARÁ