Cuando llegué a Buenos Aires para estudiar en la Facultad vi en el centro de estudiantes un cartelito de un muchacho que ofertaba un lugar en su departamento para compartir gastos, así que copié la dirección y fui a verlo. Era un flaco agradable, y el departamento era interior y pagaba bajo alquiler, y las expensas también eran reducidas, porque tenía dos pisos sin ascensor y no había portero continuo. Así que fui a buscar mi bolso y me instalé.
A él le gustaba cocinar, y era muy ordenado, por lo que el departamentito brillaba por todos lados. Yo colaboraba haciendo las compras, y los arreglitos menores, y a medida que pasaban los días veíamos como nos íbamos complementando cada vez más. Él era muy tímido, y mientras que yo me duchaba con la puerta abierta y salía secándome el cuerpo del baño, él entraba y salía vestido.
Un sábado a la noche después de cenar, me preguntó si iba a salir al boliche y le dije que no, que prefería quedarme en casa, así que me dijo bárbaro, yo tengo otra botellita del vinito que te gusta, y se levantó y fue a traerla. Nos quedamos charlando y tomando, y él me contó lo bien que estaba conmigo, que realmente le era placentera la vida a mi lado, que ya éramos como una pareja, si le dije, a vos te encantan las tareas de la casa y a mi no, si me dijo, yo disfruto mucho haciendo las tareas de mujer, si le respondí sos una mujercita completa, te gusta cocinar, lavar, limpiar, si me respondió, las disfruto, son un placer, y los dos reímos.
Mirándome de frente a la cara me dijo lo único que faltaría es que me lleves a la cama, y ahí noté que su voz había cambiado, como haciéndose más cómplice y un escalofrío recorrió mi espalda, supe que esas palabras no eran broma, sino que por el contrario esto venia en serio, muy en serio. Si respondí yo, nunca te había visto como mi mujer, y no supe como terminar la oración. Cuando él volvió a hablar ya su tono resultó totalmente distinto, era una especie de justificación y declaración. Yo te voy a contar me dijo, cuando yo era chico jugando a la pelota en una canchita frente a mi casa, me pegaron una patada que me reventó las arterias que irrigan el pene y me quedó atrofiado, así que las veces que intenté salir con chicas fui medio el hazmerreír, así que me fui haciendo cada vez más tímido y retraído; si bien nunca tuve una erección si tengo deseos sexuales, y ya son de una forma que me desespera. Yo te voy a mostrar, y bajándose los pantalones y los calzoncillos dejo al descubierto su insignificante manisito, como si fuera la pija de un nene de cinco años.
Pero al darse vuelta dejó también al descubierto una colita hermosa, redondeada, paradita, que hizo que mi pija se endureciera de ganas de cogérmela. Se acercó a mi y me dijo, ¿te gusta?; si le respondí, me encanta, está divina. Así que tomándome de una mano me llevó para la cama mientras me decía, por favor te pido que me la penetres, ya se te nota la pija dura, se ve que te gusto mucho. Al llegar a la cama, me desprendió el cinto y me sacó los pantalones, dejando mi pija dura al descubierto; ahhhyyyy, es hermosa, me dijo, me gusta desde el primer día que te vi salir del baño secándotela, desde ese día que deseé tenerla bien medita dentro de mis nalguitas; y se subió a la cama y se puso en cuatro patas. Y yo no se si fue el vino o las ganas de cogérmelo, pero subí a la cama y tomándolo con mis manos de sus caderas le apoyé mi pene duro en su ano, y recién ahí noté que se había puesto algo para suavizar la penetración.
Si alguien me pregunta hoy que pasó no se, solo se que me pareció que fue un instante cuando ya lo había penetrado, y estaba derramándole todo mi semen caliente dentro de su cuerpo, y fue tanta la leche que le metí que ya estaba desbordándole por los costados de su ano y le corría por las piernas. Cuando volví en mí ambos estábamos jadeando y él me dec&i
acute;a más, cogeme más, cogeme más, y mi cuerpo exhausto cayó desplomado sobre el suyo, sudado, fatigado, terminado. Cuando nos calmamos me dijo, ay que lindo que fue, será que tenia tantas ganas de que me penetraras que me pareció fantástico, o realmente me gustó, al punto de que me pareció poco, así que reponete y volvé a metérmela ahora un poco más despacito, haciéndomela sentir. Cuando descansé un poco él me acercó una copita de vino, me la tomé y fui al baño a enjuagarme la pija.
Cuando volví a la cama me dijo que ya que la tenia ahí, que tenia ganas de mamármela un poco, así que le dije que hiciera lo que quisiera con mi pene, que era todo suyo, que la verdad es que había gozado como hacia mucho que no lo hacia, que me había encantado metérsela bien durita adentro de esa colita hermosa que tenia, que hasta quizá haya sido la mejor cola que me había cogido, y que era la primera vez que tenia relaciones con un hombre y que me había gustado, y mucho. Nunca me la habían mamado, así que lo dejé hacer, me la tomó entre sus manos y empezó a besármela, luego me la fue lamiendo, y mi pija fue lentamente respondiendo a sus instintos y se fue endureciendo, a medida que crecía, me la fue pajeando con su boca, hasta que al rato estaba dura como un garrote, así que yo ya estaba tan excitado, pero tan excitado que le tomé la cabeza con mis manos y lo ayudé a que me chupara, no quería por nada del mundo que parara o que sacara su boca de mi pija dura.
Al final sentí que mi semen ya reventaba y que iba a comenzar a brotar de mi pene, le sostuve su cabeza, pero no hizo falta, él se le prendió con ganas y a medida que mi leche brotaba él se la iba tragando sin cesar, hasta que prácticamente me la ordeño. Yo ya había acabado, pero él siguió y siguió mamándomela, hasta que tuve que pedirle que parara, que ya no daba más, fue algo fuera de serie, era realmente insaciable, me hacia ver las estrellas de placer, nunca hubiese pensado que seria tan lindo. Ya estaba terminado y aún no lo había vuelto a penetrar nuevamente, así que el sencillamente me dijo que la estaba pasando bárbaro, que realmente estaba disfrutando como nunca lo hubiese soñado, y que era el vino, sino solamente que el vino le había permitido mostrarse al natural por primera vez y que la estaba disfrutando.
Me preguntó como me sentía, así que le dije que bien, que muy bien, que yo también lo estaba disfrutando, que yo tampoco me hubiese imaginado que él me podría dar ese placer, pero que para nada estaba arrepentido de estar con él en la cama, que por el contrario que lo estaba disfrutando y mucho. Me preguntó que íbamos a hacer en adelante, y nada le dije yo; cada vez que te pongas adelante mío con el culito al descubierto seguro que te lo vuelvo a ensartar; y bueno me respondió, entonces viviré desnudito para que me vuelvas a penetrar a cada rato que estés en casa. Y ya ni se como fue pasando, porque una cosa trajo a la otra y su colita cada día me gustaba más, él me la meneaba y a mi se me paraba y de ahí a cogérmelo era un segundo, jamás hubiese dicho que podía llegar a sacarme tanta leche diaria, si que se me pusiera la pija dura a cada rato, parecía un chiquilín de catorce años que recién descubre el sexo, vivía realzado.
Caminaba por la calle y pensando como me lo cogería cuando llegara a casa, me ponía mal si él no estaba en casa esperándome ya desnudito para poder penetrarlo enseguida, y si por casualidad había salido a hacer alguna compra, y no estaba pensaba que me desesperaba, era como si me faltara algo vital. Más lo penetraba más linda se le ponía la colita y mi pene se fue poniendo más grueso, mejor, ya que la pija es un músculo y es como el de los físico culturistas más ejercitan los músculos mejor se les ponen. Me encantaba cogérmelo sentado en la silla y él de frente a mí mientras le besaba las tetillas, él se me iba sentando sobre la pija dura, y así se auto ensartaba. Bueno cuando lo agarraba cocinando lo hacia que apoyara el pecho sobre la mesada y lo penetraba de atrás, tomándolo de la cintura, y así no se podía correr y cada vez que lo empomaba se la metía bien todita hasta el fondo, prácticamente se la metía hasta sacársela por la boca, y por favor, como lo dis
frutaba. Había días que llegaba a casa y él estaba con un puerro, o una zanahoria, o un pepino metido en el ano y me decía así te lo mantengo bien abierto, como si se lo pusiera en la horma, y yo reía diciéndole que tenia en el orto (culo) una verdulería.
A él le gustaba enormemente ser penetrado, disfrutaba mucho el rol de mujer en la pareja, así que fue empezando a hacer ejercicios localizados para endurecer su cola y parársela más, su cintura cada vez se afinaba, con lo cual resaltaba cada vez más su cola. Fue cambiando su alimentación ingiriendo cada vez más hormonas, y con algo de masajes, sus senos fueron tomando mejor forma, creciendo, redondeándose. Cada día que pasaba se esmeraba en coger mejor, había veces que antes de que terminara de penetrarlo me apretaba y soltaba el ano sobre mi pija y me hacia acabar, era como si me pajeara la pija con su cola, era algo tan hermoso que a mi me volvía loco. Una tarde me pidió que lo acompañara, así que fui con él y al llegar a una casa de lencería entró y se compró unos slipts, un corsé negro, medias con ligas siliconadas y un corsé, ante mi total asombro. Cuando salimos me dijo desde esta noche me convertiré en tu mujer de 24 horas, ya que soy tu hembra, me usas como hembra, también me vestiré como tu hembra. Esa noche después de ducharse salió del baño toda vestidita de mujer, y yo me atraganté de la sorpresa, era una nena hecha y derecha, hasta el corpiño salió bien llenito con sus tetitas, y no hizo falta ni que me la chupara, tenia la pija dura como un garrote y me la cogí reiteradamente toda la noche fue algo súper especial.
A la mañana mientras desayunábamos en la cama, me comentó que ya había decidió convertirse en mi mujer si yo estaba de acuerdo, así que para mi ya no fue una sorpresa, dado que desde hacia meses ya era en la realidad mi mujer, ya sea en la cama, como en la casa, y lo único que ahora se le sumaria seria su aspecto exterior, dado que su actitud también era totalmente femenina. Por eso me dijo que estaba ya decidida a cambiar de facultad, para empezar en la nueva como mujer, y que también nos cambiáramos de departamento, para ya ir a vivir como una pareja asumida, así que le dije que estaba de acuerdo. Nos vestimos y salimos a buscar nuevo hogar, y también nos fuimos a comprar toda su ropita femenina. Me dijo que le gustaría usar polleras y vestiditos, aprovechando que prácticamente su cuerpo era totalmente lampiño, como si al haberse quedado casi eunuco no hubiese generado hormonas masculinas y todo su aspecto era de mujer.
Su transformación fue total, ya su cuerpo había ido modificándose de a poco, pero ahora con su pelo largo suelto, vestidita con polleras, corpiño y blusa era sin lugar a dudas una nena, y al usar unas polleritas ajustadas que mostraban su colita paradita y redondeada era totalmente deseable por la calle. Así que al mudarnos nadie dudó de que sea mi mujer. Cada día que pasaba descubríamos algo más del sexo, como retrasar la eyaculación, como ella hacia para retener el semen dentro de su cuerpo, o como ir despacio dejándolo correr por sus piernas. No había posición o lugar que no intentáramos, bajo la ducha, en un probador en el shoping, en un boliche bailable ayudados por la luz tenue, en una plaza parados apoyándola sobre la reja, no teníamos límite para nuestras experiencias, y más la cogía, más la disfrutaba, se me había convertido casi como en una droga que necesitaba diariamente para vivir.
Ya llevábamos dos años viviendo juntos y la verdad no me había arrepentido ni un solo día de haberlo desvirgado aquel día, por el contrario el placer que me daba era inconmensurable, mi pija era considerablemente más grande que al inicio, hoy manejaba a la perfección el ritmo de penetración y el momento de eyaculación, había crecido enormemente en el sexo, y ella ya no era aquel nene, sino se había convertido en una mujercita adorable, sensual, sexy, divertida, y que cogía de novela, y disfrutaba mamándola como una experta
Autor: Arturo arturocohan (arroba) yahoo.com.ar