De pronto se paró y lo noté tensísimo, con mis manos en sus testículos noté que se iba a correr, le dije, llena de esperma a tu madre y al mismo tiempo que con mis propias palabras me corría, sentí un tremendo calor en mi cuerpo y como mis entrañas se llenaban de semen, estuvo con su polla metida en mi ano eyaculando y notando como algún chorro resbalaba por mi ano dilatado.
Si algo me ha vuelto loca de mi hijo Pedro es, aparte de su sexo, son dos cosas: sus hermosos testículos (me encanta palparlos con la mano, sentir lo que pesan entre ellas, bueno al menos cada vez uno pues no me caben en una mano debido al tamaño) y segundo su esperma. Es algo a lo que jamás creí que una mujer como yo se podría enganchar, esa es la palabra, enganchar. Me encanta su textura, su sabor, su temperatura y claro que, sobre todo su abundancia cosa de la que Pedro va sobradísimo.
Bueno, el punto donde dejé mi historia era en la cena de mis amigas en casa. Después de recoger la casa un poco entre Pedro y yo ya se había hecho tarde. Ambos no nos decíamos nada pero sabíamos que habíamos disfrutado de ver como mis contertulias se habían puesto hasta arriba de comer de mi pastel, bueno, de nuestro pastel. Como ya dije, en varias ocasiones tuve que cambiarme de bragas porque si algo viene de familia, es que tanto Pedro como yo, al excitarnos soltamos bastantes fluidos corporales. El caso de Pedro es ya bien conocido y el mío pues más o menos también.
El caso es que en cada ocasión mis braguitas estaban empapadas de flujo blanquecino-transparente, no espeso sino bastante liquido que hacían que mi sexo estuviera brillante durante toda la noche, enrojecido supongo que por la dilatación sanguínea y muy excitado. Mis pechos, a pesar del sujetador que usaba, los notaba hinchados y mis pezones supersensibles. Todo ello por ver a mis amigas, sobre todo a Maribel como le encantaba el pastel que había preparado con la eyaculación de mi hijo la mañana antes de la cena. Todo eso hacía que durante la cena y después de la misma oliera continuamente a mujer excitada, a vagina, cosa que intentaba disimular durante la misma abriendo un poco las ventanas aludiendo el calor que provocaba la bebida que tomábamos. Quizás era mi olor o el de alguna amiga que se habría excitado pensando vete a saber que.
Por otra parte, sabía que Pedro también estaría muy excitado porque mientras cenábamos y luego recogíamos la casa, se echaba las manos de vez en cuando y con disimulo sobre sus testículos, levantándolos, síntoma inequívoco (lo conozco) que le molestan un poco debido al peso que aguantan y que la producción de su esperma ha aumentado, necesitando (y como dijo el médico) vaciar para relajar la musculatura del escroto.
Cuando terminamos de recoger, nos pusimos más cómodos y nos tumbamos en el sofá. Halamos de la cena y evidentemente ambos queríamos follarnos mutuamente. Hasta ese momento solo lo habíamos hecho una vez y no quise que eyaculara en mi interior pues no tomaba pastillas anticonceptivas.
Pedro me abrió el camisón, y sacó mis pechos al exterior, apoyándolos sobre la costura del camisón, haciéndolos más grandes de lo que aún son. Estaban rosados, hinchados, mis areolas las noté súper oscuras (bueno las suelo tener oscuras casi siempre y bastante grandes pues casi ocupan mi pecho, cosa que en sus días me traía complejos) y mis pezones durísimos. Pedro estuvo jugando con su lengua bastante rato, aprisionándome los pezones, estirándolos con sus labios. Lamiendo todos los rincones de mis areolas. Me dejó los pechos completamente llenos de saliva, entre ellos, en mis pliegues.
Yo no decía nada solo cerré los ojos porque me encontraba súper excitada. Así me fue lamiendo toda, centímetro a centímetro llegando a mi ombligo, a mi sexo que olía mientras pasaba su lengua sobre mi braga.
Yo me dejaba llevar ya pues, la verdad no tenía fuerzas para negarme a nada. Me bajó las bragas, llevándose con ellas parte de mis flujos adheridos al protector de la misma. Las olió y me las dio a lamer. Solo me limité a abrir la boca y sacar mi lengua. Estaba comiéndome mis propios flujos de la mano de mi hijo. ¡Que locura! Cuando separo mis piernas notaba el aire correr en mi interior como si me hubieran desnudado en un día de frío. Me lamió los labios mayores, menores, metió su lengua en mi vagina como follándome con ella, lamía mi clítoris dando suaves círculos alrededor con su lengua al mismo tiempo que lo estiraba con sus labios hacia arriba. Lamía mi ano (que sensación más indescriptible), metía su lengua como follándome también.
Poco a poco fue apoyando sus dedos sobre mi esfínter mientras su boca succionaba mi clítoris. Es una sensación rarísima porque al menos yo no podía controlar cuando quería orgasmar o no. La humedad de mi sexo y sus labios mojados hacían que un dedo, dos se acomodaran fácilmente en mi ano mientras yo no pude más y orgasmé, eyaculé gritando con el cojín en la boca para no hacer ruido, notando como la lengua de Pedro recogía los grumos lechosos que salían de mi sexo mientras recorría las sensaciones orgásmicas por todo mi cuerpo. En todo ese tiempo mi trasero se había acostumbrado a sus dedos pero no puede evitar sentir algo de malestar cuando los retiró.
Descansé un poco y me lo senté en el sofá, le bajé el pijama, lo abrí de piernas y así de rodillas frente a él, me puse a lamer todos sus genitales, poro por poro. Me encanta sentir como sus testículos se elevan al paso de mi lengua. Me encantan, son grandes, pesados y me vuelven loca, los cojo con delicadeza pero firmemente y dejaba lleno de saliva su pene que poco a poco cogía todo su esplendor. Lo cual en cierta forma es un problema para mí porque desgraciadamente me cabe poco más que su glande en la boca y aun así me siento la boca muy abierta debido al tamaño. Estuve más ajeándole los huevos y lamiendo su pene por más de quince minutos hasta que yo la necesitaba en mi vagina que ya mojaba el suelo de nuevo con gotas de mi excitación. Me puse sobre él a horcajadas, mis pechos en su boca y sin necesidad de apuntarla ni nada, la propia humedad fue guiándola hacia mi vagina.
Mis piernas estaban estiradas pues sus 25 cm en erección se hacen notar y tengo que ponerme con las piernas apoyadas en mis rodillas bien derechas para iniciar la follada. Me cogió por las nalgas, sus dedos apoyados en el esfínter anal y poco a poco me la fui introduciendo siendo yo quien llevaba el ritmo para no hacerme daño. A las tres o cuatro subidas yo orgasmé de nuevo sintiendo como mis flujos chapoteaban en mi vagina cada vez que su polla entraba y salía de ella. Él no se corrió a pesar de que le dije gritando córrete Pedro, córrete, pero no me hizo caso. Caí rendida con todo su miembro en mi interior, empalada, ensartada como una perrita caliente, y con su pubis lleno de restos vaginales de mi corrida.
Me levantó con las manos con delicadeza y me dejó así en el sofá, de espaldas a él, yo mirando el respaldo del sofá. No me dijo nada, se coloco así detrás de mí, pensé que iba a follarme otra vez en esa posición (que nunca habíamos hecho) y en un minuto la tenía dentro de nuevo. Esta vez la sentí muy diferente, parecía que me levantaba con su polla el culo, tocando las paredes de mi vagina por un sitio diferente y es que, desde luego, las posturas se sienten diferentes cuando el miembro que te ensarta es de un tamaño u otro pues con mi ex – marido no la sentía así. El caso es que empezó cada vez a bombearme más de prisa y terminé por orgasmar por tercera vez consecutiva en la noche. Pedro sacó su miembro de mi vagina chorreante oyéndole decir, jodeer!
Mamá me la has dejado chorreando. Yo no tenía fuerzas para nada, solo quería que se corriera ya.
Mientras me hablaba, apoyó su glande en mi ano, súper lubricado de restos de mis corridas, supongo que algo dilatado de sus dedos etc… Me asusté, pero él con sus manos me tranquilizó. Sabía que me iba a doler una barbaridad. Estuvo como cinco minutos empujando poco a poco y en el mismo instante que ese glande entró en mi ano creí morirme, grité, le dije desesperada que lo sacara, por favor, sácalo me duele mucho me vas a provocar una rotura por favor Pedro. No me hizo caso estaba salidísimo y dejo así su glande metido en mi ano como cinco minutos más a la espera de que yo dejara de respirar tan profundamente y rápido.
Me quedé transpuesta, medio mareada pero me desperté de nuevo cuando notaba como Pedro empezaba a empujarme con su pene. Metió su mano en mi vagina, mojándola, recogiendo flujos con su mano que se ponía a lo largo de su pene.
A los diez minutos o más tenía sus 25 cm de polla metidos en mi ano. Me notaba completamente abierta, dilatada, llena, pinchada. Yo no podía moverme para nada, casi no podía respirar. Cuando ya estuvo acomodada del todo, lo noté porque sus testículos tocaban los labios vaginales, me puso una de sus manos en mi vagina, recogiendo con sus dedos mi clítoris. Me fue masajeando masturbándome para no sentir esa cosa en mi ano, poco a poco me fue excitando de nuevo y sin darnos cuenta ambos nos movíamos. Él cada vez más fue sacando parte de su pene de mi ano y metiéndolo de nuevo, cada vez más de prisa pero sin exagerar. De pronto se paró y lo noté tensísimo, le cogí los huevos con mi mano entre mis piernas pues a cada embestida me daba un sonoro plas!
Entonces con mis manos en sus testículos noté que se iba a correr. No pude decirle que si, hijo mío córrete, llena de esperma a tu madre y al mismo tiempo que con mis propias palabras me corría, sentí un tremendo calor en mi cuerpo y como mis entrañas se llenaban de semen. Ahora si que notaba presión en mi culo, estuvo con su polla metida en mi ano eyaculando cinco minutos o más no dejando de soltar esperma y notando como algún chorro debía resbalar por mi ano dilatado. Es como si me hubieran puesto un enema, fue una sensación rarísima pero no desagradable.
Pensé que si me había eyaculado lo que normalmente hacía, unos 450 o 500 ml no podía sacarme la polla e ir yo al baño porque no llegaría. Así que y a pesar de la vergüenza, así yo ensartada por Pedro en mi culo fuimos al baño. Abrimos el WC y rápidamente al mismo tiempo que sacó su pene (con cuidado pues me dolía una barbaridad, me senté el wáter, notando como una gran cantidad de esperma salía de mi ano.
Estuve así sentada más de diez minutos sacando semen, brotando de mis intestinos. Y así sentada tuve unas enormes ganas de hacer de cuerpo. Así que lo hice. Cuando terminé, me limpié y me asusté porque tenía el ano enorme, me cabía todo, aunque no sangre.
En fin, ahí quedó todo, la primera vez que me desvirgó el culo mi hijo y la primera vez que se corrió en mi interior y no fue en mi vagina. Que le vamos a hacer, las cosas estas no se eligen.
Un beso a todas y todos los lectores.
Autora: Lauracad
hola mami k buen relato me gustari probar tu culito t puedo hacer gosar
oye mamita que buen relato te mando mi correo si te decides culear conmigo tengo una buen verga para tu culito [correos NO permitidos en comentarios – eliminado por la administración R.M.]