Seguíamos los dos sentados en el mismo sillón, ella jaló un poquito su vestido para ver la parte en donde la había yo salpicado y me dijo: Pensé que como mi vestido es blanco y lo que me echaste igual es blanco no se iba a notar nada, pero mira, se ven unas manchas amarillentas, además de que hule extraño. Yo le mencioné: Sí, es que el olor del semen es fuerte, además de que ese olor es característico de ese liquido, cualquiera que esté cerca de ti se va dar cuenta de que tu ropa tiene ese olor ¿Por qué no lo metes a la lavadora? la lavadora que hay acá deja la ropa casi seca, en diez minutos ya estaría lavado y luego colgamos tu vestido en la ventana y con el calor que hace en diez o quince minutos ya estaría seco por completo, la tela es muy delgada.
Fabiola me contestó: No, es que ya me tengo que ir, quiero ver si todavía alcanzo a mi familia en la casa de mi tía, porque sino me van a regañar. Yo le mencioné: Pues con mayor razón yo diría que lavaras tu vestido, si llegas así ahí con tu familia te pueden decir algo, porque en verdad que el olor del semen es fuerte y cualquiera lo nota. Fabiola se quedó pensando durante algunos segundos y luego me dijo: Esta bien, pero, préstame algo para ponerme en lo que se lava mi vestido. Yo le mencioné: Haay mamita, quítate ya el vestido y lo metes rápido a la lavadora, ya no te estés preocupando tanto por ponerte algo, hace mucho calor, mírame, yo ya me quedé así sin nada, además me encantaría verte sin vestido, anda, déjame verte así, solo en lo que se lava tu vestido. Fabiola me contestó: No, como crees, soy muy penosa, préstame algo.
Yo le dije: Ándale, déjame verte, solo un ratito y luego ya te presto algo, te prometo que no te toco, solo quisiera mirarte, tú ya me viste a mi y me sigues viendo, ahora dejaba verte un poco a ti, anda, además ya hace un momento nos tocamos, ahora solo sería mirarnos, porfa ¿Si? Fabiola riendo nerviosamente y con voz bajita me contestó: ¡Nooo¡ es que de veras me da pena. Yo le seguí insistiendo mencionándole que me diera la oportunidad de observarla solo unos instantes y después de unos minutos de pedírselo Fabiola me dijo: Esta bien, pero solo será un momento, después me traes algo para ponerme en lo que se seca mi vestido. Yo le dije que sí; ella me mencionó: Ok, pero voltéate, no me veas, yo te digo cuando ya esté lista. Me volteé hacia el otro lado de donde estaba ella, pasados unos instantes Fabiola me dijo con voz nerviosa y bajita: Ya puedes voltear. Yo me di la vuelta y la observé, seguía sentada en el sillón con su vestido doblado puesto en sus piernas y un poco encogida como tratando de taparse lo que más podía.
Empecé a caminar hacia ella y le dije: Bueno, vamos a dejar tu vestido a la lavadora, ven acompáñame. Al momento de decirle eso le estiré mi mano invitándola a que se levantara, ella me dio la mano y se puso de pie, y en ese instante me dijo: No me veas mucho porque me apenas. Yo le dije que estaba bien, que no lo haría. Me fui delante de ella jalándola de la mano, en su otra mano llevaba su vestido, llegamos al pequeño cuarto donde estaba instalada la lavadora, la preparé y metimos su vestido el cual se comenzó a lavar, nos quedamos parados ahí, me le quedé mirando y pude observarla ahora si de arriba abajo, era una escultura de mujer, llevaba puesta ropa interior de color blanco, su sostén era delgado y no muy grande, se le notaba un tanto apretado, además de ser muy escotado, ya que casi la mitad de sus enormes senos se le veían, incluso se asomaban las orillitas de las aureolas de sus pezones que se notaban de un color muy oscuro, sus medias trasparentes negras dejaban entrever sus pantaletas de color blanco, eran unas pantaletas algo reducidas y apretadas, observé el orificio que yo momentos antes le había hecho a sus medias, era exactamente a la mitad de sus piernas, y en esa parte del orificio de sus medias noté que de las orillas de sus pantaletas se le asomaban vellos, lo que hacía notar que
en esa zona había una buena cantidad de ellos.
La luz del foco que había en ese cuarto era fuerte, por lo que pude observar a Fabiola con todo detalle, su piel morena de su cuerpo tenía una tonalidad brillante, era una piel perfectamente bien bronceada, para ese momento mi pene había recobrado su erección, Fabiola durante ese lapso de tiempo nunca me miró, sino que estuvo observando hacia los lados, se notaba claramente que estaba evitando mirarme, me quedé embobado viéndola, ella pasados unos instantes me hizo reaccionar diciéndome: Bueno, ya te cumplí tu deseo de que me vieras, ahora si préstame algo para ponerme. Yo me le acerqué, la tome de su rostro con mis manos de forma delicada y le dije con mi cara casi pegada a la suya: Fabiola, eres realmente encantadora y hermosa, eres la mujer más linda que he visto en mi vida, me impresiona verte. Fabiola no me contestó nada, sólo observé un su cara cierto nerviosismo y seguía con mucho rubor en sus mejillas.
Entonces, sin preguntarle nada puse mis labios en los suyos y comencé a besarla frenéticamente, ella poco a poco fue cediendo a ese beso y fue soltándose más ya que en un principio estaba dura y tensa, seguimos con ese beso delirante, nuestros labios se movían de una forma fogosa y apasionada y nuestras lenguas se entrelazaban vertiginosamente, con el ímpetu de ese beso la fui haciendo para atrás hasta que su espalda pegó en una de las paredes de ese cuarto, yo la tenía tomada del rostro con mis manos y ella tenía sus manitas a los lados de su cara con sus puños medios cerrados, fui bajando mis manos por sus costados hasta tomarla de su cintura, su piel era muy suave, seguimos basándonos ardientemente sin decirnos ni una sola palabra, en un momento mis manos se las pasé atrás y las metí por debajo de sus medias, comenzándole a acariciar los glúteos, sus reducidas pantaletas me permitían tocarle toda la piel de sus nalgas ya que nada las cubría, solo la pequeña porción de tela que iba metida en la división de esas enormes nalgas.
Fabiola seguía ahí con su espalda pegada a la pared, yo continuaba besándola, hasta que de momento separé mis labios de los suyos y bajé mi boca a su cuello largo y hermoso que tenía, con mi lengua le fui recorriendo la piel saladita de su lindo cuello, al mismo tiempo que con mis manos le acariciaba de forma frenética sus nalgas, estaba yo bien excitado, mi pene otra vez tenía una erección total, y con él le rozaba sus medias y parte de su abdomen; seguí besándole su cuello por todos lados, y a los pocos instantes empecé a escuchar ciertos gemiditos que de su boca salían, sus manos las puso en mi espalda y en cada movimiento que con mi boca yo hacia en su cuello sentía como las uñas largas de sus dedos me las clavaba un poquito en la espalda; notaba de reojo como Fabiola mantenía sus parpados cerrados y en su rostro había una expresión de gozo, lo que me indicaba que esos besos en su cuello le estaban gustando, para ese momento no me reclamaba ni me decía absolutamente nada.
Fui bajando mi boca de su cuello a su pecho dándole ahí besos y lengüetazos, con mis manos seguía yo masajeándole y apretándole sus ricas nalgas; mi boca llegó al comienzo de sus senos y los fui chupando, durante algunos segundos le lamí toda la porción de sus senos que asomaba de su escotado sostén, metiendo mi lengua también en la raya de división de los mismos, Fabiola seguía sin mencionarme nada, solo me daba leves apretoncitos con sus uñas en mi espalda, su cabeza la tenía echada un poco hacia atrás y sus parpados continuaban cerrados, seguía emitiendo ciertos quejiditos, en un momento con mi propia boca hice un poco hacia un lado la tela de sus sostén en uno de sus senos dejando al descubierto por completo uno de sus pezones, el cual de por si desde antes una de sus orillitas se asomaba, y al quedar descubierto por completo comencé a lamerlo, ella en ese momento reacciono y me dijo: No, espérate, no hagas eso. Yo no hice mucho caso y seguí lamiéndole su hermoso pezón el cual era de color oscuro, casi negro, con una aureola muy extendida, la punta del pezón estaba completamente erecta y era muy grande, de las puntas más grandes que he visto, ese pezón parecía como un chupón de bebe.
Fabiola, aunque había reclamado un poco, nunca intentó moverse de ahí, y al continuar yo besándole su hermoso pezó
;n, ella dejó de reclamar y comenzó de nueva cuenta a gemir quedamente, sus parpados los volvió a cerrar y su cabecita la hizo hacia un lado como si estuviera durmiendo, con sus manos empezó a acariciarme la cabeza, yo subí una de mis manos y sin dejarle de besar ese pezón, en su otro seno con mis dedos moví su sostén hacia un lado dejando al descubierto su otro pezón, ella ya no dijo nada al respecto y de inmediato moví mi boca a ese nuevo pezón, el cual, igual que el anterior, tenía su punta bien parada, al mismo tiempo que con mi boca le lamía y succionaba delicadamente uno de sus pezones, con una de mis manos le acariciaba y le daba apretoncitos a la punta del otro, y con mi otra mano seguía acariciándole y masajeándole lo que podía de sus enormes nalgas.
Sus gemidos de Fabiola fueron en aumento, sentí como incluso ella se pegó más a mi, y una de sus piernas la levantó abrazándome con ella mi trasero, yo entonces pasé mi mano hacia atrás de su sostén y se lo desabroche rápidamente, su sostén se botó de inmediato debido a lo apretadito que estaba, ella ahí volvió a reclamarme un poco diciéndome: No, eso ya no, no me lo quites por favor. En ese momento la pierna con la que me abrasaba mi trasero la bajo. Yo separé mi boca de sus senos y le dije: Tranquila mi vida, déjame besarte bien estos hermosos senos que tienes. Y al decirle eso volví a bajar mi boca a sus suculentos pechos, en esos momentos los pude ver en su real dimensión, eran impresionantes, completamente paraditos a pesar de lo grandes que eran, con las puntas de sus dos pezones dirigidas un poco hacia los lados; yo no podía creer que tuviera la suerte de tener enfrente de mi esos enormes y lindos senos; con mis labios y lengua los recorrí, mi boca resultaba muy pequeña para esas dos grandes montañas de rica carne.
Luego mis labios los dirigí sólo a sus pezones chupándole uno y luego el otro de forma alterna, con mis manos le recorría todo lo demás que podía de su cuerpo, hasta que sin dejarle de besar sus pezones puse una de mis manos en su conchita y se la empecé a acariciar, Fabiola gemía de una forma ya mucho más perceptible, metí mis dedos en el orificio que antes le había hecho en sus medias, y le fui recorriendo su panochita por encima de sus pantaletas, luego uno de mis dedos lo introduje por debajo de sus pequeños calzoncitos y empecé a hurgarle su conchita, la cual estaba mas que húmeda, estaba prácticamente empapada de sus jugos vaginales, ella en ese momento me volvió a abrazar de mi trasero con una de sus hermosas y largas piernas; sus manos acariciaban mi pelo y luego las bajaba a mi espalda sintiendo sus largas uñas en mi piel, era un momento de gran pasión.
Mi dedo recorría toda su vagina metiéndolo en momentos solo un poquito en el orificio de su conchita, sentía como con su pierna me apretaba fuertemente de mi trasero, fue gimiendo más y más, mi boca seguía de un pezón a otro y mi dedo bajaba y subía en sus labios vaginales, hasta que gimiendo como estaba me tomó de mi cabeza haciendo que la levantara quedando nuestras caras frente a frente y me comenzó a besar de una manera furiosa, sus manos las tenía puestas en mi rostro y sus labios se movían en los míos como si hubiera querido succionar algo de dentro de mi, al mismo tiempo que yo seguía recorriéndole con mi dedo su vagina, ella llegó el momento en que apretó sus piernas haciéndome imposible seguirle tocando su conchita y sin dejar de besarme balbuceando un poco me dijo: shaaa, yaa, mi vida, no aguanto más. Entonces yo subí mis manos abrazándola de su espalda y nos besamos por otro rato.
Al apartarse nuestros labios, los dos nos quedamos abrazados y callados por unos instantes, luego me separé un poco de ella y al separarme le jalé su sostén el cual tenía colgando en sus hombros y brazos, ella sin ningún problema dejó que se lo quitara, lo puse encima de un pequeño mueble que había en ese cuarto. Fabiola tenía su mirada clavada en el piso, y en cuanto le terminé de quitar su sostén pasó sus dos manos a sus senos tapándose en cada uno de ellos la parte de sus pezones, yo estiré mi mano la tome de su barbilla y levanté un poco su rostro preguntándole: ¿Te gustó como nos besamos? Ella sin verme a la cara me dio a entender que sí, con un sonido de su boca; quité mi mano de su barbil
la y ella volvió a agachar su carita y noté que por algunos segundos se quedó observando mi pene, el cual estaba bien erecto y luego bajo su mirada al piso; sin yo decirle nada me acerqué un poco más a ella y le empecé a acariciar su rizado pelo negro, y luego con un movimiento rápido la cargué en mis brazos, Fabiola se sorprendió y pegó un leve grito diciéndome: Haayy ¿Qué haces? Yo le mencioné: Nada mamita, solo me dieron ganas de cargarte.
Comencé a caminar con ella sacándola de ese pequeño cuarto, pasé por la sala y me dirigí a mí recamara, Fabiola me decía riendo un poco: Haayy, me vas a tirar ¿A dónde me llevas? Yo no le contesté nada, ella en el trayecto con una de sus manos me abrazó de mi cuello para detenerse de ahí, con la otra mano y brazo trataba de taparse lo que podía de sus senos; entré a mi cuarto y la recosté en mi cama, yo quedé hincado a un lado de ella; Fabiola con un gesto de desconcierto en su cara me dijo: ¿Para que me traes acá? Mí vestido ya debe de estar listo, mejor vamos a sacarlo de la lavadora para ponerlo a secar, ya es muy tarde y me van a regañar. Al mismo tiempo de decirme eso ella se enderezó en la cama quedando sentada ahí junto a mi, como tratándose de bajar, yo la abracé y le dije: Tranquila mamita, ahora vamos a ver lo de tu vestido, quedémonos acá un momento ¿Quieres? Solo unos minutos, anda, relájate. Ella no me contestó nada, se quedó sentada en la cama ahí junto a mí.
Yo hincado a un lado de ella le acaricié sutilmente su cara y su cabello, ella se mantenía sentada en la cama tapándose con sus manos sus grandes senos; con una de mis manos le empecé a acariciar sus brazos y luego tomándola de sus manos le dije que las quitara de ahí, que no estuviera nerviosa, que no tenía porque estar tapando algo tan hermoso. Ella sonrió un poco y me dijo: Es que me da pena que me veas. Yo le mencioné: Pero mi amor, ya te las vi hace un rato, ya no hay razón para que las escondas, anda, quítate las manos, déjame por otros instantes ver lo hermosas que son. Le fui jalando sus manos y ella fue cediendo sin oponer mucha resistencia, dejó libres sus senos, se los observé por algunos segundos, las puntas de sus pezones seguían bien erectas; ambos quedamos tomados de las manos, busque su rostro y la bese en la boca, esta vez fue un beso tierno y corto; luego le dije que se recostara en la cama un momento.
Fabiola sin preguntar ni replicar nada lo hizo, quedó acostada boca arriba, yo me recosté junto a ella quedando de costado, busqué su boca y planté mis labios en los suyos, al mismo tiempo que con una de mis manos empecé a recorrerle todo su cuerpo, le acariciaba sus senos de manera dócil y luego la acariciaba su abdomen, esto lo hacia sin dejar de besarla, como había pasado con anterioridad el beso que le estaba dando pasó de ser tierno a candente, mi mano siguió recorriendo y acariciando el cuerpo de Fabiola, para ese momento seguía con sus medias, sus pantaletas y sus zapatillas puestas, sus medias le llegaban a la altura de su ombligo, yo al estarle acariciando su abdomen comencé poco a poco a meterle la mano por debajo de sus medias, ella no me dijo nada al respecto, seguí metiendo mi mano hasta llegar a sus pantaletas y ahí mis dedos se deslizaron dentro de ellas hasta llegar a su vagina, la cual se seguía sintiendo muy húmeda, le fui recorriendo con dos de mis dedo sus labios vaginales y luego le frotaba y presionaba levemente su clítoris.
Seguíamos con ese beso eterno, Fabiola boca abajo y yo a un lado de ella de costado, a los pocos instantes de estarle tocando su vagina me di cuenta como ella abrió más sus piernas al mismo tiempo que comenzó a sollozar, sollozos que se ahogaban en mi boca, yo seguía frotándole su clítoris y acariciándole sus labios vaginales, ella fue moviendo cada vez más sus piernas, las abría un poco y luego las cerraba, las recogía y luego las estiraba, yo dejé de besarle la boca y baje mi cabeza a la altura de sus senos y se los lamí y chupe, esto lo hice sin dejar de estarle acariciando su panocha; era hermoso sentir adentro de mi boca las grandes y bien erectas puntas de sus pezones formados por carne muy suavecita, llegó el momento en que sus leves sollozos se fueron convirtiendo en fuertes gemidos, sus manos se las paso a su cabeza tomándose con sus puños su propio pelo, podía yo sentir como su cintura l
evemente la levantaba y luego la dejaba caer sobre el colchón, mis dedos con los que le estaba acariciando su vagina prácticamente estaban empapados de sus jugos vaginales.
Ella fue gimiendo más y más hasta que se enderezó diciéndome: Yaaa, ya no más, yaaa por favor. Quedó sentada en la cama, yo saqué mi mano de su vagina y me hinqué ahí junto a ella, su respiración se le notaba agitada, la abracé, ella recargó su cabeza en mi pecho; luego con movimientos rápidos me senté en el colchón estirando mis piernas, hice que Fabiola también quedara sentada en medio de mis piernas con su espalda recargada en mi pecho, mi pene en esa posición quedó aprisionado entre su espalda y mi estomago, la parte de atrás de su cabeza quedó a la altura de mi cara y comencé a acariciarle su pelo al mismo tiempo que acerqué mi boca a uno de sus oídos, ahí le estuve diciendo palabras referentes a lo mucho que me gustaba, ella en todo ese rato no me decía nada.
Tocándole sus hombros con mis manos le dije que se sentía un tanto tensa y dura de sus músculos, la empujé un poquito hacia adelante y le comencé a dar un masaje con mis dedos en sus hombros y parte de su espalda, le pregunté si le gustaba y ella con voz suave me dijo que sí; estuve masajeándola por unos momentos; aunque se hizo un poco hacia delante mi pene le seguía rozando su espalda, cosa que me puso mas excitado de lo que de por si ya estaba, enseguida deje de masajearla y comencé a besarle su espalda y la parte de atrás de su cuello, noté a los pocos segundos que eso la estaba excitando porque comenzó a mover su espalda lentamente de un lado a otro, al mismo tiempo que de su boca salían murmullos de placer, mis manos las pasé hacia sus senos abrazándola de ahí acariciándoselos por todos lados y en momentos le presionaba levemente con mis dedos sus erectos pezones, luego baje una de mis manos para acariciarle su conchita por encima de sus medias y pantaletas, ella en ningún momento hizo algo para detenerme.
Al cabo de un rato de estar así, hice que Fabiola se recostara en el colchón, ella quedó boca arriba, yo prácticamente me encimé sobre ella y la besé en la boca, ella respondió con pasión, con sus manos me acariciaba mi espalda y mi cabeza, fui descendiendo sobre su cuerpo, mis labios le fueron besando su cuello, luego su pecho y en seguida empecé a lamer sus senos por todos lados, mis labios bajaron más y llegaron hasta su estomago, le lamí esa zona por algunos instantes al mismo tiempo que con mis manos empecé a intentar quitarle sus medias, Fabiola en cuanto sintió eso de inmediato bajó sus manos deteniéndose sus medias por sus costados, yo seguí intentando jalárselas pero ella las tenía bien agarradas con sus manos, le dije que me permitiera hacerlo, a lo cual ella en voz bajita me decía que no; al ver su negativa no le insistí más, sin embargo mi excitación estaba al límite.
Me hinqué en el colchón ahí junto a ella, Fabiola seguía recostada boca arriba, sin pensarlo mucho me monté sobre ella, de tal forma que casi quedé sentado sobre su abdomen, con una de mis manos tomé mi pene y se lo empecé a frotar en sus senos, noté que Fabiola tenía una cara de extrañeza y en seguida me dijo con voz algo temblorosa: Oye ¿Por qué haces eso? Yo le contesté: Sólo quiero que mi miembro toqué tus lindos senos ¿Te molesta? Ella me respondió: No me gusta, mejor bájate. Yo le dije: Déjame, solo un minuto, por favor. Fabiola hizo en su cara una mueca de cierto descontento, sin embargo, ya no me dijo nada, solo cerró los parpados de sus ojos y volteó su cabeza hacia un lado, yo puse mi miembro bien erecto en medio de sus senos, con mis propias manos los cerré quedando mi pene bien cubierto por esos pechos tan hermosos y empecé a mover un poco mi cuerpo haciendo que sus senos me masturbaran; la piel de sus tetas era blanda y muy lisita, me seguí moviendo sobre su cuerpo, le pregunté si le gustaba, ella no me contestó nada, seguía sin abrir sus ojos y con su cara volteada hacia un lado.
Entonces yo uno de mis brazos lo estiré hacia atrás, metí mi mano por debajo de sus medias y pantaletas y le volví a acariciar su panochita, pasando mis dedos por todos lados de su vagina, y con mi otra mano le detenía sus enormes senos para que mi pene pudiera estar entrando y salie
ndo en la unión de los mismos, al poco rato de estarle tocando su vagina Fabiola empezó a tener una respiración más fuerte y a dar ciertos suspiros de placer, en un momento ella movió su cabeza, abrió sus ojos, me miró unos segundos a mi rostro y luego comenzó a observar como mi pene entraba y salía de entre sus senos, estiró sus manos me tomó de mis muslos y enderezó un poco su cabeza sacando su lengua con la cual empezó a lamer mi miembro en la porción que en cada movimiento salía de la unión de sus senos, después prácticamente empezó a chupar con su boca esa porción de mi pinga que se asomaba de sus pechos en cada empujón que yo daba, así estuvimos un rato, yo con mi mano estirada hacia atrás no dejaba de acariciarle su panocha.
Luego, quité mis manos de su vagina y de sus senos, y detuve mis movimientos, Fabiola volvió a asentar su cabeza en el colchón, ahí prácticamente sentado sobre ella me hice un poco más hacia adelante, con una de mis manos que puse en su nuca hice que levantara otra vez un poquito su cabeza, mi pene quedó prácticamente pegado a sus labios, Fabiola comprendió el mensaje y abrió su boca para recibir a miembro, me lo comenzó a mamar de una manera muy rica, su cabeza la movía hacia atrás y hacia delante y una muy buena porción de mi pene entraba y salía de su boca, yo sentía que llegaba al cielo, Fabiola en esa mamada que me estaba dando comenzó a gemir, las vibraciones de su boca las sentía en mi pene, al mismo tiempo con sus manos me sobaba y me acariciaba mis muslos y mis nalgas, mis testículos tocaban y acariciaban sus enormes senos, así estuvimos un buen rato, comencé a sentir ganas de eyacular, así que quité mi mano con la que sostenía la cabeza de Fabiola por la parte de su nuca y me hice un poco hacia atrás, mi pene salió de su boca, su cabeza volvió a quedar asentada en el colchón, en su cara se le dibujó una sonrisa nerviosa al mismo tiempo que con su brazo se limpiaba el liquido lubricante que mi pene había dejado en su boca.
Me hice hacia atrás quedando hincado a la altura de sus rodillas, sus piernas estaban metidas en medio de las mías, bajé mi cara y le di varios besitos en su estomago diciéndole: Mi amor, déjame besar un ratito tu sexo, ahora me toca a mí darte un poco de placer, al mismo tiempo que con mis manos tomé sus medias y sus pantaletas y se las comencé a bajar, Fabiola no me contestó nada ni hizo tampoco nada para detenerme, sólo estaba ahí recostada boca arriba con sus parpados cerrados, como si estuviera dormida, le fui bajando poco a poco sus prendas intimas y fui descubriendo ahora si en su totalidad la linda vagina de Fabiola, ella no se movía para nada, mantenía sus piernas bien juntitas, yo lentamente iba haciendo resbalar sus medias y pantaletas, cuando esas prendas quedaron a mitad de sus muslos pude ver la gran cantidad de vellitos púbicos que Fabiola tenía, era una mata de vellos negros, rizados y algo gruesos, le seguí bajando sus medias y pantaletas al mismo tiempo que con mi boca le fui besando sus lindas he impresionantes piernas, eran unas piernas corpulentas y bien formadas de piel morena lustrosa como todo su demás cuerpo, su carne era lisa y suave, no había ningún bello en sus piernitas, sus vellos solo estaban en toda la parte de su vagina.
Dejé sus prendas intimas a la altura de sus pantorrillas, luego me hice más hacia atrás y le comencé a quitar lentamente sus zapatillas, le fui desenganchando una a una las varias tiritas que cada zapatilla tenía, se las quité y las bajé al piso y de inmediato le terminé de sacar sus medias y sus pantaletas las cuales acomodé ahí en la cama, me fui metiendo entre sus piernas de tal modo que quedé hincado en medio de ellas, con mis manos separé un poco más sus piernas y dirigí mi boca a su peluda panochita, comencé a pasar mi lengua por toda esa mata de vellos, de su conchita salía el olor característico de liquido vaginal, todos sus vellos estaban humedecidos por ese liquido, mi lengua siguió hurgando en ese lugar hasta separar poco a poco esos bellos y comencé a lamer su hermosa vagina, sus labios vaginales eran de color oscuro en su exterior y de una tonalidad rojiza en su parte interior, al mismo tiempo que le lamía su vagina estiré mis brazos sobre su abdomen para acaríciale sus senos con mis manos, ella hacia diferentes sonidos de p
lacer, y me acariciaba mis brazos, sus piernas las tenía prácticamente arriba de mi espalda y las movía lentamente para todos lados, yo también comencé a mover mis manos acariciándole sus senos, su abdomen y la parte lateral de sus enormes nalgas, sin dejar de chuparle su vagina, mi lengua la pasaba por todo el contorno de sus labios vaginales y luego en momentos la subía hacia su clítoris dándole ahí lengüetazos, hasta que pasados unos momentos solo me dediqué a chuparle y lamerle su pequeño clítoris.
A los pocos instantes de estarle lamiendo su lindo clítoris, comencé a escuchar que ella daba gemidos más fuertes y empecé a observar espasmos en su estomago, sus manos las estiró hacia mi jalándome fuertemente la playera que llevaba puesta, siguió gimiendo vigorosamente y sus largas piernas las abrió más, las estiró hacia arriba, luego de golpe las bajó dejando caer de manera abrupta a mis costados las plantas de sus pies, se movía hacia un lado y hacia otro, como queriendo escapar de la chupada que le estaba dando, yo con mi boca puesta en su clítoris la seguía en todos esos movimientos que hacía, puse mis dos manos en su cintura para tratar de evitar que se moviera tanto, sin embargo no podía hacer mucho ya que ella se movía con fuerza, llegó el momento en que daba gritos un tanto ahogados, sus nalgas las subía y las dejaba caer al colchón, los espasmos en su estomago fueron aún mas fuertes, hasta que paulatinamente fueron disminuyendo sus aullidos, los espasmos de su cuerpo terminaron y quedó casi quieta por completo.
Yo también fui reduciendo las lamidas que le estaba dando a su clítoris y solo le di unos últimos besos en sus labios vaginales, luego, me fui subiendo en ella y en el camino le bese su abdomen, luego sus senos y en seguida su cuello, quedé completamente encima de ella, mi cara quedó frente a la suya y en ese momento le pregunté: ¿Te gustó como te besé mi amor? Fabiola me contestó en voz bajita: Siii. En esa posición en la que estábamos sus piernas habían quedado algo abiertas, mi pene rozaba su panochita, en ese momento la besé en la boca, sentía como Fabiola estaba temblando, Fabiola abrió más sus piernas y las movía por encima de mi trasero, separamos nuestras bocas y con voz entre cortada me preguntó: ¿Tienes un condón? Yo le dije que no. Y es que días antes había ocupado el último que tenía y no había comprado más; ya no nos dijimos nada al respecto, yo seguí besándole su cuello, sentía en cada momento como mi pene rozaba toda su vagina, en un instante percibí que mi falo estaba exactamente en la entrada de su conchita, solo era cuestión de empujar un poquito, y por la excitación que tenía estuve a punto de hacerlo, sin embargo me detuve.
Me enderecé y quedé hincado entre sus piernas, con mi dedo pulgar acaricié un poquito su clítoris, con mi otra mano tomé mi pene y se lo comencé a frotar en su vagina, ella no me reclamó nada, a los pocos instantes me di cuenta que su cabeza lentamente la movía hacia un lado y otro, y con su lengua se lamía sus propios labios, me le quedé viendo a su cara y le pregunté si quería que la penetrara. Ella sonrió nerviosamente y sin verme a los ojos me dijo: Siii, hazlo si quieres. Yo hincado como estaba le tome sus piernas de la parte de sus muslos abriéndoselas un poquito más de cómo las tenía, acomodé mi pene en la entrada de su vagina y di un empellón, Fabiola al sentir que mi miembro entraba en su vagina dio un largo grito: Haaaaaa. Al mismo tiempo subió sus piernas las cuales quedaron recargadas en mis hombros, seguí empujando cada vez más y más, su vagina era muy estrecha, ella siguió gritando muy fuerte: Haaaaa, haaaaay, haaaaaooo. Sus manos las estiró hacia atrás apretando fuertemente con sus puños uno de los cojines que ahí había, a los pocos instantes sentí que una buena parte de mi pene ya había entrado, y en otros tres o cuatro movimientos más me di cuenta que todo mi miembro ya estaba dentro de la panochita de Fabiola, cual me dijo: Yaaa, haaaaoo, me lastimaaas haaaa.
Con sus piernas hacia arriba recargadas en mis hombros, me agarré de sus muslos y me comencé a mover, primero de forma lenta, muy lenta, haciendo que su panochita se acostumbrara a mi pene, Fabiola siguió gritando y gimiendo sin parar, me seguí
moviendo metiendo y sacando mi pene en su vagina, poco a poco lo fui haciendo más rápido, paulatinamente sus gritos de dolor se fueron convirtiendo en gemidos de placer; a pesar de lo reducido de su conchita la gran cantidad de jugos vaginales que Fabiola tenía permitían que mi pene resbalara en su panochita, como yo estaba hincado, podía ver como mi pene entraba y salía de la vagina de Fabiola y pude observar como estaba un poco embarrado de sangre, yo estaba ya bien excitado, me seguí moviendo, hasta que llegó el momento en que la velocidad del mete y saca ya era considerable.
Entonces Fabiola entre gemidos me dijo: Haaa, haaaay, despacito, despacitooo por favor, haaaaa. Yo desminuí un poco mi velocidad, estuve otra vez haciéndoselo lento un rato, al cabo de unos minutos de nueva cuenta se lo comencé ha hacer más rápido, ella ya no me dijo nada, solo gemía y gritaba fuertemente, su cabeza la hacia un lado y otro, con sus manos me tomaba de mis brazos y me arañaba un poco y luego pasaba sus manos hacia atrás y jalaba fuertemente las almohadas.
Yo me incliné más hacia ella sin quitar sus piernas de mis hombros lo que hizo que ella quedara más doblada y sus nalguitas se levantaran más, recargué las palmas de mis manos en el colchón y así en esa posición se lo seguí metiendo de forma algo rápida, ella daba gritos que incluso lastimaban un poco mis oídos, pero a esa situación en ese momento no le di importancia, así estuve un rato hasta que luego me enderecé otra vez, volviendo a quedar hincado de forma recta ahí en medio de sus piernas de Fabiola, la tome de sus muslos y le empuje sus piernas hacia ella, haciendo que casi le llegaran a sus pechos, y de esta forma durante unos instantes seguí metiéndole y sacándole mi pene en su rica panochita, ella gritaba y gemía: Haaaa, haaaaau, haaaooo. Yo estaba como loco, para ese momento ya había podido controlar mi eyaculación, así estuvimos durante varios minutos, no sabría decir cuantos, Fabiola nuca paró de gritar, ni siquiera un instante, eran gritos leves y otros más fuertes.
Luego solté sus piernas y me dejé caer completamente sobre ella, Fabiola asentó las plantas de sus pies en el colchón quedando con sus largas piernas bien abiertas, me seguí moviendo sobre ella con mucha fogosidad, sus piernas bien abiertas las elevó un poco y en cada mete y saca de mi pene en su panocha sentía como sus talones golpeaban mis nalgas, nuestros cuerpos estaban completamente empapados de sudor, metí mis manos un poco por debajo de su espalda y me agarré de sus hombros, y de ahí me apoye para seguirle metiendo mi pinga, todo mi pene le entraba y salía por completo, sentía como mis testículos chocaban con sus nalgas, mis movimientos sobre ella no eran ni rápidos ni lentos, eran a una regular velocidad, en cada metida de mi pene ella pujaba placenteramente, Fabiola fue gimiendo más y más fuerte, sentí como sus largas uñas las presiono contra mi espalda, sus piernas las apretó muy fuerte contra mi trasero y otra vez le volvieron espasmos en el cuerpo, debajo de mi ella se convulsionaba dando gritos ahogados, sus parpados estaban bien cerrados y su boca completamente abierta dejando escapar de ella sonidos raros, así se sacudió ahí debajo de mi por unos instantes y luego aflojó su cuerpo por completo, quitó sus manos de mi espalda y me dejó de apretar con sus piernas mis trasero.
Sin sacarle mi pene, me enderecé y quedé hincado en medio de sus largas piernas, Fabiola había quedado como dormida, su cara la tenía hacia un lado con sus parpados cerrados, sus brazos los tenía extendidos hacia los lados, pase sus piernas hacia un lado de tal forma que Fabiola quedó en el colchón de costado, y yo hincado a su lado, en ese movimientos mi pene nunca salió de su panochita, de esa forma me seguí moviendo, Fabiola así de lado en cada embestida que le daba solo se retorcía, resoplaba y jadeaba, así de ladito le di un buen rato.
Con los mismos impulsos de el mete y saca de mi pene en su conchita, ella se fue volteando, hasta que quedó boca abajo, le saqué mi pene, la fui acomodando para que quedara en posición de perrito, me hinqué atrás de ella, le acomodé mi pene en la entrada de su vagina y se lo fui metiendo otra vez; volví a comenzar con las embestidas de mi falo en su panocha, sus piernas bien juntitas habían quedado metidas en medio de las mías lo que hacia
que su vagina no se abriera tanto, y si de por si su conchita estaba estrecha en esa posición se sentía aún más, el rose con mi pene era frenético, la tomé de su cintura y trataba de que en cada embestida hasta el último centímetro de mi pene le entrara, mis testículos rebotaban en sus enormes nalgas, ella seguía gritando y jadeando fuertemente, en momentos su pecho lo dejaba caer de forma estrepitosa en el colchón de la cama y luego se volvía a enderezar deteniéndose con las palmas de sus manos, parecía como si estuviera poseída, su lindo pelo rizado que rato antes yo le había quitado la dona con la que lo tenía amarrado, se le movía para todos lados, de momento daba quejidos que me parecía eran de cierto dolor pero luego emitía gemidos que claramente se escuchaban eran de placer, yo no paraba de moverme ahí detrás de ella.
Luego la tomé de sus brazos y se los pasé hacia atrás, deteniéndoselos con mis manos ahí en su espalda, eso hizo que su cara y sus senos quedaran completamente pegados al colchón y sus nalgas se levantaran más, y de esa forma seguí metiéndoselo, sus glúteos en esa posición eran verdaderamente hermosas e impresionantes, no cabía duda que eran unas nalgas perfectas, enormes, redondas y de carne dura, llegó el momento en que aún que la tenía agarrada de sus brazos los cuales estaban pegados a su espalda, enderezaba su pecho y luego lo dejaba caer en el colchón, se movía para todos lados, le solté sus brazos y ella los estiró hacia atrás arañándome mis muslos, aunque esos arañazos en ese momento eran lo que menos me importaba, luego volvió a estirar su brazos jalando y apretando fuertemente la colcha de la cama, en instantes daba golpes en el colchón con sus puños cerrados, yo me detenía de su cintura, de sus hombros y de donde podía y no paraba de meterle y sacarle mi miembro en su rica y apretad panocha, en ese momento sentí que las ganas de eyacular volvieron a presentarse en mi, entonces fui diminuyendo mis movimientos hasta casi detenerme, ella igual fue reduciendo sus gritos y gemidos, entonces le pregunté: ¿Te está gustando mi amor? Ella balbuceando me contestó: Sii, sii.
Sin moverme mucho detrás de ella, le acaricié por un momento su espalda y su pelo, y una vez que controlé mis ganas de eyacular comencé a moverme de nuevo lentamente; ella en ese pequeño descanso que hicimos había recargado completamente su pecho en el colchón y sus brazos los había estirado hacia el frente, en cuento me comencé a mover otra vez empecé a escuchar como su respiración paulatinamente fue en aumento, hasta que esa respiración se convirtió en resoplidos, mis movimientos se fueron haciendo más rápidos, ella se enderezó un poco y se recargo con sus codos del colchón, las arremetidas que por otras le daba a su panocha provocaban que sus pechos ahí colgando se le movieran para todos lados, me incliné un poco hacia el frente, estiré mis manos y se los comencé a masajear y sobar, ella seguía gimoteando y aullando, no me decía nada, solo eran sonidos de placer los que salían de su boca.
Así hincado como estaba atrás de ella me fui haciendo hacia atrás jalándola hacía mí, de tal forma que quedé sentado en la cama y Fabiola quedó igualmente sentada sobre mi dándome la espalda, con una de mis manos me detenía del colchón y con la otra le sobaba sus grandes senos, yo me empecé a mover como podía ahí sentado para que mi pito siguiera dándole placer a Fabiola, ella sentada sobre mi se abrió completamente de piernas, se inclinó un poco hacia el frente y deteniéndose con sus manos de mis rodillas comenzó a moverse solita sobre mi pinga, no entraba y salía, solo movía su cintura de atrás hacia delante frotando sus nalgas, seguía gimoteando y jadeando, con una de mis manos le acariciaba sus senos y la otra también la pasé por enfrente de ella y le comencé a sobar su clítoris, ella seguía moviéndose sobre mi pinga sin parar, llegó el momento en que dejó de frotar sus nalgas y empezó a subir y bajar, haciendo que mi pene entrara y saliera de su panochita, yo me hice hacia atrás quedando recostado en el colchón y comencé a ver el espectáculo de cómo sus nalguitas subían y bajaban absorbiendo una buena porc
ión de mi pito.
Observé durante unos instantes esa bella vista y luego me volví a enderezar para quedar sentado, pasé una de mis manos otra vez hacia el frente para seguirle acariciando su clítoris, ella no dejó de subir y bajar su trasero sobre mi pene, cuando le empecé a acariciar nuevamente su clítoris Fabiola gimió más fuerte y me di cuenta que otra vez le vinieron varios espasmos a su cuerpo, en ese momento le pregunté: ¿Te está gustando mi amor? Ella con voz muy entrecortada y apenas perceptible me decía: Siii, me encanta, me encantaaa, haaa, haaaayy, huuumm. Su cuerpo convulsiono otra vez por algunos segundos y luego paulatinamente se fue quedando quieta, hasta que prácticamente quedó sin movimiento ahí sentada sobre mí, sus gemidos habían terminado, solo cesaba un poco. Era increíble lo que habíamos sudado, parecía como si estuviéramos saliendo de una alberca, la cama estaba empapada.
Yo seguía sentado sobre la cama con mis piernas estiradas y con mis brazos hacia atrás deteniéndome del colchón y Fabiola sentada sobre mi con todo mi pene adentro dándome la espalda; ella así quieta como estaba se hizo hacia atrás pegando su espalda a mi pecho, mis brazos se los pasé hacia el frente de su cuerpo abrazándola de su estomago y de sus senos, así estuvimos durante algunos instantes, su cabeza quedó junto a mi rostro y susurrándole al oído le pregunté si estaba disfrutando lo que hacíamos, ella solo me contestaba con sonidos de su boca, haciéndome entender que si; luego la solté, y le dije que siguiéramos otro rato; sin que mi pene saliera de la conchita de Fabiola, me recosté en la cama quedando boca arriba y le dije que se fuera volteando sobre mi, ella no comprendió muy bien lo que le estaba pidiendo y termino por enderezarse saliéndose mi miembro de su vagina, le pedí que se subiera sobre mi pero ahora viéndome a la cara, ella como pudo se fue acomodando sin replicar nada, se montó sobre mi cuerpo a horcajadas, yo le fui acomodando mi pene en su panocha y poco a poco se fue sentando sobre el mismo.
Mi miembro fue resbalando en su vagina poco a poco hasta que se le metió todo, ella fue quejándose en esa nueva intromisión de mi pinga, Fabiola quedó ahí sentada sobre mi apoyada en sus rodillas sobre el colchón, con todo mi pene adentro de su panocha, me saqué por completo mi playera, ya que en todo ese tiempo no me la había quitado, quedando al igual que Fabiola completamente desnudo, comencé a moverme debajo de Fabiola, ella lanzaba quejidos y gemidos de placer, se hizo un poco hacia atrás deteniéndose con sus manos de mis piernas, su cintura la fue moviendo de forma lenta, sus senos se le agitaban haciendo movimientos muy eróticos, yo le acariciaba su cintura y luego subí mis manos para frotarle y masajearle sus grandes senos, las puntas de sus pezones casi le reventaban de lo erecto que estaban, no pudo aguantar la tentación y me enderecé para besárselas, quedé sentado sobre la cama abrazando a Fabiola de su espalda y dándome un banquete con sus pechos.
Ella seguía ahí ensartada en mi pene sentada sobre mis piernas de frente a mi, me abrazó fuertemente de mi cuello y se comenzó a mover más rápido sobre mi pito, Fabiola en esa posición quedó completamente pegada a mi, amos sentados sobre la cama frente a frente, nuestros cuerpos completamente llenos de sudor estaban fundidos como uno sólo, fue el momento de mayor pasión, yo le besaba lo que podía de su cuello y de su cara, Fabiola abrazada muy fuerte de mi movía su cabeza para todos lados cesando, gimiendo y en momentos gritando, yo la tenía agarrada de sus enormes nalgas, mi eyaculación estaba otra vez en la punta de mi pene, por más que me quise aguantar ya no lo pude hacer porque Fabiola en esa posición nunca dejó de moverse, por el contrario cada vez lo fue haciendo a una mayor velocidad.
Cuando estaba a punto de eyacular de mi boca fueron saliendo sonidos de placer y pensé en decirle a Fabiola que se retirara para no terminar dentro de ella, sin embargo en ese momento me di cuenta que Fabiola estaba teniendo esos espasmos que ya le había visto con anterioridad, su estomago se le encogía abruptamente y luego regresaba a su estado normal, repitiendo esto en varias ocasiones y en su cabeza se le nota un cierto temblor, arqueando su cabeza completamente hacia atrás, sabía yo que Fabiola estaba teniendo un orgasmo y no quise ret
irarle mi pene de su panocha para no dejarla a medias, me dejó de abrazar poniendo sus manos a los lados de su cara cerrando sus puños vigorosamente, yo la tenía de su cintura agarrándola y moviéndome yo ahí debajo de ella, en ese mismo momento mi semen comenzó a ser lanzado por mi pene, echándole adentro de su vagina hasta la última gota de mi eyaculación.
Los dos terminamos de movernos más o menos al mismo tiempo, nuestros jadeos y gemidos habían concluido por completo, aunque nuestras respiraciones seguían agitadas, continuábamos sentados frente a frente en la cama, mi pene todavía estaba dentro de la vagina de Fabiola; entonces hice que ella se pegara a mi cuerpo y nos dimos un beso tierno con nuestras bocas; luego la solté y pasé mis brazos hacia atrás deteniéndome del colchón con las palmas de mis manos, Fabiola se fue haciendo hacia atrás hasta que se dejó caer en el colchón de la cama, yo hice mi cuerpo un poco hacia atrás sacándole mi miembro de su rica vagina, vi de inmediato como mi pene tenía sangre embarrada, y me di cuenta también que en la colcha de la cama la cual era de color blanco estaba manchada de sangre, no sabía si Fabiola ya había visto eso, ella seguía recostada boca arriba con los parpados de sus ojos cerrados, yo me bajé de la cama para ir al baño, en el baño humedecí papel higiénico y me limpié mi pene quitándome esas pringas de sangre que tenía, luego me regresé a la cama en donde Fabiola había quedado, pensé que quizás me iba a mencionar algo de la sangre que había en la colcha, pero al llegar me di cuenta que Fabiola se había volteado boca abajo, estaba estirada ahí en el colchón con su carita volteada hacia un lado y sus brazos pegados a sus costados, no se había puesto ninguna prenda de vestir, seguía completamente desnuda.
Era algo realmente excitante verla ahí boca abajo, toda ella era hermosa, el sudor de su cuerpo hacia que su piel morena le brillara como si se hubiera echado aceite, su espalda se le veía resplandeciente y en ella tenía tres o cuatro pequeños lunares de color negro, y al final de su linda espalda emergía una gran montaña de carne que formaban sus nalgas, sus largas y corpulentas piernas las tenía en ese momento bien juntas, no podía dejar de admirarle esas rollizas y bien formadas piernas, sus ojos los mantenía cerrados, parecía como dormida, entonces yo le dije: ¿Ya te dormiste mi amor? Ella me contestó en voz muy baja: No, solo descanso. Me subí a la cama y quedé hincado ahí junto a ella a la altura de sus preciosas nalgas, no pude evitar la tentación de tocárselas, se las empecé a acariciar de forma suave y lenta, ella no me decía nada, con mi mano le recorrí todas esas impresionantes nalgas, se sentía rico tocar esa piel tan suavecita, con mi otra mano le fui acariciando también sus pantorrillas, la estuve tocando de esa manera por un rato.
Luego, mi boca la dirigí a esos hermosos glúteos, mis labios los planté en una de sus grandes nalgas y empecé a recorrer con mi boca y mi lengua toda esa inmensidad de carne, lo fui haciendo muy lento, disfrutando cada centímetro de esa suave piel morena, Fabiola seguía sin mencionar ni una sola palabra hasta ese momento, al mismo tiempo que le besaba y lamía tiernamente sus glúteos con mis manos le acariciaba sus piernas y su espalda, todo lo hacia muy despacio, en un momento separé un poco mi boca de sus nalgas preguntándole si le gustaba que la besara, a lo cual ella me respondió que sí con un simple y apenas perceptible sonido de su boca; con mi lengua y boca llegué a la unión de sus nalgas y en esa raya mi lengua fue descendiendo lentamente, escuché en ese momento un leve gemido de Fabiola, mi lengua fue descendiendo por la superficie de esa raya hasta llegar al comienzo de sus piernas; luego, con mis manos fui separando lentamente su piernas, me metí en medio de ellas quedando hincado ahí sobre el colchón, uno de mis dedos lo fui pasando por toda la raya de la unión de sus nalgas, Fabiola en ese momento se movió un poco, sin embargo, siguió acostada boca abajo.
Mi dedo llegó hasta su vagina, todo estaba ahí muy mojado debido a sus líquidos vaginales y a mi semen el cual le escurría un poco de su conchita, le acaricié por un rato sus suaves labios vaginales, y al mismo tiempo de estárselos acariciando baje mi boca a sus
nalgas para volverle a poner mi lengua ahí, la cual fue abriéndose paso por la unión de esos enormes glúteos hasta llegar a su ano, para ese momento otra vez yo ya estaba bien excitado, así que sin pensarlo mucho le lamí su orificio anal, al mismo tiempo que con mi otra mano le jalé un poco hacia un lado una de sus piernas para hacer que las separara más, de esta forma tuve acceso total a su lindo hoyito, la piel de su ano era muy oscura y arrugada, sin embargo, su carne era suave (Hoy se que eso no fue nada higiénico, pero a veces por la excitación no se razona adecuadamente, aprovechando para decir que esto no lo recomiendo, lo mismo que para nada recomiendo hacer sexo sin condón, debido a la gran cantidad de enfermedades que existen y que ponen en peligro la vida) sentí en ese momento como mi pene volvió a quedar bien erecto; hincado en medio de sus piernas como estaba, puse cada una de mis manos en sus dos nalgas y las separé un poco, seguí lamiéndole ese oscuro hoyito por otros instantes, estaba yo seguro que Fabiola iba a reclamarme por estarle tocando esa parte tan intima, sin embargo, nunca lo hizo, por el contrario, cada vez fue gimiendo más notoriamente.
Después separé mi lengua de ahí, me enderecé un poco y el dedo índice de una de mis manos se lo puse en la entrada de su ano, bajé mi cara a sus nalgas para seguírselas besando tiernamente al mismo tiempo que mi dedo se lo fui introduciendo muy despacito en su orificio anal, Fabiola solo lanzaba de su boca quejidos leves, y seguía sin decir nada, mi dedo fue deslizándose lentamente en su ano, llegó el momento en que todo mi dedo estaba adentro de ese hoyito, se sentía muy apretada esa cuevita, yo no dejaba ni un segundo de besarle la parte baja de su espalda, sus nalgas y piernas y mi dedo metido por completo en su ano lo empecé a mover lentamente, hacia atrás y hacia delante y de un lado a otro, ella en ese momento enderezó un poco su cabeza volteándola hacia donde yo estaba mirando que es lo que le hacía, pero no me dijo nada, solo observó unos cuantos segundos y la volvió a quedar mirando de frente, mi dedo siguió taladrando lentamente ese apretado agujero, el buró de la cama estaba relativamente cerca, así que estiré una de mis manos, lo abrí y saqué un lubricante especial que ahí tenía, Fabiola, pienso yo, que se dio cuenta porque su carita estaba volteada hacía el lado del buró.
Con una sola mano destapé el pomo del lubricante y saqué una buena porción embarrándomela en mi pene, en todo ese tiempo no deje de mover lentamente mi dedo en el orificio anal de Fabiola; una vez que en mi pene había quedado untada una buena cantidad de lubricante, saqué mi dedo del ano de Fabiola, e hincado como estaba entre sus piernas, la jalé un poco de su cintura haciéndola que se enderezara, acomodándola en la posición de perrito, diciéndole: Mi amor, ponte así un momento, quiero seguir haciéndote el amor otro ratito. Fabiola no me contestó nada, solo hizo lo que le estaba indicando, se acomodó quedando hincada con su culito a mi disposición, sus codos y brazos los recargó en el colchón; de inmediato puse mi pene en la entrada de su ano y di un empujón. Al sentir ella que mi miembro estaba entrando en su orificio anal, volteó un poco su cara hacia mi diciéndome: Nooo, ahí nooo, me duele, haaaaaaa, haaayy. Sin embargo cuando ella me dijo eso una cuarta parte de mi pene ya lo tenía adentro de su cerradito ano.
Yo solo le dije que se tranquilizara que le prometía que eso le iba a gustar y que se lo iba ha hacer con cuidado, Fabiola a pesar de su reclamo no hizo por retirarse de ahí, siguió puesta en esa posición de perrito, yo me fui moviendo muy despacio ahí atrás de ella, fui sintiendo como más y más porción de mi pene iba entrando en su ano, ella gritaba y aullaba fuertemente y cuando mi pene estaba casi por entrar completamente, Fabiola entre gritos me dijo: Haaa, haaaauuu, espera, espera, no, no, no. Yo me detuve por completo preguntándole que es lo que pasaba y elle me contestó: Haaayy, es que me duele, me duele mucho, ya no lo metas. Yo sin moverme ni un centímetro más, comencé a acariciarle su espalda y a decirle palabras que la tranquilizaran. A pesar de que en ese momento ya no metí más de mi pene en su hoyito, tampoco le saqué nada de lo que ya estaba dentro, seguí acariciándola y tranquilizándola por algunos instantes, ella vo
lvió a voltearse dejando caer su pecho en la cama y recargando su carita de lado ahí sobre el colchón.
Lentamente empecé a moverme otra vez, mi pene siguió penetrándola, Fabiola poco a poco empezó de nueva cuenta a gemir, a los pocos instantes sentí como mis testículos tocaron sus nalgas, lo que significaba que todo mi miembro lo tenía adentro, empecé un mete y saca lento, Fabiola gemía fuertemente: Haay, haay, haaau, haaaao, haaa. Pero solo eran gemidos, ya no me reclamaba nada; yo continué moviéndome atrás de ella, al mismo tiempo que le acariciaba la piel de su tersa espalda, cada vez más porción de mi pene entraba y salía de su apretado orifico anal, ella en cuanto empezó a sentir que yo me movía más me dijo entre gimoteos y quejidos: Haa, haaa, haaauuu, no, no, no, espera, esperate despacito, despacito, por favor haaaa, despaciooo. Yo volví a disminuir el mete y saca, se lo seguí haciendo lento por otros instantes; luego me incliné un poco hacia ella haciendo que mi pene dentro de su vagina tocara su parte de abajo que es donde se tienen las mayoría de terminaciones nerviosas, al mismo tiempo que por debajo de ella pasé una de mis manos para sobarle su clítoris.
Noté como poco a poco ella fue cambiando sus quejidos y sollozos de dolor por gemidos de placer, mi pene fue entrando y saliendo en su ano cada vez más rápido, ella ya no me reclamó absolutamente nada, solo aullaba y gemía fuertemente, mis dedos no paraban de sobarle su pequeño clítoris, sentía como mis testículos chocaban contra sus enromes nalgas, mi otra mano la pasé a sus senos acariciándoselos y apretándoselos un poco, así le estuve dando por un rato, los aullidos de Fabiola eran muy fuertes: Haaaay, haaa, haaaaggg, mmmhaaa. Hasta que de momento me grito: Haaaa, haaaay, me estas haciendo sentir otra vez, haaaaaaa, siiii. En ese instante Fabiola empezó a convulsionarse nuevamente, sus espasmos ahora eran mucho más fuertes y notorios que los anteriores que le había visto, abría mucho su boca y lanzaba sonidos como si algo tuviera atorado en la garganta, una de sus manos la pasó hacia atrás agarrándome uno de mis muslos enterrándome fuertemente sus uñas ahí, luego de unos momentos de éxtasis, dejó caer su pecho en el colchón y paró de gemir y gritar, solo respiraba muy rápido.
Yo en ese momento el mete y saca de mi pene en su ano lo hacia de una manera muy lenta, luego me detuve por completo, me fui moviendo en la cama y fui jalando a Fabiola, logré recostarme en la cama boca arriba, quedando Fabiola sentada sobre mi dándome la espalda con mi pene aún metido en su ano, le fui indicando como se acomodara, su espalda quedó casi pega a mi pecho, con las palmas de sus manos se detenía del colchón a la altura de mis costados y sus largas piernas las tenía bien abiertas con las plantas de sus pies puestas en el colchón; le dije que ella sola subiera y bajara sus nalgas para que mi pene pudiera entrar y salir de su ano; mi mano la pasé a su clítoris y otra vez se lo empecé a sobar, ella comenzó a moverse lentamente, sus gemidos volvieron a aparecer, poco a poco se fue moviendo más y más rápido, y sus gemidos se fueron convirtiendo paulatinamente en fuertes gritos, sus nalgas rebotaban en mi abdomen, podía ver como las gotas de sudor le resbalaban por la espalda, Fabiola se estaba moviendo muy rápido, las ganas de eyacular volvieron a aparecer en mi, Fabiola no paró de moverse ni un instante, sentía que mi miembro me iba a explotar, el roce con su ano era delirante.
Cuando sentí que mi eyaculación estaba a punto de salir le dije a Fabiola: Haaa, mi amor, me estas haciendo terminar haaaa. Ella me dijo: Sii, Siiii, hazlo, hazloooo, haaa, haaaay, haaa. Exploté por completo dentro de su ano, fue de esas eyaculaciones que parecen interminables, Fabiola siguió moviéndose, me exprimió hasta la última gota de mi semen. Después de terminar de eyacular le dije: Yaa mi amor, ya terminé haaa, que rico. Ella fue deteniendo sus movimientos, hasta que quedó quita, sentada sobre mi miembro sin moverse, yo estaba exhausto, quedé recostado boca arriba sin moverme, Fabiola se fue haciendo hacia un lado hasta que cayó en el colchón, quedó recostada de lado dándome la espalda, yo seguía boca arriba, estiré una de mis manos acariciándole un poco su espalda, ella estaba callada, yo pensé en levantarme al b
año para limpiarme un poco, pero estaba tan relajado que sin sentirlo me quedé dormido, no supe que hora era, no desperté durante el resto de la noche, lo que me hizo reaccionar fue el sonido del timbre de la puerta.
Al despertar me di cuenta que ya había amanecido por completo, Fabiola y yo nos habíamos quedado dormidos de una pieza, sin movernos, recostados ahí en el colchón completamente desnudos, me levanté de la cama de inmediato poniéndome lo primero que me encontré, vi mi reloj que había quedado tirado a un lado de la cama y me di cuenta que eran las nueve de la mañana, observe que Fabiola también despertó, volteó a verme muy tranquila, aunque al ver que ya había amanecido se sorprendió mucho preguntándome que hora era, al decírsela de inmediato se bajó de la cama notoriamente asustada diciéndome que la iban a correr de su casa; yo salí a ver quien tocaba, era mi secretaria mencionándome que desde hacia ya un rato me estaban esperando para dejar el material por el que me había quedado, y que incluso el dueño de los moteles que construíamos estaba ahí, me dijo mi secretaria que a mi celular ya había llamado muchas veces; pero como mi teléfono estaba en la bolsa de mi pantalón el cual había quedado en la sala, nunca lo escuché, le dije que en un momento ahí estaría, solo entré rápido a mi cuarto para medio peinarme, Fabiola estaba ahí parada junto a la cama, ya se había puesto sus zapatillas medias y pantaletas, se notaba algo asustada, le dije que me tenía que ir que me esperara un momento, ella me mencionó que no, que ella igual ya se iba.
Le insistí que me esperara unos minutos, y ya no escuché su respuesta, me salí del departamento de inmediato y me fui a las oficinas de la constructora que estaban a un lado, en unos cuantos instantes observé por el ventanal de la oficina que Fabiola pasaba caminando dirigiéndose a la calle, su vestido iba muy arrugado, incluso yo creo que lo llevaba húmedo porque aunque la lavadora lo debió de haber exprimido, nunca lo sacamos a que se secara por completo.
Por la noche que llegaron mis compañeros al departamento, Carlos nos platicó que había decidido divorciarse de su esposa, que Fabiola era la mujer de su vida y que iba a luchar por su amor, yo no le mencioné nada de lo que había pasado; evité ir durante una semana a ese restaurante, poniéndoles varios pretextos a mis amigos, Fabiola me a buscado en diferentes ocasiones, la he tratado de evitar porque no quiero lastimar a mi amigo, recién platiqué con ella diciéndole lo que Carlos tiene planeado y lo que esta dispuesto ha hacer por el amor que le tiene, pero me mencionó que eso no le importa, a mi Fabiola me encanta, no se si pueda seguir resistiendo su insistencia de que nos veamos otra vez, espero encontrar una solución a ese problema.
Si tienes algún comentario puedes escribirme a mi correo electrónico.
Autor: libelulanegra34 libelulanegra34 (arroba) hotmail.com