Filial, hetero, suegra y yerno. Tenía un brazo escayolado y asearse le costaba muchísimo, ofreciéndose su joven y atractiva suegra a ayudarle en la ducha.
Mi familia tiene la particularidad de ser «desprolija» en cuanto a edades se refiere; yo tengo 37 años, mi esposa 26, mi suegro 67, mi suegra 44 y mi cuñado 7 años. Como podrá apreciarse, 11 años entre mi mujer y yo, la diferencia entre el matrimonio de mis suegros es de 23 años. Por lo tanto, la diferencia que nos separa a mi con mi suegra es de 7 años.
Tengo un brazo fracturado y enyesado, por lo que estoy con parte de enfermo, recuperándome en mi casa. Mi matrimonio no tiene problemas respecto a las relaciones sexuales; son constantes y satisfactorias de parte de ambos.
Hace un tiempo, nos llegó la noticia que una hermana de mi suegro, que vive a mas de 900 kms de nuestra ciudad, enfermó de gran consideración, por lo que mi suegro decidió ir a visitarla. Como mi suegra se negaba a acompañarlo, aduciendo la poca edad de su pequeño hijo, mi mujer se ofreció a acompañarlo. A mi se me iba a hacer difícil el quehacer doméstico, y acordamos que mi suegra vendría por las mañanas, luego de despachar a su hijo para la escuela, para poner la casa en orden.
El primer día de la ausencia de mi esposa, mi suegra me encontró aún en la cama; se apresuró a servirme el desayuno y al alcanzarme la bandeja, pude ver parte de sus grandes tetas, que casi se escapaban de su amplio escote sin corpiño. No me excitó mucho, dado que la «sesión amatoria» de despedida, había tenido ribetes de exceso. La mateada de la media mañana, fue con charla referida a mi brazo enyesado y a la enfermedad de la cuñada de mi suegra. Me dejó preparado el almuerzo y se dirigió a su casa para recibir a su hijo, que debería estar regresando de la escuela.
Al día siguiente me desperté con el ruido de una tenaz lluvia golpeando el techo. Pensé que mi suegra no vendría… y me equivoqué: a los pocos minutos hacía su entrada en casa. Venía extremadamente mojada, se desnudó en el baño, se envolvió en un toallón, y me pidió permiso para usar un vestido de mi mujer. Buscó en el ropero de mi habitación, que está a los pies de la cama, y al levantarse de puntillas, se le cayó el toallón y pude ver su espalda y su generoso culo. Mas rápida que veloz, se agachó a levantar la prenda…. y por un segundo vi la mata de su vello púbico. Volvió a cubrirse con la prenda y sonrojada se dirigió a otra habitación, para vestirse adecuadamente.
Desayunábamos con el comentario del incidente, y ya mas suelta, me espetó: «¿ Le gustó el espectáculo? ¿ Y soy muy vieja para Ud.?. Le respondí que todo lo contrario a lo último, y que lo primero me había parecido muy agradable. A continuación me dispuse a bañarme, colocándome una bolsa de plástico adecuada a mi brazo, con un elástico en la parte superior, para evitar la entrada del agua que pudiera deteriorar el yeso. Viendo ella que tenía dificultades en la operación, me ayudó solícita. La siguiente pregunta se refirió a que como me las iba a arreglar para asearme con una sola mano. » hasta ahora me ayudaba mi mujer» le dije. «Si Ud. me permite, le voy a ayudar en lo que pueda» me dijo, y mi respuesta no se dejó esperar: «Siempre que lo tome como un trabajo de enfermera…. ¡encantado!.
Me quitó las zapatillas, los pantalones y mi slip. Fui a la ducha y comenzaba a mojarme, cuando sentí el jabón que en su mano, se deslizaba por la nuca y espalda, llegó a las nalgas y lo pasó por la raja de mi culo; se cruzó a mi abdomen y llegó a los genitales… sin pudor y sin ningún tipo de respuesta. Luego con sus dos manos se dedicó a refregarme con la espuma, por todo el cuerpo….. cuando una de sus manos me frotó el culo, comencé a sentir cierto escozor, y ni que decir cuando pasó a mis huevos y a mi verga. Al girarme un ¡ Oh! escapó de su boca. «perdóneme, me dijo, no creía que le iba a pasar esto». Traté de hacer bajar mi erección y no lo logr&eac
ute;, pues toda su ropa estaba mojada y me dejaba ver su cuerpo de mujer al total desnudo.
Terminó de enjuagarme y se quitó el mojado vestido, subió un pie sobre el borde del bidet y abriéndose su almeja, me dijo: «calme su ansiedad y la mía, llenando mi vacía cueva». Le apoye el glande en su entrada y fue absorbido de inmediato; de un leve empujón, le introduje de modo muy fácil, la mitad de mi enhiesto tronco, y ahí ella movió su pelvis hacia delante, comiéndoselo hasta que mis bolas golpearon su perineo. En esta situación, bajo su pie del pedestal donde lo había apoyado, y se quedó apretándome mi palo en su concha. Le pasé mi brazo libre por la cintura y le amasé una nalga, de firmes carnes. Ella me abrazó con fuerza. Mi tronco llegaba hasta casi el fondo de su fufa, y sus paredes me lo apretaban tanto, que era imposible comenzar con el deseado bombeo. Puedo declarar que nunca, ni siquiera en mi feliz matrimonio, me he sentido tan fundido a una mujer.
A los pocos instantes y demostrando una excepcional experiencia en las artes amatorias, contrajo y dilató alternadamente las paredes vaginales, provocando la mayor de las delicias en mi ser. Por su parte, tampoco se quedaba atrás y sus jadeos me decían que la estaba pasando a gusto. Largo tiempo con ese ejercicio y logró su primer acabada; me provocó una eyaculación dolorosa, debido a lo apretado que tenía mi mazo en su cleca. Quedamos así por gran rato, y luego tomado un toallón comenzó a secarme y a secarse.
Es de suponer, que una franela semejante, volvió a provocarme otra erección; mi mano libre, se dirigió a su vulva y la encontró con una importante humedad jugosa; mis labios aprovecharon las pasada que cerca de ellos hicieron sus tetas y me prendí furiosamente de un pezón duro y erecto. Sin mediar palabra nos dirigimos a la cama y el 69 que hicimos, fue de un lujo y de una lujuria de ribetes celestiales. Ni que decir que esa mañana no existió limpieza de la casa, ni desayuno, ni preparación de almuerzo. Se retiró con la promesa de otra sesión sexual, para el día siguiente.
Mi despertar fue apoteósico: Una desnuda ninfa con una rosa en sus labios y una bandeja con un soberbio desayuno, se presentó ante mi azorada vista. Dejé la bandeja sobre la mesa de luz y de manera tierna, acerqué mi boca a sus mechones pélvicos, de color oscuro y de pulcro aspecto. Mi lengua hurgó en sus labios mayores y pronto se posó sobre los menores, encontrando un dilatado clítoris. Siempre con mi mano libre, le tomé un cachete y le fui apretando contra mi; ella a su vez me tomó la cabeza con ambas manos y pude contar hasta tres orgasmos de su parte. Luego acomodó su palpitante y jugosa cachucha, sobre mi duro garrote y de un solo golpe se lo introdujo en su cálida caverna. Dándome la cara y ante sus bamboleantes masas téticas, pude prenderme de ellas; una con la mano y otra con la boca. Fue difícil mi tarea, pues su cabalgata era frenética. Entre gritos crecientes, tuvo una acabada de órdago y casi en simultáneo, la mía no fue menos importante.
Como para descansar y reponer energías, nos abocamos a apurar el ya frío desayuno, y a deglutir con fruición las tostadas untadas con miel y manteca. A continuación la volteé a mi lado y abriéndole desmesuradamente sus piernas, y le empecé una franela con mi verga por sus enormes tetas, bajando por su ombligo y llegando al Monte de Venus, me apresuré a llegar a sus labios para encontrarlos húmedos y semiabiertos….. y ¡adentro!. Como distaba poco un polvo de otro, la bombeada tuvo ribetes de corte heroico de ambas partes; sudábamos profusamente, de repente aceleraba los embistes, luego los suavizaba; otrora era ella que movía en círculos su pelvis, después lo subía y lo bajaba, y tardamos mas de media hora en llegar al unísono a un sonoro y estentóreo orgasmo. Gritos, aullidos, ronquidos y toda clase de sonidos guturales, inundaron la estancia…… también quedó inundado por nuestros jugos, el colchón y la ropa de cama.
Poco duró nuestra pequeña «Luna de Mermelada» ( no se puede considerar Luna de Miel, por razones obvias), pues mi suegro y mi mujer, regresaron al saber que la enfermedad de su hermana y tía, no iba por buen camino, y que su pres
encia allí era estéril.
Mi brazo se curó; el sexo con mi esposa fue siempre excelente; y en oportunidad de una fiesta familiar en casa de mis suegro, mi suegra y yo volvimos a tener un encuentro sexual, esta vez en el propio baño de su casa y con toda la ropa a cuesta. El Crucero.
Mui lindo, debias embarazala