Hola a todos, soy un chico de México de 24 años de nombre Lorenzo, pero me gusta hacerme llamar Aurythong por ser más femenino. A través de este relato quiero contarles lo que ha sido durante los últimos nueve años mi placer más secreto: vestirme con ropa interior femenina. Recuerdo que cuando descubrí el gozo de la masturbación como los demás chicos, pero en mi caso particular me atraía de sobremanera el ver en la televisión películas eróticas donde aparecieran mujeres en lencería y me excitaba mucho al ver las texturas, los encajes, la seda, los diseños y la sensualidad de dichas prendas y me encantaba ver cómo se iban quitando las bragas lentamente dichas mujeres para ser penetradas, en las películas que veía y me masturbaba con ganas viendo todo ese espectáculo. Así fue como empecé a autosatisfacerme y durante casi dos años mi interés por la ropa interior del sexo opuesto fue creciendo y a medida que mi extraña afición por ese mundo iba en aumento me empecé a preguntar qué se sentiría usar esas prendas, experimentar el roce de esos delicados materiales y explorar nuevos horizontes en mi sexualidad.
Así las cosas, decidí satisfacer mi curiosidad y dado que vivía con mis papás y mi hermana de 10, tenía que aprovechar una estancia a solas con tiempo limitado y recurrir a la corsetería de mi mamá, que era lo único que tenía a mi alcance; entonces, esperé varios días buscando la ocasión perfecta y un día finalmente se dio una tarde que mi papá estaba en el trabajo y mi madre me avisó que saldría con mi hermana a un compromiso y que no regresarían hasta la noche. Estaba ansiosa y en cuanto ellas se fueron, me esperé unos quince minutos para evitar cualquier sorpresa en algún regreso inesperado y transcurrido ese tiempo, procedí a asegurar con llave la puerta de la casa y a cerrar las cortinas y persianas de las ventanas por donde alguien podría verme; me quité mi camiseta, el short y mi calzón y quedé totalmente desnuda con el pene totalmente erecto y fui al cajón de lencería de mi mamá, lo abrí y escogí una pantaleta tipo bikini de satén de color blanco que tenía tiras a los costados. La tomé y la extendí sobre la cama de mis papás, que daba frente a un gran espejo y, sintiéndome muy nerviosa, comencé a ponérmela poco a poco y al terminar de colocármela, me miré en el espejo y quedé encantada de ver que las bragas se me veían divinas; las tomé de las tiras y las levanté lo más que pude para que quedaran como de pierna alta y me di la vuelta y observé cómo se realzaba mi culito bi aprovechar cualquier ocasión que se presentaba para disfrutar de mi nueva y deliciosa afición; cuando mis papás encendían el coche para irse, yo ya estaba encuerada con mi pene erecto corriendo al cajón de mi mamá para saciar mi sed de corsetería. Durante dos años aproximadamente mi obsesión consistía en ponerme las pantys de mi mamá, uno que otro sostén o camisón y ver películas para adultos que reforzaban mi placer por la lencería y que me daban ideas para gozar más, como el hecho de mojarme con agua para sentir mi cuerpo más húmedo a la hora de masturbarme o de untarme cosas más espesas como yema de huevo para sentir como si alguien me lamiera por todo el cuerpo, aunque esto último únicamente lo hacía cuando me quedaba sola por períodos prolongados. Por lo general, me vestía unas dos o tres veces por mes (aunque cuando empecé lo hacía casi todos los días) con sesiones cuya duración podía ser de sólo media hora hasta de 6 ó 7.
Cuando tenía 18 años, empecé a renunciar a acompañar a mi familia a viajes fuera de la ciudad, lo que me permitía mayor libertad de acción y tranquilidad al no tener que contar el tiempo para no ser sorprendida. Sacaba todas la pantys del cajón y las ponía sobre la cama de mis papás, buscaba ropa interior que ya no usaba mi madre en maletas guardadas en el desván y la sacaba y dejaba todo fuera por varios días sin ninguna preocupació
n. Me encantaba cuando ella compraba pantaletas nuevas y las encontraba yo en su clóset y a veces yo las estrenaba antes que ella. Poco después me compraron una computadora con acceso a Internet y empecé a navegar por páginas de marcas de lencería como Victoria´s Secret, con lo que tuve otro vehículo para experimentar mi placer secreto y buscar nuevas formas de experimentarlo en solitario, como el sexo anal. Buscaba formas de disfrutar más allá de la masturbación y sentía mucha curiosidad por manipular mi recto, por lo que empecé a explorar esa zona poco a poco durante mis sesiones y un día estaba yo vestida con unas pantys azules de encaje con tiras a los costados y una bata de seda y me senté en el piso sobre unos cojines y frente a un espejo me empecé a desabrochar la bata y me despojé de ella, me quité la pantaleta lentamente y tomando agua de un vaso me mojé los pezones, el pene y el vello púbico y con los dedos húmedos me comencé a estimular por la zona anal, que también estaba empapada, y de repente el primer dedo entró en mi ano, lo cual me causó una sensación nueva y placentera, dado que era la primera vez que me penetraba así.
Rápidamente mi recto se adaptó a la falange y empecé un movimiento de mete y saca que me prendió y unos minutos después estaba yo a mil con dos dedos en mi culito y jalándome la verga al mismo tiempo, hasta que exploté en un gran orgasmo que me dejó rendida en el piso. Había descubierto una nueva forma de gozar y a partir de ahí, cada vez que podía, me penetraba el ano durante mis sesiones de lencería con los dedos y con uno que otro objeto pequeño que se adaptara a mi hueco para no lastimarme. En el verano de 2001 me fui a viajar sola por Europa y en una ocasión me encontraba en Austria y de repente me entró la necesidad de ponerme ropa interior de mujer, ya que llevaba semanas sin hacerlo, pero en esta ocasión no tenía a mi alcance el cajón de mi mamá, por lo que tendría que comprar bragas por primera vez para satisfacer mi urgencia. Pasaba frente a boutiques de lencería sexy y de solo ver la ropa me excita desnuda con mi pene totalmente parado, me acaricié los pezoncitos que los tenía bien duritos, saqué la tanga, la extendí sobre la cama, la contemplé y procedí a ponérmela muy despacio y empecé a sentir cómo el hilo dental de la tanga se me metía entre mis nalgas, sentía delicioso y al terminar de colocármela me puse de espaldas frente al espejo y vi cómo se veían mis glúteos bien parados, porque hasta eso tengo buena cola, desnudos y sólo con un triángulo en la parte de atrás. Estaba fascinada con mi primera tanga, la sensación del hilo dental metido en mi culo era deliciosa, me sentía sexy y atrevida como toda una putita, no paraba de mirarme en el espejo, abría las piernas y hacía flexiones para acostumbrarme a traer tanga y al final me la quité, me metí a la bañera y acabé masturbándome con fuerza y penetrándome el ano con dos dedos para acabar con un súper orgasmo. Por razones de seguridad, me deshice de la tanga al día siguiente y proseguí mi viaje y cuando regresé a México decidí que debía empezar a comprarme mi propia ropa para satisfacer mis nuevos gustos, así que un fin de semana que me quedé sola en casa aproveché y me fui a una sex-shop donde me compré dos colaless, una rosa de tiras a los costados que se podían desabrochar desde el frente y una negra de algodón. Me las envolvieron en una bolsa negra y regresé a mi casa donde las puse junto con la demás lencería de mi mamá y las dejé para el último para hacerla de emoción y para cuando había terminado de ponerme unas doce pantaletas, me puse las tangas y rematé la jornada con masturbación y penetración anal. Por esas fechas en Internet empecé a meterme a páginas de travestís y de gente que compartía mis gustos y compartíamos nuestras experiencias eróticas y sexuales en la red, también en algunas páginas escribía breves relatos eróticos y contaba mis aventuras, a lo que muchas personas como yo me respondían mandándome correos electrónicos y hasta fotos.
También en ese tiempo ya no podía esperar a que mis papás salieran de la casa para ponerme lencería, por lo que empecé a ponerme lencería en
mi cuarto en las noches cuando mis papás estaban dormidos y me ponía mi tanga rosa o negra, las cuales tenía escondidas en mi clóset (no podía agarrar del cajón de mi mamá) y me ponía a ver películas porno o chatear en Internet con gente como yo y a ver páginas de lencería y veía todos los catálogos y me calentaba más y más y a veces me armaba de valor y salía de mi cuarto en tanga y me paseaba por la casa a oscuras e iba a la cocina a servirme algo de beber y la idea de que me pudiesen cachar me excitaba bastante, volvía a mi cuarto y me quedaba despierta hasta las 4 ó 5 de la mañana, por lo que al día siguiente en la escuela llegaba muy agotada. Unos meses después me fui a Canadá de viaje de estudios por unos meses y la verdad es que me tuve que contener para no caer en la tentación de ponerme corsetería, aunque me desahogaba masturbándome viendo catálogos de lencería e imaginándome vestida. Un día antes de regresar visité una sex shop de Montreal y me compré una colaless gris y un body-tanga verde y en cuanto regresé a México seguí haciendo de las mías cada vez que podía y empecé a comprar ropa interior femenina en supermercados porque la de las sex shops no me gustaban tanto y me armaba de valor y me mezclaba con las muje mis papás salieron de viaje por dos semanas y era la primera vez que me iba a quedar sola tanto tiempo, por lo que aproveché para comprar más lencería y esas dos semanas fueron de las mejores, todos los días apenas llegaba del trabajo me desnudaba y me vestía como toda una zorra y hasta guardé mis prendas durante ese tiempo en el cajón de mi mamá. Dormía con babydoll y tanga y hasta me dieron ganas de buscarme un encuentro sexual, pero me contuve y un día estaba chateando con chicas como yo en Internet como a las cinco de la mañana y andaba muy excitada y vi que afuera no había alumbrado público, por lo que decidí dar rienda suelta a mi exhibicionismo; abrí temerosa la puerta de la casa, me asomé para asegurarme de que no hubiera nadie y salí a la calle con sólo mi tanga naranja de algodón puesta y empecé a caminar hacia el parque en medio de la oscuridad y estaba yo a cien caminando casi desnuda en medio de la noche, llegué al parque que está como a 200 m y me senté en un columpio y sentí el frío del asiento en mis nalgas pelonas. Estaba a cien de excitada y me acaricié los pezones y me masturbé un poco, pero sin acabar y por debajo de la tanga, y regresé a la casa donde ahí sí me vine como loca.
Unos meses después fui a un supermercado con la intención de comprarme unas toallas femeninas especiales para tanga, ya que me llamaban la atención desde hace tiempo y quería averiguar cómo se sentiría usarlas, así que las eché al carrito junto con otras cosas para aparentar, pagué y cuando llegué a mi casa me probé una toalla con una tanga blanca de encaje y me resultó muy cómoda, ya que no la sentía y desde fuera no se notaba que trajera la Saba Íntima debajo de la tanga y ahora me las pongo a veces para no manchar las prendas de semen. Un fin de semana que me quedé sola me fui a la sex shop y me compré un vibrador anal de pilas junto con un gel lubricante y empecé a usarlo en mis sesiones poco a poco hasta poder metérmelo todo y gozar como nunca. En esa ocasión también tuve sexo telefónico por primera vez con una chica que compartía mis gustos y nos describíamos lo que llevábamos puesto, cómo disfrutábamos sexualmente y de la calentura que traíamos acabamos desnudas y masturbándonos y gimiendo al mismo tiempo en el auricular. Hace unos meses descubrí en el cajón de mi hermana de 19 años sus primeras tangas y me llamaron poderosamente la atención, así que en otro momento de soledad tomé una de ellas y me la puse y sentí delicioso con la tanga de mi hermana puesta. Actualmente ya no uso pantys, sólo uso tangas por ser más sexy y cómodas, tengo una colección de como 20 de ellas, junto con el body-tanga, medias de encaje y un liguero, además de mis toallas femeninas Saba Íntima Ultra Tanga, mi vibrador y el lubricante.
Con la variedad que tengo, me pongo diferentes prendas cada sesión y en la última hace tres semanas me puse una tanga blanca, una amarilla, la tanga de mi hermana y al final un gran conjunto. Me
puse un sostén de encaje, medias, tanga, liguero y tacones de color negro. Me fui a la cama de mis papás, puse una toalla encima y saqué mi consolador y el gel y un vaso con agua. Empecé a despojarme del sostén y me acaricié mis pezones duros, desabroché el liguero y me lo quité, luego siguieron las medias hasta quedarme en tanga solamente. Tomé agua del vaso con mis dedos y me empecé a untar en los pezoncitos y me estaba excitando cada vez más, tomé mi tanga y me la quité muy despacio y la puse a un lad quedé rendida en la cama de mis papás con el consolador en el ano por unos minutos. Así las cosas, sigo esperando la próxima ocasión de disfrutar mi placer prohibido y si eres así de atrevida como yo, no dudes en escribirme. Adiós.
Autor: Aurythong aurythong ( arroba ) hotmail.com
Hola, yo Del DF. Me gustaría conocerte