Desde que recuerdo siempre me sentí atraído por mi tía Yolis, le diré de cariño. Desde el inicio de mi adolescencia me sentí atraído por ella, no era una mujer espectacular, la describiré a continuación: Es bajita, de piel muy blanca, unos ojos hermosos y muy llamativos, no tenía muchas curvas, de piernas delgadas que terminaban en unos pies hermosos, siempre, desde que recuerdo usaba zapatos descubiertos, alpargatas que dejaban a la vista unos pies muy cuidados con uñas pintadas perfectamente, se decía que su esposo le cortaba las uñas, debo reconocer a mi tío la labor que hacía con esos maravillosos par de pies.
Siempre estuve en busca de tener un contacto más físico con ella, cuando la saludaba de beso volteaba mi cabeza y buscaba un pedacito de sus labios, me gustaba tocar sus manos, delgadas con unos dedos largos muy estéticos. Algunas veces mis tíos y primos se quedaban a dormir en mi casa, para mi era un gozo total, me gustaba taparme toda la cabeza y dejar un pequeño orificio para espiar a mi tía como se quitaba la ropa para ir a dormir, desgraciadamente nunca pude ver más de un brassier. Cuando yo me quedaba en su casa iba directamente a buscar en su ropa sucia sus pantaletas y sus medias, me gustaba dormir con ellas bajo la almohada y olerlas toda la noche mientras me masturbaba de lo lindo. Algunas veces me llevaba sus panties para tenerlas en mi casa y poder olerlas todo el tiempo, algunas veces llegué a buscar entre sus zapatos los que yo consideraba los más sexy para olerlos y lamerlos, en fin, estaba loco por mi tía.
Han pasado muchos años desde entonces, yo ahora con un divorcio reciente viviendo con una nueva pareja. Creo que llevo una vida muy buena con una sexualidad muy satisfecha, mi mujer es joven, con muchas curvas y muy, muy cachonda.
Un buen día, yo ahora con 39 años, fui a visitar a mi madre, ella me comentó que necesitaba ir a recoger algunas cosas a la casa de mis tíos, pero no podía salir, tenía que cuidar a una de sus hermanas enfermas, por lo que me ofrecí a ir por su encargo.
Llegué a la casa de mis tíos, era un sábado temprano, toqué varias veces y nadie salía, yo suponía que no había alguien en la casa, toqué por última vez y se asomó mi tía por una de sus ventanas, tenía el cabello mojado y me dijo que estaba terminando de bañar, que esperara un minuto para que me abriera. Ya en su sala ella estaba con una bata blanca que hacía resaltar su piel, vi como su rostro muy bonito tenía marcado el paso de los años, en ese momento tenía 63, sin embargo a base de dieta y muchas cremas aún conservaba sus ojos brillantes, platicamos mucho de mi vida después del divorcio, me ofreció una rebanada de pastel y estuvimos charlando muy agradablemente. Ella traía unas pantuflas blancas que cubrían sus pies, la bata le tapaba hasta debajo de la rodilla, ella siempre muy cuidadosa.
Sucedió que la conversación cambió a su vida marital, recordó como en ocasiones tenía la sospecha que su esposo la había engañado, nunca lo pudo comprobar ni quiso preguntar, ella siempre devota a su familia prefirió no saber antes que dañar a su familia. Ahora que sus hijos viven en otras ciudades ella se siente sola, ella trabaja en una escuela como maestra y mi tío se dedica a las ventas, sin embargo a él por la diabetes que padece le ha cambiado el carácter y es un verdadero gruñón. No pasó mucho tiempo para que ella empezara a llorar y expresar su tristeza, yo me acerqué a ella para abrazarla, cosa que aceptó y se pegó a mi pecho, seguía llorando. Le dije que ella era una mujer madura y muy hermosa, que cualquier hombre y a mí en especial nos gustaría tener a una compañera con tantos atributos (mentía por supuesto para hacerla sentir mejor) para vivir una vida madura, poco a poco ella se fue calmando y mientras yo seguía acariciando su cabello húmedo.
Continué diciendo todas las cosas hermosas que poseía, un
carácter que ni mi nueva mujer tenía, (volví a mentir), después le fui besando el cabello mientras mis palabras se hacían más provocativas, me refería a sus ojos, su boca, sus manos y sus pies, le dije que poseía el mejor par de pies que hubiera visto (en eso no mentía) ella se sintió incómoda e inmediatamente se separó de mí y me dijo si quería más pastel de chocolate, yo me sentí muy incómodo y acepté su propuesta, al volver a la sala, ella se golpeó el pie derecho en la pata de una silla, al parecer estaba más incómoda que yo, regresó cojeando y me dijo de su accidente. Yo inmediatamente me arrodillé frente a ella, le quité la pantufla y admiré ese pie que tantas veces quise observar a esa distancia. Le pregunté donde se había golpeado y me dijo que en el dedo meñique, me quedé frío al ver lo hermoso de su pie, las uñas perfectamente cortadas con un color rojo intenso que resaltaba más su piel blanca.
Empecé a sobarlo y observé como poco a poco se iba relajando, en ese momento toda la lujuria contenida por tantos años afloró de nuevo en mi mente, ahora o nunca me dije. Ella platicaba de la fiesta donde había conseguido el pastel, siguió contando detalles mientras yo acariciaba ese pie tan suave y frío, continué por la planta del pie y sobé cada uno de sus hermosos dedos, nunca imaginé que después de tantos años por fin tendría en mis manos tan delicada parte de mi tía. Ella al parecer se sentía más cómoda y relajada, mientras continuaba platicando yo me deleitaba con ese rico pie que estaba caliente por mi masaje, decidí ir un poco más allá, acerqué mi cara lo más que pude y poco a poco empecé a exhalar en él, le pregunté si ya se le estaba calentando y que con eso reduciría el dolor, ella me dijo que si rápidamente siguió con su historia, al parecer no quiso darle importancia.
Yo aproveché esto para acercar mis labios y darle un pequeño beso en el empeine, mi excitación empezó a crecer, continué besando hasta la punta del los dedos, ella contaba acerca de la fiesta, pero con frases entrecortadas, no pude resistir más, abrí mi boca y me metí el dedo gordo del pie de mi tía, apenas había dado unas tres succionadas cuando ella cayó en la cuenta y lo separó de inmediato, ella simuló un enojo que no era muy creíble y me reclamó que estaba haciendo, yo puse mi mejor cara de inocente y le dije que sólo quería consentir a la mujer más hermosa del mundo y que no pude resistir besar su dedo, como un chiquillo hice pucheros y ella en un acto maternal bajó conmigo al piso y me dijo que la perdonara, pero que le había parecido inadecuado que yo hiciera eso.
Le dije, está bien con la cabeza agachada, traté de pararme con mi mejor cara de culpabilidad, pero ella me detuvo y me dijo «perdona, no es que no me gustara, al contrario me encantó, pero no es correcto soy tu tía», yo le dije que estaba bien, pero que no veía nada de malo, además que para mi me parecía algo muy sensual proveniente de ella, pero que entendía y que mejor me iba porque me sentía avergonzado, Mi plan funcionó, la culpabilidad se apoderó de ella y mientras me levantaba ella me dijo, que tal vez si tenía razón, que había sido algo muy lindo, pero que solo me limitara a los pies, yo continué con mi plan de mártir y todo apenado volví a agacharme frente a sus pies.
Mientras volvía a acariciarlo, mi tía fue subiendo poco a poco al sillón, se acomodó y decidió que siguiera con tal erótica actividad, yo no aguanté más y me metí a la boca cada uno de sus deditos, esto lo empecé a hacer muy lentamente mientras ella platicaba que tenía una debilidad por sus pies, que le gustaba que se los admiraran y que su esposo se los besara, que al fin era lo único bonito que tenía ella, yo hice una pausa para decirle que no era lo único, que aún en su edad yo la encontraba súper atractiva, más que mi mujer que tiene 30 años menos que ella (volví a mentir), ¿eso crees?, me preguntó con voz inocente de una niña adolescente, le respondí que si mientras seguía disfrutado de ese, pie.
Lentamente retiré de mi boca su pie, lo puse en mi pierna muy cerca de mi pene que estaba que reventaba, tomé el ot
ro pie y continué con mi masaje con mano y boca. Decidí intentar algo nuevo mientras mi tía aparentando que nada pasaba seguía con su relato, mientras con mi mano derecha tomaba el delicado pie, con la mano izquierda empecé a acariciar su pierna, no era una pierna gorda como la de mi mujer, en realidad era una pierna delgada, pero muy tersa, nada de vellos, de pronto ella cayó cuando empecé a besar su tobillos y seguía besando y acariciando su chamorrito, con toda intención puse su pie en mi pene, cuando llegué con mis besos y la mitad de su rodilla, ella bajó su bata y me preguntó con voz entre cortada ¿qué haces?, ¡vaya pregunta, ¿no?¡
Mi experiencia me decía que no debía contestar, por lo que me detuve besando y mordiendo esa rodilla flaca y esperar a que me aceptara, cambié de pierna y volví a dejar su pie arriba de mi pene, ella seguía callada, se limitaba a disfrutar, decidí subir un poco más, ella no dijo que no, empecé con un muslo a besarlo y lamerlo, entre pausa de mis lamidos, escuché como su respiración se volvía entrecortada, me cambié al otro muslo, pero me encontré con su mano que trataba de detener su bata, empecé a besar y lamer su mano y delicadamente la fui retirando, sus muslos ya con poca carne eran muy tersos, sentía su olor y más me encendía, por fin llegué al final de sus muslos y con poca resistencia trataba de taparse su área más íntima, en un pequeño susurro que más que una negativa yo tomé como una invitación me decía que no, «no, para por favor».
Con un poco más de fuerza retiré su bata de su estómago saliendo una panza con grasa, estrías y cicatrices de operaciones, sin embargo yo ya estaba encendido y no podía detenerme, ella volteó a verme por lo que decidí cerrar mis ojos para que no se sintiera apenada.
Continué recorriendo ese estómago sin ningún recato empecé a sobarlo y decirle como me gustaba que era una mujer hermosa y muy sexy, esto pareció funcionar porque poco a poco fue retirando sus manos tratando de taparse, llegué hasta unos pechos flácidos, pero con un pezón producto de dos embarazos, el pezón estaba obscuro y muy puntiagudo, comencé a besar y succionar con mucho cuidado tal par de pechos, de su voz chillona salían gemidos que no podía contener, eso me puso más caliente.
Besaba y acariciaba esos pechos caídos, los dejaba caer y se veían aplastados, eso me gustó más que los pechotes duros de mi mujer, seguí subiendo con mis besos y me topé con su cuello, lo besé y mordí, cosa que a ella le encantó por los gemidos que producía, no rechazó mis besos y mi lengua exploraba esa boca de labios finos, pero muy sabrosos, besé y mordí sus orejas, el perfume del jabón y su pelo eran el paraíso, continué besando sus hombros y brazos, elevé los dos brazos y descubrí unas axilas con vello incipiente, esto me puso a mil, ella se apenó y me dijo que se había depilado, yo le contesté que se veía maravillosa con esas axilas con vello ralo y delgado, besé, lamí y mordí sus axilas, ella me dijo que nunca había experimentado eso, pero se sentía muy rico, que continuara si no me daba asco. Era delicioso sentir eso pelitos rozando mi lengua, tenía un ligero aroma a sudor impregnado, ¡cosa que me puso como loco!
Lentamente la fui recostando en el sillón, los dos nos sentíamos drogados de placer, fui besando su cuerpo pasando por sus pechos, su abdomen y fui bajando lentamente sus panties de niña, con florecitas, ella no puso resistencia, lentamente me acerqué oliendo su sexo, tenía vello escaso, pero largo, podía ver unos labios carnosos y muy rojos, poco a poco fue abriendo sus piernas mientras lentamente fui besando y lamiendo sus vellos, ya con sus piernas abiertas, una sobre el respaldo del sillón mientras otra sobre la mesa de centro inicié mi búsqueda de sus labios, metí mi lengua entre ellos y sentí como estaba muy húmeda, el sabor me pareció exquisito, encontré un clítoris como un pequeño pene, erguido y que reaccionaba a cada lamida que le daba, me detuve y cuidadosamente le di vuelta, quedó frente a mí un trasero flácido y muy blanco, besé su nuca y espalda, mientras hacía esto me iba quitando la ropa, llegué a las nalgas y las besé y mordí delicadamente, continué con
los muslos y los pies.
Ya de nuevo subiendo lamiendo y besando sus muslos me detuve en sus nalgas, mientras me daba vuelta quedando mi pene en su cabeza y abriendo sus nalguitas quedó al descubierto un ano obscuro con muy pocos pelos, besé, besé y lamí ese ano delicioso, metí tan dentro mi lengua que sentí un sabor amargo y un olor característico a caca, esto no me importó y seguí metiendo mi lengua mientras ella gemía con una voz chillona, sentí como mi pene quedó en su oreja y por más que me movía ella no reaccionaba, quería que besara mi pene de inmediato.
Me detuve y le di vuelta, en la misma posición, metí mi cabeza entre sus piernas, el trabajo que estaba dando era tan intenso que ella no hacía caso de mi pene que lo tenía en la cara, estiré mi mano para ponerla bajo sus nalgas, me metí mi dedo medio en la boca y empecé a deslizarlo por su ano, mientras mi lengua subía y bajaba por su clítoris, mi dedo estaba casi dentro de su ano, yo escuchaba como su placer era intenso, mientas mi pene seguía sin ser escuchado, de repente sentí como iniciaban unas contracciones intensas en mi dedo, me lo apretaban fuertemente y vi como su vagina se abría y cerraba, yo no cabía de felicidad, mi tía se estaba viniendo en mi lengua y con mi dedo, aceleré la succión de su clítoris y escuché como gemía más fuerte que nunca, sentí como su cuerpo se convulsionaba y empezó a apretar mi cabeza, ya no aguantaba más y poco a poco me fui retirando y solo besaba esos vellos largos y escasos.
Me pidió que sacara mi dedo de su ano, con delicadeza lo fui retirando y discretamente lo olí, tenía un olor a caca que me gusto. Mi pene estaba que ardía, no le había hecho caso, mi tía estaba lánguida y no se movía, parecía que había sido demasiado para ella, lentamente la fui moviendo para que sus nalgas estuvieran al aire fuera del sillón, lentamente fui acercando mi pene a su vagina, ella seguía con los ojos cerrados, parecía muerta, ya con mi pene en su vagina inicié los movimientos lentamente, me gustó sentir como sus vellos rozaban los míos que empezaban a crecer, yo siempre me corto mi vello público muy cortito, puse sus dos piernas sobre mis hombros y comencé a lamer sus pies, esto era una escena memorable para mí, poco a poco vi como mi tía reaccionaba y se movía a mi compás, sus gemidos cada vez se hicieron más fuertes.
Mi pene no es muy grande ni grueso, lo que tiene es que las erecciones son muy fuertes, su vagina ya vieja hacía un ruido escandaloso, yo no sentía placer, no me apretaba y ese ruido no me motivaba, sin embargo mi tía si parecía sentir mucho placer. Después de un rato ya empezaba a bajar mi calentura, decidí intentar una nueva posición, lentamente puse sus rodillas en el sillón y en respaldo su cabeza y brazos, quedaron al aire sus nalgas y culo, me gustó ver la forma como colgaban sus pechos flácidos y flacos, inicié besando y lamiendo su ano, me detuve y empecé a meter mi pene en su vagina, esta posición a mí me enciende y con mi mujer no aguanto mucho tiempo, pero con mi tía y que no apretaba lo suficiente no pasó lo mismo, por mucho tiempo empecé a bombear, mi tía seguía con sus gemidos que para este momento yo ya estaba molesto de no sentir lo que yo quería.
Con mi dedo índice empecé a explorar el ano de mi tía, al parecer si le gustaba por los gemidos que emitía, mientras con mi otra mano estuve acumulando de mi saliva y poniéndosela en el ano, saqué cuidadosamente mi pene y empecé a buscar el orificio del premio mayor, sentí como ella que quedó sin respiración y me dijo con una voz sin aliento «con cuidado», lentamente fui metiendo mi pene en ese ano apretado, mi placer regresó de momento, lentamente metí todo mi pene y para descanso de ella, no fue tan feo (después me enteré que nunca pudo tener sexo anal porque mi tío no era muy delicado y le dolía mucho), sin poder creerlo tenía el mejor culo en mi pene, mi placer regresó de inmediato, lentamente la fui incorporando jalando sus hombros, quería tocar esos pechos que le llegaban al estómago, mientras mordía su cuello, tocaba sus pechos y bombeaba su ano, empecé a sentir como mi orgasmo llegaba, lentamente bajé el ritmo tratando de evitar terminar, deseaba tener más sexo con ella.
Lentamente
fui sacando mi pene de su ano, y con decepción me dijo que no lo hiciera, la volteé frente a mí y cargándola de las piernas ella se abrazó a mi cuello, con torpeza estuve buscando su vagina con mi pene, no me importó ni a ella una infección, después de tener mi pene en su ano, cuando por fin estuvo dentro, empecé a caminar con ella por la sala, ella me besaba y se movía dentro de mi pene, por fin encontré la mesa del comedor que para mi gusto quedó perfecta, la senté sobre ella y todo me quedaba a mi altura, empecé a moverme con fuerza mientras ella movía su cabeza para atrás, su placer me estaba provocando que regresara el orgasmo, de inmediato saqué mi pene y presioné la punta para evitar la eyaculación, ella sin palabras entendió lo que estaba haciendo, tiernamente me besó, ya una vez recuperado la acosté un poco más y buscando de nuevo su ano, empecé a meterle mi pene en su culo, cara a cara, vi como sus ojos se iban cerrando, su cabeza la echó para atrás y mordiéndose el labio dejó escapar un ligero gemido.
Ya con mi pene dentro de su ano, la cargué agarrándola de las nalgas, el placer era extremo, ella gemía tan fuerte con un ruido agudo que no escuchaba bien, caminando con ella encima la dejé caer en la mesa de la cocina, ella se recostó en ella y me puso sus pies en mis hombros, yo instantáneamente empecé a besarlos y a meter y sacar mi pene de su ano, ella estaba a punto del orgasmo cuando empecé a bombear más fuerte, un grito que quiso ahogar con la mano salió de la boca de mi tía, de nuevo llegó la convulsión de su cuerpo vi como su vagina se contraía, saqué mi pene de su ano y lo metí en su vagina, eso hizo que fuera más fuerte su orgasmo, no supe distinguir cuantos tuvo, pero veía como se convulsionaba y gemía, yo absorto por verla mi placer y orgasmos quedaron en segundo plano, de nuevo ella fue aligerando sus movimientos quedando inmóvil, yo no cabía de felicidad.
La cargué entre mis brazos y seguía perdida, disfrutando todos sus orgasmos, la puse sobre el sillón y me acosté en la alfombra de la sala, le dije, ven aquí, ella torpemente se pasó a mi lado y le dije que se sentara en mi cara, yo no iba a perder la oportunidad de que me mamara mi pene, ella torpe y tímidamente puso sus piernas a los lados de mi cabeza, poco a poco la fui guiando para que se sentara, sentí su vagina húmeda en mis labios, después de un rato de lamer, la fui jalando de las manos, puse sus dos manos en mi pene, ella con timidez lo agarró y empezó a moverlos de arriba para abajo, ella no entendía que lo que yo quería era que se metiera mi pene a la boca, supongo que olía a caca y jugos vaginales, estiré mi cabeza y empecé a lamer su ano, ella dejó escapar un quejido, eso le gustaba no cabía duda, quería aprovechar esta oportunidad que no sabía si se presentaría de nuevo, de repente sentí como me estaba dando besos en la punta de mi pene, hice algunos ruidos para alimentar que siguiera y lo estaba haciendo bien, no entendía como una mujer de su edad no se comía un pene con más naturalidad.
Comencé a mover mis caderas pidiendo más, mientras regresaba a sus labios y clítoris, sentí como comenzaba a comerse mi pene, me sentí en las nubes, esto era una experiencia fenomenal, estaba dispuesto a terminar en su pequeña boca, no supe como me contuve para no eyacular en ella, supongo que ella sintió que mi pene se contraía para expulsar mi semen, ella apretó la cabeza de mi pene por un rato, yo mientras seguía lamiendo esa vagina que seguía más húmeda que nunca.
Se levantó, agarró mi pene y se fue sentando en él, yo daba las gracias por ese momento, tuve a mi tía frente a frente, tomé sus pechos caídos y comencé a succionarlos, ella me abrazaba y se movía lentamente de arriba abajo, no sentía mucho placer porque no me apretaba lo suficiente, sin embargo al ver su cara y escuchar sus gemidos el placer y la explosión comenzaba a llegar, ella me dijo con una voz extraña, «¿ya vas a terminar? Yo ya no aguanto y quiero que lo hagamos juntos» yo le dije que otros tres movimientos y terminaba, mis gemidos y los de ella fueron creciendo, yo sentí como salían de mi pene chorros de semen y mientras apretaba esos pechos aguados, pero con un pezón bien parado ella empezó a gemir de nuevo, yo creo que
ya estaba muy cansada porque no fue tan intenso como los otros.
Yo no creía esto que estaba pasando, mi tía, una abuela estaba sobre mí, ya no se movía parecía borracha, yo continuaba tocando esos pechos con un pezón obscuro sobre una piel tan blanca. Poco a poco fue cayendo sobre mi pecho, me dijo que me amaba y que nunca había sentido tanto placer, mi pene comenzó a desinflarse, no se cuanto tiempo nos quedamos dormidos, pero cuando sentimos, una puerta se estaba cerrando frente a nosotros.
Continuará…
Autor: Jorgito