Amor Filial Hetero, Tía y Sobrino. Hola, me llamo Ignacio y tengo 20 años, vivo en Madrid con mis padres y voy a empezar en Octubre de este año el segundo curso de la carrera que estoy estudiando en la universidad: Ginecología.
¿Por qué la estudio?. Fácil respuesta, me encantan los cuerpos de las mujeres, de todas las mujeres, soy capaz de sacar el máximo partido a cualquier cuerpo femenino que se me ponga por delante. Con mis 20 años se puede decir que he vivido ya varias experiencias sexuales con chicas de todo tipo, desde quinceañeras con las que compartí el instituto, hasta algunas compañeras de mi universidad. Sin embargo, no fueron grandes experiencias, ya que tanto ellas como yo, éramos principiantes en esto del sexo, por lo que ni me decepcionaron, ni me enorgullecieron. Todo lo contrario me pasó con mis tres últimas relaciones, de las cuales la primera es la que voy a contaros ahora. Ante todo quiero que sepáis que lo que leáis a partir de aquí es totalmente cierto y he decidido difundirlo por gusto.
Ocurrió este pasado mes Junio, yo acababa de terminar las clases en la universidad, y para mi desgracia me había quedado una asignatura. Un día, estando en casa estudiando el maravilloso cuerpo de la mujer, mi madre me llamó desde la cocina. Enseguida me dirigí allí y ella me dijo:
-Nacho, tu tía me ha llamado y dice que se ha quedado sin levadura y que la necesita, así que como tengo aquí le he dicho que se la llevaría.
-Y, ¿qué quieres de mi?.- Dije yo.
-Verás, yo no puedo ir y me preguntaba si serías capaz de llevársela tú.- Me respondió mi madre.
-De acuerdo, se la llevaré. Me llevo tu coche.- Le advertí.
Y sin más dilación me puse en marcha. Cogí el bote de levadura y me dirigí al garaje dispuesto a coger el coche para atravesar todo Madrid de una punta a la otra, unos cuantos kilómetros. Por fin llegué, cogí el ascensor y me dirigí al tercer piso donde vivía mi tía y su novio. Toqué el timbre y ella me abrió, y como seguramente esperaba a mi madre estaba vestida apenas con un pantalón corto muy ajustado, por lo que le marcaba mucho el culo y dejaba ver sus lindas piernas. Por arriba llevaba un bikini y encima de este, una camisa de manga corta transparente y abierta. Podía ver gran parte de su lindo cuerpo, sus piernas perfectas, sus dulces y sedosos brazos, su ombligo sexy, y la forma de sus preciosos pechos, tapados por la tela del bikini. Mi tía tenía 31 años, pero aparentaba mucho más joven, y a parte de tener un cuerpo fabuloso, era rubia y muy guapa. Yo, excitado un poco en aquel momento, le sonreí y me disculpé por no avisarla primero y ella un poco ruborizada me dijo que entrase.
Una vez dentro le di la levadura y eché un vistazo a lo que estaba preparando. Ella puso el bote de levadura en la encimera y me preguntó:
-¿Quieres tomar algo Nacho?.- Me dijo.
-Bueno, tomaré un café si tienes.- Le respondí.
-Claro, ponte cómodo en el salón y enseguida te lo llevo.- Contestó mi tía.
Me dirigí hacia el salón sin poder borrar la imagen sensual de mi tía y los pensamientos de sexo que se me venían a la cabeza. En verdad, no era la primera vez que me fijaba en ella, en verano cuando íbamos a la playa, siempre me pasaba ratos largos mirándola cuando ella no se daba cuenta. Observaba sus hermosos pechos, con forma de peritas dulces. También admiraba como cuando al salir del agua se le marcaban en el bikini los pezones, pues se le ponían muy duros por la temperatura del agua. Y como no, su firme culito y su chochito, el cual se quedaba marcado también en el bikini inferior. Todos aquellos recuerdos me estaban poniendo a mil, y sin darme cuenta se me había puesto el nabo completamente duro, más de lo que nunca lo había tenido, casi me dolía al apretarse contra el pantalón, como en un intento de salir al exterior y quedar al aire libre. Me senté en el sofá, el cual era muy cómodo por cierto, y me puse a ver la tele. Enseguida llegó ella con el café y me lo puso en la mesita que había justo delante mía. Yo apague la tele y cogí el café dispuesto a tomármelo. Al cabo de unos diez minutos, ya me había tomado el café y llevábamos un ratito hablando, por lo que me relajé y me bajó la erección. Entonces ella dijo que tenía demasiado calor y se quitó la camisa, quedándose solo con la parte superior del bikini, y dejándome ver algo de la dulce carne de sus hermosísimos senos. Y con aquella vista justo delante de mis ojos, mi polla volvió a empalmarse, pero esta vez no pude hacer nada por disimularlo. Ella se quedó mirándome mi gran rabo tieso marcándose en mis pantalones, y seguidamente subió la mirada hasta llegar a mi cara, sonrió y me pregunto algo que jamás olvidaré:
-¿En qué estás pensando Nacho?.- Me dijo.
-En nada en especial.- Respondí yo algo ruborizado por la vergüenza que estaba pasando.
-Yo diría que estas pensando en algo que te ha puesto muy cachondo.- Añadió mi tía aumentando más mis problemas.
-Bueno…puede que si esté pensando en algo.- Tartamudeé.
-¿¡Ah si!?, ¿en que?.- Me preguntó.
-Pues nada, que te he visto así y como estás tan buena…yo.- Respondí sin darme cuenta de lo que estaba diciendo, pues en una situación así jamás se me habría ocurrido decirle eso, pero presa del deseo y la excitación se lo solté en su cara.
-Así que estoy buena.- Me dijo lamiéndose los labios con la lengua y yo casi al borde del frenesí le contesté:
-¡Mucho!. Realmente estás muy bien para ser mi tía.- Añadí.
-¿Qué parte de mi cuerpo te gusta más?.- Me preguntó.
-Tus pechos, tan delicados y suaves, son perfectos.- Le dije casi a punto de correrme en los pantalones.
-¿Te gustaría verlos?.- Me dijo, y yo asentí con la cabeza casi sin poder formular palabra alguna. Ella se quitó en lazo del bikini y dejó a mi vista sus increíbles peras. Eran unas tetas de ensueño y me moría por tocarlas, pellizcarlas, chuparlas, mamarlas y cientos de cosas más.
-Venga no seas tímido, ¡tócalas!.- Me dijo cerrando los ojos como dejándose inundar por el placer. Y yo sin pensármelo ni un solo instante salté a por aquellas tetas y comencé a realizar todas las acciones que segundos atrás se me habían pasado por la cabeza. Cuando ya llevaba un buen rato manoseándole y lamiéndole los pechos, ella se abalanzó sobre mi y me empujó contra el respaldar del sofá, quedando ella justo encima mía. Me arrancó la camisa en un arrebato de locura y comenzó a chuparme con su lengua todo mi cuerpo. A todo esto, mi rabo continuaba su ascendencia hasta límites insospechados. Fue entonces cuando ella me bajó la cremallera del pantalón y sacó al mi gran polla dura. Estaba increíblemente empalmada, como nunca la había visto, ni tan siquiera en otros polvos anteriores. Mi glande estaba completamente inundado por mis jugos debido a la excitación de comerle las tetas a mi tía, pero aún quedaba lo mejor por llegar. Ella cogió mi polla con las dos manos y comenzó a pajearla muy lentamente, y fue subiendo el ritmo hasta que de repente, se detuvo y se la introdujo en la boca. No podía creerlo, lo que tanto había soñado estaba ocurriendo, mi tía me estaba haciendo una buena mamada e iba a correrme en su boca o sobre sus hermosos pechos. Cada vez que subía y luego bajaba me ponía cada vez más caliente, mi gran polla estaba ya completamente al límite de sus posibilidades, pero ella seguía lamiéndomela. Yo mientras tanto le acariciaba las tetas con las manos. Siguió chupándomela durante un buen rato. De repente paró y me dijo:
-Creo que debo parar ya, no sea que te corras y lo echemos todo a perder, ¿no crees?.
-Me parece bien.- Respondí casi sin aliento por el placer que había inundado mi cuerpo gracias a su espléndida mamada.
Entonces ella se levantó del suelo y se volvió a sentar en el sofá. Luego se desabrochó el pantalón y se quedó completamente abierta a mi lado. Yo me levanté del asiento y me puse enfrente suya y de rodillas. Con mis manos bajé sus braguitas hasta sus tobillos, quedándome su fascinante coño delante de mi cara. Era magnífico, estaba algo abierto, aunque no demasiado (lo que era perfecto, pues nunca me habían gustado los chochos muy abiertos) además no era muy peludo, puesto que por lo que podía ver solía cuidárselo muy bien, se había depilado ciertas zonas para una mejor lamida, mientras que en la parte superior había dejado algo de bello para hacerlo más sexy. Así que ni me lo pensé, hundí mi lengua en u húmedo chichi y comencé a lamerlo durante un buen rato, y también a introducir mi dedos en su rajita. Me estaba volviendo loco, me encantaba el sabor de su chochito, estaba muy jugoso debido al flujo vaginal que mi tía no paraba de fabricar, y sus gemidos de placer me hacían desearla cada vez más. Me aparté un poco y vi aquella vista sin igual, mi tía abierta de piernas en el sofá, con su húmedo coño abiertecito pidiéndome que me lo follara, mientras con que sus manos se tocaba los pechos para darse más placer. Le pregunté si quería que siguiera, y ella me dijo:
-Si, por favor Nacho sigue, no te pares ahora.- Entre gemidos de placer.
Así que me puse de pie, me manoseé un poco el nabo para ver si estaba en perfecto estado de jodienda y posteriormente lo hundí hasta el fondo del húmedo coño de mi tía. Empecé con un suave mete-saca y a medida que la situación lo requería, subía el ritmo de la follada. Mi tía y yo no podíamos más, yo porque jamás me había follado algo así, y ella porque estaba recibiendo de lo lindo mis pollazos en su coño y porque le estaba lamiendo las peras al mismo tiempo. Después de un rato follando como conejos, estaba apunto de correrme en su chichi. Así que me apresuré a sacarla de ahí y se la acerqué a ella, que sin pensárselo dos veces la agarró y comenzó a pajearla y chuparla fuertemente, hasta que me corrí sobre sus carnosos labios y sobre sus senos. Luego se la restregué bien por las tetas mientras nos comíamos la boca. En seguida nos vestimos y me acompañó a la puerta del piso. Allí me volvió a besar en los labios, mientras con su mano acariciaba mi polla por encima del pantalón y yo le cogía bien el culo. Nos despedimos y me marché. Desde entonces nos hemos visto varias veces (claro es la hermana de mi padre y tiene mucho contacto porque vivimos en la misma ciudad) y ya no la he vuelto a ver como la veía antes, como un deseo imposible, sino como el sueño que aquella tarde se hizo realidad. Además de vez en cuando y cuando podemos, quedamos para follar un poco.
Y esta ha sido la historia. Aún me quedan mis dos últimos polvos que han tenido lugar en este pasado Julio, por lo que lo tengo todo bien fresquito. Así que me pondré a escribir como un cosaco y ya los publicaré. Estad atentos, Chao.