Hola a todos. Aprovecho esta página para escribir lo que oportunamente me pasó un par de años atrás y que marcó en mi un antes y un después en lo que es mi vida. Me llamo Soledad y vivo en una ciudad a las afueras de Buenos Aires, actualmente tengo 19 años y trato de estudiar algo para comenzar una carrera terciaria.
Lo que quiero contarles pasó a mediados del 2001, tenía por ese entonces 16 años y cursaba el secundario. Les cuento que soy de piel bien blanca y pelo muy negro, mi boca es muy carnosa y por esas cosas de la vida heredé un poco los pechos de mamá que son bastante grandecitos y en ese tiempo estaban bien desarrollados. El resto de mi cuerpo lucía armonioso, ya sea por la edad o los deportes que siempre practicaba. En la escuela me iba bien y tenía buena relación con mis compañeros.
En cierta ocasión conocí a Mauricio un chico dos años mayor que yo que era muy apuesto y siempre me decía cosas bonitas. Cierta vez me propuso que fuera su novia y era tan encantador que acepté. Allí con el conocí los besos caricias y abrazos, empecé a entender lo que esas cosas causan en una adolescente y mi sangre hervía en cada encuentro. Poco a poco él ganaba confianza y entre profundos besos de lengua sus manos comenzaron a exprimir mis pechos y hurguetear mis piernas, estaba acelerado y a mi me gustaba, me daba mucho calor. Pasó de esto una semana y nos decidimos a hacer el amor, proyectamos una cita y entre besos y mucho romance le entregué mi virginidad a cambio de un placer extraordinario que me hacía feliz. Gocé mucho al sentir mi cuerpo penetrado por primera vez, ir viendo su rostro mientras me penetraba y se afirmaba de mis pechos dándome un rico dolor. Así me lo hizo esa noche un par de veces y me encantó, a cada rato luego de eso nos buscamos para amarnos como dos descontrolados. Pero como lo bueno dura poco, él se tuvo que ir de la ciudad y cortamos la relación los dos conscientes de que sería lo mejor y de que había sido hermoso lo que vivimos ese corto, pero intenso mes.
Pasaron unos días y pude comprobar que mi período se retrasó y el pánico se apoderó de mi. Busqué ayuda en una amiga, solo encontré la respuesta tonta de que ya vendría. Los días se amontonaban entre si y el retraso permanecía. Estaba muy angustiada y busqué ayuda en mi tía Marta que es de mucha confianza, ella tiene 45 años y vivía con su esposo Jon delegó el problema a mi padre. Cuando se lo conté a él se enfureció, me trató de prostituta y me dijo que en su casa putas como yo no iban a vivir. Totalmente herida me fui de casa y busqué a mi tía Marta quien me dio asilo y el amor que me negaron mis padres. En su casa me sentí cómoda y apañada, Jonás era amable conmigo y Matías no me daba mucha importancia por lo que la pasaba bien dentro de todo. Así seguía con mi embarazo y pensaba en Mauricio, en esos 4 meses atrás en que la pasamos tan bien y que mi cuerpo descubrió la sexualidad. Me entristecía saber que estaba lejos y no poder decirle lo que me pasó, o lo que nos pasó.
Un día, vaya que día, me desperté y bajé a la cocina. Allí estaba mi tío Jonás desayunando y por primera vez hablé profundamente con él de la vida y los sentimientos, de su relación con mi tía y de Matías el fruto de ese amor. Era un tipo muy tierno, paternal, de casi 50 años con una mirada tierna y una sonrisa carismática. Su contextura era grande y en realidad me agradaba mucho. Me contó cosas del embarazo y fuimos a mirar TV al living. Esa mañana estábamos solos y me preguntó de quien era mi bebé, a lo que le conté mi verdadera historia. El atentamente me escuchó y rompí a llorar huyendo hacia el baño. Cuando se me pasó fui a mi habitación y allí estaba él con un jugo esperándome. Le agradecí y me acarició el rostro. No se porque me ruboricé y me estremecí cuando esto pasó, le sonreí y me senté en mi cama.
El acariciaba m
i pelo y por cosas que no sé, me sentía nerviosa, inquieta. Mi blusa apretaba mucho mis hinchadas tetas y se podía observar una buena porción de ellas por el escote. Mi pancita estaba al aire luciendo mi cuarto mes de embarazo y eso tentó a mi tío a acariciarme para ver si se sentía el bebé. Accedí tiernamente y su gran mano se deslizó en mi abultada panza, un escalofrío me recorrió y tuve una sensación espectacular en mi cuerpo carente de caricias. Su mano se movía suave y lenta dándome calorcito al punto que quedé roja de nuevo. Me preguntó que, qué me pasaba. Respondí que estaba nerviosa por todo. Sonrió y se sentó conmigo. Fijó sus ojos en los míos y continuó con sus caricias en la panza y me dio un beso en la mejilla. Ahí comprendí lo que me pasaba porque al sentirlo cerca me vinieron a la mente los momentos en que lo hacíamos con Mauricio y comprendí que hacía tiempo que no hacía el amor. Mi cuerpo estaba excitado por la presencia masculina, pero yo no creía en eso ya que el tío Jonás era una persona muy buena, de 50 años, más que mi padre mismo.
Pero mi instinto femenino se dejó ganar y él acariciándome me empezó a decir cosas como: estás hermosa embarazadita, eres divina, tienes la suavidad de un ángel y sin querer se me escapó un gemido que despertó su atención. Se dio cuenta que si insistía me tenia a su merced, me miraba raro y su mano se deslizó a mi cabello acariciando mi rostro. Uno de sus dedos dibujo mi cara y se colocó entre mis labios, absorta solo atiné a abrirlos y pasar mi lengua por ese dedo grueso. El me miró y me dijo: estas hirviendo, sos un angelito y te voy a dejar más tranquila por que lo necesitas. Se arrimó hacia mí y su boca buscó un beso en la mía. Nuestros labios se juntaron y cerré mis ojos, suaves besos nos dimos, pero en un instante su boca se abrió para darle pas ganas. Lo tomé acercándolo a mi boca y lo besé, abrí mis labios para alojarlo y mi lengua recorría esa cabeza morena con líquidos pre seminales mojándola entera. Tomé su exquisito sabor y comencé una mamada que me atoraba, pero me excitaba. Sentía en mi paladar las venas hinchadas y con mis manos tomaba esos hermosos huevos inflamados. Me atreví a levantar la mirada y allí estaba mi tío disfrutando de mi boca, sonreí y seguí haciéndolo con pasión, mi ritmo se aceleró y entre mis gemidos su verga fue depositando semen en mi boca en cantidades sorprendentes que se deslizaban a mis tetas y a mi panza preñadita.
Me tomó con violencia de los cabellos y me hizo besarlo, su trato había cambiado, pero me gustaba así que me dejé hacer. Sus manos me despojaron de la pollerita que llevaba y comenzó a masajear mi concha empapada. Me dijo: esto era lo que te faltaba putita sabes lo que te espera ahora. Le dije: cógeme tío estoy tan caliente. Me tiró en la cama y me quité la bombacha, me abrí de piernas y gocé como una condenada al sentir esa verga ganando espacio en mi concha. Me mordía el labio y le pedía más hasta que su verga se alojó por completo en mi haciéndome sentir un dolor agudo en mis adentros. Dolor que con sus movimientos y empellones logró que desapareciera. Tomamos un ritmo bestial y él me miraba a la cara y se aferraba a mis tetas, su cuerpo sudado se pegaba al mío y los labios de mi concha se estiraban al máximo para dar paso a esa verga divina. En un instante su verga volvió a escupir semen en el interior de mi concha y tuve un hermoso orgasmo.
Quedamos exhaustos, pero el quería más, así que se acostó y me hizo sentarme en su verga que estaba un poco floja, pero que al sentir la humedad de mi concha volvió a endurecerse. Suavemente comenzó a chupar mis tetas transformando esos besos en mordiscos que me volvían loca mientras su verga castigaba mi concha y sus deditos ganaban lugar en mi cola dilatándola. Su verga estaba enrojecida y no acababa más. Yo estaba enferma de calentura y él al notarlo me hizo posar mi culo en la cabeza de su verga, sentí un pinchazo agudo, pero pronto esa cabeza se alojó dentro de mi culo y al masajear mi clítoris acabé como una yegua, aprovechando el momento él sin compasión me enterró su mástil hasta el fondo haciéndome sangrar y gritar. Allí dolorida empec&eacu
te; a cabalgarlo para que todo tenga un fin y él me tomaba por mi panza gordita mordiendo mis tetas y mirándome fijo al rostro. Al verlo así me calentaba más y ponía más ritmo a mi cabalgata mirándolo fijo para que vea que no era una quedada sino una verdadera putita que se la aguantaba.
Fue así que se rindió y me suplicó que se la vuelva a chupar. Lo hice, al acercarme a su falo estaba todo ensangrentado, con un olor a mil diablos, pero mi calentura era mucha así que se lo dejé limpito y pude recibir una dosis menor de leche, pero que me excitó. Yo estaba casi llorando, así que me llevó al baño y me higienizó, con una crema me lubricó la concha y suavemente enterró en ella un frasco de grandes dimensiones moviéndolo en todos sentidos dejándome bien abierta y con una acabada tremenda que ensució mis piernas. Luego de eso me acostó y se fue.
Mi historia continúa y tiene muchos pasajes bizarros, pero por suerte tuvo un final feliz que hoy hace que sea la mujer de Mauricio quien volvió por mí y por su hijito. Pero desde esa vez y durante casi todo mi embarazo me entregué de completo a Jonás y a todo HREF=»https://www.marqueze.net/hard.html»> hard – miscelanea – Novedades
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