Las penetraciones a las dos duraron unos quince minutos a cada una, por la concha a Ana y por el orto a Cata. Ese día tuve una de mis mejores lecheadas, alcanzó para la boca de las dos, me encantó ver como se la chupaban entre las dos, como se pasaban la lengua toda embardunada de mi leche, les encantó tanto que no dejaron evidencias, se la tragaron casi toda.
Esta historia que voy a contar es totalmente cierta y me pasó hace unos días atrás. Les cuento que mi nombre es Santino, tengo 26 años y vivo en Rosario, una de las ciudades más grandes de la República Argentina. Actualmente me encuentro trabajando durante el día en un gimnasio, donde realizo diversas actividades relacionadas en el tema. Durante la noche trabajo en mi departamento, el cual comparto con mi mejor amigo Juan. Allí me encargo, por decirlo de alguna manera, de regalar placer a señoras y señoritas que, por distintas situaciones de la vida, no encuentran satisfacción con sus parejas o, sencillamente, porque desean hacerlo con personas “profesionales” en el tema.
Bueno, lo que les voy a contar fue una experiencia que me tocó vivir y, en verdad, fue muy placentera, aunque es normal en personas que realizan el trabajo que yo hago por las noches, para mi era la primera vez que hacía algo de este tipo. Paso a contarles: en un día normal de trabajo diario (en el gimnasio), dos de mis alumnas (Cata y Ana) decidieron hacerme una broma, ambas se acercaron y con una sonrisa bastante socarrona me dijeron que porque con el físico que yo tenía, no me animaba a trabajar en los boliches o en mi departamento, “atendiendo” a chicas que solicitaran mis servicios.
Medio en broma y medio en serio, me iban relatando como debería ser mi accionar y mi forma de pensar sobre el tema. Vale destacar que ellas no tenían la menor idea del trabajo que yo realizaba por las noches, ellas, sin saberlo, me pedían que haga lo que vengo haciendo desde hace un año y medio. Obviamente, ellas me dijeron que era una broma y todo quedó allí. A la semana siguiente, me acerqué a una de ellas (Ana) y le comenté la verdad del trabajo que yo hacía por las noches, no con lujos de detalles, pero traté de contarle que eso no era una cosa mala, que yo en realidad no lo hago por el dinero (muchas veces lo he hecho gratis) sino porque me gusta hacer sentir bien a las personas que ocasionalmente se encuentran conmigo, tratando de entregarles algo de lo que he aprendido en esta “profesión”. Ana no podía salir de su asombro, no lo podía creer, ellas me habían hecho solo una broma pero nunca se hubieran imaginado que en realidad era cierto. Bueno, todo quedó allí y ahora viene lo más sabroso.
Una noche, al terminar mi rutina diaria en el gimnasio, se acercaron Cata y Ana y me dijeron si tenía un minuto que querían hablar conmigo. En realidad yo estaba apurado, pero accedí, no tenía la menor idea de lo que se trataba. Las notaba un poco nerviosas y como que no se animaban a empezar a hablar. Ana me volvió a preguntar si era verdad lo que yo le había contado, yo la miré y ella con un gesto me indicó que le había contado todo a Cata (yo le había dicho que no comentara nada con nadie). No me quedó otra que ratificarle a Cata todo lo que le había contado a Ana. Ellas se soltaron de ese nerviosismo que sentían y Ana tomó la palabra, me dijo que ellas, desde hace mucho tiempo, tenían la idea de contratar juntas un “servicio” como los que yo ofrecía, y ya que ellas ya me conocían, querían hacerlo conmigo.
Me dijeron que lo habían intentado una vez, que habían concretado una cita con un chico por teléfono, pero que llegaron hasta la puerta del departamento donde habían acordado y se arrepintieron. Yo las escuchaba atento y no decía una palabra, me habían tomado por sorpresa. Me preguntaron que pensaba y les dije que ellas eran unas chicas muy atractivas, que me encantaba la idea de compartir una experiencia entre los tres, pero que en realidad no quería que se perdiera esa amistad que teníamos en el gimnasio. Ellas me dijeron que no había problemas por eso, que todo sería super discreto, tanto Cata como Ana hace bastante tiempo que están de novias. A mi se me hacía tarde, entonces les dije que ellas pusieran el día y el horario y que después me avisaran. Todo quedó allí.
Al otro día, como todos los días, las encontré en el gimnasio y me dijeron que estaban muy ansiosas, que si podíamos concretar para esa misma noche. Les dije que yo no tenía problemas (yo en realidad ya me lo imaginaba, así que había preparado todo en el departamento). Esa noche, partimos los tres juntos del gimnasio hacia mi departamento, yo les pregunté si ellas querían estar con otro chico más y que fuéramos cuatro, pero me dijeron que no, solo los tres. Llegamos al departamento y las invité a sentarse, a sentirse cómodas.
Ellas estaban cambiadas con ropas de gimnasia pero tenían un bolso con ropa para cambiarse, me pidieron pasar al baño para hacerlo, les dije que se sintieran como en su casa, entraron juntitas, tardaron unos minutos y salieron, las dos tenían el mismo conjunto de ropa interior, una tanguita color blanca y una especie de remerita transparente arriba, me dijeron que la habían comprado para esta ocasión.
Yo relajado, les pedí que hicieran lo que ellas tengan ganas y les pregunté si ellas querían o habían estado alguna vez juntas. Me dijeron que nunca lo habían hecho entre tres, pero que tenían la fantasía de tocarse entre ellas.
Yo les dije que bueno, que yo las iba a ayudar, Ana empezó a besarme y a sacarme la camisa, mientras Cata primero se quedó mirando y después empezó a tocarme la pija, yo las acariciaba a las dos, les comencé a meter despacito el dedo por debajo de la tanga y empecé a frotarle el clítoris, con una mano a cada una.
Cata empezó a chuparme la verga bien pero bien suave, sin metérsela en la boca, le pasaba la lengua de abajo hacia arriba, me lamía los huevos mientras me pajeaba, entonces le pedí a Ana que se arrodillara y que hiciera lo mismo de Cata. Ana se arrodilló y entre las dos me acariciaban y me la chupaban.
Sin querer, sus lenguas se rozaron y lentamente se olvidaron de mi y se empezaron a besar entre ellas, yo me arrodillé y les agarré sus manos y se las refregaba sobre el cuerpo de la otra, enseguida (con un poco de miedo) se fueron prendiendo y empezaron a masturbarse entre ellas, yo les pregunté si les gustaba hacerlo por la cola, Cata me dijo que si y Ana me dijo que no con la cabeza, mientras me chupaba la pija. Les dije que pasáramos a la pieza, que estaríamos más cómodos. Yo me acosté boca arriba y les pedí que vinieran encima de mí, las dos se me tiraron y comenzaron a pasarme la lengua por todo el cuerpo.
Ana ya no podía más y me pidió que la coja, que se la meta por la concha ya mismo. Accedí a su pedido y empecé a hacerlo. Cata, primero se quedó paralizada, pero después siguió acariciándome y a tocar a Ana, que gritaba como nunca antes había escuchado a alguien. Fuimos cambiando de posiciones, siempre penetrándola vaginalmente a Ana (ella no lo hacía por la cola).
La noté a Cata bastante excitada y con su ano bastante dilatado, me sugirió con sus movimientos que quería que le cogiera por el culo, Ana también lo había notado y mientras chorreaba sus jugos en mi pija me dijo: “dale, cogela hasta el fondo por el orto, yo te quiero chupar los huevos”.
Todo se fue rápido, ya me habían dicho antes que su principal fantasía pasaba por estar los tres en una misma cama y con un “ajeno” a sus vidas y que querían que las veces que yo acabe lo hiciera sobre sus caras juntitas, y así lo hice.
Las penetraciones a las dos duraron unos quince minutos a cada una, por la concha a Ana y por el orto a Cata. Ese día tuve una de mis mejores lecheadas, alcanzó para la boca de las dos, me encantó ver como se la chupaban entre las dos, como se pasaban la lengua toda embardunada de mi leche, les encantó tanto que no dejaron evidencias, se la tragaron casi toda.
Ya todo había terminado, se pegaron un baño, nos besamos entre los tres y se fueron. Desde ese día todo siguió como siempre, no volvimos a juntarnos porque en realidad, lo que ellas querían era cumplir sus fantasías, jamás se comentó con nadie y nuestra relación sigue normalmente en el gimnasio.
Saludos a todas las chicas del mundo.
Autor: Santino