Infidelidad, parejas liberales, infidelidad consentida, trío. La mañana del sábado, siguiente a lo sucedido en el relato “Mi chica está orgullosa de su mejor amiga”, desperté solo en la cama, pero oliendo el café ya filtrando en la cafetera. Se escuchaban risas desde la cocina y ahí me dirigí aún desnudo.
“Buenos días!!” gritaron ambas al verme y mi chica, vestida sólo con una polera mía, corrió a abrazarme y saludarme con un sonoro beso. “Disculpa por no poder correr a saludarte, pero es por tú culpa” me dijo la otra, quien sólo en su pequeño calzón llegó hasta mí caminando dificultosamente para abrazarse apretada y darme un sensual beso.
“Mira cómo ha quedado después de lo de anoche! Con calambres en sus piernas!”
“Parece que no estoy acostumbrada” me dijo mirándome con cara de inocente, “pues bueno, eso podemos solucionarlo”, “lo importante es que ahora te relajes”, le dije.
“El desayuno está listo, dónde quieres tomarlo?”, me preguntaron, a lo que respondí: “en la terraza de la piscina! El día parece que está precioso!”
Llevamos el café, tostadas con mantequilla, huevos a la copa y frutas de distintos tipos a la terraza. Mientras desayunábamos conversamos recordando la noche anterior y cómo mi nueva amante había logrado superar sus trancas y cohibiciones, entregándose al placer sin restricciones.
Ella primero se había admirado la forma de hacer y sentir el sexo de mi chica y no podía creer que tuviese varios orgasmos en tan poco tiempo, pero después ella misma se había descubierto que era multiorgásmica también.
En un momento una de ellas tomó un plátano y mirándolo comenzó a compararlo con mi pene. Hacían bromas y se reían. “Muéstrame cómo haces para meterlo tanto en tu boca, yo lo intenté y no lo logré” dijo a su amiga, y sin pelarlo mi chica comenzó a jugar con el plátano, primero lamiéndolo, luego jugando con sus dientes y finalmente comenzar a meterlo en su boca. Poco a poco fue entrando hasta lograr tragar gran parte de este.
“¡WOW! No sé cómo lo puedes tragar tanto!”
Al retirarlo, una gruesa línea de saliva quedó colgando desde su boca hasta el plátano, entonces le animó: “trata tu también, el truco es ir de a poco avanzando cada vez un poco más”.
Ella también tomó un plátano y aún con cáscara comenzó a meterlo en su boca, logró que este entrara bastante pero probablemente al llegar a la zona de su “campanilla” (acabo de googlear y aprendí que su nombre correcto es “úvula”) comenzó con pequeñas arcadas que le impedían continuar. “No puedo! Tú lo tragas más!” le dijo a su amiga. “Ya te dije, debes tratar de a poco, ir acostumbrándote”, le respondió.
En su segundo intento llegó nuevamente a ese punto y tras mantenerlo un rato intentó continuar tragando y con sus ojos húmedos tragó varios centímetros más sorprendiéndonos a su amiga y a mí. Emitía pequeños gruñidos pero lo mantuvo adentro mirándonos orgullosa. “Bien! Lo lograste” la felicité y “ahora puedes tragar más de lo que yo nunca he podido!” gritó su amiga haciéndose como si estuviera enojada.
Con todo esto mi pene ya había comenzado a reaccionar. El ver a ambas bellas chicas, una sólo con una polera y la otra sólo en calzones, jugando a ver quién podía tragar más de un plátano, simulando que este era un pene (mí pene), no dejaría indiferente a nadie.
Para mayor sorpresa, en vez de retirarlo se lo introdujo aún más, todo lo que el plátano podía entrar. Su garganta se veía hinchada con él adentro y entonces lo fue retirando lentamente hasta terminar con una respiración profunda y una sonrisa orgullosa.
Al retirar el plátano una gruesa línea de baba cayó sobre sus tetas, se quedó recuperando el aliento y mirándonos se reía, “vieron?” lo metí entero!”. Dicho esto y, tras solo un instante para reponerse, volvió a repetirlo, primero lo que cabía en su boca, continuó tragando por su garganta y, para nuestra sorpresa, luego comenzó a moverlo, entrándolo y sacándolo.
“Hemos creado un monstruo!!!” bromeé. Sin embargo no estaba tan equivocado, la misma chica que tenía problemas para quedar satisfecha y que tanto le costaba llegar al orgasmo ahora era multiorgásmica y la que no entendía cómo mi chica podía tragar tanto al hacer una mamada ahora nos sorprendía tragándose un plátano entero.
Mi erección ya era completa, al ver ese espectáculo no podía ser de otra forma.
Las chicas lo notaron y comenzaron a mirarlo sonrientes y a desafiarse si podían repetirlo “con ese”.
Yo me levanté bromeando “nooooooo, ustedes están locas! Quieren matarme!!” y salí corriendo para tirarme a la piscina. Ellas me siguieron terminando de desvestirse y también se tiraron al agua.
Estuvimos jugando, tocándonos, riendo, besándonos, haciéndonos bromas para terminar después de un rato saliendo a secarnos. Era maravilloso el ambiente, la alegría y la complicidad que teníamos entre los tres.
Conversando salió el tema del cuerpo deportivo de mi nueva chica, claramente trabajado en el gimnasio, donde su panza mostraba unos abdominales planos y con una línea profunda al centro, nos mostró que con solo apretar aparecía un marcado “six pack”. Además destacaban sus piernas tonificadas, sus hombros redondos y su culo perfecto. Como en mi casa tengo una máquina de ejercicio universal, además de algunas pesas, mancuernas y colchonetas, se lo ofrecí y fuimos los tres a ejercitarnos algo.
Le pasé unos short y unas poleras mías, que aunque les quedaban holgadas supieron amarrárselas a un costado para verse siempre sexys y así estuvimos la siguiente hora, ejercitándonos de distintas formas, pero siempre de manera entretenida, bromeando y pasando un buen rato.
En un momento, en que yo estaba sentado trabajando hombros, las chicas me atraparon dejándome inmovilizado, debí soltar el peso con gran ruido metálico de los fierros al caer.
Comenzaron a reír y a decirme que esta vez no me iba a escapar, que se iban a “aprovechar” de mí y que esta vez querían que las hiciera gozar como nunca. Esto, mientras se acurrucaban melosas dándome besos y caricias en mi pecho y piernas.
Comencé a devolverles los besos y caricias, con una mano a cada una, recorriendo sus piernas, sus traseros, sus tetas, sus espaldas y besándolas alternadamente. No pasó mucho para que comenzáramos a quitarnos las ropas para poder acceder a cada parte de nuestros cuerpos.
Acercaron colchonetas y se pusieron de rodillas frente a mí, así comenzaron a jugar con mi pene, a recorrerlo con sus manos y luego con sus lenguas, se turnaban para ensalivarlo completamente y algunas veces lo hacía en forma conjunta terminando besándose entre ellas.
También se dedicaron a acariciar mis bolas, tanto con sus manos como con sus labios, al tiempo que me masturbaban suavemente con sus otras manos. Se notaba que querían hacerme sentir en el cielo y también se notaba que lo hacían con gusto.
Pero yo también quería que ellas gozaran, así que las puse de pie y las dejé una al lado de la otra, apoyadas en una banqueta con la cola en alto, de esa manera pude dedicarme a acariciar sus traseros, a tocar sus labios vaginales, a agacharme a recorrerlas con mi lengua y a comenzar a introducir mis dedos en ellas. Mientras me dedicaba a lamer y chupar a una, no descuidaba a la otra con una u otra mano.
Sus gemidos se combinaban, una primero, la otra después y luego ambas juntas. También aparecieron las exclamaciones “aaahhhh”, “ooohhhh” y las pequeñas frases “siiiii”, “que riiico”, “no paaares” o “justo ahí!”.
Podía sentirlas, e incluso verlas, totalmente mojadas, preparadas y expectantes para recibirme. Por mi parte mi excitación era completa y mi pene estaba absolutamente hinchado y estirado, parecía querer salirse de mí para penetrarlas. Así que me puse de pie y comencé a pasar el glande por sus redondos traseros, subiendo y bajando por sus curvas, luego me apoyé con ambas manos en la estrecha cintura de mi nueva chica, tan estrecha que tocando mis pulgares tras su espalda casi podía rodearla completa, y me acerqué poniendo mi tronco entre sus glúteos, me movía simulando que entrara, pero pasaba sobre mis manos hasta tocar su espalda, haciendo un puente sobre su espalda curvada.
Luego me cambié a la otra, recorriendo sus labios vaginales, provocándola, haciendo que se desesperase sin saber en qué momento decidiría penetrarla. Después también lo colocaba entre sus glúteos deslizándolo e incluso se lo puse apuntando a su ano, sorprendiéndola ya que ella sabe que para tener sexo anal siempre usamos abundante lubricante.
Volví con la primera y seguí jugando hasta que ella me rogó: “no puedo más! Por favor métemelo, culéame!!”
Dicho así, de forma tan desesperada y vulgar, no me hice más de rogar y lo puse en posición para empezar a empujar. Ellas se tomaron de la mano y se miraban fijamente a los ojos. Estaba tan lubricada que no costó que entrara la cabeza, aun así la chica emitió un gemido ronco y pude ver como se tensaban los músculos de la espalda y hombros.
Le acaricié la espalda buscando relajarla y mantener un clima de confianza y luego comencé a empujar para entrar algunos centímetros, ella cerró los ojos y dejó escapar un “oooohhhhhh”, me retiré y repetí, así varias veces de manera que fue entrando cada vez un poco más, hubo momentos en que no lograba entrar y ella daba pequeños quejidos y me detenía con su mano, pero después de retirarme lograba entrar otro poco. Cuando ya había entrado una buena cantidad pude moverme adelante y atrás a un ritmo lento que provocaba en ella dulces sonidos y en un momento dejó salir un “siiiiiiiii, que riiiiico!!!!”.
Ambas amigas se besaban, comentaban lo que estaba sintiendo y se animaban a continuar. Yo seguía con mi lento bombeo y al mismo tiempo comencé a acariciar la vagina y ano de la que estaba a mi derecha, la que también comenzó a gemir y a demostrar cuánto le gustaba.
Mientras le introducía dedos en su mojada cueva comencé a aumentar el ritmo y profundidad de las penetraciones, provocando el más hermoso coro de gemidos alternados o en canon. Después de algunos minutos me retiré y puse a la que estaba siendo “dedeada” a chupármelo, la que metió lo más que pudo de mi pene en su boca y desesperada trataba de tragar tanto como había hecho su amiga con el plátano hace un rato atrás. Yo la ayudaba tomando de su cabeza y empujando dentro de su boca.
Volví con la otra chica y la penetré completamente, ella dio un fuerte grito y echó su cabeza hacia atrás, yo comencé a bombearle fuertemente y sus gritos se repetían en cada embestida. Su amiga se ubicó al frente, acariciándola y estimulándola aún más mientras le decía que se veía hermosa, que le gustaba verla disfrutar así y le daba besos. Trataba de responderle, pero en palabras cortadas le decía “sí, me está…matando,….me gusta,….me voy a correr,…..AAAAAAAHHHHHHH!!!”.
Yo continué bombeando mientras ella tenía un orgasmo intenso, que hacía que deformara su cara en el grito, para después continuar con una serie de gritos desesperados acompañados de movimientos de su cabeza, adelante y atrás, y después del resto de su cuerpo mientras su respiración era fuerte y ruidosa.
Mientras su cuerpo aún seguía demostrando el enorme goce, con temblores en sus piernas y una respiración exagerada, comenzaron a caer lágrimas de sus ojos y se giró aferrándose a mi pecho diciendome que la hacía tan feliz, que nunca había sentido como ahora, que se sentía tan unida a mí, que me quería y que nunca la dejara,….
Yo la contuve con caricias durante un par de minutos, mientras tanto podía ver cómo su amiga ponía cara sorprendida ante esa declaración ya que probablemente no estaba preparada para algo así de su amiga, pero como yo no quería que se convirtiera en una novela rosa y mi calentura aún era máxima pensé en continuar con la otra, pero decidí ver qué tan así era lo que me decía, por lo que aún entre lágrimas la tumbe de costado en una colchoneta e instalándome atrás la volví a penetrar. AAAHHHH!!!! Gritó, “con cuidado, que quedé muy sensible”.
Le dí una fuerte nalgada en respuesta, que provocó un fuerte chillido, “no me golpees!” me dijo girándo su cara, a lo que volví a repetir la nalgada, aún más fuerte, “No me digas lo que tengo o no tengo que hacer”, “ahora verás que el orgasmo que tuviste no es nada comparado con lo que tienes aún por descubrir”.
Comencé a bombearle a un ritmo lento pero constante, mientras con una mano le apretaba una teta y con la otra le cogía su pelo para poder hacer fuerza. Ella volvió a respirar fuertemente y yo mientras continuaba entrando y saliendo le hablaba diciendole que me gustaba “culiármela”, que ya estaba metiendosela entera, que la iba a hacer gozar, …..”.
A medida que iba a aumentando la velocidad ella también comenzó a decir frases que indicaban cuánto le gustaba y que me animaban a seguir. Luego de algunos minutos de bombeo constante ya no hablaba sino que gritaba frases inentendibles, entonces la puse de rodillas sobre la colchoneta, culo arriba y me instalé con una pierna a cada lado cogiéndola de su cabello y comencé a “cabalgarla” a un ritmo fuerte y duro. Le indiqué a su amiga que se pusiera adelante, sentada con sus piernas abiertas, para que mientras yo la penetraba la chica alcanzara a chuparla cuando yo le empujaba su cabeza.
No sé si ellas habían tenido antes sexo lésbico pero no hubo resistencia de ninguna de las dos, el nivel de pasión en el aire de ese momento no estaba para detalles.
Ahora sí que nuestros gemidos, grititos, respiraciones, jadeos eran completos.
En un momento, sin parar con el mete-saca, tiré de su pelo trayendo su cabeza hacia mí y volví a darle una fuerte nalgada que tuvo como resultado además de un gran grito, que la chica soltara todo lo que tenía acumulado y comenzara a sentir un tremendo orgasmo recorrer su cuerpo.
Continué bombeándole mientras ella gritaba desesperada y repetí la nalgada dos o tres veces más y tras cada una de ellas su pasión se renovaba.
Estuvo largos minutos recuperándose, en donde fue poco a poco descendiendo de su alto nivel de excitación, calmando su cuerpo, recuperando su aliento y corazón, volviendo del mundo paralelo que parecía haber estado visitando.
Pensé en llevarla aún más allá y comenzar a “dedearla” y hacerla tener nuevos orgasmos, pero decidí dejar eso para otra oportunidad y dedicarme ahora a la otra chica que también quería tener lo suyo y la había tenido demasiado tiempo abandonada.
Cuando la miré esta ya estaba mirándome con cara de viciosa, la tomé de ambas manos y la llevé conmigo a una banca de ejercicios, donde yo me puse de espaldas y ella, sin indicación necesaria, se instaló sobre mi en posición de ser penetrada.
Antes de ello, la acerqué para besarla y hacerla sentir deseada, le hablaba diciendole que ibamos a tener sexo igual o más intenso, como tantas otras veces ya habiamos tenido. Se le iluminó la cara y dijo para que su amiga escuchara “si, vamos a demostrarle quien es TU chica” y se puso en posición de comenzar a mamármela.
Como yo ya llevaba mucho rato con una erección enorme y había tenido que usar toda mi experiencia y autocontrol para no acabar antes, a los pocos minutos le indiqué que se pusiera arriba, que la iba a penetrar.
Ella misma se lo ubicó en posición y comenzó a moverse para que entrara. Con sus ojos cerrados y una sonrisa en su linda cara fue moviéndose hasta lograr que entrara en ella buena parte de mi pene, yo le acariciaba sus piernas y trasero con una mano y su cara con la otra.
Se movía arriba y abajo con sus manos apoyadas en mi pecho, mirándome fijo a los ojos y diciéndome que sentía rico, que le gustaba,… Por mi parte la tomé de sus caderas y comencé a acompasarme, de manera que cada vez que bajaba yo empujaba mi cadera un poco arriba, haciendo que entrara cada vez más, abriendo sus carnes y provocando gemidos que iban en aumento.
Cuando ya logré que entrara completo los gemidos eran tan fuertes que llenaban la habitación, ella comenzó a deslizarse hacia adelante y hacia atrás con mi pene adentro, como refregando nuestros pubis. Después de algunos minutos así le indiqué que se levantara y me lo chupara, cuando ella lo hizo miré a mi otra chica y le ordené que se uniera a su amiga. Nuevamente ambas se turnaban en lamerlo y chuparlo, yo quería que se acostumbraran a hacerlo juntas, sin que alguna se sintiese con mayor derecho sobre la otra.
Luego retomé poniéndola con una rodilla sobre la banca y la penetré cogiéndola de su cintura, comencé a bombearle hasta lograr que volviese a gemir rítmicamente. Algunos minutos así y luego aumenté el ritmo, para lo cual la acomodé apoyada con ambas manos y su cara en la banca, de manera que yo podía cargarme sobre ella con fuerza. Entonces comenzó a gritar groserías del tipo “dame duro huevón!”, “párteme con tu diuca enorme, conchetumadre!!”, eso era exactamente lo que quería hacer, así que le daba con gran fuerza metiéndosela entera hasta sentir en cada bombeo que llegaba hasta el final de su cueva, provocando fuertes alaridos en cada entrada. Esto lo combinaba con eventuales nalgadas que la sorprendían y la hacían volver a gritar groserías.
Su orgasmo llegó con un largo gruñido de sonido bajo y grueso. Yo continué con el mete-saca mientras ella prolongaba su gruñido característico, después levantó su cara para decir lo que era obvio: “me estoy corriiiieeendoooooo!!!!!!
No me detuve, e incluso mientras mantenía el ritmo, con mis dedos comencé a jugar con su hinchado clítoris. Ella siguió demostrando su goce, tanto en palabras gritadas como en convulsiones de su cuerpo.
Me retiré de ella, pero la tomé girándola de espalda sobre la banca y ubicándome sobre ella la volví a penetrar. Ella gritaba y gritaba, moviendo su cabeza de lado a lado y agitando sus brazos desesperada.
Me preocupé que su orgasmo se mantuviera y que se reactivara varias veces para después decidirme a acabar yo. Entonces le dije a la otra, que se mantenía mirando asombrada, que se ubicara de pie al lado de la cara de su amiga.
Cuando eyaculé salió una línea de semen que llegó hasta la cara de la que estaba de pie y recorrió desde las tetas al ombligo de la que estaba sobre la banca, después de ese primero dos más llegaron hasta la cara y los siguientes fueron bajando la puntería hasta llegar a la que estaba abajo.
Los últimos envíos los dirigí directo a la boca abierta de la chica acostada sobre la banca.
Yo estaba agotado. Me senté a descansar en la banca ubicando a ambas chicas sentadas en mis piernas, frente a frente. Ellas me acariciaban las bolas y mi pene sacándole las últimas gotas de semen.
Cuando pude hablar le dije lo bueno que había sido y que desde ahora ambas eran mis chicas y que quería que ellas continuaran siendo mejores amigas.
Ellas se miraron, se sonrieron y se dieron un tierno beso, compartiendo los restos de mi semen que aún mantenían en sus labios.