Hola!, soy Silvina… esta es la continuación de mi anterior relato titulado (Nueva Vida I). Para los que no lo leyeron, les cuento que tengo 35 años, soy argentina y profesora en la universidad; mis medidas son 95-62-95.
Aquí va la continuación de la historia anterior:
Luego de aquella experiencia con aquel joven de 18 años en aquella fiesta, mi vida comenzó a ser diferente. Pasó casi un mes desde que tuve aquella experiencia y durante todo ese tiempo no dejé de pensar un solo instante en aquel joven; estaba ansiosa porque me llamara, deseaba con toda mi alma que el teléfono sonara y que sea él. Pero eso no pasaba. Ante la duda, fui a mi ginecólogo para que me recetara pastillas anticonceptivas, las cuales comencé a tomar dos días después.
Continué mi vida como si nada, tratando de que mi marido no se diera cuenta de que ya no me interesaba más, de que pensaba en otro hombre treinta años menor que él. En el trabajo las cosas no fueron más fáciles, di clases como pude, tomé examen pensando en otra cosa y con mis amigas no pude hablar, ya que la madre de Martín (así se llama el chico) estaba entre mis más queridas amigas. Así que aprovechaba cada vez que la veía para preguntarle disimuladamente por su hijo.
– Él está estudiando, vos sabés como son los chicos. Me decía cada vez que le preguntaba por el.
Un día (hace una semana) estaba dando clases cuando un ayudante de la cátedra ingresó en el aula y me hizo un gesto para que me acercara, lo miré extrañada y me disculpé con mis alumnos. Dejé la tiza sobre el escritorio y me acerqué al ayudante.
– Qué pasa?. Le pregunté sonriéndole.
– Disculpe profesora. Me dijo. – La necesitan en sala de profesores.
– Que pasó?.
– No sé, me parece que tiene un llamado telefónico. Me respondió y esas palabras hicieron que un frío excitante me recorriese la espalda; sonreí lentamente y asentí.
– Bueno, te quedás con la clase?…voy a atender. Dije antes de salir del aula.
Caminé rápidamente hacia la sala de profesores e ingresé, ahí me encontré con una profesora amiga que me indicó que tenía una llamada, le agradecí y me dirigí hacia el teléfono, respiré profundo y traté de parecer lo más sensual posible.
– Hola. Dije deseando que fuese Martín el que respondiera.
– Hola Silvina?…soy Amelia (así se llama la madre de Martín).
– Amelia. Dije sorprendida y a la vez desilusionada.
– Cómo te va?…discúlpame que te llame al trabajo, pasa que Martín estuvo insistiendo todo el día.
– Qué pasa?. Pregunté sorprendida.
– Mira, parece que necesita algo para su facultad y como vos sos profesora yo le dije que capaz que lo podías ayudar, perdóname, pero le tuve que decir eso porque estaba insistiendo mucho.
– Qué necesita?. Le pregunté. – Está ahí?
– No, salió…mira, creo que necesita que le expliquen un tema.
– Bueno…dale el teléfono de mi casa o mi teléfono celular…dile que me llame. Dije ya contenta.
– Ay, bueno…sos un amor Silvi…muchas gracias y discúlpame, le voy a decir que te llame a la mañana para no molestarte ni a vos ni a Julio.
– No, no te preocupes, no me molesta al contrario. Dije ansiosa por hablar con Martín.
– Bueno, chau Silvi.
– Chau.
Corté el teléfono y volví a la clase ya con otro animo, con otro humor. Definitivamente ese chico me tenía loca, enamorada.
A la noche, cuando llegué a mi casa, mi marido estaba preparando la cena; me saludó con un beso, me abrazó y me dijo que necesitaba hablar conmigo, cosa que me sorprendió bastante, ya que en realidad debía ser yo la que tenía que hablar con él. Así que le dije que hablaríamos durante la cena y el estuvo de acuerdo.
Durante la cena, fue Julio el que comenzó con la charla.
– Silvina…te quería pedir disculpas, estuve un poco alejado todo este tiempo…y para que me perdones, quería decirte que estoy dispuesto a cambiar. Me dijo mientras
cenábamos. – Yo sé lo que te gusta en la cama, sé que te gusta que te hagan…pero tenés que entender que a mi me gustan otras cosas.
– Como qué?. Le pregunté tratando de parecer interesada en un tema que ya estaba resuelto, yo no quería seguir con él, lo quería a Martín.
– No sé…déjame que lo piense.
– Bueno…pensalo. Le dije.
Momentos después comenzó a sonar el teléfono, Julio bebió un trago de vino y se incorporó a atender, luego de unos momentos regresó al salón y me miró mientras se sentaba.
– Es para vos…es Martín, el hijo de Amelia y Augusto.
– Martín?. Pregunté fingiendo sorpresa. – A ver.
Me incorporé y caminé hasta el teléfono, traté de controlar la emoción y atendí.
– Hola?.
– Ho…hola Silvina?.
– Martín…cómo estás?.
Bi…bien…perdona que te llame…pe…pero nece…necesito hablar con vos. Me dijo un tanto nervioso.
– Si, decime…sobre qué querés hablar?.
– Bueno…te acordás de lo que pasó en la fiesta?.
– Claro que me acuerdo.
– Bueno…vos me dijiste que te podía llamar. Me dijo tímidamente.
– Querés que volvamos a hacerlo, no?…era mentira eso de la facultad?.
– Si.
– Bueno, hagamos una cosa. Le dije tiernamente. – Nos vemos mañana?.
– Dónde?…porque en tu casa va a estar tu esposo.
– Si, es cierto…querés que vayamos a un hotel?.
– No tengo plata…no querés venir a mi casa?…no va a haber nadie. Me dijo
– Bueno, dale…mañana a las cuatro de la tarde estoy en tu casa…espérame, eh!.
– Si, te espero.
– Bueno mi amor…te mando un beso grande.
– Chau. Me dijo.
– Chau amor.
Esa noche casi no pude dormir, me pasé horas pensando en el día que sería mañana, en que por fin estaría con él otra vez, en que lo volvería a sentir dentro mío y tuve que masturbarme para calmar la enorme calentura que tenía.
Al día siguiente fui a dar clases como siempre, pero esta vez fui vestida más provocativamente que lo habitual; llevé puesta una minifalda negra y una blusa blanca semiabierta en el pecho, un par de zapatos de taco alto y el cabello suelto. Di clase rápidamente, sintiendo la mirada de mis alumnos que no dejaban de mirarme el culo y las piernas.
Cuando la clase terminó, junté rápidamente mis cosas del escritorio y salí del edificio, caminé hasta el auto y me dirigí hacia la casa de Martín. La verdad es que desde ese momento esperé con ansiedad que se produjera el encuentro y al pensar en eso, me excitaba mucho, sentía húmeda la bombacha azul que llevaba y duros los pezones.
El viaje no duró mucho, pues Martín no vivía muy lejos de mi lugar de trabajo. Al llegar, estacioné el auto y caminé hasta la casa, toqué el timbre y esperé pacientemente y fue él el que abrió la puerta, quedándose inmóvil al verme.
– Hola. Le dije sonriendo.
– Hola…pas..pasá. Dijo nervioso mientras su mirada iba directo a mis pechos.
Los dos caminamos por un pasillo hasta llegar a una sala, una sala en la cual había estado mil veces, era la casa de una pareja muy amiga y conocía muy bien el terreno.
– Querés que vayamos a mi cuarto?. Preguntó Martín bajando la mirada.
Yo me acerqué a él y le acaricié el cabello, dejé mi bolso y mis cosas sobre la mesa y lo abracé, él rápidamente comenzó a acariciarme la espalda mientras yo busqué sus labios. Lo besé. Lo besé profundamente jugando con su lengua, buscando excitarlo. Pegué mi cuerpo a del él y sentí ese bulto duro entre sus piernas, un bulto que me volvía loca, se lo acaricié y separando apenas mis labios de los suyos le dije.
– Vamos a tu cuarto.
El me llevó a través de la casa hasta llegar a su habitación, ingresé y miré todo con detalle. Era la típica habitación de un niño, empapelada con posters de grupos de rock, con un equipo de audio y una amplia cama.
Martín cerró la puerta y me miró, yo dejé mis cosas en el suelo y comenzamos a besarnos, sus manos tocaron
mis pechos y mis caderas, mientras lentamente comenzó a desabrochar los botones de mi blusa, se separó de mis labios y me miró tímidamente.
– Que te gustaría que te haga?. Me preguntó mirándome tiernamente.
– Ahora vas a ver. Le respondí mientras le acariciaba el pene por sobre el pantalón. – Te gustaría probar el sexo anal?
– Querés que te coja por el culo?.
– Me muero porque me cojas por el culo. Le dije antes de volver a besarlo.
Me quitó la ropa del todo y me quedé sólo en bombacha y corpiño frente a él, Martín me volteó y comenzó a bajar mi bombacha azul, luego de hacerlo me apretó suavemente una nalga y eso me calentó muchísimo, por lo que gemí fuertemente en su oído. él se desnudó rápidamente dejándome ver un pene grueso y largo, era tan hermoso como lo recordaba, entonces nos sentamos en la cama y volvimos a besarnos. Yo me sentía en el cielo y mientras le acariciaba el pene, comencé a bajar mi cabeza por su pecho hasta que quedé de frente a su hermosa pija. Una vez ahí todo mi cuerpo me pedía que lo chupara y eso hice, mientras él me sujetaba suavemente de la cabeza y me tocaba el culo y las tetas. Estaba fuera de mí, se lo chupaba como loca, le daba pequeñas mordiditas y le pasaba la lengua lentamente por el glande morado. No pasó mucho tiempo en lo que él me tomó la cabeza y me la mantuvo firme ahí supe que su orgasmo estaba cerca y aumenté mis movimientos y eso me calentó mas aun. Le sacudí un par de veces el pito y luego me lo metí en la boca otra vez. No podía creer que estuviese haciéndolo otra vez con el hijo de mis amigos, y que él tuviera un miembro tan, pero tan hermoso. Era bien duro, podía sentirlo con mis labios. Se lo chupé como diez minutos. El jadeaba constantemente. De repente sentí el deseo irrefrenable de que eyaculara mientras se la chupaba. Quería su semen, quería que me inundara la boca de su espesa esperma. Deseaba su liquido seminal con toda mi alma, me sentía una puta, pero me encantaba chuparle la pija a ese chico. Luego de unos minutos de chuparla el comenzó a gemir con mas fuerza y supe que estaba a punto de eyacular.
– Silvi…Silvi…me viene…te la vas a tragar?. me preguntó jadeando.
– Toda, mi amor…dame…dame lechita, mi vida. Le dije antes de volver a chuparsela.
En ese instante, esa hermosa pija comenzó a eyacular; el primer chorro dio directamente contra mi paladar y de inmediato me la metí en la boca y comencé a tragarlo todo. No se exactamente cuantos habrán sido pero por lo menos fuero diez chorros de ese liquido espeso que comencé a tragar. Sentí ese gusto ácido y salado. Me lo trague todo y lo miré, Martín tenia los ojos cerrados y una sonrisa enorme. Se la chupé un rato mas hasta que me pidió que parara, pero yo quería que volviese a endurecerse para volver a chupar y tragar mas, que me eyaculara más todavía.
– Ay, dios. Dijo jadeando.
– Mmm…mi amor…como me gusta esa pija que tenés. Le dije mientras limpiaba restos de su esperma de la comisura de mis labios. – Y ahora?…qué me vas a hacer?. Le pregunté mirándolo con lujuria.
Nos acostamos en su cama, los dos desnudos y nos besamos como nunca; de un momento al otro, Martín me tomo de las caderas ambas manos y luego retiro la derecha para tomar su pene y colocarlo en la entrada de mi húmeda concha. Cuando lo apoyo ahí me calenté el doble de lo que estaba, y ni hablar de cuando sentí que se iba introduciendo dentro de mi. Todo mi mundo se disolvió cuando sentí que me penetraba suavemente, era una sensación única Martín estaba entrando en mí y mi concha se abría para recibirlo; lo sentía inundar todo mi cuerpo, él me sujetaba de las piernas para poder penetrarme con más fuerza y yo recibía cada embate con pequeño gritito que lo enloquecía, de un momento al otro mis orgasmos comenzaron a llegar. Continuamos mucho rato así hasta que él me sujetó las caderas fuertemente y comenzó a temblar.
– Me viene. Me preguntó antes de besar mis endurecidos pezones.
– Lléname mi amor…lléname toda, papito…déjame esa lechita adentro. Le dije casi gritando de placer.
Y no tardó mucho más en cumplir mi deseo, Martín comenzó a llenar mi vagina con
su semen . Lo sentía dentro de mí inundándome todo mi interior. Luego de la brutal eyaculación, él me besó nuevamente y me pidió que se lo chupara otra vez. Lo obedecí y entonces pude probar su sabor mezclado con el mío, lo que me excitó de sobre manera, así que se la chupé durante un largo rato.
Nos quedamos juntos en la cama durante diez minutos mientras fumaba un cigarrillo y él me contaba lo mucho que le había gustado.
– Querés seguir jugando?. Le dije mientras le acariciaba el duro pene.
– Dale. Me dijo entusiasmado.
Le di una chupada más y me puse en posición de perrita, en cuatro, alzando mi culo y dejándolo frente a él.
– Vení, mi amor…haceme el culo…metemela. Le dije mirándolo provocativanente por sobre mi hombro.
Martín se acercó a mí y separándome las nalgas buscó mi agujero, lo lamió durante un rato y eso provocó que lanzara varios grititos de placer. Martín puso su pija en posición y empujó un poco. Lancé un grito de dolor pero estaba decidida que hacerlo con él, quería que fuese él el que me hiciera el culo. Tomamos las posiciones otra vez y yo esperé ansiosa la penetración. En esta ocasión él empujó y la cabeza de su miembro entró, solté un pequeño grito ya que en verdad me había dolido bastante, pero estaba tan caliente que sólo pensaba en ser penetrada una vez más por esa pija hermosa, él continuó metiendo su pija en mi culo y yo seguía gritando de placer, hasta que sus testículos chocaron con mis nalgas, entonces me di cuenta de que estaba completamente dentro de mí y eso casi me provoca un desmayo del placer. Martín empezó un movimiento de entrada y salida que duro bastante tiempo, ya no sentía dolor sino mucho placer y él se empeñaba en conseguir otro orgasmo para llenar mi culo de su caliente semen. Gocé muchísimo ese momento, ese chico me estaba rompiendo el culo, sin ninguna dolencia, estaba en cuatro, entregada a su pija, mientras gritaba de placer. En los embates lo hizo en forma tímida, pero cuando advirtió que entraba toda su pija en mi culo y me dio con todo. Hasta se animo a pegarme un chirlito en las nalgas. Y yo le contesté con un gritito de histérica, debido a la excitación, y eso debió calentarlo mucho porque comenzó a metermelo cada vez más fuerte. Diez minutos después de bombearme, comenzó a eyacularme todo adentro. Y grité, grité como loca al sentir esa esperma en mi culo. Lancé una serie de orgasmos corridos que me dejaron muerta. Luego de unos minutos, le chupé la pija hasta que volvió a eyacular en mi boca, nos besamos y nos quedamos abrazados en la cama.
– No sabés lo bien que me hacés…sos impresionante. Le dije mientras fumaba.
– sos hermosa…me re calientan tus tetas, tu culo…me encantó hacerte el culo. Me dijo él.
– Bueno…entonces no dejemos de vernos. Le dije antes de volver a besarlo con pasión.
Desde ese día, Martín y yo somos pareja. Dejé a mi marido, le pedí el divorcio y ahora sólo deseo estar con Martín, que me eyacule toda, chuparsela, que me penetre. Me enamoré de ese chico y soy feliz con él.
Espero que les haya gustado mi historia. Si quieren escribirme: silvina_robles (arroba) yahoo.com.ar
Autor: Silvina
silvina_robles ( arroba ) yahoo.com.ar