Este relato que os narro acaeció hace unos días, como solía hacer a veces, cuando me apetecía iba de visita a casa de Rita, hacía ya bastante tiempo que me satisfacía como una buena perrita servicial y caliente y se sometía a mis deseos en cualquier momento y lugar. Rita era morena de pelo corto, tenía treinta y ocho años, su cara tenía marcada el paso del tiempo, pero aun así era bastante hermosa, ojos marrones, medía 1,72, pesaba unos 70 kgs, sus pechos eran tamaño medio, poco caídos, coñito rasurado, y su culo se mantenía respingón, hacia algo de deporte para mantener la figura.
Llamé a la puerta, abrió la puerta y salió ella completamente desnuda, tras unos segundos de asombro, enseguida me lancé sobre ella, empecé a besarla y a acariciar todo su cuerpo, le pregunté por el motivo de que me hubiera recibido de esa forma, y me respondió entre risas que últimamente tenía por costumbre presentarse así ante todo el que llamaba a su puerta, la verdad es que me había visto llegar. Mientras me respondía, yo seguía acariciando su cuerpo con mis manos, cuando terminó le dije que había sido muy mala y que tendría que inflingirle algún castigo especial, mi polla por esos entonces se me puso completamente dura, deseando salir del pantalón. Rita pudo notar mi excitación, y tras verla me dijo poniendo una de sus habituales caras de zorrita viciosa que la siguiera, que quería enseñarme una cosa, me llevó hasta el baño, alguien se estaba duchando, abrió un poco la puerta y me señaló al espejo, sonriendo con cara de puta caliente, miré y pude ver a una joven, Rita me dijo que era su hija, que era su cumpleaños, y que estaba convencida de que yo encontraría un buen regalo para ella. Se llamaba Olga, morena de pelo largo, ojos marrones, guapa, su cuerpo era delicioso, 1,72, 60 kgs, con pechos firmes redondos, con unos pezones bien marcados sonrosados, culo respingón, y su coño no tenía un sólo pelo. La hija aun no se había dado cuenta de que la estábamos observando, seguía frotándose el cuerpo con suavidad, extendiendo el jabón y el agua con extrema dulzura. Ver aquello tras observarle antes el cuerpo a Rita me puso la polla más dura aun, ella se dio cuenta, acercó su mano a mi pene y lo acarició por fuera.
Mientras me masajeaba mi polla me hizo una señal para que entrara en el aseo, yo le respondí que sí, que naturalmente que iba a entrar, que debía darle mi regalo de cumpleaños a su hija. Dicho esto, no me lo pensé más y abrí la puerta, Rita entró detrás mía, la hija se quedó sorprendida al vernos, se intentó tapar con una toalla, aunque sin mucho interés, ya que su cara deja ver un cierto aire de complacencia ante lo sucedido. Pronto la madre le dijo que no se preocupase, que yo era como de la familia, y que había venido para darle un regalo de cumpleaños, Olga no dijo nada, y Rita le dijo que debía dejarse hacer todo lo que le apeteciera, que fuera obediente y complaciera a su madre.
Tras oír sus palabras y viendo que Olga asentí lengua y mis labios pasaron a ocupar el sitio de mis dedos, le pasé la lengua varias veces pausadamente y después comencé a comérmelo pasándole la lengua muy deprisa, una y otra vez, introduciéndola en la vagina, lamiendo y mordisqueando su clítoris, la zorra de Rita seguía mamándome mi polla.
Minutos después sentí que me iba a correr, aparté con un empujón a Rita y le dije que parase, que era una buena guarra pero que ya había saboreado muchas veces mi leche, que dejara que su hija tuviera la oportunidad, asintió con la cabeza, entonces le dije que le comiese el coñito a su hija, que lo tenía muy mojado, que la hiciera disfrutar como ella sabía hacerlo. Arrodillé a Olga para colocarla a la altura de mi polla, Rita se colocó debajo de ella y obedeciendo mis órdenes, como una perra caliente, empezó a pasar la lengua por el coño de su hija mientras lo abría con sus manos, era obvio que no era la primera vez que le comía la raja a Olga, la cual empezó a gemir y a dar auténticos alaridos de placer, retorciéndose de gusto. Mi polla entró en la boca de la hija, y pude comprobar que sus mamadas no tenían nada que envidiar a las de su madre, lo hacía muy bien, y
bastó que me la chupara unos minutos para que la leche saliera disparada y le inundara completamente la boca, en ese mismo momento Olga se corría en la boca de su madre, dándole gran cantidad de fluidos, Rita se tragó los flujos mientras la hija disfrutaba, tragándose la mayor parte de la leche, aunque algo salía por la comisura de sus labios resbalando cuello abajo hasta llegar a sus tetas, rita al verlo se echó sobre ella y empezó a lamerle los restos de leche que recorrían su cuerpo, para después fundir sus bocas en un largo beso degustando ambas la mezcla de sus flujos y mi leche, las dos siguieron besándose y acariciándose durante un rato, yo contemplaba plácidamente a las dos zorras viciosas. A los pocos minutos me acerqué a ellas y les dije que ya estaba bien de juegos, que había llegado la hora de percutir el culito de la homenajeada, para que fuera una buena puta caliente y viciosa como la madre. Tras esto le ordené que se pusiera a cuatro patas para poder explorarla, a la vez me ensalivaba dos dedos para introducírselos en el ano, Olga al ver mis intenciones, me dijo bastante asustada que no, que eso no, que le iba a hacer mucho daño, puse cara de sorpresa y exclamé que el culito era virgen, después le dije que eso era imperdonable, que la zorra de su madre debía haberse encargado de desvirgarla con alguno de sus instrumentos, tras eso miré a Rita y le dije que era una puta, que trajese todo su material, que lo hiciera como una buena perra, a cuatro patas, que fuera a buscarlo andando como una buena perrita en celo, que moviese bien su culo para excitarme. Rita empezó a moverse de la forma que le había ordenado, se dirigió hacia su dormitorio, estaba excitada, a medida que iba avanzando, de su coño iban saliendo líquidos que caían por sus piernas.
Me quedé a solas con su hija dispuesto a clavarle mis dedos en su cerrado agujero anal, ella sollozaba y seguía implorando que no la penetrara por ahí, yo le dije que pensaba desvirgarle el culo, así que era mejor que no se resistiera o le iba a doler mucho. Olga siguió resistiéndose, intentando deshacerse de mis manos que le magreaban todo el cuerpo, entonces vi que allí había varios zapatos con cordones, se los quité y le até las manos y los pies, me senté en el water y la coloqué encima de mis piernas y después le fui dando cachetes en el culo, ella lloraba desconsoladamente, pidiendo que parara, aquello me excitab tranquila, incluso le gustaba, así estuve hasta que se lo metí entero, después se lo saqué y repetí la operación, hasta que al rato hice lo mismo pero con dos, Olga los acogía sin dolor, incluso disfrutaba, mientras Rita masturbaba a su hija y se introdujo un consolador en su coñito, lo movía desesperadamente, mis dedos seguían perforando el culo de la hija, le gustaba, suspiraba y gemía, Rita seguía trabajándose el coño hasta que entre alaridos de placer se corrió como una cerda sobre el consolador, cuando terminó, se lo sacó y lo puso en la boca de su hija para que saboreara sus flujos, mis dedos seguían penetrándole el culo, Olga chupaba el consolador, como si fuera una polla que le llenaba la boca, tenía cara de satisfacción.
Tras dejarlo limpio, le dije que era una putita, que le gustaban los fluidos de la madre y que le dieran por culo, que debía de ser tan puta como su madre, mientras decía esto me situé detrás de Olga, saqué los dedos y apunté mi polla a su culito, le puse la punta y el resto entró progresivamente, a ella no le molestaba, al rato la hundí hasta el fondo, soltó un leve quejido al sentirse clavada. Pasado el shock inicial, comencé a penetrarla a ritmo lento, para con el tiempo ir aumentando la velocidad, Olga gritaba de dolor, me dijo que se la sacara, la dejé fuera unos segundos, y al rato se la volví a meter, no dijo nada, seguí follándome su culo, entrando y saliendo mi polla de su ano estrecho, gozaba de una sensación de placer inmensa.
Observando la escena, Rita se puso otra vez cachonda y decidió intervenir en la fiesta, se ajustó un arné con un consolador a la cintura, se colocó debajo de su hija, Rita boca arriba, Olga a cuatro patas, y le fue introduciendo la punta del consolador en el coño de su hija. Sin parar de follarle el culo empujé la entrada de la vagina sobre el consolador de Rita, hasta que Olga lo tuvo metido completamente, la cual dio un nuevo grito de dolor, se sentía como empalada, doblemente penetrada, mis mo
vimientos sobre su culito ayudaban a que el consolador entrara una y otra vez en su coño, los gritos de dolor fueron convirtiéndose paulatinamente en gemidos de placer, Rita se acariciaba las tetas, pellizcándose los pezones mientras su coñito chocaba continuamente contra el de su hija. Pasados unos minutos, empecé a notar que estaba próximo mi orgasmo, entonces le dije a Olga que iba a correrme, que lo iba a hacer dentro de su maravilloso y estrecho culo, que iba a sentir su primera corrida, le dije que le iba a inundar su culo, que se movía muy bien, que estaba aprendiendo, que era una buena zorra, dicho esto me corrí, era muy placentero, mi leche llenaba su cavidad, mis chorros fueron a parar al interior del recién desvirgado culito, tras llenarle el culo de leche, saqué mi polla y sonó como un tapón cuando se descorcha una botella, Rita seguía follándole el coño a su hija con el consolador, acerqué mi polla a su boca y enloquecida de placer, me la limpió.
Cuando Rita terminó, sacó el consolador y acercó su boca al coño de su hija, lo repasó con la lengua, recorría desde el clítoris hasta la entrada del ano, una y otra vez, lamiendo sin parar, a Olga le encantaba, y a los pocos minutos se corrió en la boca de su madre, la cual continuó comiéndole el coño a su hija, Olga se colocó para poder saborear el coñito de su madre, con la postura del sesenta y nueve, y mutuamente se comían los coños calientes, abiertos y mojados, no había duda de que no era la primera vez que lo hacían. Estando ellas así, cogí dos consoladores nuevo, el primer chorro fue a los labios de Olga, y el resto a las mejillas y boca de Rita, cuando terminé ambas se fundieron en un beso, para después lamerse mutuamente los restos de semen de sus caras.
Cuando terminé me duché, al salir ellas seguían enrollándose, comiéndose las bocas, las lenguas, yo me vestí, ellas me miraban con caras de perras en celo, les dije que me iba, y que otro día habría más, ellas asintieron con la cabeza y las dejé solas.
Autor: Fary pabloeresmas ( arroba ) hotmail.com