Sábado tarde y sin saber qué hacer… es fácil prever que a dos personas como nosotros, inquietos y curiosos, sin nada que hacer y con una agenda llena de contactos, algo de nos iba a ocurrir…
Hasta ese momento había sido un sábado muy entretenido. El tiempo primaveral nos acompañaba y decidimos ir a tomarnos unas tapas al centro. Hoy te habías vuelto a poner tu vestido rojo que tengo me gusta. Con ese vestido, tu melena rubia y tu altura estabas realmente impresionante!
El bar elegido era lo de menos, lo realmente importante era poder charlar, sin interrupciones y sin prisas. Tras comer nos fuimos a tomarnos una copa a un bar cercano, y fue en ese momento cuando tomamos conciencia de las posibilidades que se abrían por delante. Llevábamos tiempo hablando sobre volver a tener alguna aventura donde incluyéramos a alguien más. Nuestra última experiencia fue muy excitante, pero, como cualquier primera vez, nos faltó mucho por hacer. Nos pusimos a repasar mentalmente las personas con las que podríamos quedar. Muchos de los nombres que salían eran de broma, antiguas parejas tuyas o mías, y al final salió el nombre de Alberto, el chico con el que quedamos la última vez. Me parece bien, pero antes de llamar se me ocurre otra cosa: “Y si llamamos a aquella pareja que conociste?” En ese momento se te abrieron mucho los ojos. Esta fue una pareja que conociste en un evento, y, según percibiste, parecía que ellos tenían algún tipo de interés en ti a la luz de los comentarios y miradas que se (y te) echaron aquel día. Como buen reto, dijiste: “Venga!”
Mientras nos tomábamos nuestra copa mandaste el primer mensaje. Realmente nos lo planteamos como un juego divertido donde nos pondríamos cachondos y acabaríamos follando como leones en casa, pero aún así el primer mensaje que mandaste fue bastante explícito:
“Hola Marta! El otro día lo pasé muy bien con vosotros. Estoy con mi pareja y se nos había ocurrido a los dos que tal vez podríais acompañarnos y tomaros algo con nosotros si estáis por el centro! Seguro que lo pasamos bien los cuatro”
Seguimos a nuestro rollo e instantes después tu teléfono sonó, era Marta. Yo te miraba atentamente intentando predecir el contenido de lo que te decía. Una cosa era evidente, parecía que iban a venir porque te estaban pidiendo datos de dónde estábamos, qué estábamos haciendo y demás. Tras colgar me lo confirmaste: Marta y su pareja venían a donde estábamos!
Como siempre nos ocurre en estas situaciones, ambos nos pusimos nerviosos pensando: “y ahora qué hacemos??”. Aún así, intenté mantener la calma, haciendo como si tuviera el control de la situación… Al menos, te decía, nos queda la tranquilidad de que, en esta ocasión, no hemos quedado con ellos para hacer nada, simplemente para tomar una copa y ya veremos…. Nos relajamos con ese razonamiento y esperamos ansiosos a que llegaran.
Nuestro amigos aparecieron unos 45 minutos después, lo que no dio tiempo a tomarnos otra copa e incluso a hablar sobre otros asuntos! No sabía lo que iba a encontrarme, porque a penas tenía datos sobre ellos, y tal vez por esto me sorprendió más lo que me encontré…
El primero en saludarnos fue Roberto, el marido de Marta. Un tío normal, de unos 40 años, sin nada que destacara especialmente pero simpático. Las parejas suelen estar equilibradas, con lo que tampoco Marta destacaba especialmente, salvo por el atuendo elegido y por sus grandes pechos. El que escogiera para la ocasión un vestido ceñido que dejaba poco a la imaginación nos llamó la atención a los dos… “sería que ella quería que ocurriera algo?” fue la idea que se nos pasó a los ambos por la cabeza y que nos transmitimos con sólo mirarnos.
Tras los saludos se sentaron con nosotros y se pidieron una copa. Fue Marta la que inició la conversación, lo que nos relajó mucho a los dos. Las horas comenzaron a pasar sin que nos diéramos cuenta. El hecho de que Marta hubiera sido auxiliar de vuelo dió pié a que nos interesáramos por muchas curiosidades sobre la aviación.
En un momento dado de la tarde, ya casi noche, te levantas para ir al baño y Marta decide acompañarte. Nos quedamos Roberto y yo charlando, en principio, sobre chorradas, como es normal. Encontramos un tema que a los dos nos gustaba, los simuladores de vuelo, por lo que nos enfrascamos en la conversación sin reparar en que tardábais mucho. Cuando regresásteis las dos noté algo raro en tu mirada. Tenías los ojos muy abiertos y estabas como acalorada. Te sentaste a mi lado, sonriendo, y cogiste tu teléfono. Mientras seguíamos charlando recibí un mensaje… tuyo! En él me decías: “me ha comida la boca…” Se me abrieron los ojos como platos y te miré, pero me dijiste con tu mirada que no dijera nada. Obviamente estaba deseando poder estar contigo a solas para saber qué había pasado, y lo conseguí una media hora después cuando fuimos a pedir la última. Me contaste que mientras estábais esperando en la cola del baño ella se situó muy cerca de tí, rozando pierna con pierna. Luego, ella, con su dedo, fue recorriendo tus medias hasta llegar casi a tu axila diciéndote: “Chica, tienes un cuerpo escultural…, si fuera lesbiana te comía entera”. Flipaste con el comentario, y sólo acertaste a decirle: “bueno, tú tampoco estás nada mal, seguro que una lesbiana te comía esas tetas!” Cómo se estaba poniendo la cosa… La chica que teníais delante pasó al baño y os quedásteis solas. Marta aprovechó para tocarte con más intensidad, comenzando por tu culo. Te estabas poniendo muy cachonda cuando, en ese momento, se abre la puerta del baño y sale la chica que estaba. Marta te coge de la mano, te mete en el baño, cierra la puerta y comienza a comerte la boca con auténtica lascivia. Mientras lo hacía recorría tu cuerpo, desde tus piernas hasta tus pechos. Tú no sabías qué hacer y te quedaste paralizada, pero, cuando tomaste conciencia y levantaste tu mano para agarrar esos pechos ella abre la puerta y sale del baño, diciéndote: “luego seguimos…”
“Y ahora qué?” Te pregunté… “Ni idea, ya veremos, pero me ha gustado…”
Volvimos con ellos y apuramos la última copa. No me sorprendió en absoluto cuando, llegada la hora de marcharnos, Marta dijo: “os tomáis la última en casa con nosotros”. “Sí, por qué no”, contestaste… Nos ofrecieron llevarnos en su coche, ya que lo tenían cerca. Roberto ya parecía cansado porque bostezaba cada dos por tres. Os sentásteis las dos detrás y nosotros delante. Sabiendo lo que había ocurrido, estaba atento a lo que hacíais. Observo y, de pronto, veo que Marta te pone una mano sobre la rodilla y comienza a tocarte la pierna. Tú pones la mano sobre la suya y comienzas a bajársela hasta ponerla sobre tu entrepierna. Ella accede y empieza a tocarte por encima de las bragas. Tú intentas que no se te note, pero tu respiración se comienza a agitar y yo, para que Roberto no se diera cuenta, empiezo a sacarle temas de conversación… Mientras, con el rabillo del ojo veo cómo Marta, incluso, ha llegado a bajarte un poco las medias y te ha apartado las bragas para tocar diréctamente tu clítoris… Mientras veo esto y a la vez mantengo la conversación con Roberto, observo que de pronto ella saca la mano de donde la tiene, se chupa el dedo de forma muy sensual y se coloca bien el vestido. Tú, por imitación, haces lo mismo, e instantes después el coche para. “Hemos llegado…” dijo Roberto.
Ni tú ni yo entendíamos nada, pero ahí estábamos, subiendo en el ascensor con una chica que te estaba metiendo mano por fascículos… Entramos en el piso y nos acomodamos. Marta te pide que la ayudes a servir las copas, por lo que te vas con ella. Sabiendo de qué va la historia, a los pocos minutos le digo a Roberto: “voy a ayudar”. Entro en la cocina y te veo apoyada en la encimera y a Marta comiéndote el coño. Marta se sobresalta y quiere retirarse, pero tú la agarras por la cabeza y le dices: “No te pares!”. Ella accede y poco a poco va centrándose en su tarea. Tus gemidos, aunque a bajo volúmen, van incrementándose dejando claro que te vas a correr, y en ese momento ella se levanta y te dice… “dejemos algo para después…” para, a continuación, comerte la boca. En otras circunstancias te hubieras enfadado, pero esta vez el juego te estaba gustando, por lo que te pones con ella a terminar las bebidas y nos vamos al salón con Roberto, que a estas alturas estaba casi dormido.
Una vez nos sentamos Roberto se anima y comienza a conversar. Nos cuenta cosas sobre las aficiones que tiene, concretamente sobre discos antiguos. Cada vez que se levanta para coger uno para enseñárnoslo, Marta aprovecha para meterte mano. Yo estoy alucinando con la situación… y este hombre sin darse cuenta de nada! Tras casi una hora repasando discos (qué divertido…), poco a poco Roberto comienza de nuevo a dormitar, momento que Marta usa para empezar a meterte mano de forma descarada y a comerte de nuevo la boca. Tú estás totalmente fuera de control, excitada y disfrutando como nunca. Marta para, se levanta y anima a Roberto a irse a dormir. Éste se espabila un poco, lo suficiente para excusarse con nosotros diciendo que había tenido un día muy duro en el trabajo. Nos anima a pasarlo bien y se marcha.
Seguimos bebiendo y charlando, mientras Marta empieza a tocarte, más bien rozarte, el coño. Juega con sus dedos, pero más por el placer de tocar que por querer excitarte. Tú miras sus pechos, empiezas a tocarlos, suavemente al principio, hasta que al final no puedes más y te abalanzas sobre ellos. Le bajas el vestido y empiezas a comerle las tetas, primero un pezón, luego el otro, y luego metes la cabeza entera entre sus tetas. Mientras tu boca anda ocupada, bajas tu mano hasta su vagina, que empiezas a tocar y a manosear. Empiezas a meterle un dedo y luego otro mientras sigues con sus pechos. Le llevas tu mano a su boca para que pruebe sus jugos, y ella acepta encantada para, luego, besarte con pasión.
Mientras todo esto ocurre, yo estoy ya quitándome los pantalones. Me sitúo por detrás de tí y empiezo a lamerte mientras estás a cuatro patas. Estás de nuevo comiéndole el coño a Marta, y disfrutando a la vez conmigo comiéndote a tí. Viendo que estás tan caliente, te meto mi polla y empiezo a moverte, pero en ese momento Marta nos pide parar. Ella se levanta del sofá y se coloca mejor, tendida, pidiéndote que te pongas en posición 69 sobre ella. Una vez estás colocada agarra tu cabeza y te aprieta contra su miembro. Tú aceptas y empiezas otra vez a comértela a la vez que ella te come a tí. Veo mi oportunidad para penetrarte mientras te comen el coño. Marta, a la vez que te lame, noto cómo también empieza a besar la parte de mi pene que queda fuera de tu coño. La escena es fantástica! En un momento dado te incorporas un poco para colocarte bien y veo cómo tienes toda la boca húmeda por los fluidos de Marta…
Sigo embistiendo y disfrutando de los lametones de Marta. Tú te has estado corriendo en multitud de ocasiones, igual que Marta, y yo ya no puedo más. Antes de terminar decido sacar mi pene de tu vagina y se lo ofrezco a Marta para que lo chupe un poco. Ella, obediente, empieza a lamerlo durante unos instantes. Se la saco de la boca y me pongo junto a ella a comer tu clítoris, casi por turnos. Me incorporo de nuevo y esta vez me decido por meterte mi pene en el culo. Cuando entra entera das un respingo de placer y empiezas a moverte. Marta aprovecha la oportunidad y, a la vez que te come el coño, comienza a meterte también uno, luego dos y finalmente tres dedos. Oígo tu respiración y veo que te estás corriendo otra vez. En ese momento aceleras el ritmo y la intensidad de tu comida de coño a Marta, y ella también se corre, pero eso no evita que sigáis sin parar, buscando el próximo orgasmo…
Cuando estoy a punto de correrme saco mi pene de tu culo y empiezo a pajerarme. Mi semen comienza a salir al instante a borbotones, sobre el exterior de tu culo y tu vagina, y Marta empieza, ahora aún con más ganas, a comerte el coño sin dejar ni un resto. Me siento en un butacón, extenuado pero aún excitado, viendo cómo Marta sigue comiéndote el coño y el culo, limpiando todo el semen que ha quedado. Esto te pone muy muy cachonda. Estás disfrutando de lo lindo. Te incorporas un poco y como puedes agarras su cabeza para empujarla aún más contra tu vagina mientras te viene el último orgasmo, aún más intenso si cabe que los anteriores…
Os dejáis caer las dos en el sofá y os besáis por última vez. Es increíble, pero después de la sesión de sexo aún se os nota con ganas de más…
Exquisito, estuvo genial la prosa, y el contenido de placer y sexo no falto nunca, sencillamente FABULOSO.
Sin duda, no hay una situación más excitante que ser el único pene en un cuarto con dos coños. Riquísimo tu relato.