Infidelidad Consentida, Parejas liberales. Me llamo Ramón y mi esposa se llama Daniela. Nos conocimos hace 20 años, cuando ella tenía 18 y yo 24.
Yo había terminado mi carrera de Administración Comercial en la Universidad de Buenos Aires y trabajaba para un equipo de financistas de mucho prestigio. Un buen día de esos, salimos a festejar el cumpleaños de Braulio, un muy buen amigo, a un boliche, y fue así como conocí a la que más tarde sería mi esposa. Enamoramos durante un par de años, hasta que finalmente decidimos casarnos. Afortunadamente para mí, fui su primer novio y marido. Ella era por supuesto era virgen.
Daniela resultó ser una mujer formidable, una dama, socialmente hablando, una estupenda cocinera y una tigresa en la cama. Fuimos y seguimos siendo muy felices, porque nos amamos mucho. Con el correr de los años ese amor fue creciendo y nos vimos bendecidos con el nacimiento de dos hijas.
Nuestra vida sexual era intensa. Los primeros meses, hacíamos el amor como un ritual, besos, caricias, excitación y penetración, siempre el hombre sobre la mujer. Con el tiempo yo la fui animando a intentar nuevas posiciones y ella lo aceptaba y disfrutaba mucho. En una oportunidad le sugerí practicar el sexo oral y el 69. Ella, se negó rotundamente pues lo consideraba antinatural. Hasta que finalmente, en una noche de jarana con copas y mucha excitación aceptó intentarlo, pero con la condición de que si no le gustaba, lo cortaríamos de inmediato. Empecé acariciándole la vulva como siempre y luego bajé besándole y lamiéndole el cuerpo hasta llegar a su tesoro y la empecé a lamer, suavemente al principio y con mas fuerza después hasta que casi le llegó el ansiado orgasmo. Luego llevé mi pene a su boca, y después de dudarlo mucho, empezó a lamer el tronco con la lengua, tímidamente al principio, pero al final se lo engullo totalmente. Yo no deseaba terminar en su boca. Mi objetivo se había cumplido y ahora podíamos seguir follando como siempre lo habíamos hecho. Con los años, el sexo oral se convirtió en una agradable rutina de preámbulo a la penetración. Hacíamos el 69, y nos encantaba masturbarnos mutuamente o viendo como cada uno se masturbaba. Nunca nos atrajo el sexo anal, pero, por lo demás, disfrutábamos de nuestra sexualidad plenamente.
Nuestra vida transcurría tranquila y feliz. No teníamos apuros económicos y pudimos realizar algunos viajes de vacaciones al extranjero.
La maldición empezó el día que me lié con Elena. Ya llevábamos doce años de casados y jamás se me había cruzado por la mente serle infiel a Daniela. Pero el diablo siempre anda suelto y dispuesto a romper tu tranquilidad. Elena era una cincuentona guapa, con rasgos de haber sido una mujer bonita en su juventud, muy eficiente y servicial y llegó a convertirse en corto tiempo en la persona indispensable en la oficina. Cierto aniversario de no me acuerdo que, hubo una reunión de confraternidad en la oficina. Fue en esa oportunidad que ella se sentó a mi lado, durante la cena, y empezamos a charlar y contarnos anécdotas de nuestro quehacer empresarial. Al poco rato me di cuenta que ella me empezó a coquetear. Y la charla derivó por otros rumbos y fue poco después que el boludo que escribe este relato cayó en sus redes.
Esa noche la llevé a un hotel de citas y follamos a más no poder. Nuestros encuentros furtivos se repitieron creo que un par de veces más, hasta que una de esas noches, por pura casualidad, una amiga de mi esposa nos vio en el coche y no demoró ni un segundo en llamarla por teléfono para ponerla al día.
Mi esposa, como toda mujer y su sexto sentido, ya estaba preocupada con mis llegadas tardísimas a la casa, con el pretexto de exceso de trabajo, y la disminución de mi deber conyugal, de manera que hiló cabos al momento y espero que llegase a casa.
Me recibió a gritos, Como te has atrevido a ponerme los cuernos con esa vieja, a mí, que jamás ha conocido a otro hombre, que jamás ha besado otra boca, que jamás ha mamado otra verga etc etc.
Las consecuencias pueden ya imaginarlas. Fui echado de la casa, me tuve que ir a vivir con mi madre, y tuve que ponerme a buscar otro trabajo para evitar a Elena en absoluto.
Como el tiempo es el sanador universal de las heridas, al cabo de unos meses reanudé mi relación con Daniela; pero, al principio, no era igual que antes, ella me trataba con indiferencia y con rudeza, no dormía conmigo y ante cualquier discusión, por mínima que fuera, me refregaba la infidelidad en la cara.
Siguieron pasando los meses y, como el amor que nos teníamos seguía latente, volví a dormir con ella, reanudamos nuestro fantástico sexo y todo parecía que había vuelto a la normalidad. Pero no era así. A la menor desavenencia, ella sacaba el tema de la infidelidad, y de cómo yo había sido capaz de traicionar a una esposa como ella, digna, fiel, hacendosa y colaboradora. A una esposa que la había complacido en la cama en todos sus caprichos. Y tenía toda la razón.
Nuestra vida continuó, y yo pensaba que con pasar de los meses, los reproches disminuirían o cesarían del todo, pero no fue así. Por lo menos dos veces por semana salía el tema a flote, con ó sin motivo, haciéndome sentir un miserable con un aire de superioridad sobre sus virtudes, que yo bien las conocía y apreciaba, pero que disgustaba me las refriege una y otra vez.
Tenía que hacer algo para que esto parase, pero que???????????
Una noche, mientras nos disponíamos a hacer el amor, le pregunté que cosa en particular la excitaba mas. Ella me respondió que todo. Yo insistí en que me detallara que cosa y….dudando un poco me dijo….verte cuando te masturbas para mi, me excita mucho. A partir de entonces yo me esforzaba en satisfacerla, haciéndolo delante su rostro y podía apreciar su sonrisa golosinosa con la que miraba mi verga antes de engullírsela.
Pasaron muchos meses, y yo seguía molesto por su comportamiento mordaz con el que me reprochaba mi aventura con Elena. Por lo demás todo andaba muy bien.
Un buen día, llegue a mi nueva oficina un poco antes de la hora que empezaba el trabajo, y, para matar el tiempo, vi un pasquin en la mesa y empecé a hojear los avisos clasificados del mismo. Se llamaba “Segunda Mano”, y nunca había oído hablar de él. En dicho semanario se ofrecían en venta muebles, coches, adornos, electrodomésticos etc, todos de segunda mano. Pero me sorprendió ver una sección de contactos y servicios. En esta se ofrecían hombres y mujeres solitarios buscando amistades etc. pero en la última sección del pasquín había avisos donde, se buscaba intercambio de parejas, tríos, y ofrecía servicio de striptease para hombres y uno solo que ofrecía lo mismo pero para mujeres y parejas.
Sin tener una idea clara de lo que quería hacer, guarde el pasquín en mi maletín e ingresé a mi oficina.
Pasarían unas dos semanas, cuando un día encontré el pasquín en una gaveta de mi oficina y me puse a revisarla. Apunté el teléfono del stripper varón y luego de unas horas de indecisión, llamé. Me contestó una voz femenina y me dijo que era una agencia y que tenían un catálogo con fotos de los modelos desnudos y que debía pasar por su oficina para hojearlo y elegir al que considerara adecuado a mis intereses.
Una perversa idea empezó a rondar por mi cabeza. Iría a la agencia, contrataría un muchacho guapo, organizaría una noche de motel y striptease con mi esposa, y vería hasta donde llegaría ella en su excitación de ver una verga nueva.
Llegue a la agencia, que se encontraba en la Calle San Martin y llamé a la puerta. Me abrió una guapa muchachita, me hizo pasar, me invitó un café y me entregó un grueso archivador con muchas fotos de jóvenes desnudos.
Empecé a hojear las páginas del catálogo y no encontraba a ningún sujeto que se adecuara a mi propósito, hasta que inesperadamente lo encontré. Era la foto de un negro fortachón con una enorme pija. Eso es lo que yo necesitaba para excitar a mi mujer. Una vez que hice la elección, la muchachita me indicó todo lo que tenía que hacer para contactarlo y hablar con él y me cobró la comisión correspondiente.
Al día siguiente, llamé al teléfono que me había proporcionado la niña y me contestó una voz gruesa. Le pedí una cita para coordinar un encuentro de striptease para una pareja.
Esa noche hablé con mi mujer. Le dije que como el sábado cumpliría años, yo quería festejarla llevándola a un motel y tener una sesión privada de striptease para ella. Le explique qué iríamos a un motel en las afueras de Buenos Aires, que me habían dicho era muy lindo y que una vez acostados en la cama, y mientras yo la excitaba, entraría el bailarín y daría su show.
Al principio, ella puso sus reparos. No me parece bien, mejor nos vamos a bailar, y hacemos el amor en la casa etc. Daniela, le dije, bailar siempre podemos, pero esta es una experiencia diferente y estoy seguro te va a gustar….o no tienes curiosidad de ver a un hombre, que no sea yo, desnudo??. Si, me dijo, pero y si nos ven y si nos asaltan, es un desconocido y no sabemos que podría pasar. Nuevamente yo volví a la carga. Mira Daniela, le dije, él pertenece a una agencia de modelos; tengo su teléfono y conozco la agencia, de manera que no hay nada que temer. Y bueno, me respondió, pero solo es ver no amorcito?? Porque si hay otras intenciones, no cuentes conmigo, ya sabes que para sexo solo existes tú.
Tranquila Daniela, le respondí, es solo un show. Ya verás cómo te divertirás y excitarás y el sexo que tendremos después. Al final de todo, es tu cumpleaños, te aseguro que la pasaremos bien. Déjame pensar, me dijo, hablaremos mañana.
A la mañana ella estaba radiante y antes que le preguntara algo me dijo; Ramón, acepto tu propuesta, haz los arreglos para el sábado. Inmediatamente que llegue a la oficina llamé al muchacho, al que llamaré Jorge, para que nos reunamos en un café del centro.
Bueno Jorge, ya está todo decidido, el sábado a las 22 hrs en el motel “Renacimiento”.
De acuerdo, me contestó, tímbrame el número de habitación y coordina con el motel para que me dejen entrar.
Jorge, le dije, me tienes que garantizar que el pene acabe parado. Mi esposa lo quiere ver así. Yo sé que es difícil, pero mientras bailas piensa que te puedes ensartar a mi vieja y así se te parará.
No te preocupes Ramón, me dijo, yo sé lo que hago y como lo hago.
Bien, le contesté, mientras bailas te acercarás al borde de la cama donde estará mi esposa, para que ella pueda ver la pija de cerca mientras la meneas. Eso es muy importante.
Por supuesto, me contestó, pero mi tarifa es solo por bailar. Si sucede algo adicional, habrá un sobrecargo. Por supuesto, conteste, no hay problema.
Los nervios me consumieron el resto de la semana. No sabía lo que iba a suceder. Pero estaba casi seguro que no iba a suceder nada. Que Daniela se conformaría con ver el baile y luego fajaríamos como nunca.
En casa todo normal. Hablábamos de lo habitual y no mencionamos mas el asunto. El viernes en la noche, ella me preguntó si ya había arreglado todo para el show en el motel ó me había corrido u olvidado, pero le respondí que todo estaba bien, programado y organizado. Me preguntó si conocía al muchacho que haría el show y como lucía. Le respondí que sí, que había hablado con él en la agencia y que todo estaba normal.
Para hacerlo más corto, a las 22 horas aproximadamente, llegamos al motel. Nos asignaron una pieza y nos dirigimos a ella. Mandé un SMS a Jorge con el número de la habitación. Una vez en ella, nos desvestimos, empezamos a besar y yo empecé a sobarle la concha, como siempre lo hacía. Al ir a la cama, yo la situé de manera que el espectáculo pudiera ser mejor observado por ella, quiero decir al borde de la cama. A los pocos minutos, Jorge ingresó en la habitación, completamente ataviado de ropa negra. Un bluejean y una camisa lustrosa que resaltaba su figura. Nos saludó afectuosamente y se preparó para brindarnos el show. Había traído su propia música y la colocó en un lugar adecuado.
Una vez activado el aparato, él empezó a bailar, con ritmo cadencioso sin sacarse todavía la ropa, pero haciendo movimientos lascivos. Mientras, yo, bajo la sábana seguía excitando a mi mujer sobándole las tetas pero sin tocarle la concha. Luego, el ritmo de la música cambió y Jorge empezó a quitarse la ropa muy lentamente. Cuando solo quedó en calzoncillos, prolongó el momento y bailó de manera provocadora. Era un maestro en el arte del striptease.
Poco después quedó completamente desnudo y con la descomunal verga totalmente erecta.
Siguió bailando y contemplé a Daniela, que estaba con los ojos abiertos, jadeando y alucinada con lo que veía. Que verga, me dijo, es enorme. Hice una seña, ya convenida, a Jorge para que se acercara a la cama, sin dejar de bailar y empecé a meter los dedos en la concha de mi esposa. Ella no sabía lo que le pasaba. Cuando Jorge le empezó a masturbar la vergota delante su cara, ella estaba alucinada. Quieres tocársela??, le dije, hazlo.
Daniela dudó un poco, pero luego extendió la mano hacia su miembro, lo rodeó con sus dedos y luego, sin poder reprimírselo, se lo metió a la boca y lo empezó a chupar. Estaba con una excitación muy grande. Mientras se lo chupaba, empezó a sentir olas de orgasmos continuos con mis dedos en su concha y se vino violentamente, mientras, simultáneamente Jorge descargaba su leche en su cavidad bucal. Jamás se me hubiera ocurrido pensar que eso podría suceder, pero sucedió y para mí fue un momento de contradicciones y remordimientos. Mi linda y santa esposa, solo tocada por mí, digna, fiel, educada, generosa etc. había cometido algo que ni ella misma se lo hubiera imaginado hacer jamás.
Después del orgasmo, vino la calma. Jorge fue recompensado y se fue. Daniela empezó a razonar y evaluar lo que había sucedido. Acaba de chuparle la verga a otro hombre que no era su marido. Su dignidad, su altanería, su figura de mujer ideal se había venido abajo. Me abrazo, me pidió disculpas y se puso a llorar.
Por supuesto que yo la disculpé, y con el correr del tiempo, ella jamás volvió a sacarme el asunto de la infidelidad. Seguimos siendo una pareja feliz y seguimos haciendo el amor con nuestras conciencias tranquilas, porque ambos tenemos nuestro pecadillo que no deseamos mencionar ni recordar. Pervertir a mi mujer, me trajo la paz que tanto anhelaba.
que realto tan mediocre y forzado ,,,
fome la caga de relato….despierto de tu fantasia huevon…puras mentiras
Repite lo más veces y sé feliz….que envidia…
Excelente relato de esos que excitan y dan gusto haberlo encontrado.